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miércoles, 31 de diciembre de 2014

JUAN 1,17 POR UN 2015 DE LIBERTADES

Juan 1:17-21: pues la ley fue dada por medio de Moisés,  mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto nunca;  el Hijo unigénito,  que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre,  nos lo ha dado a conocer.


Este es el último post del año que cursa, 2014, y he reducido la lectura del día drásticamente a los versículos finales porque recogen perfectamente dos ítems fundamentales en la vida creyente o en la vida de aquellos que han puesto su confianza en Jesús.

La primera parte del texto nos resalta la superación de la Ley en Cristo. La ley, que fuera el gran valor jurídico de la peregrinación judía por el desierto del Éxodo, creciente luego bajo preceptos y normas a fin de que un pueblo rebelde y pecador pudiera hallar la forma del perdón del Señor. Insuficiente porque en la naturaleza del hombre está inscrita esa forma de recelo hacia lo desconocido y esa manera de errar en las situaciones más diversas: sea por mentira, sea por violencia, sea por el sexo o sea por lo que sea el ser humano no es un ser fácil de reglar y esa lección no supo comprenderla la tradición mosáica del Antiguo Testamento aún con sus mejores intenciones.

No será justo decir que bien es cierto que la misma tradición judía ha ido luego reelaborando la regulación de esa tradición en busca de un significado mayor y mejor para el ser humano. Tarea que las diferentes escuelas rabínicas buscan como fin de la gran virtud, la gran sabiduría, que es Dios mismo. El mismo Dios que estableció una de amistad con Abraham sin el imperio del poder, de la norma, de la jurisprudencia de las tablas.

Cristo es, para nosotros, esa misma aspiración de libertad para el ser humano. El evangelista nos habla de la llegada de la gracia y la verdad a través de este Jesús, y el maestro nos dirá en el sermón del monte que no ha venido para abolir la Ley sino a darle verdadero sentido. Ese mismo sentido que es el regreso radical a la relación íntima del ser humano con Dios.

Es la segunda parte de este pasaje, así como Cristo es el único que ha visto a Dios, lo hace por el hecho de vivir en estrecha relación, comunión o intimidad con Él. Es por tanto asumible que el mensaje de Cristo es tan potente que traspasa la legalidad que había para el hombre a fin de llevarlo a una posición nueva y superior. Con Dios no nos relacionamos ya a través del Sinaí sino que nos relacionamos en base a una íntima amistad y el que es amigo no necesita cumplir con ningún formalismo porque es aceptado como es. Cuando un amigo o amiga es invitada a participar conmigo de una relación, las normas del compromiso, del quedar bien o del querer gustar van desapareciendo conforme entra en juego la intimidad, porque a fin de cuentas uno no puede acabar de esconder nunca lo que es y lo que es, dice Jesús, es precioso porque es único, es imagen verdadera y fundamental de Dios, que también es único.

Así como se muestra Dios con Cristo se muestra Dios con el ser humano y así lo presenta Jesús, quien nos enseña a acercarnos sin temores delante de un Señor expectante y feliz de recuperar esa relación directa con la persona. Se establecen nuevos lazos de amor y de familiaridad con aquel que habita en las alturas y que es invisible. Aprendemos, por medio de Jesús, a mirar esa invisibilidad traspasada ahora por la carne del maestro y Jesús nos muestra cómo encontrar esa intimidad, ese vínculo fraterno, con el prójimo, con el otro ser humano. Así, el encuentro de la gracia y la verdad pasa por la unión de los seres humanos, independientemente de quienes son, de cómo son, de a qué credo o religión pertenece o a cómo buscan ellos esa intimidad con el Señor.

Este 2015 nos viene próximo y abre las puertas a un nuevo calendario aún por escribir, por trabajar, por vivir… Es la última verdad de Cristo esta que nos narra el evangelista del deseo intrínseco de acercar al ser humano a Dios y de acercarlo por medio del corazón. Ahí convive otro calendario, el de los sentimientos, el del ser, cuiden de ese otro gestor del día a día más que de aquel que usamos para recordar citas, fechas, exámenes, entrevistas, días de cobro…

Deseo que esta noche encuentren el bolígrafo que hace falta para escribir en la agenda del corazón y que no tarden en empezar a escribir.



FELIZ NOCHE, FELIZ 2015

martes, 30 de diciembre de 2014

2014 - DE BALANCE

Entre un año que acaba y un año que empieza se manifiesta un rápido recorrido entre una muerte y un nacimiento. Vida y muerte juegan en cada cambio de año un papel especial que nos invita según estemos en una u otra tesitura, realidad. El año que muere me lleva a la introspección, al balance, a meditar sobre los muchos momentos que viví o pude vivir, sobre lo bien o lo mal que lo hice, sobre mi comportamiento respecto del otro (familia, pareja, amigos…). Veo cómo en mi corazón algunas de estas fechas del año que acaba se resienten y me conducen a llorar mientras que otras, aun muriendo, se erigen como una enseñanza necesaria que puedo sumar a mi vida, a mi ser o que puedo implantar como un plus cualitativo, deseable.

La muerte del año tiene, siempre, una connotación negativa respecto de lo que no puedo cambiar y otra, positiva, respecto lo que me ha ayudado a crecer, sobreponerme, aprender… Puede ser que el ejercicio sobre esta pequeña muerte del tiempo sea aprender a sobrellevar y redirigir las que cada año suelen situarse en esa connotación negativa. Alguien dijo una vez que aprendemos con cada pequeña muerte de la vida y aprendemos también de cada pequeña muerte que se sucede en el tiempo, un factor que siempre va hacia adelante. Cada hora incluye numerosas pequeñas muertes de algún o algunos minutos, cada minuto incluye también algún o algunos segundos. El tiempo pasa, se cuenta, se acaba y nos recuerda siempre esta doble interpretación de un cambio de año.

Diría: vístanse de negro riguroso para la muerte, pero lleven debajo mil colores para la vida. Durante unos momentos, mientras algunos se ahogan comiendo uvas, el vestido funesto y de luto se destripa para dejar espacio al color, a la ilusión, la esperanza, los sueños… Todo vuelve a ser esencialmente un inicio.

El año de vida viene cargado de propósitos: respecto a lo físico tengo ya el gimnasio, la piscina, las bambas del decathlon o la bici estática. Respecto a lo económico cosí y reforcé mi cartera para que no se escape nada, para tenerlo todo un poco más controlado, mesurado y para acotar la posible fuga de caprichos anuales. Respecto a lo personal: ser más amigo, mejor amante, esposo, padre, madre, hija o hijo, abuela… y respecto a lo profesional ser siempre mejor compañero, persona, honesto…

Salvando los aspectos más triviales y aquellos que decimos fruto de la emoción del momento. Este año de vida nos entrega una oportunidad para poder resetarlo todo y me resulta del todo especial contemplar este nuevo año desde una perspectiva cargada de ilusión, pensando que el ser humano realmente cada trescientos sesenta y cinco días puede sentirse como ese capullo de oruga que puede: o dar lugar a otro vil gusano o convertirse en la más hermosa y extraordinaria mariposa.

A veces esta mariposa estalla entendiendo su posibilidad de hacerlo. Es decir, en el fondo, hayas hecho lo que hayas hecho tu alrededor está deseando ver la mariposa que llevas dentro y, efectivamente, cambiar lo mal que hicimos siempre suele tener la complicidad sencilla de nuestro entorno amado y no amado. El primero porque siempre quiere saborear tu ternura, tu amor, tu compromiso, tu cariño y el segundo porque quiere dejar de ver gusanos arrastrándose para aprender a gozar de una nueva forma de vida, tan novedosa que conforma nuevos escenarios vivientes, desconocidos, pero deseables.

Otras veces esta mariposa no llega hasta al cabo de un tiempo, durante el trascurso del año. Realmente no hay prisa para nadie, el tiempo es cierto que muere pero, a veces, una misma muerte conduce a la vida, y dentro del bálano se intuía una mariposa. Dejen a las personas poder cumplir este proceso tardío, no frustren la llegada de ningún nuevo alado y aprendan a desear que cualquiera pueda llegar a conseguir ese estado. Es especial acompañarnos en la esperanza de muchos por el bienestar de otros. Sientan esa empatía hacia cualquier persona porque quizás, algunos, a lo largo de este inicio de año algunos puedan sorprenderlos.

Y hay otras veces que la mariposa no llega. Tengan paciencia, en este mundo loco que vivimos los sentidos de la naturaleza han sido alterados, y los inviernos casi no existen, las primaveras tienden a desaparecer, y las lluvias y los soles se alternan de forma desigual a lo largo y ancho de esta preciosa Tierra. Hay lugares en los que un gusano no puede acabar de llegar a ser mariposa porque naturalmente no hay condicionantes que se den para ello. Ayuden, comprométanse en cada uno de estos micro espacios en los que la naturaleza está más imposibilitada y en la que cuesta más llegar a ser precioso o preciosa.

Hay un trabajo sincero al que deberíamos atender todos este 2015 y es a comprometernos con los espacios difíciles, con las personas complicadas, con aquellas que pueden lograr otra realidad, con las que salir de ese espacio va a costarles mucho o con aquellos que tan siquiera podrán hacerlo. Ya no hay un año de buenos y malos, de justos e injustos, de ricos o pobres, sino que viene un año de apoyo y consuelo.



Que Dios os bendiga a todos, amadas y amados.

lunes, 29 de diciembre de 2014

MATEO 5 - LA ETICA DE JESUS


Mateo 5, 1-12: “Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos posseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”.



Otro texto evangélico, clave para comprender esta nueva ética que propone Jesús, es el del Sermón de la Montaña (cfr Mateo 5, 1-12). Allí él cuestiona y replantea la simetría de la ley y quiebra el mimetismo que consiste en depender de algo exterior: del premio o el castigo que nos ofrecen. Amar a los demás, exige asumir las riendas de la vida, no desde una postura caprichosa o egoísta, sino en gesto de creatividad, actuando desde el amor y la gratuidad precisamente hacia aquellos que no pueden reportarnos beneficio. “Caridad es voluntad eficaz de promoción del otro” (Alfredo Ferro. La fe contra el sistema. P.21)

El Sermón de la montaña dispone toda la propuesta ética de Jesús. Desde las bienaventuranzas, Jesús muestra cómo el amor debe ser la raíz de nuestro estilo de vida, de nuestra forma de actuar. Todo lo que hacíais hasta entonces, parece decir, estaba bien, era correcto. Pero estaba vacío. Ahora Jesús nos enseña cómo reelaborar la vida hacia una sociedad en la que reine el amor. “El desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad” (PABLO VI, POPULORUM PROGRESSION, II, 43)

Las Bienaventuranzas se disponen como un itinerario necesario del comportamiento humano que debe, necesariamente, dirigirse hacia el otro. Ya no se participa del mundo como ser individual, sino que Jesús solicita readaptar aquella mayordomía que Dios nos dio para el mundo, ahora, hacia la misma responsabilidad pero con el prójimo. Dios, que puso en el hombre la confianza de dominio sobre la tierra, propone en Jesús una responsabilidad aún mayor, que es sobre la propia vida humana (pero no la nuestra, sino la de los demás). Las llaves del mundo entregadas en el Génesis, se refunden en una actitud de amor responsable. Y no sólo con aquellos que amamos, sino incluso con quienes son nuestros enemigos, a quienes solícitamente Jesús nos invita a amar.

“Seguir a Jesús es pro-seguir su obra, per-seguir su causa y con-seguir su plenitud” (L. Boff: el seguimiento de Cristo, en Jesucristo y la liberación del hombre, Cristiandad, Madrid 1981, 35). Seguir a Cristo lleva expreso el imperativo ético de comprometerse con esta misma causa, la causa de los pobres, de los enfermos, de los desahuciados… Para que el mundo pueda experimentar un proceso de liberación, entendida como un amor que ha de sacrificarse; como una esperanza que debe pasar por esperanzas políticas, como una fe que tiene que avanzar tanteando (Cfr Von Balthassar, ensayos teológicos II, SponsaVerbi, Madrid 1964; Eugenio Alburquerque, Moral cristiana y pastoral juvenil, Editorial CSS, Madrid 1990, 61-76)

Las 9 locuras de Cristo, muestran a grupos de personas felices en primer un momento, y luego, la causa de dicha felicidad. Una felicidad que nada tiene que ver con la que entendemos nosotros en el mundo. Jesús nos habla de una herencia de Dios cercana a nosotros desde otra felicidad que nos propone. Y bajo el abrigo del amor, que arropa todas esas actitudes. A Dios, ahora, se le hereda por amor. Desde estas bases, ahora Jesús nos muestra por qué el mundo es valioso.  El amor es el criterio definitivo para comprender la realidad: entender que Dios es amor, impregna todo de amor. Sólo quien sabe que hay Dios y que Dios es gracia (que ama gratuitamente a todos) puede amar también por encima de la ley, abriéndose incluso a la alternativa de crear caminos de encuentro y amor con el enemigo.

Jesús, en su discurso profético, recuerda que el mundo actual es valioso porque está lleno de la gracia de Dios. Él propone que la vida humana es un don de amor. Sólo sobre un mundo entendido como  “don” puede hablarse de Dios como Padre, superando de raíz el exclusivismo judío y haciendo que todos se descubran y sientan como hermanos. Dios, que ofrece su amor a buenos y a malos, a justos e injustos, está por encima de toda absolutización o sacralización de ley alguna. A modo de ejemplo, recordemos como los publicanos defendían su grupo, y encontraban en la exclusividad de sus relaciones la recompensa que buscaban; es evidente que el vínculo existente entre ellos pretendía ante todo salvaguardar sus negocios e intereses económicos. Los publicanos se ayudaban en beneficio de su economía, los paganos se saludaban para que triunfasen sus estrategias, y de manera generalizada la sociedad judía se auto proclamaba el pueblo escogido de Dios para salvaguardar su proyecto nacional y religioso. Jesús cuestiona con sus palabras y sus hechos todo fundamentalismo e intransigencia en la interpretación de la ley y de los profetas y propone que el amor de Dios alcanza también a aquellos que intentan vivir en el amor al prójimo, independientemente de su nacionalidad o credo.

Jesús ha ofrecido el ideal del amor como gratuidad, siguiendo el gesto de Dios Padre que generosamente ama. Cuando se ha superado el egoísmo y la seguridad de un amor puramente interesado, puede hablarse de una gratuidad en el actuar humano. Esta es la paga más alta, que no se busca, que no se exige, pero que emerge luminosa porque hay Dios y Dios nos ama.

Judíos legalistas (o cristianos legalistas), publicanos y gentiles ya han tenido su paga, pues por ella han trabajado. Por el contrario, los que aman desde la gratuidad, los que dan sin exigir nada a cambio, pueden confiar en la misericordia de Dios para con ellos. La comunidad de los discípulos de Jesús somos interpelados por el maestro a mantener una actitud constante de diálogo con el mundo, con los grupos humanos, con la historia concreta de las personas, no desde un legalismo que aplasta y enajena, sino desde la nueva ética que enmarca todo el decir y el hacer de Jesús: desde la compasión, desde el perdón, desde la fraternidad, en definitiva desde un amor vivido y expresado hasta las últimas consecuencias.

La relación de Dios con el ser humano es esencialmente una relación de amor, que alcanza su expresión máxima en el misterio de la encarnación: la Palabra de Dios se hace carne y viene a habitar entre nosotros (cfr Juan 1.14). Si esto es así, el centro del cristianismo es la Buena Nueva de un Dios que se ha comprometido con el hombre hasta el extremo. Lo más entrañable del Evangelio reside en la primacía absoluta reconocida a la Gracia, es decir, al amor inmerecido e inmerecible de Dios a toda la humanidad, de tal modo que siempre aparezca como más importante y decisivo lo que Dios ha hecho por nosotros que lo que nosotros podamos llegar a hacer por él.

El Dios que se revela en Jesucristo, no es un Dios lejano o desconocido, sino cercano al ser humano en la medida que lo finaliza desde dentro; tampoco es un Dios ajeno a la actividad humana sino que la asume y la lleva a plenitud, de modo que lo auténticamente humano se convierte en signo de lo plenamente cristiano.  En todo lo humano hay rastros de lo divino, o como expresa Pascal "el hombre supera infinitamente al hombre"(Cfr Pascal, Pensamientos, 433). Esta perspectiva antropológica potencia una moral centrada en la persona más que en el objeto, pues mira al ser humano como el puente privilegiado en el que Dios se revela.


domingo, 28 de diciembre de 2014

LUCAS 2, 22 PRESENTADOS A JESUS

Lucas 2,22-40: Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 

Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.


El ejercicio de adoración, oración y servicio al Señor se nos presenta en este pasaje tan variado como ligado a la tradición. Judíos, hombres y mujeres, piadosos que se presentan delante el Templo para unos usos u otros. María, José, Simeón, Ana y Jesús. Todos ellos delante del gran emblema de la religión de Israel: el Templo o la presencia misma de Dios que se albergaba en su interior. Podríamos hacer una analogía, hoy, respecto del Templo y el lugar Santísimo aludiendo al cuerpo, templo del Espíritu y al alma, el lugar interior y allí donde vive Cristo.

Podríamos aludir, respecto del comportamiento de nuestros sujetos agentes, que el pasaje nos invita a cumplir con el ejemplo de una vida piadosa, de entrega, religiosa y fiel, porque la recompensa de Simeón y Ana fue la de ver al Salvador, ergo si mi comportamiento se mantiene en el límite de la fidelidad religiosa también puedo, igualmente, ser recompensado.

Sería, tal vez, sensato referirse al pasaje alegando a que las grandes cosas del Señor suceden, claro, en Jerusalén, la ciudad Santa. Así la presentación del Salvador del mundo debía hacerse en el Templo, en la ciudad, en ese particular marco geográfico y aludiríamos a las profecías, a los anuncios de los mensajeros de Dios tiempo atrás, cuando el Señor se expresaba en los oráculos.

Hoy no será el día y quiero ser sencillo. Jesús es presentado en el Templo por Jose y María, su padre y su madre, dos personas, un hombre y una mujer. La humanidad, por tanto, es la que presenta a Jesús delante del macro espacio sacerdotal en el que habita Dios, y si el Señor antes fue quien avisó a María del nacimiento de Cristo por medio del ángel, ahora es el ser humano el que presenta al Dios encarnado delante del Padre. Dios y el ser humano recuperan el diálogo, la relación y se visitan mutuamente.

Simeón y Ana son dos ancianos, un judío honrado y piadoso y una profetisa, una viuda y un hombre sin otros datos, un hombre y una mujer, de nuevo dos seres humanos. Su común denominador es ese tiempo de esperanza que en su ancianidad alcanzan a ver al Jesús Mesías, aquel que trae la salvación al ser humano. También dos personas con una especial relación con Dios y aun respetando el Templo, vivían ya por encima de él.

La humanidad ha recuperado su especial relación con Dios y Dios ha pasado a llamarse Emmanuel.

Me atrevería a decir que este pasaje es una bonita propuesta de transgresión porque esta reivindicación de lo verdaderamente humano en Jerusalén y en las puertas del mismísimo Templo, supone una revolución radical respecto de cómo tenía que funcionar esto de lo perteneciente a la religión y al Altísimo. Justamente es el ser humano quien se acerca a Dios ahora que, primero, Dios se acercó al ser humano.



Y ahora que Dios se ha hecho cercano… ¿Ya has presentado a Jesús?

sábado, 27 de diciembre de 2014

JUAN 1, 1- 4 VERBO DE VIDA

Juan (1,1-4): Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.



Muy acertado ver, después de un nacimiento, que el niño Jesús es real, de carne y hueso, que vivió, creció, se le pudo tocar, participó, tocó… Juan nos da testimonio de la encarnación del Verbo divino, la Palabra de la Vida ahora visible en la figura tangible de Jesús. Una declaración que recuerda, cómo no, a la que el apóstol Pablo realizaría después en su carta a los Colosenses, versículo 1, 15, cuando les dice a los habitantes de Colosas que Cristo es la imagen del Dios invisible. Así, lo que no se ve, lo que se intuye, lo que se siente o presiente, lo tocante al alma se ha hecho ser viviente. Dios pasa ya por la humanidad, por la carne, y lo hace a través del Hijo, de ello dirá Juan para que nuestra alegría sea completa.

Una alegría que no tendría sentido sin esa encarnación. La Buena Noticia del evangelio nos dice que el Salvador ha llegado, vimos no hace mucho que para proclamar el año de gracia del Señor. Ahora, añade Juan, para que además tengamos unión con el Padre, o Madre, a través del Hijo, mediador. Esto nos abre una nueva perspectiva de plenitud y llenura, porque el hombre, antes ligado a las limitaciones de su fragilidad, enfermedad, muerte, puede ahora vivir en plenitud de felicidad sabiendo que, a pesar de su caducidad, su alma seguirá viviendo en el eterno Amor del que ya disfruta este cuerpo humano.

Hoy nosotros seguimos compartiendo esta verdad de relación, el ser humano se muestra completo cuando su relación con lo trascendente lo llena, y parece que entones ahí radica el sentido de su vida. Encontramos ese sentido no en las cosas materiales que el mundo nos ofrece, sino que siempre lo hacemos en relación.

Las relaciones humanas, de amistad o de familia, de pareja… satisfacen al hombre o a la mujer por encima de las más mundanas, aunque no son suficientes. Algo más llama al interior de la persona que busca trascender por encima de las relaciones humanas y encuentra plenitud cuando halla al creador. Y como ocurrió según la narración del evangelista, ahora esa unión de amistad, de pareja, de familia… nos lleva, unidos a Jesús, a Dios. A plenitud.

Constituye un gran misterio este traspaso relacional entre Creador y criatura, Padre – Hijo y la intrínseca necesidad relacional del ser humano. Así lo quiso Dios, que el ser humano no estuviera solo, que no viviera solo, que no creciera solo, aunque luego la solitud pueda ser una opción libre del ser humano.

Hoy les invitaría a tocar y dejarse tocar, a acariciar y dejarse acariciar. A sentirse el uno al otro, sean amigos, familia, pareja, amantes o desconocidos. Conocemos también por el tacto, y esto de tocar, de manipular, también nos acerca un poco a la figura yahvista de la imagen de Dios, el alfarero. ¿Recuerdan la película Ghost, más allá del Amor? ¿La tienen? Si no la recuerdan tienen dos opciones o la buscan por internet, youtube… o tiran de imaginación. Dos amantes fundidos en un torno de alfarero, creando, sintiendo, tocando, deslizando barro y carne… puede ser muy sexual, de acuerdo, pero también muy creatural. Miren, Dios creó al hombre y a la mujer por puro Amor, y esta escena es puro Amor. Véanla!



Yo quiero ser testigo de su Amor, de su condición de alfarero, de su relación con Dios, con Jesús, con la Vida, quiero participar con vosotros y quién sabe si algún día también estemos en ese mismo torno, modelando…

viernes, 26 de diciembre de 2014

MATEO 11, 16 PRUDENTES Y SENCILLOS

MATEO 11, 16 – 25: He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?



Hoy 26 quería recomendaros el libro de Luis González Carvajal que habla sobre las Bienaventuranzas de Jesús, es quizás uno de los libros que más me ha aportado este 2014 que acaba sobre qué quiso o no quiso decir Jesús cuando desde aquel lugar propuso todas aquellas reglas, si es que podemos llamarlas así. Cuando leo este pasaje me viene a la memoria la bienaventuranza que dice: felices los mansos. Y qué claro que dice aquí Jesús que un manso, de ninguna manera, es un bobalicón del que la gente pueda aprovecharse, un bonachón.

Sed prudentes pero sencillos, sed mansos. Y no será el único pasaje en el que Jesús propone diligencia, astucia y atención. Para el Maestro, tan importante son la honestidad y la sencillez como la inteligencia y las sabias decisiones, pensando además, que cada día hay que afrontarlas. Y qué mejor que poner sobre aviso a sus discípulos que igual lo veían todo muy de color a chocolate, dulzón. Ahora que estaban constituidos y que tenían poder toca asentar la cabeza y templar el corazón. Ser personas integrales nos dice Jesús, sabios y sencillos: mansos.

Venimos del nacimiento del Señor, y después de tanta celebración es normal que el hombre diga esto de, cuidado, atención!  No se olviden que vivimos en el mundo, y en aquel entonces en un mundo muy convulso, cargado de odio, de caminos de ladrones, de opresión, de ejecuciones y en el que la vida podía valer lo que Roma quisiera en cualquier momento. Hoy día, salvando los métodos, que hemos logrado pulir también hay que ser avispados para no caer en la trampa.

Sea como fuere, en activa o en pasiva, participar del mundo como cristiano no es fácil. Pero Jesús nos tranquiliza si nosotros queremos y buscamos el arropo del Espíritu Santo. Aquel que constituyeron como nuestro Ayudador, y que Jesús coloca en la tesitura del que vela por cada uno de sus hermanos y hermanas.
No es gratuito que el evangelista nos avise de los tiempos raros que se viven. Y de hecho hay que tener en cuenta que está avisando a la comunidad cristiana, porque repasando las noticias, amados, no hay semana que el mundo cristiano no esté en boca de alguien por una mala interpretación, un mal comentario, un escándalo…

Quizás esta gran institución cristiana primero deba callar y optar por las obras de misericordia. Trabajar a favor del pobre, ayudar al anciano, visitar al preso, dar de comer al hambriento, vestir al desnudo… Fijarse en todas las Ong’s y asociaciones que están trabajando desde el fondo, con la gente, desde la base.

Dejar que se canalice, de nuevo, al ser humano desde el Amor, comprensión, apoyo, devoción, vocación… Y mientras pedimos que se sepa ser inteligente a quienes no lo están siendo, devolver un poco de esa ilusión que empezó a correr ayer 25, y que hoy nos viene a modo de exhortación este 26.



Feliz San Esteban a todos los que lo celebren!

jueves, 25 de diciembre de 2014

LUCAS 2, 2 - JESUS HA NACIDO

LUCAS 2, 2 – 20: Por aquellos días Augusto César decretó que se levantara un censo en todo el imperio romano. (Este primer censo se efectuó cuando Cirenio gobernaba en Siria.) Así que iban todos a inscribirse, cada cual a su propio pueblo. También José, que era descendiente del rey David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la ciudad de David, para inscribirse junto con María su esposa. Ella se encontraba encinta y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.
En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.» Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer.» Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho.


No sé si fue la noche, el día, el mes… en el fondo tanto me da situar el nacimiento aquí, allí, en un tiempo o en otro. Lo importante, a fin de cuentas, es que nos ha nacido el Señor y no sólo eso, sino que lo ha hecho por amarte a ti, a mí, a todos los seres humanos (a los de antes, a los de ahora y a los que todavía están por venir). Y que nos nazca un niño es que lo haga de nosotros mismos. Madres amadas que fuimos ya en anteriores pasajes, pasaron los meses de ilusión y dolor, pruebas, nervios, nombres en la cabeza, cuentas… Ya tienen todos pintada la habitación? Puesta la cuna? Preparado el alimento? Oigan, que ya ha nacido! Y aquí nadie puede despistarse porque de ahora en adelante estos primeros días y meses van a ser fundamentales para que el niño crezca sano y junto a Él nosotros.

Y qué hace un padre o una madre cuando le nace un niño? Bien, atención a los primerizos que la primera noche uno, realmente, no sabe dónde esconder la cabeza, porque el niño llora, le cuesta comer, parece que no está cómodo, no hace todavía sus necesidades. Rápido, ya tendría que estar diciendo: papá o mamá. Y No hay manual o revista que sirva para lo que ahora tienen que afrontar.

Los que ya han sido padres lo tienen un poco más fácil, porque ya no se preocupan en exceso por esas primeras jugarretas del bebé, y están más por mimarlo, acariciarlo, fotografiarlo, están más descansados e incluso enseñan al resto de los hijos a acoger esta nueva vida que acaba de llegar.

Entonces, papás y mamás experimentadas ayuden a estos primerizos que con tanta ilusión han traído ahora a este pequeño tan frágil. Hoy día la Buena Noticia del Evangelio debe correr de tal manera que los primeros se vean lo suficientemente arropados por los segundos, como un ser humano socorre a otro ser humano.

Igualmente siempre se tiene la ayuda del ABBA Dios aunque ocurre que los primerizos están tan rígidos y tensos que casi les cuesta dejarse llevar, escuchar el instinto, la voz del interior, serenarse. No se apuren, les diría Dios, llega el Salvador, cuídenlo por eso, porque he elegido que sea en forma humana para que participe en todo del ser viviente. Por tanto, como cualquier pequeño, nuestra primera misión es cuidar de aquel que después nos liberará y así aprendemos del Amor, recordando las palabras del mismo Jesús en el evangelio de Lucas: más bienaventurado es dar que recibir.

Qué bonitas lecciones vamos a aprender esta primera noche. Jesús ha nacido.

Ahora celebren junto a sus elegidos esta fecha entrañable, coman, beban, rían, canten los típicos villancicos: el tamborilero, el fum fum fum, los peces en el río… toquen la pandereta, la zambomba, la gaita, o la batería de plástico del niño de los vecinos que tiene aires de minirocker. Hagan cagar el tío, abran los regalos que este año se anidan debajo del árbol que se ilumina según la velocidad de la factoría China de rigor.



Caray! Que es Navidad! Turrón y polvorones, Jesús ya está aquí.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

LUCAS 1, 67 - 24 DE DICIEMBRE

Lucas 1, 67 – 80: Entonces su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a redimir a su pueblo. Nos envió un poderoso salvador
 en la casa de David su siervo (como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas), para librarnos de nuestros enemigos  y del poder de todos los que nos aborrecen;
para mostrar misericordia a nuestros padres
 al acordarse de su santo pacto.
 Así lo juró a Abraham nuestro padre: nos concedió que fuéramos libres del temor,  al rescatarnos del poder de nuestros enemigos, para que le sirviéramos con santidad y justicia, viviendo en su presencia todos nuestros días. Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para prepararle el camino. Darás a conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados, gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios.  Así nos visitará desde el cielo el sol naciente, para dar luz a los que viven en tinieblas, en la más terrible oscuridad, para guiar nuestros pasos por la senda de la paz.» El niño crecía y se fortalecía en espíritu; y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó públicamente al pueblo de Israel.


Amados y amadas, ahora ya es cuestión de contar las horas que faltan para preparar la mesa, recibir a los invitados, saludarnos, abrazarnos y sentarnos a cenar este 24 de diciembre, festivo, y antesala del nacimiento de Jesús. Zacarías habla de la visitación de un Sol naciente que viene para iluminar a la humanidad, a salvar y a perdonar, a guiarnos por la senda de la paz. Por tanto, si podéis, buscad un momento para celebrar un breve espacio de oración, que puede ser individual o puede ser compartida, para encontrarnos con nuestro ABBA Dios en intimidad, porque también a Él hoy vamos a recibirlo, abrazarlo, saludarlo y sentarlo a comer con nosotros en la mesa. Guarden una silla, pongan un plato, sírvanle y pónganle vino.

Zacarías, lleno del Espíritu, clama y proclama libertad. En casi todas las referencias que va a hacer en esta plegaria se masca ese sonido de libertad, de rescate, de salvación, de luz. Todo encuentro personal con nuestro amado Dios acaba por ser un bello poema que siempre evoca esa experiencia del sacerdote judío, en esperanza, en gratitud. Sintamos, entonces, qué palabras salen de nuestro corazón en este espacio de intimidad de hoy, porque desde este espacio improvisado de relación queremos que aquellas cosas que oscurecen a nuestro ser puedan ser expuestas a la luz del Cristo naciente, sin temor. Llega esa gran luz, dispongamos allí nuestros temores, nuestras dudas, nuestros miedos, inseguridades… preparemos en esta oración todas estas cosas para poder entregarlas a la Luz que viene con la seguridad que la calidez de su irradiación les dará el suficiente impulso como para reconvertirlas a bien, a positivo. Esta noche confiamos, de nuevo, nuestras esperanzas en el Salvador.

Dios busca profetas, personas que deseen llevar adelante la Buena Noticia de la salvación que es en Cristo. Mujeres y hombres implicados en la Navidad, corazones que deseen compartirse con el ser humano, seres que transmitan vida y esperanza. Hermanos y hermanas que hagan familia. Personas que quieran secar lágrimas, pero que también sepan llorar. Amigos y amigas que se gocen el uno del otro. Amantes. Entrega…

Había una bonita tradición que estuve haciendo estos últimos 4 años que era la de salir a la calle de la ciudad e invitar a personas necesitadas a ducharse, cenar con nosotros, quedarse a dormir, y luego decidir si querían quedarse a compartir vida en nuestra casa o regresar a la ciudad. Y fue bello porque siempre estaba la opción libre de quedarse, o no. Sin ser un compromiso, decide lo que quieras y gracias por haber venido a cenar, a cantar, a charlar, o simplemente a dormir, porque la calle castiga al cuerpo y quizás esta noche Buena, sea para algunos noche de caldo caliente y cama entre mantas.

Es la dualidad en la que vivimos en esta sociedad nuestra, riqueza y pobreza repartidas en una misma calle. Hoy podría ser un buen día para acercarnos a los que están más necesitados para ofrecerles nuestra humilde hospitalidad. Acérquense, hagan lo que puedan, acuérdense de los niños que no van a tener opción a recibir un regalo y denles uno. Sean anónimos y no busquen con el gesto sino compartir el suelo con el otro, consuelen.

Hagan lo que hagan, recuerden estas palabras de Zacarías: “viviendo en tu presencia todos los días”, porque esta es la clave que nos va a ayudar en el diario, saber de este Dios inagotable que siempre, en todo momento y circunstancia, cuida de sus hijos e hijas. Viviendo en una presencia, también, que cada día nos propone alargar la obra de Jesús: preocuparse por el hambriento, por el desnudo, por el enfermo…

Viviendo todos los días en la presencia del Amor. Que este pueda ser nuestro gran motivo, nuestra gran meta, el horizonte. Porque yo Señor quiero aprender a poder vivir así, cada día en tu presencia.



Familia, disfruten de este 24 que ya nos conduce de manera irremisible hacia Jesús. Será precioso y quizás, quién sabe, esta noche regresen aquellos nervios del chiquillo que espera la mañana del 25 casi sin dormir.

martes, 23 de diciembre de 2014

LUCAS 1, 57 - JUAN ES SU NOMBRE

Lucas (1,57-66): A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.



Muchas veces somos propensos a comportarnos como estos familiares que, ante el nacimiento de Juan, quieren que el pequeño siga las tradiciones ancestrales. Queremos que tenga tal nombre, que vaya al colegio privado X, que asista ya casi a clases de inglés y alemán, despertarle el gusto por la lectura... y claro está que de mayor sea abogado, o médico... Queremos, queremos, queremos. Como algo innato esta en el ser humano tratar de cuadricular la vida del nuevo viviente y hacemos girar en torno a él aquella famosa frase: serás lo qeu yo no pude ser, harás lo que yo no pude hacer... ¿Pero realmente sobre quién miramos cuando nos comportamos de esta manera?

La primera parte de este pasaje nos muestra el encontronazo del pequeño Juan con esa familia suya que ya quería tener dispuestas varias etiquetas para su vida. Aunque lo realmente importante de este primer punto es ese NO, que será el primero de los dos, aunque este en sentido impositivo: NO!

La familia, que no estaba muy de acuerdo busca inmediatamente en Zacarías la complicidad. Zacarías que era sacerdote seguro que daba con el perfil que los familiares estaban buscando. Este hombre de Templo, arraigado a las leyes y fiel a la tradición seguro que la reafirma y da un golpe de autoridad al respecto. “JUAN ES SU NOMBRE”, una afirmación de la negación de Isabel que asegura el pulso del matrimonio con la familia en favor del pequeño.

Tradición y libertad se enfrentan en este pasaje del evangelio de Lucas bajo el nombre de Juan. Y a nosotros nos pone sobre aviso de que no tenemos que cargar a ningún viviente con el peso de lo que nosotros queremos o esperamos de él. Dejemos al ser humano que crezca y se desarrolle según sus intuiciones y su libertad, porque será la única manera de que esta persona encuentre su verdadero camino.
¿Es fácil? No, por supuesto. Porque creemos que esto es lo mejor, que aquello es lo que le va a venir bien, la decisión correcta... Aunque en el fondo estamos sometiendo a esa persona a nuestro propio yugo y: o esa persona se somete y sabe vivir delimitado o esa persona se rebela y ello nos cuesta luego muchísimos problemas: distancia, desconfianza...

En el ser humano parece, a veces, más sencillo el normativizar que el dejar a la persona desarrollarse en libertad. ¿Hay que estar atentos? Sí, por supuesto. Pero debemos estar atentos a las sensibilidades, creatividad y a todo aquello que hace feliz a ese pequeñín y entonces sí, potenciarlo, mimarlo, ayudarlo...

JUAN aquí es como decirnos VIVE TU VIDA CUMPLIENDO TUS SUEÑOS, VIVE LIBRE. Y si lo hacemos así, vemos como el impacto entre la “otra” gente es brutal, se sobrecogen, y la noticia corre por toda Judea, por todas partes, y se pueden preguntar, ¿Qué va a ser este niño?

Y finalmente dice que la mano del Señor estaba con él. Y la mano del Señor está con cada uno de nosotros como lo hace el gran Mantenedor de la vida, pero Dios no interviene en la decisión de este matrimonio de Judá. Dios muestra primero a isabel y después a Zacarías acerca de su hijo, pero luego la decisión de ambos nace de su libertad, y Dios aquí no interviene, porque Él sabe que Juan necesita nacer libre para después encontrar ese camino que lo conduce al desierto.

Que la claridad de este padre y esta madre nos ayuden a comprender que no es bueno influir a nadie con nuestros deseos sino que podamos intuir y acompañar, participar, de la vida del otro sin tener que partir la naranja.



Amados y amadas, hoy el evangelio nos muestra la unicidad del ser humano. Somos únicos, únicos en este tiempo y en esta posibilidad de existir que Dios nos ha dado. No seamos como los demás quieren o esperan, no sean serviles ni quieran contentar a nadie. Sean tan libres que no dejen a nadie indiferente y vivan sabiendo que así, desde esa libertad, Dios se complace de ver cómo cumplen sus sueños, encuentran sus caminos y son felices.

lunes, 22 de diciembre de 2014

LUCAS 1,46 - DIA DE FIESTA

Lucas (1,46-56):En aquel tiempo, María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.



Hoy, como cada año, es día de ilusión y esperanza para muchos de los que juegan a la lotería de navidad, que esperan que algún pellizco del gordo caiga ensu casa. Además, este año han rebuscado la llorera de los televidentes con un anuncio un poco ñoñón pero que en su trasfondo habla de algo importante como es la amistad, la fidelidad y la generosidad. Desde luego algo de bueno tiene quitar a Raphael de la parrilla lotera.
De esta declaración de Maria, de esta larga oración, de esta proclamación de la mujer podemos quedarnos, hoy, con el hecho de que (recordando aquello de ser madres) somos verdaderamente especiales para Dios. Tan especiales que Él determinó que en su forma encarnada, pasaría a este mundo a través del nacimiento, del parto, del dolor, del frío...

Esta declaración misma será devuelta luego por Jesús en el capítulo 4 del mismo evangelio cuando en la Sinagoga recupera el rollo del profeta Isaías para declarar el año de bondad del Señor y su misión mesiánica. Su opción preferencial por los más pobres, desfavorecidos, enfermos...

De entre la locura económica de hoy, y la locura de Cristo, creo que ya todos hemos elegido a Jesús. Claro, ser cristiano, ser manso, no es de ningún modo ser tonto, y si nos toca un pellizco, pues encantados,¿verdad? Aunque si somos de aquellos afortunados de la lotería, por favor, acordémonos de los más desfavorecidos,más ahora con toda esta situación de deshaucios, hambre, frío, soledad...

Es tiempo, sin dudas, de celebrar la navidad, de celebrar el premio, pero también de celebrar la vida en el Amor, la solidaridad, la gran fiesta del ser humano que se rinde a otro ser humano, que le estrecha la mano para levantarlo, que lo anima, le seca las lágrimas... No os olvidéis, amados y amadas, que este tiempo es precioso porque también lo es el ser humano, más compasión, más implicación, más sonrisa. No nos agotemos en la comercialidad de la navidad, no nos empeñemos a la usura por comprar, regalar, comer o beber... Sean sensatos, por favor.

Auxilien a estos siervos de Dios que lo pasan complicado, recuperen a las personas, acuérdense de la misericordia que un día tuvieron con nosotros y que ahora podemos devolver. Y nada de esto es obligado porque nace de la profundidad del corazón, busquen, allí tienen el mejor regalo, el mayor premio, la gran riqueza.

Mientras hoy veremos cava por doquier, gente varopinta por la televisión, algunos que celebran su recién ampliada economía. Acuérdense de que, en definitiva, siempre podríamos brindar con cava delante de un cajero automático, delante del banco de cualquier plaza o debajo de los cartones donde este invierno duermen personas.

Una manta, una ducha, un vaso de caldo. Pregunten en sus ciudades toda la acción social que ya funciona estos días, todo el año, celebren hoy no la fiesta del dinero (que también, que no está mal) sino la fiesta del ser humano.


Hoy, día mundial de la Salud, que el gran Médico Jesucristo cure nuestros corazones.


Y salgan, caminen, vean, conmuévanse... Navidad no acaba en un número, Navidad es el nacimiento del ser humano.

domingo, 21 de diciembre de 2014

MATEO 1, 1 - GENEALOGIA

Mateo (1,1-17): Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz al Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amás, Amos a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaguín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eflud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

Buscar en el árbol genealógico de Jesús es como tratar de indagar un hilo que, a través de la historia, pueda conectar al Hijo de Dios con la historia del pueblo de Israel. Así lo vemos que Mateo lo conduce desde Abraham, que era el amigo de Dios, hasta David, quien tenía el corazón conforme a Dios. De entre ellos dos hay toda una historia de cambio de imágenes que finalmente desembocan en Jesús, el que no es sólo amigo, ni sólo vive conforme a Dios, sino que es su Hijo y viene a hacer su voluntad.

Para Mateo Jesús recoge el testigo de los grandes Patriarcas de Israel, lo constituye de la tribu de Judá, y lo cruza con cantidad de reyes, algunos más relevantes que otros. Le da sangre sacerdotal, sangre de guerrero, sangre real y es curioso que supone el número en 14, siete +  siete, hasta la deportación de Babilonia. Todo muy bien cruzado, todo muy bien estudiado, todo muy bien contado… clarísimamente responde a una teología mateana que tuvo necesidad de llevar al Cristo hasta la descendencia de Abraham.

Cristo responde, entonces, a que desde la deportación de Babilonia los judíos esperaban la llegada de aquel libertador prometido, anhelado, deseado y que algunos alcanzaron ver en Ciro hasta que la gran Roma volvió a someter al pueblo judío a otro singular yugo. Jesús, pues, también atestigua su nacimiento bajo el designio de la unción. Este Jesús que nace, dice Mateo, es el Mesías, aquel del que ya hablaron las profecías que había de venir.

Leer el evangelio es todo un ejercicio que nos invita a sumergirnos en la edad, cultura, lengua, forma y costumbres de un pueblo que vivió muchos siglos atrás. Pero es necesario si queremos llegar a entender porque Mateo se permite llevar al genealogía de aquel muchacho de Nazaret hasta los pasos del primer patriarca Abraham. Sin esta lectura crítica, histórica y contextual, seguramente sólo alcanzaremos a decir cualquier barbaridad en un intento de espiritualizar un texto que sólo responde a la voluntad teológica de Mateo. Aunque también Lucas, quien no sólo lo lleva hasta Abraham, sino que también al primer hombre, a Adán.

Un evangelista, judío, identifica a Jesús con la historia de Israel. Otro evangelista, judío helenista, abre la perspectiva de Jesús a todo ser humano, enlazando la historia de su sangre no sólo a la de Israel, sino a la de toda la humanidad. Así, en Lucas, del primer hombre Adán pasamos al hombre definitivo, Cristo.

En nuestro tiempo, creo que ya hemos traspasado la frontera de lo puramente especulativo acerca de quién o quién no era ascendiente de Jesús, y ahora el orden natural que propusieron los evangelistas da un giro y somete esa ascendencia a su descendencia y no en un plano de consanguineidad, sino en otro muy diferente: espiritual y por derecho.

Por un lado somos hijos espirituales de Dios gracias a la acción de Cristo, quien nos posibilita de nuevo el encuentro con Dios. Pero por otro lado también lo somos por derecho, porque siempre hemos sido hijos e hijas para Dios. Por tanto, la historia no es ya tan importante, aunque también, por saber de dónde viene el hombre o de dónde viene Jesús, porque lo más importante es que ya sabemos hacia dónde se dirige el hombre, que es hacia Dios mismo.

Cristo abrió la historia del hombre, universalizó al ABBA Dios, nos mostró la intimidad, el respeto, la libertad y el deseo que el Creador tiene para sus criaturas, que no se liguen a ningún origen histórico porque ellos mismos son un propio origen de vida, esperanza y libertad. Por tanto no necesariamente tengo que remontarme a Abraham para dar consistencia a mi vivencia, o para remarcar el tránsito tan importante de mi sangre a través de los tiempos.

Ahora sólo tengo que hacer vivo el derecho a la vida que me ha dado Dios en Jesús y compartir esta historia naciente en otro árbol genealógico que pende de un mismo origen al que sólo trasciende Dios. No soy ya sólo Hijo de Abraham, sino que ahora lo soy de un hito incluso mayor: soy Hijo del Amor. Mi genealogía se inicia desde el Amor, y no puede tener descendencia sino a través del mismo Amor. 


No busquen mayor ascendencia que la de ser hombres o mujeres que descienden del Amor, porque al final, lo único que prevalecerá será este grande Amor.

sábado, 20 de diciembre de 2014

LUCAS 1,26 - SER MADRES DE CRISTO

Lucas (1,26-38):A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»Y la dejó el ángel.



Hoy quiero salirme absolutamente de cualquier exégesis bíblica al respecto de este pasaje. Y lo siento, pero hoy quiero sacar de contexto el texto, deshacerme de la hermenéutica, y hablar de ser madres. Sí, de la posibilidad que Dios nos da de ser gestantes de Jesús, porque la verdadera naturaleza de un cristiano primero debe nacer dentro para luego poder salir hacia fuera. Es indispensable que todo creyente repase el texto de Nicodemo y recuerde las palabras de Jesús: “es necesario nacer de nuevo”.

Dios nos llama a todos a ejercer nuestra vocación de madres de Jesús, de sentirnos también bienaventurados receptores del con mensaje que el ángel transmitió a María: “No temas … porque has encontrado gracia ante Dios”. Y si bien nos hemos estado fijando tanto en la naturaleza de hijos de Dios, hoy es el momento de volver la mirada a ser “madres” de Jesús. Porque todo ser humano tiene esa preciosa oportunidad de llevar en su vientre al pequeño Jesús, que luego crecerá posibilitándonos para llevar una vida en plenitud y un constante camino de aprendizaje de Amor. Así, de madre pasaremos a Hijos y alumnos, todo un curioso itinerario.

Dios desea no sólo darnos el don de la fe, sino entregarnos a Jesús. El don de la fe es un regalo, pero Jesús es la opción. Como el ángel hiciera con María, primeramente Dios nos llama graciosos o bienaventurados, porque su deseo es darnos a Jesús, pero para poder darnos a Jesús, el ser humano, nuevamente, debe aceptar. Y puede responder temeroso, puede aceptar o puede rechazar (quién sabe si ya lo hará en algún otro momento). EL mensaje está dado, y la Buena Noticia de Dios se nos entrega.

Tengo ya muy claro que Dios, si bien Padre, también es madre. Y comprender esto nos ayudará también a entender como todo ser humano, además de ser hombre o mujer, también puede ser madre, madre de Jesús. Los ojos de la fe, que mueven montañas, nos ayudan ahora a comprender que Dios, primero, desea que tengamos en nosotros el pequeño – gran milagro de la vida, y no de cualquier vida sino de la vida plena que es Jesucristo. Ser madres nos va a permitir comprender el intrínseco valor de toda vida humana, como dijo el salmista: fruto de nuestras entrañas.

Nos acercamos a la Navidad, nos acercamos al nacimiento institucional del Señor, pero para hoy os propongo que nos podamos centrar en nuestra vocación de madres, que aceptemos el milagro de la vida, y tomemos conciencia de que el Jesús personita está tomando forma y cuerpo en nuestro interior.

Cuiden, pues, cómo llevan este embarazo. Cuídense físicamente, cuiden su alimentación, sus hábitos, dense algún caprichito (recuerden que estamos embarazados), sientan las pataditas, inviten a los demás a sentir esas pataditas. Oiga, hermano, hermana, fíjense... ha dado otra patada!

Jesús está próximo a nacer, y todos estamos en cada momento invitados a: alegrarnos por cada nueva persona que aceptó a Jesús, a alegrarnos por todos y todas que dijeron ya sí, y a alegrarnos por todos aquellos que todavía no e invitarlos al mensaje de Dios para ellos, deja que Jesús nazca.



Que hoy como dijo el ángel: La gracia de Dios esté con todos ustedes.