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domingo, 31 de mayo de 2015

MATEO 28, 16 COMISIONES

MATEO 28, 16 – 20: Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.



Algunos preguntarán: ¿La gran comisión es para todos los cristianos? Bien, ciertamente sí, porque de un modo u otro todos los cristianos hemos sido regenerados en el hombre nuevo, que renace con Cristo. Pero también es cierto que a partir de la Edad Media la participación de los cristianos se ha ido perdiendo a causa de la progresiva clericalización. Visto está que las situaciones vitales han variado mucho desde esta época en la que hubo mucha presencia de la Iglesia en cualquier ámbito de la vida, a la nuestra con el declive de las vocaciones y la secularización de la sociedad. Por ello, cuando leo pasajes en los que se comisiona al cristiano, o al creyente no puedo dejar de pensar que en algo nos hemos equivocado separando tanto la realidad de Cristo.

En estos últimos meses se ha escuchado al papa Francisco hablar como queriendo conciliar la opción religiosa con el resto de creyentes, pero este acercamiento que se promueve desde  el Vaticano no será nunca efectivo mientras todavía exista un abismo entre la realidad social y el punto de vista del clero. Claro que hay personas que se identifican plenamente con las decisiones, los comentarios, las declaraciones y las opciones más ultraconservadoras, pero están muy lejos de lo que es la realidad de muchos colectivos y realidades que también son pueblo de Dios. La gran comisión que debe venir en nuestros días pasa por hablar de los preservativos, de los abortos, de la homosexualidad en el ámbito social más urgente, y de la gestión del patrimonio, celebraciones y participación de los creyentes dentro de de un ámbito más de actuación.

Está muy bien leer e imaginarse que participamos de la vida del Reino, pero estaría mejor que en lugar de Sínodos hubiera proximidad, y en lugar de audiencias, se dejara de señalar a los separados y divorciados a quienes les cuesta comulgar. Miren, está muy bien hablar las cosas, pero parece que ya hemos hablado demasiado, no? Llevamos siglos y siglos tratando de adecuar y actualizar a la institución y al pueblo. Quieren decir que es tan complicado? Obviamente no, pero esté quien esté en lo más alto, se nos vende el querer acercarse, el arreglar las cosas, el pedir perdón y el buscar culpables, pero tras toda esta cortina de humo finalmente sigue costando, y mucho, ajustarse a la realidad.

No quiero con esto criticar el trabajo de nadie, y me gusta esta tendencia actual de Francisco. Quizás sea un inicio, un testigo, un primer estadio… Puede ser una prolongación en la vida de esta gran comisión de Jesucristo, y que ahora nos corresponde coger a nosotros. Como en una carrera de relevos que durante mucho tiempo no se pudo celebrar, parece que hoy podemos llegar al estadio para participar.


Que nazca nuestra inquietud de colaborar en las cosas, de proseguir en carrera, de facilitar el relevo y de seguir corriendo para asistir a nuestros hermanos y hermanas. Ahora que hace calor, si sienten alguna brisa… corran, quizás sea el Espíritu.

sábado, 30 de mayo de 2015

MARCOS 11, 27 ¿CON QUE AUTORIDAD?

Marcos 11, 27-33: En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: «Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»Jesús les respondió: «Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.»Se pusieron a deliberar: «Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres...» (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.)Y respondieron a Jesús: «No sabemos.»Jesús les replicó: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»


Quién no se ha encontrado en la vida cuestionado por lo que hace, o por lo que piensa, o por como viste, o por como ama. Estamos en un mundo en el que a la mayoría de las personas les gusta hurgar en la vida de los demás, sólo hace falta ver hasta dónde ha llegado el periodismo, por ejemplo, que asedia la intimidad de cualquier persona y casi olvida ya la objetividad profesional. Pero más allá del cotilleo, vivimos en un tiempo en que todo se cuestiona, los padres a los hijos y las hijas a las madres: por un vestido, por un piercing, por los estudios, por la administración de la casa, por las horas, por las tareas… parece que todo el día tengamos un deseo de confrontación, o que nada nos guste. Pero nuestra forma de vivir no tiene por qué sujetarse a lo que los demás quieren y es que hace un tiempo que vengo pensando que quizás estamos perdiendo autenticidad.

Fíjense, es que incluso moverse en lo impersonal y dejarse llevar por la masa no excluye que también lleven tu vida, o tus actos, o tus pensamientos a juicio. Si me dices que quieres vivir toda tu vida sujeto a ir adaptándote a las demandas de los demás, creo que está por demás decirte que, amigo/amiga, no serás feliz y qué pena tirar así el regalo de la vida. El derecho a la felicidad viene a través del derecho a la autenticidad, aunque sabemos que la mayoría de reclamos se esfuerzan por decirte que no, que seas como todos, que lo diferente está en formar parte de la masa… Y todos por todo, somos absorbidos por la globalización, y nos quedan pocas identidades. ¿Quién te da la autoridad para ser feliz?¿para dar amor?¿para ser tú mismo? Hoy, a los fantasmas de siempre se les une el temor a la originalidad, y poco a poco, pregunta a pregunta, nos amedrentamos y estamos algo atemorizados.

Lo más precioso de cada persona está en algo que es diferente al otro, y al otro, y al otro. Cada cual tiene algo que lo hace único y especial, como abrir un regalo, hay sensaciones únicas, colores únicos, expresiones únicas… hay vida que también es única. Nuestra existencia responde a una única posibilidad de ser en todo el cosmos y en esta forma nuestra, no hay otra (probablemente ni la habrá así). Por tanto, hay que recuperar al ser humano para devolverle su autenticidad, porque no pueden terminar más vidas abandonadas en la masa, ni más lápidas sin historia. Por ello tenemos autoridad, autoridad a la felicidad y a la vida, autoridad para ser nosotros mismos, autoridad para no ceder ante el poder del impersonal, autoridad para mostrarnos originales…


No sigan cediendo terreno, no dejen que les sometan, no rompan su identidad. Siempre es buen momento para recapacitar y no dejarse amedrentar por la pregunta, por la cuestión, por el qué dirán, por el qué ocurrirá, o por lo que puedo perder… no den a torcer su hermosura ni vendan su esencia, sean! Y siendo, vivan

viernes, 29 de mayo de 2015

MARCOS 11, 11 LA HIGUERA SECA

Marcos 11, 11-21: Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: «¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz.  Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: «Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.»



De un modo lógico, y para empezar a comentar este pasaje tan extraño, podríamos decir que obviamente, Jesús (que no es tonto) no va a buscar lo que sabe que no va a encontrar. Como bien apunta Marcos, no es tiempo de higos. Por tanto, seguramente nos encontremos ante una especie de parábola que utiliza el simbolismo de la higuera para referirse a Israel, que ante la llegada del Mesías, sólo tenía hojas de apariencia. Esta nación, que es tan religiosa, que ha sido elegida por Dios, que vive tan segura de cumplir su voluntad y que cada día ofrece sacrificios en el Templo, será “secada” (desechada), porque su fundamento está no en Dios, sino en los intereses de sus jefes (sacerdotes, grupos de presión, ricos, cobradores de impuestos…).

Esta misma parábola, aunque tiempo más tarde, se vuelve a repetir con Lutero y su reforma, que pretende acabar con todos los abusos que se practican en la iglesia y que también se alejan de la voluntad de Dios y de la gratuidad de la salvación ofrecida por el Cristo. Y esta misma realidad vuelve a salir a la luz años más tarde con la aparición del Vaticano II, o tiempo después con la Teología de la Liberación, o incluso podríamos decir que hoy mismo se seca la higuera de la política en nuestro país. Y en cada momento los motivos de hacerla secar han cambiado, y aquellas hojas que enfurecieron a Cristo, siguen siendo simplemente de apariencia para las épocas posteriores. Así prosiguen los abusos de los que tienen el poder, el dinero derrochado de quienes están a cargo del rebaño de Dios, los lujos de los pastores, la corrupción de los decisores, y esta terrible trama que nos arropa y a la que también podemos hacerla secar.

Lo que parecería una parábola extraña y un Cristo enojado, nos sirve a los cristianos de hoy para reflejar en la situación de la vida, ese mismo deseo de dejar sin agua a la higuera de las instituciones. Cuando escuchamos palabras de cambio, cuando en el corazón se hace una decisión para sublevarse a la injusticia, recordemos que para nosotros tiene un sentido evangélico desear terminar con aquello que se quiere esconder en la piel de lo piadoso pero que desde la apariencia de cordero ejerce su tiranía en el ser humano.

He escuchado a muchos preguntarse por qué Jesús hizo secar la higuera, o cómo es que un Jesús tan bueno desea algo tan malo, o si será verdad o mentira que lanzara una maldición… Lo cierto es que necesitamos secar higueras, y no sólo una. Y además hay que hacerlo con una fe capaz de mover montañas, y si podemos mover montañas, cuánto más no podremos secar higueras.


El cambio, y la fuerza, como ven también es cosa de Cristo. 

miércoles, 27 de mayo de 2015

MARCOS 10, 36 SENTADOS A DERECHA Y A IZQUIERDA

MARCOS 10, 36 – 42: Se le acercaron Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo. —Maestro —le dijeron—, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir. —¿Qué quieren que haga por ustedes? —Concédenos que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda. —No saben lo que están pidiendo —les replicó Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo, o pasar por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado? —Sí, podemos. —Ustedes beberán de la copa que yo bebo —les respondió Jesús—y pasarán por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí concederlo. Eso ya está decidido. Los otros diez, al oír la conversación, se indignaron contra Jacobo y Juan.



Pongamos nuestra atención, hoy, a la petición de los hermanos Zebedeo y veamos más que la petición de los dos discípulos, la respuesta de Jesús: “eso ya está decidido”. Claro, desde nuestro tiempo y con el conocimiento teológico que tenemos es posible entender mejor la respuesta que el evangelista pone en boca de Jesús, y es que ni Cristo necesita sentarse en el reino celestial, ni para Dios hay derecha o izquierda. Dios es Omnipresente, esto significa que está en todas partes y por tanto sin nuestra limitación espacial, ni arriba, ni abajo, ni a izquierda, ni a derecha, sino en todos lados. Igualmente Jesús resucitado y glorioso ocupa respecto al Padre la misma esencia y por ende el mismo lugar. En cambio, para la mente humana, la necesidad de colocarse en un lado o en otro tiene una connotación de poder. Si Cristo se sienta a la derecha de Dios es porque como heredero tendrá todos los derechos del Rey. Por tanto, sentarse a derecha y a izquierda del Hijo supondrá el acceso a algún título de nobleza.

Ya está decidió porque desde el principio de todo convive la Trinidad, y cohabitan cada uno compartiendo una misma esencia, aunque siendo personas distintas (es lo que llamamos hipóstasis: la forma de diferenciar las tres personas de la Trinidad). Aunque esta concepción no existía en la fecha de redacción de los evangelios ni en tiempo de Jesús, obviamente. El destino escatológico de estos discípulos no será compartiendo la misma esencia de Dios, sino que será como hijos en el Hijo, como coherederos de la salvación que es en Cristo por participación en el bautismo. Por tanto, este pasaje tiene algo de catequesis bautismal, de mensaje escatológico y de apunte trinitario.

Jesús nos asegura con su respuesta el destino escatológico de la humanidad, que es la salvación, pero desatiende todo intento de posición de poder porque si recordamos, en otros pasajes Jesús dirá que para entrar en el Reino de Dios hay que ser como niños: y los niños, en tiempo de Cristo, eran los criados de los hermanos mayores y de la familia, por eso es necesario ser como un niño, porque la vida en Dios no debe entenderse como una posibilidad de mando sino como una propuesta de entrega y servicio.

Concluyo, además, lo que en el principio ya estaba dispuesto era la relación amorosa entre las personas de la Trinidad, que ya convivían antes de todos los tiempos. El mundo, nuestro mundo, todo lo creado proviene de esta relación de amor primera y divina que siente la necesidad de comunicarlo. Si esta relación de amor se hubiera quedado en la Trinidad, no hablaríamos ni de entrega, ni de salvación, ni de redención… porque su amor sería egoísta. Pero como Dios ha querido amar y comunicar su amor, ha penetrado en la humanidad por medio de la encarnación para comunicar desde el plano celeste el Plan de salvación. Y en este misterio no hay nadie diferente, porque ya sea libre o esclavo, rico o pobre, mujer u hombre, en Cristo todos somos iguales.


Si alguno quiere gobernar, tendrá que gobernar desde el servicio, entregándose a los de su izquierda y a los de su derecha, como un niño.

martes, 26 de mayo de 2015

MARCOS 10, 28 NOS ENTRAN DUDAS

MARCOS 10, 28 – 31: —¿Qué de nosotros, que lo hemos dejado todo y te hemos seguido? —comenzó a reclamarle Pedro. —Les aseguro —respondió Jesús—que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna. Pero muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros.



Leer este pasaje de hoy irremediablemente me lleva a remontarme al texto de Job, cuando al final del libro y después de toda la aflicción a la que ha sido sometido este personaje, por su fidelidad a Dios, lo que le había sido quitado se le restituye también tres veces más (descendencia, bienes económicos…), así sería un recurso muy utilizado el referir que la fidelidad a Dios tiene un premio final a pesar del sufrimiento. Por eso para el evangelista es posible contestar a la pregunta de Pedro aludiendo que sus sufrimientos, sus separaciones y su pérdida de dinero y posesiones, finalmente tendrán un premio que será pagado en vida y que también se recibirá ad eternum. Aunque nosotros sabemos que realmente hay sufrimiento que no recibe ningún tipo de paga y que hay pérdidas que jamás pueden ser repuestas, por tanto también hay que atender al ejercicio de la fe no como el que espera tener una vida de rositas sino como el convencimiento personal de quien de su encuentro con Dios quiere hacer modo de vida, elección vital.

Es la gran pregunta: ¿Qué de nosotros? Y cada generación, cada vida, cada persona termina por hacerse esta pregunta cuando acechan las dudas y todos nos preguntamos si verdaderamente vale la pena, servirá de algo… Y nos pasa cuando cambiamos de trabajo; cuando por motivos X hay que separarse de famila, de hijos; cuando se inicia una nueva etapa en la vida; cuando se rompe una relación sentimental… Y si esto sucede con las cosas terrestres, cuánto más con las cosas celestes y más si tenemos en cuenta que es un viaje muy largo hacia una meta que, además, no podemos ver ni nadie nos ha dicho como será.

También podría ser una pregunta que surge a razón de lo que suponía aquella vida: una vida de servicio, de lucha a favor de los marginados, de los pobres… durmiendo a veces en el raso, comiendo a veces escaso, y siendo perseguidos, mal vistos, abucheados e incomprendidos, ¿locos? ¿Realmente vale la pena seguir a este nazareno en lugar de volver al cumplimiento de la Torah? ¿Será cierto lo que predica y enseña este hombre? Bien, en sí es lo que sucederá también con Juan el Bautista cuando estaba preso y manda a los suyos a preguntar a Jesús si era el Mesías o no. Lo más humano y lo más normal es que nos salgan dudas. Así, también, con los antiguos y los patriarcas, con Gedeón, con Moisés, o con los profetas…

¿Se puede tener una fe ciega? Huy! Ya vemos lo que hacen los que tienen una fe ciega, y es que si no surgen dudas no hay posibilidad de hablar, de razonar, de sopesar y de decidir. Y lo primero que hace decidir por Dios es una duda, cuántas más no sobrevendrán en el camino que es la vida y la opción por Él. Así que no nos turben las dudas, ni nos extrañe el no saber. Pablo dirá que si alguien se cree firme, que tiemble.


Bien, no puedo prometer que siguiendo a Cristo uno vaya a recibir un sinfín de premios y propiedades, lo que sí puedo prometerles es que si deciden por Cristo les vendrán las dudas.

lunes, 25 de mayo de 2015

MARCOS 10, 17 UNA COSA FALTA

MARCOS 10, 17 – 21: Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se postró delante de él. —Maestro bueno —le preguntó—, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?  —¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.” —Maestro —dijo el hombre—, todo eso lo he cumplido desde que era joven. Jesús lo miró con amor y añadió: —Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.


Será curioso que el evangelio de hoy no sólo salte de Juan a Marcos, sino que además nos coincida con el resultado de las elecciones municipales de este 2015 aquí en Catalunya y en la península. Digo curioso porque hoy vamos a ponernos a escarbar en todas aquellas promesas que los grupos políticos han sugerido a lo largo de toda la campaña para convencer a sus votantes: que si YO haré aquello, que si conseguiremos lo otro, que si bajaremos el precio del transporte público, que si…

 Y bien, hoy leía en la vanguardia un artículo en el que se citaba todo aquello que ha prometido el grupo ganador de Ada Colau, y según la vanguardia promete: Una Diagonal sin coches (sin prohibir, dando alternativas) y convertida en eje verde, 30 guarderías públicas más en cuatro años120 millones para invertir en 12 barrios en 24 meses, 200 millones para cambiar el modelo energético, recuperar la Llotja de la calle Avinyó como escuela de arte, un abono de transporte público que incluye alquiler de coches y bicing o crear una oficina anticorrupción con denunciantes anónimos.

Barcelona en Comú, además, ha prometido crear un operador municipal para comercializar la energía con el propósito de romper el monopolio de lo que califica como "lobbys energéticos" y promover la instalación de placas solares, sustituir farolas de diseño por otras más modestas pero más eficientes y remunicipalizar la gestión del agua en la ciudad. También la idea de poner freno a "las crecientes desigualdades que padece los ciudadanos de Barcelona". "Los tiempos de las grandes obras faraónicas ya quedaron atrás", ha dicho la líder de Barcelona en Comú, quien reivindica "una urbanismo a escala humana. En estos momentos son necesarias muchas obras pequeñas en todos los barrios de la ciudad"... (CONFER Leer más: http://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20150525/54431856323/promesas-electorales-ada-colau.html#ixzz3bATy20Y5 )

Todo esto está bien, pero seguirá la dinámica de sueldo de Xavier Trias que cobraba la solera de 144000 €, o por el contrario se someterá a la misma pregunta que Jesús hizo a este hombre rico. Porque a fin de cuentas, a mi pueden hablarme en chino, y pueden explicarme lo que quieran, pero si no son capaces de dar sus riquezas a los pobres, ¿Qué clase de cambio propugnan? ¿O no pasa el bienestar social por calmar el hambre y devolver el techo a los deshauciados? Porque si detrás de todo este paripé no se comienza a actuar para limitar el poder de los bancos, o actuar contra las mafias que se dedican a la explotación de seres humanos, para qué sirve crear esa oficina de anticorrupción si ya tenemos una.

Claro, podemos correr el riesgo de pensar que ellos, Ciutadans pel canvi, o ERC, o CIU, o el que sea son maestros buenos, porque nos van a solucionar muchas cosas. Bueno, bueno, sólo hay uno, y éstos políticos, si quieren ser diferentes que empiecen por vender lo que tienen y dárselo a los pobres.

sábado, 23 de mayo de 2015

JUAN 21, 15 ¿ME AMAS?

JUAN 21, 15 – 19: Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro. —Apacienta mis corderos —le dijo Jesús. Y volvió a preguntarle: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero. —Cuida de mis ovejas. Por tercera vez Jesús le preguntó: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?» Así que le dijo: —Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. —Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—. De veras te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir. Esto dijo Jesús para dar a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Después de eso añadió: —¡Sígueme!


¿Me amas? Ocurre, y a veces a menudo, que esta pregunta no se hace para que uno pueda reflexionar y entregarse como Pedro. Es la pregunta de los enamorados, de quienes necesitan por primera vez expresar su amor y se lanzan, inocentemente, esta pregunta que tiene algo de especial. También es la pregunta que reafirma una relación estable cuando uno de la pareja pregunta si aún no ha terminado ese amor inicial. Pero, y como todo en la vida puede degenerar también es muestra de nuestras inseguridades, y se convierte en una pregunta mal intencionada en una relación caprichosa, mal entendida y que acaba mostrando una imagen absurda de una persona perdiendo los papeles. Sea como fuere, la trascendencia de esta pregunta es tal, que Cristo resucitado todavía nos reporta que en lo divino, también se hace esta pregunta.

Por tanto, tendremos que tomarnos más en serio esto del amor y del amar, porque al final de todo, lo que llegamos a escuchar del más allá es esta misma pregunta que hoy nos descubre el evangelista: ¿Me amas? Y bajo el paradigma del amor vive tanto la fidelidad de Dios hacia nosotros y su creación, como nuestra misma dignidad cuando somos capaces de prolongar el brazo de este amor de Dios.

Podría entender que alguien dijera: tanto amor! Tanto amor! Y que. Claro, ante la cantidad de conflicto que vive la Tierra, el sinfín de razas contra razas, de etnias contra etnias, de hombre versus naturaleza, de hombre contra mujer, de hijos contra padres… la verdad es que tenemos este planeta hecho un patatal. No conozco otra llave que haga posible el reencuentro, la paz, que la vía del amor, porque si logramos acercarnos, si podemos perdonarnos, si nos cae alguna lágrima, será porque nuestro corazón dio un vuelco hacia el querer, queriendo, pues ya basta de quisiste. Es la prórroga para el ser humano al final de cualquier combate, de todo conflicto o de toda carrera que si no nos fundimos en un abrazo, o en un beso, no habría sentido, no lo hay, no lo hay…

Guerras, conquistas, cruzadas, holocaustos… y después qué nos queda, o qué puede regenerar, curar, aliviar: ¿me amas? Si en lugar de una escopeta, una pistola, un tanque, un montón de sanciones, un bloqueo o toda la diplomacia del mundo preguntásemos: ¿Me amas? Y no una vez, sino tres, para que ese amor sea definitivo, y sí: yo quiero amarte.


Detrás de todo, en esa trastienda que nos hace a todos tan iguales, tan frágiles, tan pequeños, tan humanos cuando escuchamos la voz del Eterno, el Altísimo, el Todopoderoso y el Señor sólo pregunta :¿me amas?   

viernes, 22 de mayo de 2015

JUAN 21, 20 MUCHOS MENSAJES

JUAN 21, 20 – 25: Al volverse, Pedro vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre Jesús y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?» Al verlo, Pedro preguntó: —Señor, ¿y éste, qué? —Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme no más. Por este motivo corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino solamente: «Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y las escribió. Y estamos convencidos de que su testimonio es verídico. Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero.


Jesús hizo muchas cosas, algunas las conocemos más o menos a la luz de los evangelios, que interpretaron pasajes de la vida del Rabí según el mensaje que cada uno de ellos quería dar, ya fuera a los creyentes o a sus comunidades. Como la escritura ha sido un bien escaso en las culturas primitivas, las recopilaciones de textos sobre Jesús que han llegado hasta nosotros sólo presentan a Jesús dentro de un marco teológico determinado, no sabemos de su infancia, ni de su adolescencia, ni de muchos aspectos de su día a día, relaciones personales, gustos... Por tanto, más que biografía, lo que leemos es un mensaje que quiere justificar algo, en el caso del evangelio de Juan, que Jesús es el Hijo de Dios.

Al final, y sucede igual en la vida, nos quedamos cada uno con la historia que queremos contar. Tenemos a mano olvidar hechos, pulir aspectos personales, engrandecer o no un determinado suceso, o establecer un itinerario de sucesos que nos llevan a un punto culminante en nuestra historia. Por eso, hay muchas noticias alrededor de la figura de Jesús que no tienen ninguna relevancia: que si han encontrado sus huesos, que si era rubio, delgado, con barba, que si estaba casado, que si fue rabino…, todo esto carece de importancia para los evangelistas, que quieren transmitir un mensaje.

Fijémonos en nuestra sociedad: en política, lo último que miramos es el mensaje del candidato, y todas las miradas van a sus cuentas, a su aspecto, a si se saluda o no con aquella candidata, si insulta, o si cae bien… Y mientras la campaña sucede entre pasarelas, ¿ustedes conocen sus programas?¿Cómo van a hacer lo que prometen? Es inaudito, parece que no hay debates sobre lo importante sino sobre el aspecto, lo superficial. Lo mismo pasa con el deporte, o con el trabajo y el número de parados, o con las previsiones y la ocupación hotelera, o…

Creo que podemos ver perfectamente la distancia que hay entre los evangelios y nuestra realidad vivida, que nos separa de lo esencial para llevarnos al terreno de la pompa, como si después fuera más fácil distraernos con cualquier animalada. En lo superfluo no hay nada que merezca la pena conocer, como en las relaciones de verdad lo importante es dar a conocer lo más íntimo de cada uno, precisamente para mostrar lo más esencial de nosotros mismos, nuestro cuerpo desnudo.

Un telediario tiene muchas cosas que contar, muchas imágenes, muchos testimonios, mucho impacto, muchos desastres, muchas victorias… Pero lo más esencial que ocurre en el día a día queda vetado, y rara vez logramos acceder a la información de verdad, la que no está pintada según los intereses políticos. Y pasa el noticiero, y a fin de cuenta sólo nos enteramos de lo que ellos quieren.

El mensaje del evangelio es claro: Jesús, verdadero Hijo de Dios, entregando su vida por nosotros nos hace herederos de la salvación de Dios. Y a partir de aquí podemos dar vuelta sobre vuelta.


Y el mensaje del mundo, ¿cuál es?

miércoles, 20 de mayo de 2015

JUAN 17, 20 EL TESTIMONIO

JUAN 17, 20 – 26: No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. »Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo. »Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.»


Llegamos al final de esta larga oración de Jesús, y algunos han querido ver en esta parte una oración permanente para los que tienen que creer. Además, sitúa como fundamento para que puedan creer que entre los que ya creen haya unión, es decir que será del testimonio de los demás que uno puede, o no, sentirse atraído, o escuchar la llamada de Dios. El profeta Oseas dijo al respecto (11,4) que Dios nos atrae con cuerdas de ternura y con lazos de amor, y este es el testimonio que generación a generación invita a los nuevos creyentes para que confíen y se abandonen al amor de este Dios que quiere salvarlos. Es, por tanto seguro que la labor de Dios tiene que estar apoyada por quienes creemos y decimos vivir según su voluntad. ¿Qué ocurriría si entre nosotros hubiera disputas, mentira, golpes…? Probablemente generaríamos confusión y rechazo. Pero justamente eso es lo que ocurre en muchas comunidades. No sabría decir si hoy es más fácil o más difícil escoger el camino del creyente, porque la verdad es que si nos ponemos a buscar “contras”, encontraremos un montón.

Ciertamente Jesús ha puesto su testigo sobre nosotros, herederos del evangelio y hermanos o hermanas menores que tendríamos que estar ayudando al Padre a cuidar de estos pequeños que todavía no creen. Es decir, que creyentes o no, la función de la comunidad cristiana pasa por esforzarse en el amor fraternal hacia el mundo, por encima de rencillas y limitaciones, porque si el rumbo de la historia no logra enmarcarse en el amor, sabemos por experiencia que termina provocando un desastre. Y no es por abandono de Dios, sino por falta de testimonio. No  hay nada peor que una familia rota, en la que sus miembros viven del desamor porque la meta de sus miembros no sólo está desestructurada, sino que además se limita por una sensación de fracaso que termina por deprimirlos. Así queda la sensación de que no se puede hacer nada, de que la vida no tiene sentido, o para qué amar si la vida es un fracaso. Si hay alguna decadencia es por falta de amor.

Vemos, hoy en día, el abandono de las sociedades del Norte con las economías del Sud; o el desproporcionado afecto con que se mira de mantener a la política respecto de la clase trabajadora; palpamos el rechazo al necesitado y el desamor educativo, hemos pasado del paternalismo a la emancipación forzada (como tirándonos al vacío). Así, ¿Quién puede crecer? Ahora incluso hay abuelos que mantienen a la familia y el ciclo de la dependencia se ha invertido y quienes ahorraban se ven sometidos por el banquero, o el especulador, o el usurero; éstos no son los testimonios que dejaba Cristo, y nos esforzamos por dejar sin vigencia su Ley y por secar, por tensar esas cuerdas de amor que casi se rompen.

Pero al mismo tiempo, hoy leemos la esperanza: “con el amor que me diste seguiré amándoles” y esta es la promesa, que si el mundo terminara decayendo el Cristo no termina de amarnos. Así que podemos acogernos a esta actitud entrañable de Dios y tratar de vivirla para que nos acompañe el testimonio de ternura, día a día. No sé si será mucho pedir… Quien quiera alguna responsabilidad, quien crea que tiene algo por hacer o quien piense en un mundo mejor, lo hay! Sólo necesitamos amarlo y confiar que con este calor la vida cambia y podemos enamorarnos y vivir otra vez con pasión.

Espero que esto no sea pedir mucho.

martes, 19 de mayo de 2015

JUAN 17, 11 EX MACHINA

JUAN 17, 11 – 19: Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti. »Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros. Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura. »Ahora vuelvo a ti, pero digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, para que tengan mi alegría en plenitud. Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.


El tono que utiliza el evangelista para exponer la oración de Jesús denota que nuestro Dios no es “Ex Machina”, a diferencia de concepciones romanas y helenísticas. Podría parecernos que estamos en un tablero y que Jesús pide al Padre que mueva a unos a un lado, a otros al contrario, a Él a las alturas y al maligno a lo profundo del infierno. No hay ninguna estrategia, no debe haber ningún misterio que presuponga una jugada, o la decisión de Dios. El evangelista recoge los deseos de Jesús en esta oración para que el Padre le conceda la petición, pero no ocurre así, o por lo menos no al cien por cien. La historia de la cristiandad hasta nuestra era se mezclará con el mundo y quedará muchas veces expuesta al dilema del mal. Algunos incluso discutirían cual grado de protección.

Cuando el maestro deje de estar con ellos, y después de Pentecostés (que sepamos), comienzan las persecuciones y los discípulos quedan expuestos, amados y odiados, acogidos y repudiados por un entorno que a veces se mostraba abierto y otras, en cambio, hostil. Si Dios fuera una máquina, las palabras del Cristo habrían sido definitivas y no hubiera espacio para la libertad, tal como el programador determina hubieran vivido probablemente en el Olimpo, compartiendo mesa, fruta y música con Zeus y Afrodita.

Aunque ello no quiere decir que la oración del Cristo no fuera eficaz, eso no lo digo. Como tampoco niego que fuera eficaz. Pero sí atendamos nosotros, la comunidad de hoy, a que en la vida estamos completamente expuestos a goza y sufrir, a reír y llorar, a querer y hasta a odiar, y por más oración que se eleve la vida cruza por donde tiene que tirar. Bien, la oración hay que vivirla desde nuestra humanidad, y entenderla en el contexto de la vida de ellos y de la nuestra. El cometido del Cristo orando al Padre momentos antes de llegar al zénit de la crucifixión es el aliento que nos deja a nosotros para avanzar, para perseverar, para proseguir, luchar, intentar, permanecer, consolar, amar. El maligno es la desesperanza ante las muchas pruebas y situaciones que nos viene a diario: cuando una familia se queda sin techo, cuando un niño muere de hambre, cuando la tragedia del holocausto se ceba con la vida, o cuando el ser humano está partido.


La experiencia de esta oración la cumplen y la han cumplido muchos de ustedes cuando delante de lo inminente han decidido entregarse y cuidar de los demás, o de los suyos. No importa si a más o a menos, si fue Casaldaliga o fueron mis padres, cuando hicieron viva esta oración, porque nos enseñaron con su sacrificio a cambiar las cosas. Y esta sí es la protección contra el maligno.

JUAN 17 DE CRISTO AL PADRE

JUAN 17, 1 – 6: Después de que Jesús dijo esto, dirigió la mirada al cielo y oró así: «Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti, ya que le has conferido autoridad sobre todo mortal para que él les conceda vida eterna a todos los que le has dado. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado. Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera.


Entramos ya en los límites de la oración sacerdotal de Cristo, aunque propiamente el evangelio no llegue a justificar a Jesús como nuevo y sumo sacerdote, ya que para ejercer la opción sacerdotal en el antiguo Israel se tenía que ser descendiente de Leví, y Jesús no lo era. Aunque la literatura joánica sí quiere dejarnos alguna pincelada de toda la teología que la carta a los Hebreos desarrollará más o menos en ésta misma época en la que se escribe la obra joánica. Por tanto, estamos en un tiempo de crecimiento no sólo teológico, sino también cristológico y eclesial, la comunidad joánica es un maremágnum de tendencias: judeocristiana, judaizante, gnóstica, helenística y romana.

Este primer pasaje destaca cómo Jesús  se erige como Mesías e Hijo de Dios, preexistente y anterior a todo lo creado. El evangelista quiere justificar ante nosotros lo que ya está a punto de acontecer, la Pasión y la muerte del Señor, bajo el paradigma de la redención. El Plan redentor de Dios, en Jesucristo, es anterior al Plan de la creación, y nosotros (los creyentes) estamos elegidos para la salvación desde antes de la fundación de los tiempos. Ahora, se va a ir haciendo presente la epifanía por excelencia con el recuerdo puesto en el relato del “Agnus Paschualis”, cuando el pueblo de Israel se zafó del castigo del ángel exterminador que Dios envió a Egipto. El favor de Dios, que los antiguos obtuvieron por la sangre del cordero, ahora se hará presente en Cristo, que como sacerdote ofrece el sacrificio de su vida.

Este sacrificio, pero, no quiere cobrar valor por el precio de la sangre, sino que adquiere valor por la forma, generosa y disponible, en la que Cristo se entrega por la humanidad. Jesús abre el conocimiento de Dios y lo comunica a los creyentes por un medio existencial, sólo a través de la unión existencial con Cristo (por medio de nuestra adhesión) alcanzaremos la vida eterna, que reposa en Dios. Esto es, que Jesús hace de puente entre la realidad humana y la realidad divina, comunicándonosla.

La imagen de la creación y de la preexistencia es eminentemente maternal, Cristo será el primogénito, el primero que rompe el vientre de la madre, y como hermano mayor participante en la creación, auxiliándola y asistiéndola. Por tanto, entramos ya en lo que es esencial del mensaje de Jesús en este evangelio de Juan y es el momento de hacer presente, de nuevo, el prólogo que habla del verbo que preexiste. Y la comunicación de este mensaje nos da acceso a la vida eterna, que es conocimiento de Dios, aunque esta afirmación podría estar afectada por el gnosticismo.


El acceso a Dios sabemos que no viene por el mero conocimiento, porque no por saber más se consigue alcanzar a Dios. Jesús abre el camino desde el corazón, y nos comunica el amor de Dios que además salva. Y esta es la vida eterna, que ya vivimos con Dios.

domingo, 17 de mayo de 2015

MARCOS 16 SEÑALES DE LOS CREYENTES

MARCOS 16, 15-20: En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien». Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.


En algunos pasajes del evangelio, la historia va de un polo al otro cuando pasamos del sufrimiento a los signos, o de los milagros a la austeridad. Así, sorprende leer el anuncio de este pasaje con el Jesús que se retiraba a lugares apartados cuando las multitudes le pedían signos. Pero podemos leer hoy cómo las funciones del creyente son amplificadas con toda una serie de señales que se parecen, y mucho, a las que todavía utilizan los telepredicadores en aquellas macro prédicas americanas en las que hasta se puede ver descender sobre la feligresía polvo dorado y angélico. No nos engañemos, porque asociar al cristiano con el poder puede acabar siendo engañoso, peligroso e incluso una fantasía.

La Palabra de Dios es poderosa, nadie puede negar en esta capacidad de afianzarse y constituirse en la vida del creyente como opción de vida. Le damos a la Palabra el poder de transformar el corazón, y a través de esta metamorfosis un cambio en las actitudes externas de la persona a causa del amor. ¿Puede el amor sernos útil ante la mordedura de una serpiente?¿Nos permite el amor hablar en lenguas nuevas?¿O el amor puede expulsar demonios? Depende de cómo lo creamos, podríamos decir que sí en sentido metafórico, porque si entendemos a estos demonios como los celos, la mentira, el abatimiento, la codicia, el rencor… sí existe capacidad de victoria frente a estos demonios de la existencia; o si por serpientes nos referimos a los problemas del diario, a los enfrentamientos, a los despropósitos… también, sí, agarraremos a esas serpientes con la mano; y si esta lengua nueva se refiriera al lenguaje del amor, a la solidaridad, a la entrega, a la disponibilidad… también hablaremos de glosolalia.

Ante la pregunta siguiente, cómo debemos entender este pasaje, la respuesta quizás atienda a la vida. Podemos atestiguar su poder cuando somos capaces de percibir la fuerza armónica e intensa del amor, y no podremos atestiguar estas obras poderosas cuando en nuestro mundo reine el desazón, o la desesperanza.

Es verdad que existen hechos insólitos de personas bajo la tutela de Dios, existen milagros, visiones, fuerzas sobre humanas, o fuerzas espirituales de todo tipo que viven con nosotros. Las hay que son más intensas y las hay con menos intensidad, las hay conocidas y que no llegamos a conocer. Cohabitan, y por tanto son verídicas, todos conocemos algún caso en el que hemos visto cómo traspasa el poder de Dios y se hace presente, incluso cuando podemos notar su presencia en una oración… Que nadie rechace estas obras, porque el creyente ya no vive de imposibles, sino que siempre está abierto a descubrir la presencia del Dios sorprendente, aquel que nos sobresalta y que nos anima.


Cada cual puede ver en su vida dónde se manifiestan estos milagros, y quizás descubra esa capacidad de soportar venenos, y de coger serpientes.

sábado, 16 de mayo de 2015

JUAN 16, 28 DEJO EL MUNDO Y VOY AL PADRE

JUAN 16, 28 – 30: Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre.» Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios.»



Para los discípulos, como para el evangelista o para nosotros, el origen y fin de Jesucristo tiene sentido en tanto su testimonio pasa por la encarnación. Creemos que vienes del Padre porque tu testimonio aquí con nosotros demuestra que tu vida trasciende lo meramente humano, podrían haber dicho estos discípulos. Y hoy en día, todavía somos muchos los que seguimos creyendo en la filiación divina del hijo de José y María. Algo ha sucedido en el trascurso del evangelio que mucho después de las señales y la resurrección de Lázaro invita a creer que Jesús es el Hijo de Dios.

Jesús no sólo es único, sino que además es el primero de muchos (el primogénito) y gracias a la acción de amor entre Padre e Hijo somos nosotros benefactores del mismo título, pertenecemos a la familia de Dios, no por origen sino por participación en este que llega para regresar. Por obra de este itinerario que nace de un verdadero amor en el cielo y pasa por una entrega generosa y disponible, hoy seguimos manteniendo que el Hijo de Dios se hizo carne entre nosotros, y eligió justo en esta Tierra, y en esta forma humana el acercar la salvación definitiva, gratuitamente.

Aunque esta claridad, obviamente, no es sólo testificada por la Palabra, por el conocimiento, o por la razón, sino que conocemos  quién es Cristo a través de la propia experiencia de nuestras vidas, unidas de algún modo a la misma vida de Cristo, compartiendo sus actitudes y sus inquietudes, que pasan por una vida de fe, de amor y de esperanza. Por eso creemos, porque en nuestra vida se reproduce, de alguna manera, la comunicación de Cristo de que Dios nos ama, y que ya nos estaba amando aún antes de la creación. Cuando alguien puede testificar con ese mismo amor en su vida, volvemos a renovar la creencia, porque en esta carne nuestra se perpetúa la obra del Hijo de Dios.

Hay, pero, quienes no pueden decir que creen, porque alrededor de sus vidas no hay manifestación de la presencia de esta noticia, que Jesús es el Hijo de Dios. Es legítimo creer, y también no creer, porque en definitiva la presencia es un misterio, y tiene que ser revelado. Hay personas que no sienten nada, que se asombran que la gente pueda ir a un culto, a una misa, a una parroquia o aun acto de oración, y pensarán: ¿Qué hacen éstos?¿Cómo pueden creer en lo que hacen?


Nosotros podemos, o no, ser testigos de Cristo si como Él somos llamas de amor, y a través de esta obra entrañable vivificar el testigo del Señor, para quien no lo tiene lo coja. Como una carrera de relevos, ofrecemos el testigo mientras el mundo corre y alargamos la mano para que la puedan coger. Bien, que en esta carrera se tiña de esperanza los motivos de correr y siga manifestándose el amor de unos para el bienestar de otros, nuestro propósito es seguir en la carrera, por si hay que dar el relevo, o por si hay que poderlo ofrecer.

viernes, 15 de mayo de 2015

JUAN 16, 24 HABLAR SIN PARABOLAS

JUAN 16, 24 – 27: Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios.



Qué especial el modo como el evangelista llega a hablar de las relaciones entre el mundo que vemos y el mundo celeste, entre Dios y los seres humanos, y todo ello a través del nexo en Cristo, quien comunica el amor del Padre y quién se encargará de interceder por nosotros, porque a fin de cuentas, cuando hablamos de amor también hablamos de Cristo.

Jesús hace referencia a su ministerio aquí en la tierra en el que ha jugado el papel de un maestro que enseñaba a sus discípulos con parábolas. Aunque ahora, cercana la pasión, el tono de sus palabras cambia y se tornan más profundas, también más directas y también más difíciles, parece que Jesús está dispuesto para descubrir aquello que el velo impedía que viéramos con claridad. Ahora no podréis comprender lo que os hablo, pero más tarde sí podréis entenderlas, y en este camino estamos más de dos mil años después, creyendo conocer con mayor claridad el camino del Padre.

San Agustín hablará de este conocimiento profundo cuando se refiera a Dios como lo más íntimo de lo íntimo de mí mismo, que se va descubriendo conforme al amor, que supera cualquier abismo, porque a través del amor humano es como entendemos, en alguna medida, el amor de Dios. Es como el punto de partida más cercano a nosotros mismo, quitamos todo aquello que en nuestra vida mostramos como parábolas y entramos a descubrir lo que realmente somos.

Cuánto nos cuesta, a veces, mostrarnos al otro lo que realmente somos, sin vestidos, sin maquillaje, sin máscaras. Normalmente, con nuestros más íntimos, nos vamos desnudando progresivamente, sin hacerlo de golpe, porque no sabemos si lo que somos va o no va a gustar, y en el fondo no queremos ser rechazados. Pero el evangelista nos muestra que llega ese momento en el que Jesús va a mostrar todo lo de Dios sin parábolas, desnudo, y lo hace como gesto de la plena confianza hacia nosotros como ofreciéndonos su íntimo más íntimo sin vacilar, sin dudas, con total gratuidad y haciéndolo además cercano, próximo. 

A fin de cuentas, y ahora que estamos en pre campaña, lo que nosotros como votantes queremos, es que los candidatos y los partidos muestren enteramente lo que son, y desnuden su programa electoral, aunque no lo hacen, y pretenden que en lo que quieren ocultar nosotros les demos total confianza. Si? Bueno, nos sirve para ver qué diferente relación propone Dios para la humanidad comparada con las propuestas que cada cierto tiempo pretende tener la política con nosotros.


Igual con nuestras relaciones, Jesús nos invita hoy a desnudarnos, a dar lo que somos, a ofrecernos naturalmente y sin tapujo a amar. Podemos aprender de él que no nos oculta nada, o podemos aprender del poder que quiere ocultarlo todo.

miércoles, 13 de mayo de 2015

JUAN 16, 12 ME VERAN Y NO ME VERAN

JUAN 16, 12 – 16: »Muchas cosas me quedan aún por decirles, que por ahora no podrían soportar. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso les dije que el Espíritu tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. »Dentro de poco ya no me verán; pero un poco después volverán a verme.



Podríamos decir que lo que Jesús está pidiendo a los suyos es que se preparen para hacer un ejercicio de confianza, que además debe ser más firme en tanto tienen que creer lo que no podrán ver. Quizás la mejor manera de prepararse para llegar a tal objetivo sea poniendo la confianza en los demás, primero dentro del grupo con el que se convive y después saliendo a creer en el mundo. Jesús habla de muchas cosas que aún quedan por explicar, pero sin que este ejercicio de confianza no sea efectivo en nosotros no podríamos soportar aquello que aún el Cristo nos tiene que decir. Y al paso de los siglos nos encontramos casi-casi en la misma situación: que Dios mantiene su confianza en el ser humano y que al ser humano le cuesta confiar en el otro.

Jesús solicita que confiemos en el Espíritu porque proviene del Padre y comunica lo que Cristo es, pero también nos dice que el ser humano en tanto que expresa la imagen de Dios debe tener, también, confiabilidad. Bien, es nuestro ejercicio más difícil porque lo propio del ser humano está en desconfiar a medida que vive, o que se hace mayor. Un bebé viene al mundo para confiar en que sus padres harán con él con amor y cuidado, y así vivirá su infancia confiando en los padres y en el entorno (podemos recordar que lo primero que se dice a un niño es que no se fíe de los desconocidos) a pesar de ser enteramente desconocido. Pero desde esa edad ya nos viene la desconfianza, a veces por temor, otras por decepción, otras por intuición y algunas por naturaleza. Pero sea de la forma que sea lo cierto es que el terreno vital se va segmentando y poniendo límites a la alteridad.

Conforme a pasado los años pedir a alguien que confíe puede ser un verdadero trauma, incluso puede que no se consiga. Viejas cicatrices y heridas mal curadas que nos dificultan la confianza, o relaciones de las que salimos a golpes y que nos encierran en nosotros mismos. ¿Por qué a mí?¿Qué he hecho yo?... Si nos fijamos en el auge de las sectas y en el prototipo de persona que se acoge a ellas, vemos que en su mayoría son éstos heridos de la relación que buscan consuelo, afecto, ser escuchados…

No pierdan la confianza en este mundo, en esta gente, en este momento de la historia que nos toca vivir; crean en su compañero, en su esposa, en su amiga, en su padre… háganlo a pesar de las circunstancias, de los gestos, de los malos entendidos, de las disputas, de los fracasos y de las decepciones, porque si se dejan vencer por la desconfianza marcarán su vida con el sello de la insatisfacción, y aunque quieran parecer alegres, buenos, caritativos, religiosos… su interior se pudre. No proyecten en nadie su frustración, sus miedos, sus carencias… y quieran justificarse, porque al final de qué vale vivir!?

Bonhoeffer dijo que es en este tiempo de silencio y en el que no vemos a Dios que más tenemos que creer en Él, porque ahí es donde se manifiesta Dios.


Dense una oportunidad y den otra oportunidad. No digo que tengan que mantenerse en relaciones que les perjudiquen sino que éstas que les han dolido no condicionen a las demás. Si les dolieron vean al Cristo, que su amor por el mundo también le causó dolor, y entréguense con Él como Jesús se mostró en la cruz, y vivan, como en resurrección, porque es la voluntad de Dios, que vivan plenamente. 

martes, 12 de mayo de 2015

JUAN 16 ¿A DONDE VAS?

JUAN 16, 5 – 11: Ahora vuelvo al que me envió, pero ninguno de ustedes me pregunta: “¿A dónde vas?” Al contrario, como les he dicho estas cosas, se han entristecido mucho. Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio; en cuanto al pecado, porque no creen en mí; en cuanto a la justicia, porque voy al Padre y ustedes ya no podrán verme; y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado.



Lo que hoy leemos de este pasaje de Juan, que el Hijo envía el Espíritu, y escrito presumiblemente allá por el año 90, fue un verdadero quebradero de cabeza hasta el siglo IX de nuestro tiempo, cuando en Toledo se acoge la doctrina del “filioque”, venciendo la crisis pneumatómaca. Ciertamente no había problema en que Dios enviara el Espíritu, lo inconcebible era que fuera Jesús, Hijo, quien enviara ese Espíritu Santo. Por ese motivo nadie le pregunta “¿a dónde vas?”, porque estamos en un tiempo en el que todavía era difícil aceptar a Cristo como Hijo de Dios. Aunque este será el tema de Juan, manifestar la filiación divina.

Podemos decir a la luz de este Misterio, que hay todo un proceso para intentar comprender al Dios que da la vida, al Hijo que la acoge encarnándose y al Espíritu que nos ayuda a compartir esa vida. Y en la transición de la acogida del Hijo, necesariamente encontramos la entrega eficaz en la Cruz, que es el signo primero que nos enseña a compartir la vida. Y se sucede una especie de dirección de consolación desde el cielo hasta la tierra que regresa al reino celeste con la resurrección dejando así abierta la comunicación entre los dos reinos con la acción del Espíritu de amor.

La imagen del Espíritu más plausible es por la respiración, mientras inspiramos y expiramos sabemos que tenemos vida. De ahí que al Espíritu de Dios se le llame aliento de vida. Para nosotros lo evidente es que naturalmente respiramos y por esa respiración se manifiesta el Espíritu. Si nos acercamos mucho a una persona para hablar con ella, para comunicarnos, somos capaces de percibir ese hálito del otro. Podríamos decir que es un momento en el que conscientemente podemos ver que comunicamos vida. Puestos delante de un espeja, o de una ventana en un día frío también nos hacemos conscientes de esa representación.

Para mí, como creyente, hacer presente esta respiración es hacer presente la presencia de Dios en mi vida por medio de su Espíritu. Esto implica el reconocimiento de que no estoy solo y que la presencia de Dios actúa en mi vida, acompañándome desde lo más hondo de mi ser, en ese espacio interior que nosotros llamamos alma. Y desde esa habitación profunda la evidencia de su proximidad la encuentro en la respiración y en la comunicación, mía y con los demás. Me hago consciente por medio del vivir de la existencia del viviente.

Y quién es el que le pregunta “¿a dónde vas?”


Hoy el evangelio nos enseña a tomar conciencia de la unión habitable de nuestra humanidad con lo trascendente y nos propone sondearlo y descubrirlo, a este Amor que se hace cercano y vívido en lo más evidente de nuestro existir.   

domingo, 10 de mayo de 2015

JUAN 15, 26 PARAKLETOS

JUAN 15, 26 – 27: »Cuando venga el Defensor, que yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí. Y también ustedes darán testimonio porque han estado conmigo desde el principio.



Hace un día espectacular, de hecho llevamos ya unos días en que el termómetro ha empezado a subir y hay momentos, incluso, en el que a uno le apetece quitarse la camiseta, subir a la terraza y tomar un poco el sol. Bueno, tenemos el privilegio de coexistir con toda la vida de este planeta especial que nos sirve de escenario a lo largo de todo nuestro itinerario vital. Y digo esto un poco porque si bien podemos agradecer la vida, lo cierto es que aprovechamos muy poco, y mal, lo que Dios nos ha dado o como diría el Génesis, nos ha puesto en mayordomía. Ayer hablábamos de todos estos descubrimientos que aparecen en las universidades a favor de una energía sostenible y no logran ver la luz a causa de los grandes intereses económicos.

Con el Espíritu Santo pasa algo parecido. Cuando Jesús expira en la Cruz, regresa el Espíritu al mundo para que actúe en favor nuestro y como fuerza que se expande del amor trinitario (según pensaba San Agustín). En lenguaje más nuestro diríamos que al ser humano se le ha gratificado con innumerables posibilidades que no sabe aprovechar, o que no sabe gestionar, o que no quiere hacerlo. Pablo dirá en la carta a los Romanos que el ser humano es inexcusable ante la gloria de Dios que se manifiesta en el mundo, y desde una óptica un poco panteísta, nadie puede negar a Dios a partir de la creación. Pero Cristo nos deja un testigo aún más próximo a la gloria divina que viene a disposición nuestra, el Espíritu, que además viene como Ayudador, Defensor, Consolador, Abogado, es un gran don.

Pocas veces hablamos del Espíritu Santo, pero deberíamos tener en cuenta que es un maestro interior que nos conduce a la verdad de Cristo (testifica) y nos ayuda a comprender lo que Jesús decía, es lo que llamamos inspiración, y nos instala en lo que somos. Nos permite ser y ser amor, y nos proyecta hacia el mundo como testigos de aquel que proponía el amor a los enemigos, al hermano y a Dios. Por tanto, vivo para los demás. Este Espíritu, que se mueve en la comunidad, es lo que nos ayuda a compartir la vida, gozar de la amistad, integrarnos en las personas o celebrar el ágape, o estar en paz. Quizás es que damos muy poco espacio al Espíritu cuando las cosas son tan distintas a esa celebración. Si decimos que es amor, necesariamente debe existir una acción entrañable sobre nuestro prójimo, y si esa acción no vive no hay amor.

Esta vida en el Espíritu, además, es voluntaria y se da libremente, porque si es acción para los demás (entrega), no puede existir coacción alguna. Lo esencial del Espíritu nace de la actitud disponible y generosa del Cristo que decide entregarse, por ello el testimonio venidero necesariamente también pasa por ser don. Por tanto, el Espíritu es en algún modo una forma de perfeccionar amor, o de plenificarlo.

Hablamos muchas veces de ser testigos de Dios, o testigos de Cristo y nos olvidamos que aquel que posibilita testificar que es este Espíritu Santo. La vida en el Espíritu dicen que es efusión, y lo contrario a la efusión es el apagamiento. No podemos vivir la vida con la luz apagada, a tientas, golpeándonos con la vida porque no vemos, porque está oscuro, porque estoy ciego, necesito encender la luz.


Que seamos capaces de desear esta efusión del Espíritu que está soplando entre nosotros para traernos tiempos de refrigerio.

sábado, 9 de mayo de 2015

JUAN 15 ¿PERSIGUIENDO, O PERSEGUIDOS?

JUAN 15, 18 – 21: Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí. Si fueran del mundo, el mundo los querría como a los suyos. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo los aborrece. Recuerden lo que les dije: “Ningún siervo es más que su amo.” Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán. Si han obedecido mis enseñanzas, también obedecerán las de ustedes. Los tratarán así por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.


Estamos hoy situados dentro de la concepción dualista del mundo. Por un lado el mundo visible (ORATOS) y el invisible (AORATOS), y por el otro la eterna confrontación entre LUZ y TINIEBLAS. Los discípulos de Cristo se adhieren a las persecuciones del maestro de tal manera que cuando su fe pueda mermar a causa de la persecución, la predilección de Dios con ellos, en Cristo, sea motivo suficiente para aceptar el agravio. Hay que recordar que Jesús ya enseñó acerca del amor a los enemigos, y ese amor hacia el opresor va a cobrar ahora sentido también en los días de la tribulación.

Hay muchos tipos de persecuciones que afectan a los cristianos, también a las personas. Hoy, por ejemplo, seguimos viviendo los episodios del martirio de quienes profesan su fe en territorio hostil, como lamentablemente hemos visto en tantos asesinatos. Y esas imágenes de su muerte también nos persiguen a nosotros y persiguen a la Iglesia, porque a pesar de Francisco, todavía se halla agotada y cansada. Que estupor me provoca esta paradoja. Si recordamos, el evangelio de Mateo dirá aquello en boca de Jesús: “el que quiera perder su vida la encontrará”. La alegría del evangelio viene de muchos lugares, pero cobra otro sentido cuando el final de la vida en Cristo termina de forma cruenta.

Es paradójico que el martirio de nuestros hermanos y hermanas se convierta para nosotros en perseguidor. Estamos perseguidos por aquellos que dan su vida por Jesús, o nos han alcanzado. Verdad? Cada uno puede verlo en su vida: la falta de entrega, las envidias entre nosotros, la poca disposición al necesitado, la falta de acción social, incluso en nuestras comodidades. Y la imagen del martirio corre detrás de nosotros, gritándonos para que nos giremos. Pero… ¿nos queremos girar? Porque quizás girar nos cuesta mucho, porque realmente ver nuestras carencias o ver lo que somos casi es traumático.

Creo, de verdad, que tenemos que acoger al perseguidor y ver las evidencias, sopesarlas, y rectificarlas. La predicación se pierde si no hay un efecto y la Palabra transformante pierde su poder cuando no la creemos. Perdemos nuestra fe! Bueno, ¿Qué ocurre mundo, que seguimos corriendo como perseguidos?

Ya hay que pararse, el mundo necesita que nos dejemos alcanzar y que lloremos, que sintamos de nuevo ese dolor que empuja al cambio, ese ardor del fuego espiritual, ese deseo de cambiar las cosas, de pintar la vida. Y yo ya no quiero ser perseguido sino que quiero perseguir. Perseguir por ver si alcanzo el amor, como el que corre ilusionado porque lo que hace es lo que le gusta, lo que le llena.  El mundo necesita que lo persigamos, y la vida que persigamos su final, para que no nos alcance el ocaso y nos diga: ¿Qué de ti, desdichado?


Corran, corran, cojan su dorsal y corran.