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jueves, 30 de julio de 2015

MATEO 13, 47 LLANTO Y CRUJIR DE DIENTES

MATEO  13, 47 – 52: También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que recoge peces de toda clase. Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en canastas los peces buenos, y desechan los malos. Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán de los justos a los malvados, y los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. —¿Han entendido todo esto? —les preguntó Jesús. —Sí —respondieron ellos. Entonces concluyó Jesús: —Todo maestro de la ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos.


Hoy en día podríamos decir que ya pocos temen el infierno (si es que lo hay). Quizás porque lo están viviendo en su contexto, quizás porque ya estamos acostumbrados a la sangre, o quizás por desapego a la vida. Más que al infierno, hoy tememos la enfermedad, el quedarnos solos, el desamor o a los préstamos. Aquel horno diabólico ha quedado sustituido por los poderes fácticos que, en su poderío, hacen como ese pescador que separa los peces: buenos y malos. Alguien dijo que a los seres humanos nos hace falta esa desmotivación, esa violencia y esas desigualdades para sacar lo mejor de nosotros mismos. Pero vaya conmigo si tengo que esperarme a dar lo mejor cuando ya estoy abrasándome en el fuego, lo que tengo que hacer es ofrecerme antes. Entonces, ¿qué ocurre con el juicio de Dios?

Mi padre espiritual me dice que nuestra función en la vida es la de salir al mar para poder traer a personas a la orilla, y para que una vez liberados de las aguas puedan decidir libremente qué hacer: si seguir a Cristo, o no. Lo importante es que puedan decidir nuevamente qué hacer con sus vidas, como otra oportunidad.

En verdad nadie sabe cómo será el juicio de Dios, aunque estamos seguros de que juzgará. No está bien meterle miedo a la gente, o sacar partido de los pecados, de los errores… tampoco está bien aprovechar los malos tiempos; tampoco imponerse ante la persona. Decidir si un pez es bueno o malo es absolutamente subjetivo; hay que entender que sólo se es bueno o malo en un determinado contexto, y nunca es igual para los demás. El ejemplo es muy drástico con los peces, las personas no somos como ellos. Cuando un pez se pudre, o está malo, se tira. Cuando una persona está mal, o parece podrida, hay que ayudarla, recuperarla de la podredumbre y darle esa oportunidad de volver a ser.

Estamos totalmente ligados al concepto de buenos y malos, ya desde tiempos remotos: los fariseos son malos, Jesús es bueno; el comunismo es malo, el capitalismo bueno; el cristianismo bueno, los musulmanes malos… en el fondo todo son clichés, y no sirven sino para crear recelos y desconfianzas. Sería, seguro, el momento para meterse con toda institución o tribunal, con las sedes europeas, con las mesas de conciliación… pero no lo haré. Dejaré sólo un apunte: hay que invertir la dinámica bueno/malo, hay que pacificar la historia y a las personas, y todo ello es la mayor batalla que tendrá que enfrentar el ser humano, que al final es para libertad.


Hoy pienso en el infierno, pero sabe a descafeinado. 

miércoles, 29 de julio de 2015

MATEO 13, 44 TESORO ESCONDIDO

MATEO 13, 44 – 46: El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo. También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.



Hoy quiero empezar recomendando una película de Denis Villenueve que se llama Incendies. Es una película sobre las consecuencias de la guerra del Líbano, y que nos permite comprender, incluso pensar, cómo se vive siendo cristiano o musulmán en territorio hostil. Y lo hago desde la sana intención de contraponer lo que normalmente leemos y comentamos, porque lo que para nosotros es como poesía, para otros es una crónica de guerra. Si pueden verla, les aseguro que es sobrecogedora.

En la Tierra hay muchos campos, los hay libres y esclavos, en paz y en guerra, democráticos y dictatoriales… Seguramente hay algunos que desecharíamos si fuéramos como este hombre que paga, pero el pasaje de hoy nos enseña a no rechazar ningún campo sino a descubrir en cada uno el tesoro que esconde. El Reino de los cielos puede hallarse en cualquier rincón del planeta, también en cada hombre y mujer, sólo hace falta descubrirlo. Aunque para vislumbrar el tesoro el evangelista nos hace una propuesta: debe hacerse con alegría. No es que descubrir el tesoro nos alegre, sino que nuestra alegría debe venir de la disposición para hallarlo. Para que exista toda aventura, primero tiene que despertarse en interés, la motivación y la alegría, porque gracias a ésta conseguiremos ir superando obstáculo tras obstáculo hasta llegar al corazón del preciado tesoro.

Cada uno de nosotros tiene siempre accesible algún tesoro: a veces lo encontramos en la pareja, o en un beso por la mañana; a veces lo hacemos en los hijos; otras cuando después de un período de dificultades se sale a flote; otras cuando al paso de los años se descubre que lo siguen amando… Cuando esto ocurre, somos felices. El drama de la humanidad no está en no encontrar tesoros sino en no permitir que se encuentren. Así actúa la justicia, por ejemplo, cuando dicta sentencias a favor de un desahucio, o cuando en la ejecución hipotecaria hay una segunda vivienda de unos abuelos que avalaron a sus hijos, o a sus nietos…

Así también cuando en la Iglesia decidimos quien puede, o quien no, entrar a servir al Señor.


No pongan tropiezo en ningún buscador, no sean como esa muralla que impide el paso, como ese campo de minas que separa dos regiones, como ese pariente que mata a otro por lo que cree. Antes caminen con ellos, cojan una pala y alégrense, y juntos recorran ese emocionante momento de descubrimiento; ayuden a descubrir a las personas, participen de cualquier hallazgo, colaboren con su dinero, con su esfuerzo, compartan la felicidad… Así ustedes, casi sin quererlo, también hallaran un tesoro.

lunes, 27 de julio de 2015

MATEO 13, 33 FERMENTAR LA MASA

MATEO 13, 33 – 35: Les contó otra parábola más: «El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.» Jesús le dijo a la multitud todas estas cosas en parábolas. Sin emplear parábolas no les decía nada. Así se cumplió lo dicho por el profeta: Hablaré por medio de parábolas; revelaré cosas que han estado ocultas desde la creación del mundo.


Quizás hoy podríamos haber marchado a una panadería para atender al ejemplo de la levadura. Vimos anteriormente que existía la levadura de los fariseos, que tenía un mal sentido; veremos ahora otra clase de levadura, mejor, que tiene capacidad para transformar toda la realidad. El Reino de los cielos es una transformación, externa e interna, por eso a pesar de que pueda parecer harina, ésta ha fermentado. Después con la masa podemos hacer muchas cosas además de pan, pero todo producto llevará de esta masa madre que ha fermentado; así, la vida cobra otro sentido más pleno cuando el Reino vive en nuestro corazón, y de ello repercuten muchas de nuestras obras.

A veces, la fermentación puede ser inmediata, subir rápidamente, o puede tardar un poco más, incluso años. Pueden removerse tantas cosas que incluso aquellas que nosotros pensamos que ya se transformaron, todavía estaban por renacer.

En este pasaje, el papel de la mujer está en la unión de la harina y la levadura. Ella trabaja la mezcla hasta que finalmente se liga, y entonces se guarda para que fermente. Esta mujer podemos ser cada uno de nosotros, en Cristo, con nuestro trabajo, interés, decisión, implicación, amor… Cada cual tiene su forma de trabajar la mezcla, su forma de dar vueltas y vueltas. Algunos se usan de instrumentos, otros trabajan con las manos. Qué importante es toda esta gente que, como la mujer, trabajan para armonizar los ingredientes. Muchos y muchas, como ésta, sin nombre y haciendo un trabajo encomiable por el ser humano y por el mundo en el que vivimos. A veces a jornada completa, otros en jornada intensiva, algunos sólo pueden hacerlo a horas, y hay quienes dan lo que pueden, aunque sea poco. Todos amados y amadas.

Esta mujer es como el nexo entre el Reino y la harina, como dibujándonos el perfil del ser humano, de la encarnación. No simboliza a Jesús, sino a la humanidad. Porque cómo hace Dios, o de qué manera actúa, o cómo trabaja, no lo sabemos. A través del ser viviente es como vislumbramos todo trabajo espiritual: en su forma de amar, en su forma de darse, en su forma de ayudar… Lo más evidente de la transformación está en lo que vemos, o descubrimos, y sin esa capacidad visual quedaría lo que es invisible. Aunque no vemos la levadura, sí observamos a la mujer trabajándola y aunque podríamos hablar de todo el tema de la imagen de Dios, no será hoy.


Acabo, y ese trabajo de la mujer sólo concluye cuando fermentó toda la masa. Y esa es la obra de Cristo, que nos lleva a la perfección. Porque aunque lo divino traspase lo humano, su obra no termina en la cruz sino que resucita, y con ella la vida eterna.

sábado, 25 de julio de 2015

MATEO 20, 25 SIRVIENDO A MUCHOS SEÑORES

MATEO 20, 25 – 28: Jesús los llamó y les dijo: —Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.



Espero que algún día podamos ver alguna campaña, sea presidencial, autonómica, municipal… o para presidente de la escalera que se olvide de todos los egos de quienes conforman el núcleo duro de la propuesta, para lanzar un mensaje de servicio, de donación, de preocupación por los demás. No hay gobierno, ni uno, que lleve el compromiso con las personas por encima de otros intereses, ni los de derechas, ni los de izquierdas, ni los anti sistema, ni los comunistas, ni las políticas sociales, ni las económicas, ni las energéticas… Y toda flor que llega a la presidencia se marchita, o vende la tierra que la sustenta. Pueden llamarlo democracia si les gusta, pero de todas que es la salvaguarda de la política. ¿Derecho a voto?¿a quién?¿para qué?

Los hay que dicen que quieren acabar con la silla para familiares, amigos… uno a la derecha y otro a la izquierda, pero cuando consiguen el escalón definitivo es lo primero que hacen, aquí el marido, allá la prima. Hay muchas madres de Zebedeo, muchas ganas de encontrar el mejor asiento, y poca intención de servir, ni mucho menos en rescate de todos (quizás sí de algunos).

Está claro que todo lo que tenemos tiene un señor. La moda, la economía, el consumo, la religión, la política, la guerra e incluso la pobreza. Pueden mirar en las etiquetas, pueden escuchar el mensaje, pueden leer los contratos, o pueden luchar con sus balas. Nuestro tiempo está lleno de idolatría, y aun cuando las cosas no nos son propicias, nos ajustamos al corralito; sí, podemos buscar culpables, llevar a algunos a La Haya, retener sus bienes, embargar sus sueldos, paralizar sus actos y todo sigue igual. Como muchos cauces que llevan a un río imparable, que a veces nos sume en la arrolladora cascada, que nos oprime, pero que continúa. Y por más sociólogos, teólogos, psicólogos, o pedagogos, no hay terreno salvaje y todo parece domado.

Pero cada día veo movimiento, trabajo, obras, personas y personas que cubren el servicio del evangelio, que sirven y sirven, que aman y cooperan, que son felices, indomables, salvajes, libres. Como Jesús, que no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida. Esa es la declaración de libertad del hombre, el principio de libertad si quieren llamarlo, y a él debemos acudir hoy no sólo en el corazón, sino también a cualquier escala. Vivimos tiempos extraños, con apariencia de libertad, de crecimiento, de felicidad. Pero todo se rinde a su señor. Hay que despertar, sin duda, y de prisa, para que no dejemos este mundo hostil ni a nuestras hijas, ni a nuestros hijos.


Hay que invertirlo todo, y que no se enseñoreen, sino que sirvan.

viernes, 24 de julio de 2015

MATEO 13, 18 ESPINOS Y PEDREGALES

MATEO 13, 18 – 22: Escuchen lo que significa la parábola del sembrador: Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Ésta es la semilla sembrada junto al camino. El que recibió la semilla que cayó en terreno pedregoso es el que oye la palabra e inmediatamente la recibe con alegría; pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se aparta de ella. El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que ésta no llega a dar fruto.


Pienso, que sea como sea, cuando uno escucha la Palabra, cuando a uno le hablan de la Palabra, o cuando se lee, o cuando se escucha y aún sin llevarla al corazón, en cualquier momento de la vida aquello que parecía sin vida la recobra. Entonces, más allá de este pasaje y de sus intenciones, la voz de Dios siempre queda, siempre lleva fruto, aunque a veces nosotros no sepamos cuál. No digo ni que todo esté escrito, ni que todo tenga un plan, ni que todo sea para bien, porque la vida y la historia rebaten cualquier afirmación. La Palabra no es hueca, como tampoco lo es el ser humano. Ustedes pueden quedarse interpretando como siempre estos pasajes, es lícito, pero también pueden mirar hacia su experiencia personal, familiar, laboral, o social… y verán qué maravilloso es este Dios, y cuánta felicidad esconde.

¿Los evangelios son la Palabra fiel de Dios?¿Son los evangelios unas coordenadas para llegar al Reino? ¿Son unos escritos históricos sobre Jesús de Nazaret?¿O son una enseñanza religiosa y vital?

Quizás un poco de todo, pero recuerden que a Dios lo hallamos en la necesidad y en la vida, en la atrocidad y en la belleza, en la creación y en el hombre… si Dios está en todo, también lo estará en el terreno pedregoso, en los espinos y en la tierra fértil, y por tanto de cualquier lugar surge el fruto de una semilla porque Dios es el que hace crecer y no se espanta de su creación, ni la desprecia, ni la deja estar. El camino a Dios que abre Jesús empieza en pedregales y entre espinos, igual que el final de su vida, sólo en su resurrección estará en tierra fértil, aunque no sus amigos, a quienes esperan más pedregales y más espinos. Como ocurre a día de hoy en Siria, en Israel, en África, o en cualquier rincón del mundo.

Todos buscamos la tierra buena, alguien tendrá que ir a los pedregales y a los lugares que hacen daño porque así lo hizo Jesús. Porque hubo semillas con poca profundidad para crecer, otras que parecían ahogarse y a por ellas marchó, y por ellas se entregó. Parece que aún hoy nos diga: volved a los pedregales, marchad entre los espinos.


Si ya nos han abonado, si nos han alimentado y dado agua para crecer, si nos podaron, si nos cantaron, si nos recogieron de las lluvias, si nos mimaron cuando estábamos mustios, llevemos hoy toda la tierra, preparada, que nos sobra, incluso partamos la nuestra misma, vayamos a esos lugares dispares, a esos límites, y hagamos como Jesús, a quien cada día escuchamos.

jueves, 23 de julio de 2015

JUAN 15 LA VID Y LOS SARMIENTOS

JUAN 15, 1 – 5: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda  para que dé más fruto todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado. Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.


Cogemos este pedazo del pasaje de hoy. Es un relato que los creyentes tenemos ya integrado en el corazón, Jesús es la única fuente, el Señor, la vid, el camino, la vida… Pero, ¿cómo transmitir al no creyente esta relación que existe entre nosotros y Cristo en unión? Todos hemos escuchado todo tipo de interpretaciones al respecto, pero en nosotros vive la posibilidad de transmitir el gozo de permanecer en Cristo. Algunos objetarán que para estar con el Señor hay que renunciar a muchas cosas, y con más que palabras podemos ofrecer nuestra vida a modo de réplica. ¿Es qué no hay personas no creyentes que den fruto? Sí, pero nosotros creemos que, sea creyente o no, todo acto, todo impulso, toda acción y todo fruto proviene de Cristo. Dicen que los creyentes tenemos ese plus que nos permite acudir a Él cuando hay necesidad, o cuando hay enfermedad, o cuando lo pasamos mal, o cuando estamos bien.

Cuidado, porque tantos argumentos existen a favor de unos como de los otros, con lo cual en el mundo debe existir siempre una disposición de diálogo y experiencia mutua para no provocar rupturas, separaciones, obstáculos, diferencias, o peleas. ¿Qué quiero decir? Que nosotros no tenemos que discutir y discutir como se hacía en la escolástica, ni tampoco debemos buscar vencer a nadie porque ante el mal estamos todos vencidos. Más bien escuchemos, recibamos, caminemos… Nosotros creemos en un único origen, que es Dios, Omnipotente, todo acto y que siempre es (entre otras). Un científico, un evolucionista, un bioquímico, un historiador o un creyente no creemos en cosas tan dispares, todos buscamos ese origen, aunque con diferente nombre.

Uno puede llamar a su origen Dios, átomo, molécula, Big-Bang… Los que decimos Dios, tenemos ya alcanzado ese primer y último referente que está más allá de todo, y que nos acerca a la creación, que es por amor, desde cualquier teoría, sea en células, sea con una gran explosión… Los que llaman otra cosa, siguen buscando, y cuando parece que lo han hallado todavía aparece otro misterio más, y con ese misterio más vacío, más dudas, más preguntas. Pienso que no está bien hacer una Teodicea de todo, en ese sentido nos queda mucho que aprender. Tampoco tenemos que estar cuestionándolo todo, como un agnosticismo.


Nosotros les transmitimos el Credo, ustedes nos enseñan la fusión de partículas; nosotros les acercamos la oración, ustedes la física cuántica; nosotros la eucaristía, ustedes la materia… Es como dar mucho fruto permaneciendo en la vid, sólo que unos lo llamamos Cristo y otros todavía no saben llamarlo.

miércoles, 22 de julio de 2015

MATEO 13, 1 TIERRAS Y SEMILLAS

MATEO 13, 1 – 9: Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó junto al lago. Era tal la multitud que se reunió para verlo que él tuvo que subir a una barca donde se sentó mientras toda la gente estaba de pie en la orilla. Y les dijo en parábolas muchas cosas como éstas: Un sembrador salió a sembrar. Mientras iba esparciendo la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron. Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado. El que tenga oídos, que oiga.»



Todos nosotros deberíamos tener mucho cuidado con las semillas que caen en el terreno pedregoso, o mucho cariño, mucha paciencia y mucha delicadeza por el riesgo que tienen estas personas en las que la vida cala de una forma tan efímera que corren el riesgo de sucumbir ante cualquier clase de pasiones. Así pasa, por ejemplo, con quienes han dejado las drogas, que parecen tener un subidon de ganas de vivir cuando inician el tratamiento, o cuando lo acaban, pero que sin apoyo, sin amor, sin motivación… vuelven otra vez al terreno drogadictil. Como éste ejemplo, muchos más.

Claro, esto representa pedirle a la sociedad una implicación mayor en muchos aspectos. También implica un nivel diferente de tolerancia, que nada tiene que ver con la permisividad, sino con la idea de que no somos perfectos. También aprender a convivir con el dolor ajeno, porque todos somos igualmente frágiles. Es por tanto un redescubrimiento de la necesidad humana y de la vocación de amar al otro la que nos lleva al terreno pedregoso con mucho cuidado para trasplantar aquellas semillas en la buena tierra.

Que no se pierda nadie, es una gran premisa. Pero es posible, y como tal hay que perseguir el éxito del ser humano, que no pasa por mejorar el sueldo, ni por ascender, ni por tener coche de empresa, sino que vive del sentirse amado. Habrá que escuchar, habrá que abrazar, habrá que sonreír y también tendremos que equivocarnos. Pero debemos tener presente que en un momento u otro de nuestra vida estamos plantados, también, en ese terreno pedregoso. Cuántas situaciones hemos tenido en las que si no hubiera sido por el padre, o por la hermana, o por una amiga, o por… nos habríamos secado.

Además, el hecho de acompañar en el tránsito de terrenos nos recuerda que Dios y el ser humano viven ayudándose, sirviéndose, poniéndose en contacto, asociándose… No dejen secar a nadie, si ven  a alguien marchito vayan y consuelen. Permitan que todo el mundo pueda echar sus raíces y, por supuesto, puedan dar su fruto.

A nosotros nos han educado marcándonos un terreno determinado: si estudias vales, si no estudias no vales. Si ganas dinero triunfas, si no lo ganas te ahogas. Si haces, si tienes, si consigues, si inviertes, si te hipotecas… Todos son terrenos en pedregales. Normalmente nos inclinamos más a las rocas que a la buena tierra, por eso se secan tantas plantas. Que cada cual sea lo que tiene que ser, y que lo sea con felicidad, porque nadie sabe qué fruto darán los hijos.


Dejen las rocas y desciendan a la tierra fértil.

lunes, 20 de julio de 2015

MATEO 12, 38 JONAS Y NINIVE

MATEO 12, 38 – 42: Algunos de los fariseos y de los maestros de la ley le dijeron: —Maestro, queremos ver alguna señal milagrosa de parte tuya. Jesús les contestó: —¡Esta generación malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero no se le dará más señal que la del profeta Jonás. Porque así como tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de un gran pez, también tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra. Los habitantes de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron al escuchar la predicación de Jonás, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Jonás. La reina del Sur se levantará en el día del juicio y condenará a esta generación; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Salomón.



La obra de Jonás, que viene a ser algo así como una narración didáctica, nos habla de dos cosas: a) no juzgar las apariencias, y b) que la misericordia de Dios llega a todos, incluso a los que eran enemigos del pueblo judío. A la luz de los hechos nosotros podemos ubicar el momento de esos tres días desde diferentes acontecimientos, todos para salvación, todos situaciones de vida; tengo la impresión de que aquí el evangelista pinta una escena de castigo muy diferente a la intención del escritor del libro de Jonás. Quizás Mateo parezca más a alguno de aquellos primeros profetas que proclamaban castigo a un pueblo que daba la espalda a Dios.

El pasaje es recurrente porque todavía hoy hay quienes se sirven de esta fórmula para hablar en nombre de Dios, separando a justos y a injustos y utilizando una forma de medir desfasada y alejada de lo que conocemos de Dios. Jesús dirá que Él no vino para condenar el mundo sino para salvarlo, entonces es de rigor casi académico que si alguna cosa hay que hacer sea la de acompañar al ser humano aún en sus peores momentos.

El castigo divino, la retribución, la paga… son caracteres de sectas, de instituciones integristas, de fundamentalismos. En mucho son todo lo contrario a la predicación de Cristo, pero (y me sorprende) cada vez tienen más miembros, más fieles, más personas puestas a disposición del juicio de otro que dice tener poder, potestad, ministerio. La verdad es que se lo montan muy bien, algunos incluso tienen un discurso más que convincente, pero si rasgamos un poquito ya empezaremos a ver que allí hay algo raro. Porque si lo fundamental de Cristo es dar libertad al ser humano, en estos lugares de libertad nada, y si de los actos de Jesús leemos cómo integraba a los enfermos, pecadores, leprosos, prostitutas… a la sociedad, para estas sectas hay distinción entre justo y culpable.

Esto es muy personal: en los evangelios hay veces que no vemos a Cristo, sino la pluma (o la voz en aquel tiempo) de un autor. Hay que leer entre líneas, hay que usar la razón, y hay que ver lo que diferencia al autor humano del autor divino, porque aunque escribieron de Cristo, no todo es de Él. Sabemos que hay una única fuente, entonces leer los evangelios también será una búsqueda. Hay que tener capacidad para llevar la letra al corazón, para meditarla y comprenderla, sino estamos totalmente expuestos a lo que pasa.


Con calma, sin prisa, con tiempo, y con el corazón lean, continúen con lo que ayuda a la vida y dejen lo que termina en contiendas.

domingo, 19 de julio de 2015

MARCOS 6, 30 CORRIAN PARA SEGUIR A JESUS

MARCOS  6, 30 – 34: Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho y enseñado. Y como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo: —Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco. Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario. Pero muchos que los vieron salir los reconocieron y, desde todos los poblados, corrieron por tierra hasta allá y llegaron antes que ellos. Cuando Jesús desembarcó y vio tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así que comenzó a enseñarles muchas cosas.



Quizás podríamos alegar muchas razones o intereses por los que las gentes buscaban a Jesús, pero al fin y al cabo lo que debe importarnos es que, como leemos, la gente corría, y cuando uno corre hacia Cristo, lo hace con esperanza, con ilusión, con deseo. Incluso se anticipan, como aquel novio que espera en el altar desde hace dos horas que llegue el coche que porta a su amada, y juntos puedan celebrar su sí a la vida. O como otros muchos ejemplos que todos sabemos, es parte de lo emocionante del ser humano, aunque también pueda provocar lágrimas, eso es que estamos exultantes.

Y si uno no está de esa manera, cuando Jesús se pone a enseñar no habría recepción alguna, pues sólo cuando el corazón se agita, cuando el latido se escucha desde afuera, Jesús puede enseñarnos muchas cosas, porque al ser humano inquieto, lúcido, emocionado y feliz, Cristo quiere enseñarle muchas cosas, muchos colores, incluso aquellas cosas que antes estaban escondidas, porque hay hambre y hay sed. Como el padre, o la madre, que ansía que su recién nacido pueda ya hablar y comprender para enseñárselo todo.
Así son las cosas del cielo, los tesoros escondidos, cuando los sabemos vamos y vendemos todo lo nuestro por comprar aquel campo. Y Cuán grandes riesgos ha podido comportar la venta, pero volveríamos y volveríamos a darlo todo por cuanto en aquel campo vivimos.

Un toque de atención a la política, que cuando llega la época de votación nadie corre a ejercer su voto, salvo los propios políticos, que son los que primero llegan. Será que son los más felices porque prolongaremos sus intereses, su ritmo de vida, sus chanchullos; otro toque de atención a las rebajas, con la famosa estampa de la gente corriendo en la puerta del Corte Inglés, golpes, empujones… ¿Cómo permiten que la gente nos regale cada año esa misma foto?, rebajas al 50%, claro… si venden al 150%, o al 200% muchos de ellos, ajústense a la vida, valoren la prenda por lo que es.


Miren, si ustedes corren, o quieren correr, o hay algo que les hace entrar en carrera, que sea por la vida, por la felicidad, por el amor, o por la libertad. No se metan en competiciones que deshumanicen, que coarten, que opriman. No corran para conseguir un préstamo con intereses de usura, antes corran a denunciarlos. No corran para ir el viernes al bar y dejarse la paga en cerveza, sino más bien corran a ver a sus hijos. No corran por lo que no vale, porque correr puede cansar, y cansados la vida no es la misma.

viernes, 17 de julio de 2015

MATEO 12, 1 DE QUIEN ES EL SABADO?

MATEO 12, 1 – 6: Por aquel tiempo pasaba Jesús por los sembrados en sábado. Sus discípulos tenían hambre, así que comenzaron a arrancar algunas espigas de trigo y comérselas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: —¡Mira! Tus discípulos están haciendo lo que está prohibido en sábado. Él les contestó: —¿No han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre? Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros comieron los panes consagrados a Dios, lo que no se les permitía a ellos sino sólo a los sacerdotes. ¿O no han leído en la ley que los sacerdotes en el templo profanan el sábado sin incurrir en culpa? Pues yo les digo que aquí está uno más grande que el templo.


Señalar a alguien cuando hace algo prohibido es fácil, diría que a veces incluso llega a gustar a los acusadores, que encuentran un cierto placer una vez han denunciado al infractor. Sea por un robo, sea por comer, la denuncia sigue adelante. Diríamos que en nuestro tiempo nada ha cambiado, porque si antes acusaron los fariseos, hoy lo hace el ministerio de Hacienda, que infla con cargos y recargos a los autónomos, a los particulares y al pequeño empresario que se ve ahogado por la demanda implacable de la máquina gubernamental. Claro, si estas personas fueran cristianas, algún valiente (o alguna) podría mañana encadenarse delante del ministerio de hacienda, o el de justicia, o el de economía… para volver a declarar aquello que Jesús recuerda a los exaltados judíos:

“¿O no han leído en la ley que los sacerdotes en el templo profanan el sábado sin incurrir en culpa?”

En el recuerdo inmediato, los repetidos casos de corrupción que arrastran a toda la política en general, y que parece presentar impunidad para unos y expiación para otros. Ellos son nuestros sacerdotes del presente, y también profanan el templo de la justicia, de la igualdad, de la caridad, de la libertad. No digo que tengamos que hacer lo malo, sólo que de una vez venzamos la tiranía del poder para garantizar a cualquier hombre o mujer una casa, tres platos de comida al día, una asistencia sanitaria digna, y una política más humanitaria y en la que el interés no esté en salir a bolsa, sino en que ustedes y nosotros seamos felices.

El dilema es el mismo que enfrentó Cristo, y hoy no me valen los discursos, las buenas intenciones, el deseo de cambiar o las promesas, porque la realidad en la calle es que las familias cada día afrontan su cruz, son su sufrimiento, con su sangre, y con mucho dolor.

Los que realmente pueden, declaren que el hombre no está hecho para el sábado sino que el sábado se hizo para el hombre. Y esto son muchos cambios, y también es un acto de valentía y de amor. Los que hablan, los que predican, los que tienen acceso a las decisiones, rompan toda constitución porque está mal redactada y devuélvanle al ser humano lo que le pertenece, esto es la vida.


Piénsenlo, pero no se detengan demasiado.

jueves, 16 de julio de 2015

MATEO 11, 28 ENCONTRARAN DESCANSO

MATEO 11, 28 - 30»Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.»


Últimamente ando un poco preocupado, pues en mi círculo más cercano se afirma muchas veces que están descargados, felices, descansados, y que llevan una vida apacible y humilde de corazón, pero no es así. Sólo hace falta convivir para darse cuenta que lo que más hay es cansancio, disgusto… están aquí, trabajan aquí, viven aquí, pero su corazón está más allá de lo que quieren transmitir. Lejos, no han encontrado aún su lugar. Entonces, pienso, ¿conocemos la paz de Cristo? ¿Dejamos en Él toda nuestra confianza, aquella que propone ponerlo todo a sus pies? Hay algunas preguntas más, pero con poco hay que buscar la honestidad suficiente para declarar que no, y que cuando creen que sí, también es no. Sólo en ese NO se abren las puertas del descanso, siendo como somos.

Por más yoga, taichí, oración o misa que hagan, todo lo que hay en sus corazones saldrá a la luz en un momento u otro, estando con unos, cenando con aquellos, de viaje, o al regreso. Un grito, una mala palabra, un enfado, una desconfianza… Ser religioso no aporta paz, quizás podrá aportar costumbre o rutina, nada más. Pero tras el velo del culto es fácil esconderse, bajo la grandilocuencia, bajo la risa forzada, o aun poniéndonos de rodillas, ¿para qué? Es una mala educación que nos ha enseñado a escondernos, a maquillarnos, a sumergirnos ante los demás. Es como un gran engaño, un dolor, un no poder dormir, un estrés… finalmente, una enfermedad. Sin darnos cuenta, muchas veces, somos más como el hijo pródigo que se pierde y que no encuentra descanso hasta que vuelve en sí para regresar a casa del Padre.


Hoy no quiero alargarme, sólo lanzar la cuestión si queremos llevarla a nuestra meditación o si, como tantas veces, cuatro padrenuestros y a lo que salga.

miércoles, 15 de julio de 2015

MATEO 11, 25 ESCONDER EL EVANGELIO

MATEO  11, 25 – 27: En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad». Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.



Decir que el favor de Dios está con los pobres, es cierto. Decir que la gracia de Dios no está con los sabios o con los entendidos, es falso. No hay que tener clichés, porque si bien defendemos el Reino de los pobres, también hay que ser conscientes que en aquel espacio de Dios hay parcelas para los ricos, para los sabios, para los científicos, universitarios, banqueros… Estoy con la mayoría que dice que es necesario reivindicar el derecho de los más necesitados, pero estoy en contra cuando ese derecho pasa por quitarles a otros el pan; Pablo dirá que en Cristo no hay ni rico, ni pobre, así que este pasaje de hoy vamos a leerlo en clave paulina, atendiendo a su escritura en el contexto determinado del evangelista.

La revelación de Dios es para todos, para todos los que la reciben según el Espíritu, en Cristo. Pero aunque sólo los pobres la recibieran, la función de estos (su comisionado) sería para hacer llegar el evangelio a los sabios y a los entendidos. Así, mientras los más humildes acercan el mensaje del Padre, los sabios y entendidos aproximan a los humildes a la ciencia, a las matemáticas, a la astrología, a… Quid pro quo; de hecho, actualmente, muchos sabios han llevado adelante proyectos de sostenibilidad para ayudar a los humildes, pero han sido parados por los poderes ejecutores, aquellos que prohíben a las personas llegar a los recursos necesarios.

Qué diferencia entre un Dios que revela, siendo Todopoderoso, y unos poderes fácticos que no lo hacen, moviendo el mundo a su arbitrio. Los intereses de Dios los conocemos y son hacer misericordia; los intereses de aquellos no, pasan por agravar la crisis, por negar ayudas, por controlar el tiempo, el dinero, el gobierno…  Quizás estos sean los que en nuestro tiempo les ha sido escondido el mensaje del Reino, porque (estaremos de acuerdo) no son como niños.

Por encima de la humanidad viven varios poderes, hoy podríamos dibujar nuestra propia representación del Olimpo griego, arriba de todo Dios, el Padre de todos, y moviendo los hilos los otros poderes, pero ya no hay un Apolo, o una Afrodita, ahora está el económico, el religioso, el petróleo… no son tan carismáticos como los antiguos, pero tienen tanto poder o más del que encontramos descritos en sus mitos. Hay un intermediario para llegar a Dios, que es Cristo,  pero hay muchos intermediarios para llegar a la vida. Muchos peajes, muchas estaciones, muchas demandas, muchos impuestos, mucha recesión, muy corrompidos.


¿Acaso también muchos evangelios?

martes, 14 de julio de 2015

MATEO 11, 20 COMO TIRO O SODOMA

MATEO  11, 20 – 24: Entonces comenzó Jesús a denunciar a las ciudades en que había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían arrepentido. «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos. Pero les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Capernaúm, ¿acaso serás levantada hasta el cielo? No, sino que descenderás hasta el abismo. Si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, ésta habría permanecido hasta el día de hoy. Pero te digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Sodoma que para ti.»



El evangelista utiliza los ejemplos de Sodoma o Tiro para ilustrar lo que les ocurrirá a estas otras que a pesar de haber visto los milagros de Cristo, no se han convertido. Nosotros, también usamos multitud de ejemplos comparativos para referirnos a esto, o aquello: mira a tu primo José, que buen estudiante; si no eres responsable acabarás como tu hermano, que ha desperdiciado su vida…; ejemplos que van desde lo más cercano a nuestra conducta social, los clichés y los ejemplos de toda la vida: el borracho del pueblo, la soltera, el estirado… Comparar, es la forma más fácil de hacer ver lo que nos espera, quedarnos peor que aquellas ciudades sin luz.

El texto de Mateo, y el juicio que entendemos, es radicalmente humano. ¿Alguien sabe cómo es la justicia o el juicio de Dios? ¿Será como nuestra justicia?... en absoluto, por tanto deberemos traspasar nuestra imaginación para dejar a un lado las estatuas de sal y el fuego que se arroja para tratar de ver el pasaje desde otra perspectiva, pues en ninguna manera podemos llegar a intuir ese juicio – misericordia de Dios.
El evangelista nos enmarca la necesidad de conversión, si no nos convertimos tendremos un futuro más que negro. Es un ejemplo como los nuestros: si haces esto, o si no haces aquello… El paso de los siglos no ha quitado un ápice de nuestra capacidad asociativa con la que deseamos convencer al otro. El texto hay que leerlo desde la intención de Mateo, como nuestros ejemplos desde la intención del padre, de la madre, de la tía, o del abuelo… Pero mientras nosotros seguimos erre que erre, seguimos ignorantes en lo tocante al Padre.

Nuestras intenciones no persiguen las intenciones de Dios, suponiendo que las tenga. Ni nuestro juicio, ni nuestra misericordia, ni nuestros consejos, ni lo que creemos mejor para el otro, ni la educación o el trabajo, el casarse o seguir soltero, o el ser o no cristiano… son motivos para que Dios vaya a mandar azufre y desolación, pues son nuestros deseos.

Dejen que cada cual viva como quiera vivir, crea en lo que quiera creer, dejen que cada cual sea él/ella mismo. No quieran imponer, machacar, sacudir, sugerir, maniatar o sujetar y permitan que haya un encuentro genuino con la persona y con su ser espiritual. No asusten a nadie diciéndole que en el juicio será castigado, o que irá al infierno… porque no será así.


No podemos pensar como Dios, no podemos juzgar como Dios, no podemos convertir como Dios. Dejen a Dios ser Dios, y si algo hagan ustedes sea amar, ayudar, comprender, escuchar, dialogar, aceptar... viva, y dejen vivir

lunes, 13 de julio de 2015

MATEO 10, 34 A LAS ESPADAS

MATEO 10, 34 - 35: No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz sino espada. Porque he venido a poner en conflicto al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, a la nuera contra su suegra.



Hablar de la paz, o buscarla, implica (como la libertad) un proceso en el cual suelen aparecer luchas, batallas, conflictos. Incluso alcanzada la paz siempre vive algún conflicto, lo vemos de un modo más próximo en la pareja y también podemos extraerlo de predicar a Cristo. La teología de la liberación está en una de estas tesituras, aplicada en lugares donde cohabitan con la explotación, la falta de derechos humanos, la repartición desigual de las riquezas, y la deseducación de los campitos, las zonas más humildes. El Cristo que predicamos los cristianos a veces es de paz, a veces reivindica, y otras veces pelea. No sé si es correcto segmentar a Jesús de esta manera, pero si en la bandera vive la libertad del ser humano por mí… adelante.

Claro, Pablo en Efesios dirá que Cristo es nuestra paz, la piedra que ha sido capaz de igualar al libre y al esclavo, al hombre y a la mujer, al judío y al griego. Pero tanto el tiempo de Jesús como el de Pablo estuvieron teñidos de sangre, de esclavitud, de dictadura y de religiosidad rigorista. Entonces, ahí podemos ver la espada y con ella un mar de guerra, de valentía, de entrega, de desafíos…

Para nosotros, hoy, alzar la espada parece poco menos que probable. Primero, por la pérdida de interés y de identidad cristiana; segundo, porque se está perdiendo la generación, y no hay un vínculo genuino entre padres e hijos; tercero, porque nos hemos conformado; y cuarto, porque no hay fuego.

Podemos hablar de Jesús, de Pablo, de Lutero, de Martin Luther King, de Bonhoeffer, de Edith Stein… nombres que han desenvainado la espada a favor de la humanidad; actualmente también podríamos encontrar a Casaldaliga, a Segundo Montes, Ellacuría, Romero… aunque en esta lista faltan jóvenes, faltan más jóvenes preocupados, entregados, que deseen implicarse en la vida y a favor de ella, que quemen el mundo, que lo hagan arder de amor, cómo encuentro a faltar a tantos y tantas, chicos y chicas, acampando a las puertas de la Iglesia, del Gobierno, de Hacienda, o de los bancos para reclamar, para anunciar, para responder y para sacar la espada.


El fuego, que muchas veces se apaga, sobrevive en las brasas, esperando que se avive, que se aliente. Por ello, preocupémonos de poner en la juventud una semilla de deseo, de libertad, de vida, de acción, de compromiso, de amor. Hablemos con ellos, apoyémoslos, cuidémoslos y vayamos con ellos hacia sus sueños, sus metas, sus preocupaciones, porque esta generación ya está pasando sin presentar batalla.

domingo, 12 de julio de 2015

MARCOS 6 COMISIONES

MARCOS  6, 7 – 13: Reunió a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus malignos. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, ni pan, ni bolsa, ni dinero en el cinturón, sino sólo un bastón. «Lleven sandalias —dijo—, pero no dos mudas de ropa.» Y añadió: «Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que salgan del pueblo. Y si en algún lugar no los reciben bien o no los escuchan, al salir de allí sacúdanse el polvo de los pies, como un testimonio contra ellos.» Los doce salieron y exhortaban a la gente a que se arrepintiera. También expulsaban a muchos demonios y sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite.


Debe ser realmente importante pararse y pararse en estos pasajes de comisión, de transmisión, de ejecución del mensaje, del poder que se nos otorga, de la necesidad de ejercerla… Aunque también vive el recuerdo de comportarse como personas a las que no nos importa deshacernos de lo material, de lo económico, porque tal y como hemos visto a lo largo de este año, el ejemplo nada tiene que ver con la plata, ni la identidad con el oro. El evangelio de hoy nos lleva a ocuparnos del enfermo, del necesitado, del descalzo, del caminante y hasta del endemoniado.

Claro, no somos exorcistas para ocuparnos de esta disparatada adecuación del mal en la persona. ¿endemoniados? Quizás deberíamos decir personas que se han perdido, que están dominadas por todo tipo de pasiones, o que incluso tienen alguna especie de psicosis, de esquizofrenia, o de paranoia… al fin y al cabo seres humanos, hijos e hijas, pero que necesitan de un plus de ayuda para poder encauzar una vida llevada a lo absurdo, al peligro, a la persecución. Pero, ¿Qué poder sobre estos casos? Eh aquí el dilema, porque mientras algunos se aferran a lo espiritual, otros saben acompañarse de la ciencia y de la medicina para tratar a los endemoniados de nuestro tiempo.

Aunque todo ello aderezado con amor, porque el cariño sigue siendo la piedra principal de toda relación, sana o enferma. Así que los cristianos parece que tenemos una doble premisa, la de amarnos los unos  a los otros y la de amar incluso a nuestra parte opuesta, oscura, escondida. Lo que viene a ser una especie de combate de fuerzas antagónicas que somos capaces de acercar por medio de la caricia o de la sonrisa, armas absolutamente dotadas para vencer a lo maligno, a lo desconfiado, a lo rabioso, y que nos hablan de una capacidad común entre lo bueno y lo malo que sucumbe ante el amor.

La cruz podría abrir todo lo perverso del ser humano y en cambio abre un espacio de llegada a Dios, así  nosotros podemos también ver que en la enfermedad, en la paranoia, en la maldad… existe también un camino de llegada a Dios, de encuentro con la persona, incluso de celebración, o de complicidad.


Poderes, sí, pero poderes que pasan por el amor. 

sábado, 11 de julio de 2015

MATEO 19, 27 LO ENTREGAMOS TODO POR TI

MATEO 19, 27 – 29: —¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte! —le reclamó Pedro—. ¿Y qué ganamos con eso? —Les aseguro —respondió Jesús—que en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para gobernar a las doce tribus de Israel. Y todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.


Lo cierto es que la reclamación de Pedro es algo tan normal en el ser humano, como lo es también buscar que sus obras le sean reconocidas. De ese modo, vemos normalmente cómo las personas se reúnen en grupos y cómo en estos algunos quieren destacar, otros buscan ser reconocidos y otros, por ejemplo, son aduladores. Así también ocurre en la experiencia sexual, y así también en la erótica del poder. ¿Es malo buscar reconocimiento?¿Es malo abrumar a alguien con todo tipo de halagos?¿Lo es destacar? De nuestro sí o de nuestro no dependerá la manera en cómo afrontamos nuestra vida diaria, nuestras metas, nuestras amistades… Yo no diré ni sí, ni no, porque me es más importante respetar la opción de cada cual.

Personalmente, pero, no continuaré con la opción que no elijo, porque en mi entendimiento no es la mejor manera de plantearse la vida, y no me gusta. Con todo, siempre es mejor hacerse a un lado, que tratar de imponer lo que uno piensa o lo que uno vive; de ninguna manera podemos decir a unos: lo hacéis mal, y a otros: qué bien! Porque de un modo u otro, la existencia no es perfecta (gracias a Dios). Sí tú piensas en A, vive como el que ha elegido A, y si por el contrario es B, respeta a quienes viven en A.

Considero que el mejor reconocimiento es el que no se recibe, el que vive en la cara B de las cosas, aquel que empuja, que trabaja, que ama, y que se desgarra incluso en la sombra, yéndose luego a casa para descansar, y sin que nadie vaya detrás cantándole alabanzas. El mayor reconocimiento que viene de parte de Dios es la vida, y la vida eterna; el mayor reconocimiento que los seres humanos podemos darle a Dios es la gratitud con la que vivamos intensamente esa vida, incluso el amor que demos, el trabajo que hagamos, la compañía que cubramos, el alimento que acerquemos…

Aunque es un tema controvertido el ponernos en un lado u otro, hoy el evangelista nos muestra una faceta que vive en nosotros, y que como tal actúa de división entre los reconocibles y los que no se ven. Si habláramos de fútbol podríamos decir: ¿Es más importante Xavi, o Mascherano? ¿Es mayor lo que vemos, o lo que no vemos?


Viva el anonimato, Viva toda mujer y todo hombre que desde un alias, o desde el silencio, o que por su localidad han sabido dar la vida sin trascender al honor y al escenario. Gracias por preferir entregarse sin un diploma, a hacer algo en un lugar visible. Pero gracias también a los que han sido reconocidos, abrumados, fotografiados, novelados… porque si sus obras fueron obras de amor, que se ilumine el teatro, que toque la orquestra, que suenen las trompetas, que triunfe la vida.

viernes, 10 de julio de 2015

MATEO 10, 16 LA VOZ DEL ESPIRITU

MATEO 10, 16 – 22: Los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean astutos como serpientes y sencillos como palomas. »Tengan cuidado con la gente; los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. Por mi causa los llevarán ante gobernadores y reyes para dar testimonio a ellos y a los gentiles. Pero cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo. En ese momento se les dará lo que han de decir, porque no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes. »El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten. Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.


Resulta inevitable tener que hablar de todas las veces en los que aunque la cristiandad habló, no lo hizo el Espíritu. La historia de la humanidad ha sobrevivido a la palabra del ser humano, aunque ha costado sangre, derrotas, calamidades… que incluso ahora mismo siguen siendo motivo de disculpa. Que malo es mandar cuando el poder se utiliza para maniatar la cultura, la música, la palabra… Siempre hemos estado al arbitrio de los poderes fácticos, sean políticos, económicos o religiosos y los años que corren se añaden al dominio de esos pocos que dicen qué creer, qué comprar, cómo gastar, o qué leer y qué escuchar, incluso a quién amar.

Hablar con entendimiento o poseer don de palabra no lleva impreso en ninguna manera en sello del Espíritu. Hay grandes oradores, sabias, letradas, licenciados, representantes y dirigentes, los que para nuestro tiempo copan los lugares de los profetas, evangelistas, apóstoles… porque hemos pasado de seguir a Dios para alistarnos en las filas del poder humano. Algunos se gustan mandando, a otros les gusta que les manden; la sociedad sigue partida, y esta partición se esconde aún bajo algo llamado intención para que quienes hablen tengan el poder de convencer con toda clase de artimañas (televisión, radio, mítines…), porque seguimos sin leer, sin escuchar música, sin poesía, sin cultura.

Nos asombramos ante un gran signo: fijaos, aquel ha hecho, aquella ha dicho; nos conformamos con lo que nos han dado, con el plato que nos toca, estamos llamados a proseguir el orden del mundo, aunque no el orden de Dios. Seguimos a la iglesia, a los pastores, a los pontífices, a los telepredicadores, a los magos… muchos de ellos/ellas tampoco hablan por el Espíritu.

¿Y cómo atender, pues, cómo saber quién habla, quién domina, quién señorea?

Todo lo que pasa por el amor conduce a Cristo, y por esa conducción hay esfuerzo, dedicación, entrega, gratuidad, libertad, coherencia, consentimiento, hermandad, cariño, aliento y diferencias; así pasa que todo lo que el Espíritu dice también por el filtro del amor. El paso siguiente es que por el filtro del amor también pasa la humanidad, y aquí nos desviamos (o nos quieren desviar).


Estamos llamados a redirigir el camino, el oído, la mirada y devolvernos al filtro del amor. Si la política, las escuelas, la información, la economía, las religiones, la filosofía, la mecánica… pasa por el amor escucharemos, al fin, algo del Espíritu. 

jueves, 9 de julio de 2015

MATEO 10, 7 DAR DE GRACIA

MATEO 10, 7 – 15: Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente. No lleven oro ni plata ni cobre en el cinturón, ni bolsa para el camino, ni dos mudas de ropa, ni sandalias, ni bastón; porque el trabajador merece que se le dé su sustento. »En cualquier pueblo o aldea donde entren, busquen a alguien que merezca recibirlos, y quédense en su casa hasta que se vayan de ese lugar. Al entrar, digan: “Paz a esta casa.”Si el hogar se lo merece, que la paz de ustedes reine en él; y si no, que la paz se vaya con ustedes. Si alguno no los recibe bien ni escucha sus palabras, al salir de esa casa o de ese pueblo, sacúdanse el polvo de los pies. Les aseguro que en el día del juicio el castigo para Sodoma y Gomorra será más tolerable que para ese pueblo.


Lo cierto es que hoy podemos sacar muchas conclusiones de este pasaje de Mateo, quisiera sólo centrarme en la actitud del cristiano, no sólo en la gratuidad de nuestros actos sino también en la forma en que debemos dirigirnos, como si no tuviéramos nada. Y ese darnos como el que no tiene nada no significa que estemos vacíos de contenido sino que somos capaces de dar tan absolutamente todo que de tanto darlo ya no tenemos nada, y aún así seguimos dando de nuestra pobreza. Es una fórmula extraña, lo sé, pero es una de las maneras más felices que tenemos a nuestra disposición para aferrarnos a la vida y a las personas: te lo doy todo, aún lo que no tengo.

En otras palabras estamos diciendo algo parecido a lo que Jesús les dijo en la barca a los discípulos cuando les refiere la levadura de los fariseos, y en el recuerdo las multiplicaciones de panes y peces. ¿Cuántas cestas recogieron?, esta es la pregunta clave que nos tenemos que hacer una vez lo hemos dado todo, porque si pensaron que de algún modo ya no hay más para dar seguro que se equivocan, sino miren cuántas cestas sobraron. Sí, a nadie se le exige que se vacíe absolutamente y luego aún deba tener fuerzas para razonar la pregunta, pero qué ánimo me da el saber que todo el esfuerzo, que toda la dedicación, que toda la entrega… jamás termina. Cada cual puede atender a su vida para ver cuál es la levadura de los fariseos, aquello que no nos deja ver las cestas. ¿Qué nos ocurre cuando vemos la nevera vacía y no llegamos a final de mes? Podemos pensar que las cosas materiales no son en definitiva el seguro que tenemos, ni el dinero, la visa… Finalmente aún cuando la comida se acaba pueden ir a recoger alguna de las cestas en Caritas, o en un comedor social, o …

Ni bolsa, ni bastón, ni oro, ni alforja… finalmente el camino parece que cada vez hay que recorrerlo con menos cosas, abandonados a la providencia, a la gracia, a Dios.

Hay algo en esta crisis que nos azota que nos roba la fe, que nos quita la confianza, que nos deja ciegos en la vida y que ha sembrado temor en las casas. Qué diferente pensamos los que la sufrimos de los que nos la hacen sufrir. Porque hoy es cierto que para muchos ni hay bastón, ni oro, ni calzado, ni vivienda, ni trabajo… Entones hay que devolverles la pregunta, sea con quejas, con manifestaciones, con denuncias, con todo lo que esté en nuestra mano para que podamos preguntarles a estos poderosos ¿Cuántas cestas sobraron? Porque tienen casas, solvencia, arte, economía, alimento… y no lo dan, ni quieren darlo.


Sí, a todos estos que no dan de gracia, que se comportan como prostitutas, que son avaros, codiciosos… que son como esas ciudades del pasaje, no me queda el consuelo del día final, sino el deseo de que recapaciten, de que extiendan la mano, de que nos acerquen viandas y nos devuelvan hogares, pues todo eso es poder de Dios puesto en sus manos, denlo. Sea de gracia, o a precio social, se lo agradeceremos.

miércoles, 8 de julio de 2015

MATEO 10, 1 ACERCAR EL REINO

MATEO 10, 1 – 7: Reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus malignos y sanar toda enfermedad y toda dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Jacobo, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que lo traicionó. Jesús envió a estos doce con las siguientes instrucciones: «No vayan entre los gentiles ni entren en ningún pueblo de los samaritanos. Vayan más bien a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel. Dondequiera que vayan, prediquen este mensaje: “El reino de los cielos está cerca.”


Mateo nos propone hoy ir en busca de la oveja descarriada y aunque inmediatamente se nos vayan los sentidos hacia la exclusión social, la pobreza, la marginación… hoy podríamos verlo desde dos puntos de vista más próximos: el nuestro o el de nuestra familia, porque muy cerca de nosotros vive, o viven, también ovejas que han quedado descolocadas, abandonadas, o incluso señaladas. Todos sabemos: una herencia, una decisión importante, la relación padres – hijos… Tenemos mucho en donde mirar a fin de poder rectificar durante estos días y llevar también el Reino a los nuestros.

Quizás hoy no tanto, pero hasta hace poco las familias quedaban fragmentadas cuando los padres escogían el camino que debían tomar sus hijos, si recuerdan, - tú tienes que estudiar X porque si no estudias no serás nada. Ciertamente así no podemos aproximar el Reino porque lo que estamos haciendo es impartir nuestra propia dictadura de la que pende el futuro de la hija, o del hijo. O cuántas personas han crecido desde una situación en la que se vive una separación en casa, quedando al amparo de las circunstancias o de los recursos, a veces sin opciones, otras debiendo trabajar y abandonar muchos proyectos. También cuántos hermanos discutieron por un piso, por una hacienda, por algo de dinero que dejaron los padres.

Ahora, ¿es posible que podamos llegar a Dios teniendo relaciones tan cercanas absolutamente rotas? Ahí reside la gracia, que nos envuelve y nos capacita para llegar donde con nuestras disputas a penas lograríamos ver de lejos, y como un recuerdo de lo que Dios hace por nosotros, es posible acercar también su gracia dando opción a la reconciliación, al encuentro, al perdón… No vale la pena buscar el conocimiento, ni divagar o pasarse horas meditando, tampoco vestirnos de espirituales cuando en lo más elemental no logramos vivir el Reino de Dios. Si aborrezco a la hermana, si no puedo ver al hermano, si me enfrenté a mi padre o si hice llorar a mamá, ¿para qué?


Este pasaje de hoy empieza nombrando a los apóstoles, a cada uno, y quizás nosotros hoy también tengamos este trabajo de volver a nombrar a cada uno de los miembros de nuestra familia, entregándoles amor, facilitándoles el perdón, consiguiéndoles lo que necesiten, devolviéndoles lo que quitamos… cada uno sabe, pero para acercar el Reino no necesitamos marchar a Brasil, o a México, o a Haití… basta con echar un ojo a la familia y empezar allí nuestro trabajo.

martes, 7 de julio de 2015

MATEO 9, 35 A DENTRO, NO A FUERA

MATEO 9, 35 – 38: Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.»



Mateo nos presenta hoy ante lo que debería ser el llamado universal a darse al prójimo, a la mutua ayuda, al hacer camino o al ampliar familia, por ejemplo. Y puede que llegue a ser para algunos incluso sorprendente que en ningún momento Jesús pide que busquen algún tipo de perfil sino que la puerta se abre para cualquier persona que lo desee. Ya fueran judíos, o samaritanos, o griegos, o esclavos, o publicanos… de toda índole o de toda tribu urbana, sea gay, sea mujer, sea hombre, casado o divorciado, adúltero o incluso traidor, porque si le pedimos a Dios que nos envía a las más guapas, a los más ricos y a los poderosos mejor cambiamos de tercio hacia posiciones ultraconservadoras, que las hay y mucho, no importa quién venga sino que vengan (ese debería ser el llamado).

Claro, somos lo que somos y ocurre que como comunidad hay de todo y lamentablemente a mucha gente la invitas a vivir el evangelio y te dicen que NO, y NO porque llevamos un lastre de gente amargada, cotilla, quejosa y malhumorada que además quieren hacer creer que viven en libertad, según la voluntad de Dios o… Vamos, que con semejante cartel es normal que más de uno se  vaya corriendo cuando pasa por delante de una iglesia.

Qué hacer? O qué no hacer? Porque aquí está el dilema, o por un lado ponemos las cosas claras con esta gente que vive chafando al prójimo, o nos aferramos a la libertad con la que creemos que Dios nos ha llamado y hacemos como la vista gorda. Pues miren, a mí personalmente me gusta la primera opción, porque no puede ser que uno vaya a celebrar la vida y se encuentre lo que se encuentra, aunque también hay muchas, muchas personas que viven una alegría y un darse a los demás que merecen un bien grande OLE!



El pasaje de hoy llama a todos éstos que hacen de estorbo, de espanta pájaros, que NO, que no es así como dijo Jesús, que lo que hay que procurar es que los obreros y los que vengan se encuentren fenomenal, participativos, llenos, felices y vivos. Y si no logramos este objetivo es que indudablemente estamos haciendo algo mal y es NECESARIO ponerse a trabajar para poder volver a llamar a la mies a los que hoy huyen de ella. Claro, leer la Palabra está muy bien, llevarla al corazón mucho mejor.

lunes, 6 de julio de 2015

MATEO 9, 19 LA HIJA DE JAIRO

MATEO 9, 18 – 26: Mientras él les decía esto, un dirigente judío llegó, se arrodilló delante de él y le dijo: —Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Jesús se levantó y fue con él, acompañado de sus discípulos. En esto, una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto. Pensaba: «Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana.» Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: —¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento. Cuando Jesús entró en la casa del dirigente y vio a los flautistas y el alboroto de la gente, les dijo: —Váyanse. La niña no está muerta sino dormida. Entonces empezaron a burlarse de él. Pero cuando se les hizo salir, entró él, tomó de la mano a la niña, y ésta se levantó. La noticia se divulgó por toda aquella región.



El ser humano es un gran especialista en declarar muerte, cuando alguien fracasa, cuando alguien nos miente, cuando nos dañan, o incluso cuando hay partes de nosotros mismos que queremos dejar escondidas, todo ello lo declaramos muerto. Es lo más fácil, o debe serlo, porque si declaramos que algo ha muerto en cierta medida dejamos de padecer. Pero es un riesgo, porque nosotros no tenemos ninguna garantía de muerte cuando ponemos tierra sobre algo; la vida, que no siempre es fácil, de un modo u otro va a seguir presente en nosotros. Quizás un poco podamos ver en este hombre las ganas de afrontar la vida a pesar de que otros puedan decirnos que está muerte, aún si a nosotros mismos nos lo pareciera.

Cierto, un padre o una madre no van a rendirse jamás aun en las peores situaciones que pueda encontrarse una hija; lo vemos más desde los años 60 cuando las drogas entraron en la vida pública cómo aquel elemento que desgarraba a las familias, a los padres, a las hijas, a las madres, desde EEUU hasta Tailandia y generación tras generación hemos podido observar cómo hay lucha aun cuando nuestro ser amado parece estar muerto. Hay que luchar, luchas por la vida, por el amor, por la amada, por el esposo, por el hijo, por todo aquello que nos importa y que no queremos dejar resignado en el mundo de los muertos.

A algunos nos hace falta un empujón o una situación insólita para darnos cuenta que somos muertos en vida y a otras no, porque son capaces de ver que en su vida no hay pulso y aferrarse a la vida en capítulos de superación personal.

No necesariamente tenemos que ir a lo más radical, porque en la sociedad declaramos muerto a un sector de población que ha quedado marginado y en riesgo, personas que además tienen muy difícil poder salir de aquella situación a no ser de los muchos y muchas JAIRO que como su fueran su hija corren en busca del Señor de la vida para devolver al ser humano su condición de viviente, su identidad, su ser. De un modo u otro todos estamos llamados a ejercer de Jairo alguna vez en nuestra vida, es la gran reivindicación ante la exclusión, ante todo aquello que parece oler a podrido y de lo que la gente huye.


Levanten a los muertos, o a aquellos que se considera que han muerto y regrésenles la vida, la ilusión, la felicidad, entréguenles la ficha del amor. Necesitamos Jairos, y con urgencia.