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martes, 31 de octubre de 2017

LUCAS 13. EL SABADO Y EL PODER

 LUCAS 13, 14 – 17Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente: —Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. —¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? Cuando razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía.


Todos en nuestra vida tenemos un sábado, un algo irrenunciable, que está por encima de todo pero que sólo responde al egoísmo. El evangelista nos sitúa en esta particular tesitura cuando no somos capaces de anteponer la misericordia a nuestra rutina, a nuestro descanso, a nuestra comodidad o a lo que nos apetece. Quién no ha pensado: ¿con la de días que hay y precisamente tiene que ser hoy?¿Con la de gente que hay y me tiene que tocar a mi?¿Es que no puede hacerlo otro? Bueno, son ese tipo de cosas que nos vienen a la cabeza, muchas veces, cuando hay que arremangarse la camisa para servir. Y sí, por supuesto, a todos nos gusta servir y hacer cosas por los demás pero… honestamente… ¿Quién no ha tenido uno de esos días?

No sabemos qué les molestó más a estos judíos, si el hecho que Jesús hiciera un milagro, una curación, en sábado o si, por el contrario, lo que les molestaba era por la implicación que tenía el hacer de Jesús, quien no paraba de interpelar a aquellos piadosos. Lo mire por donde lo mire es una bofetada, que además no caduca en el tiempo sino que tiene capacidad de llegar a nuestros días, a nuestra vida, para decirnos que nunca se debe dejar de hacer bien, de servir, de amar y de tener misericordia porque la vida no se para, la paramos nosotros.

El evangelio nos dice que le gente se quedaba maravillada de aquellos signos, pero Jesús llama a los suyos a hacer algo más que quedarse boquiabiertos. Estas maravillas que yo hago, podría decirnos, también las puedes, las debes, hacer tú. Porque cada uno de nosotros puede implicarse en su realidad de tal manera que también es capaz de repetir, en la medida de sus posibilidades, estas señales del Reino que suceden cada vez que un ser humano hace compasión de otro ser humano. Y ya no sólo me asombro de Jesús sino que también me asombro de tus obras, y me maravillo, pero no me quedo como pasmado sino que me sirve de aliento para continuar haciendo lo mismo, colaborando con la humanidad.

El poder tiene esa capacidad de decirle a la necesidad cuando tiene que venir: así lo vemos en cuestión de sanidad, con aquellas interminables listas de espera que tienen a la persona sufriendo dolor innecesariamente; o lo vemos cuando uno tiene algún problema con la hacienda o la Seguridad Social, un impago de autónomos, un IVA… O cuando hay que hacer un trámite en gobierno, en la policía… venga otro día, te dicen. ¿Otro día? Acaso el que es médico no usará todos los trapicheos a su alcance cuando hay que operar a un familiar, a una hija, a un amigo? O el agente judicial no mantendrá su cuenta a salvo de embargo porque han de ingresarle la nómina? O no se facilitarán los trámites? Los formularios?...


El poder está como está, pero estas cosas hay que cambiarlas, porque mientras no lo hagamos seguirán existiendo demasiados sábados en la vida, que dificultarán a los enfermos, a los necesitados, a nuestras familias… ¿y qué es más importante?

domingo, 29 de octubre de 2017

MATEO 22, 34. CON TODO EL CORAZON

 MATEO 22, 34 – 40Los fariseos se reunieron al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos. Uno de ellos, experto en la ley, le tendió una trampa con esta pregunta: —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”  —le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.



El pasaje de hoy responde a una pregunta que para los fariseos tenía mucho sentido. Ellos, que buscaban el acceso a Dios, lo hacían por medio de normas y reglas, cada vez mayores en número tal que no podían llevarlas a cumplimiento. Es por ello que pretendían una ley más sublime que con sólo cumplirla pudieran satisfacer lo que no alcanzaron con sus 613 preceptos. Es como si este pasaje hoy nos dijera que seguir a Cristo no se liga al cumplimiento de leyes, de reglas, de normas… sino al amor, aunque nosotros somos más proclives a comportarnos como los fariseos que necesitan de la Ley, haciendo más complicado el acceso a Dios. Quizás esconda algún tipo de miedo esto de dar vueltas y vueltas y levantar trampas para no dejar libertad a la presencia divina, o puede que estas leyes hayan mitificado y sirvan para mitificar a Dios. Sea como sea, el amor no es siempre el camino escogido por el ser humano que prefiere anteponer sus intereses al bien global.

Si tomáramos en cuenta, sólo, las cuestiones del armamento y la droga no podríamos sino sentir lástima, indignación o rabia cuando viendo el dolor, o la violencia que generan sabemos que detrás de ellas están no sólo grupos criminales sino, también, gobiernos, países o entidades que se sumergen en el barrizal que es su entramado al público y social. El dinero de la droga se confunde entre el dinero social, el ruido de las balas se ensordece entre campañas humanitarias, y es que el poder ha aprendido a decirnos aquello de que nuestro mundo ya no se rige por la ley del amor sino por la de la economía.

Esto me lleva a pensar en el amor inhumano, que existe, es el amor que vive en mitad del conflicto y que es presa de cualquier tipo de atrocidad. Es el amor que profesan los violentos, que también aman; el amor que se manifiesta como un corazón en el seno del mercado negro;  la cordialidad entre naciones; la caricia de la corrupción, del crimen… Si existe un amor meta físico, o un amor trascendente, o un amor carnal, también existe este amor de perros.

Las palabras de Cristo quieren hoy conmover al mundo para que recapacite y vea de qué forma está amando. Hoy es necesario quitarse la máscara, el disfraz y que por amor a la humanidad se remuevan los poderes fácticos. Este amor a los demás debe vencer el individualismo, el narcisismo de las economías y de los gobiernos, de la banca y de la hacienda, para que no se grave más la dignidad, la libertad, la felicidad del hombre, o la mujer. Hoy deben ponerse los límites para que dentro de un tiempo emerja el buen fruto, otro amor más pleno, más solidario, más entregado. Hoy todo padre, toda madre, debe mostrarle el legado a sus hijos: el amor al prójimo, que pasa por el amor a la naturaleza, a la Tierra, a las culturas, a las diferencias…


La vida en nuestro mundo no la rectificará la ciencia, ni la política, ni la biología, ni la psicología… sólo la cambiará el amor. Recuerdo aquella imagen de alguien entrando una margarita por el cañón de un rifle de asalto, al miedo no hay que temerlo… hay que amarlo, darle amor y quizás así recapacite, y cambie.

viernes, 27 de octubre de 2017

LUCAS 12, 54. EL ULTIMO CENTIMO

 Lucas 12, 54 – 59: Decía también a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: “Va a llover”, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: “Viene bochorno”, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.



Hablar de este pasaje de hoy puede resultar pretencioso para quien escribe por la opción política que se vive entre España y Catalunya y que, hoy, tras un recorrido intenso llega no ya ante el juez, porque en este país la justicia es partidista y está quemada, sino ante el alguacil, porque directamente estamos ante la cárcel, un lugar curioso del que salen aquellos que más deben y más roban y no aquellos otros que, pobres, no tienen ni para pagar. Que el gobierno más corrupto de la historia de España tenga potestad ante los ciudadanos como juez y verdugo es terrible. Que un gobierno que maniata a la prensa y controla sus contenidos, informaciones, personal… quiera vender libertad, es esperpéntico. Y que un gobierno que ha favorecido a las grandes fortunas al robo a través de la amnistía fiscal se atreva a tocar la sanidad, la educación, la cultura o la vivienda como ha venido haciendo en todo este tiempo es, cuanto menos, vergonzoso. La ignominia que se ha instalado en nuestra democracia necesita, urgentemente, no ya una reforma sino una total y absoluta renovación.

Claro, yo vendo mi parte. La que me toca. La que vivo y la que siento. Y debo decir que tampoco espero un gobierno catalán libre de fraude, de corrupción, o lejos de los círculos de presión y de poder que, también, han dirigido los pasos de la situación actual. Ojalá hubiera sido sólo el fervor de un pueblo que quiere que se le escuche. Para nada, quién descubriera las cloacas del proceso y sus fondos de presión. Así, desde luego, como nación tampoco iríamos demasiado lejos. Porque sí, hay que escuchar a más de dos millones de personas pero, no, no hay que dejar de ver al otro tanto por ciento que no quiere la independencia. Por tanto, si el gobierno del PP nos lleva ante el alguacil, nosotros también hemos hecho lo propio con los nuestros, amigos y familiares, que quieren otra opción. Tampoco es democracia.

Seguiré saliendo a la calle contra el terrorismo. Saldré nuevamente contra la represión policial. Iré a hacer bulto para que se respete el ecosistema, se erradiquen las guerras o para denunciar la violencia de género, por ejemplo. Pero no, no van a verme más en democracia porque como tal, y ya hace tiempo, la democracia está extinta.

miércoles, 25 de octubre de 2017

LUCAS 12, 39. QUE HAY ALGUIEN AHI?

 Lucas 12, 39 – 48: Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.» Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» Respondió el Señor: ¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.


El discípulo es uno de los temas recurrentes que atraviesan los evangelios. Cómo es? Qué se espera? Qué necesita?... son preguntas a las que cada evangelista responde en función de la comunidad en la que viven. Todos los evangelistas coinciden en la fidelidad, en el seguimiento a Cristo y en la necesidad de la vigilancia. Al discípulo, en Lucas, se le entrevé una actitud nueva respecto de la espera escatológica, que está descubriendo la importancia del tiempo. El estímulo escatológico está desapareciendo y es necesario alentar la vigilancia, la tensión de la espera. Algo que estos meses, por ejemplo, cobra actualidad en muchos lugares del mundo en los que se procura que la población no pierda el interés por la política, o la economía. La espera escatológica se ha convertido en la espera político-económica y el seguimiento a Cristo, que pena, se ha tornado ya una rareza.

La preocupación de los evangelistas era la de motivar a sus comunidades, como la ocupación de los profetas era llevar al pueblo una Palabra de Dios. Ahora la preocupación de nuestra Iglesia dónde vive? Dónde está? Si cuando más necesitamos de su posicionamiento sólo sabe callar. Y salvo excepciones por el mundo, que prosiguen con su voz profética y de denuncia, la Gran Institución calla y otorga a las presiones de los poderosos un silencio de complicidad en este ataque masivo a las libertades y a los derechos fundamentales de un ser humano mermado, herido, agotado y masacrado.

Más aún, porque verdaderamente me sorprende que ante un mundo que se manifiesta, que sale a la calle en contra de una guerra, en contra del terrorismo, a favor de la paz, por una u otra opción nacional… no tenga una macro, macro manifestación de cristianos y de cristianas que pidan un cambio total y absoluto en su modelo de Iglesia y en la forma en que ésta ha perdido su capacidad como seguidora de Cristo.

Hay veces que se escucha la voz de los ultra-montanos, de los más recalcitrantes, de la banda conservadora pero… ¿qué ocurre con nosotros, con los otros?¿por qué no salir a la calle para reclamar una vivienda digna, un salario digno, un mejor cuidado por el ecosistema o un compromiso de amor hacia el mundo que nos alberga? ¿Dónde está nuestra capacidad de escándalo? ¿Dónde nuestra voluntad como comunidad? ¿Hay alguien ahí?

martes, 24 de octubre de 2017

LUCAD 12, 13. QUÉ OCURRIRÍA...

 LUCAS 12, 15 – 21Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes. Entonces les contó esta parábola: —El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha.” Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.” Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?” »Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.


El evangelista nos enseña hoy sobre la importancia que tiene compartir las cosas, mas si entre estas cosas están: la vida o la fe, porque ni la vida, ni la fe, tienen un carácter de egoísmo sino que, partiendo del Padre, son entregadas para la humanidad y en beneficio de la humanidad. El aspecto relacional que identifica a toda persona puede ilustrarnos más perfectamente en cómo para que algo pueda llegar a ser “pleno”, o completado, debe no sólo forjarse en nuestro interior sino que, además, luego debe proyectarse hacia afuera. Así, cualquier signo de transformación, de crecimiento, de bondad… sólo se hace visible a través de las obras, que son los signos externos de la obra de Dios en nosotros.

¿Qué ocurriría si hoy reclamaran nuestra alma? La intención del evangelista va ahora mucho más allá de prevenirnos sobre la avaricia o el egoísmo, pues nos llama a atender hacia los fundamentos de nuestra vida. ¿Vivimos según al evangelio?¿Procuramos nuestro amor al prójimo?¿Somos como los que sirven? O quizás por el contrario hemos dejado de atender a las premisas del evangelio que, poco a poco, cayó en el olvido. La historia de hoy nos habla de un hombre como cualquiera de nosotros, que se alegra de su trabajo, del puesto que ha conseguido, de la casa que tiene, de haber pagado la hipoteca… Nos habla de un hombre arraigado a todo lo mundano, y que además sólo le servirá para sus años de vida. Pero… ¿y si enferma?¿y si muere? ¿Qué ocurrirá con su alma?

Podemos confiar nuestra vida a Dios, sabiendo que su misericordia y su gracia nos cubrirán en el día postrero, aunque el evangelista quiere llamarnos a prestar atención a esta vida nuestra de más allá, la que está tocante al cielo, la que nos abre a Dios. Somos mucho más que un simple cuerpo formado de tejidos orgánicos, músculos, huesos… y es que, en algún momento, el Creador infundió sobre nosotros su aliento de vida y fuimos. Y este ser de Dios también tiene que llevarnos a su cuidado, sea por oración, sea por amor, sea por la celebración. Claro que nos preocupan las cosas de la Tierra, del día a día, pero también nos preocupan las cosas del cielo y las cosas de Dios, por ello además de trabajar para ganarnos el sueldo, también trabajamos (aunque de otra manera) por amor a Dios. Por un lado tenemos que ganar dinero, por el otro también tenemos que ganar almas, que liberar almas, que procurar llevar o acercar el Reino. Así como hay un trabajo físico, también hay otro espiritual.


Podríamos acabar diciendo, que también somos responsables (en cierta medida) y ayudadores de Dios para que su voluntad, su Salvación, continúe llegando a cada persona, a cada ser humano. Si rehuimos de nuestra responsabilidad ¿no rehuirá luego Dios de nosotros? Bueno, yo entiendo que no, que tanta misericordia finalmente nos cubrirá, pero según nuestra lógica debería ser, por tanto: ¿Qué ocurriría hoy si reclamaran mi alma?

viernes, 20 de octubre de 2017

LUCAS 12, 1. EN TRANSFORMACIÓN

 LUCAS 12, 1 – 4Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía. No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas. »A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más.


Podríamos decir que tal y como corre el mundo hoy el evangelio hace una llamada a cambiar la actitud respecto de estas metas, formas de hacer, competitividad salvaje, presión… que en el mundo han encontrado un hueco como fin del ser humano. Como si para realizarse en esta vida lo que tuvieras que hacer sería convertirte en un tiburón, en un/una profesional agresivo, cual lobo, atento a las flaquezas de los demás, a sus situaciones de debilidad para aprovechar la ventura, como si estuviéramos en plena batalla. Hoy las personas no sólo se atropellan sino que, además, viven inmersas en una falsa consecución de su vida en plenitud. Esto es absolutamente hipócrita por parte de la dirigencia social, que nos trata de engañar vía moda, tendencias, logros, premios, castigos…

Pero miren, paralelamente a este ideal con el que ya desde pequeños se nos quiere inculcar nuestro devenir por la vida ocurre que, al tiempo, vemos el fracaso de los sistemas financieros, políticos… incluso vemos cómo aquello que nos presentaron como nuestro patrimonio, el suelo, se ha convertido en una losa para muchísimas familias que se han quedado sin casa, sin patrimonio, sin suelo...

Ciertamente nos podemos sumar al evangelista cuando dice que no hay nada encubierto que no haya de descubrirse, tarde más o tarde menos. Y aquí tendríamos que aprender de una vez de la experiencia de este tiempo que, si bien es convulso, también está ayudando a ver con claridad después de toda esa densa niebla a la que estuvimos sometidos.

Bien, al ser descubiertas las cosas tenemos la posibilidad de rectificar, de crear y de repensar nuestro lugar en el mundo, nuestras prioridades, la forma en que vivimos y somos en sociedad y, midiendo las injusticias que ocurren cada día, replantear la política, la energética, la banca y el orden mundial (que hasta hoy siempre corre entre corruptos). Tenemos la posibilidad de dejar de atropellarnos, de abandonar las carreras por la fama, la popularidad, el éxito a costa de los demás. Tenemos, hoy, una grande responsabilidad ante un mundo que ha caído y se ha sumergido en una selva en la que los “fuertes” tratan de sobrevivir al golpe que su maquinaria ha asestado.


No teman, dice el evangelista. Y este no temer lleva implícito un mensaje que quiere reivindicar que existe una posibilidad de cambio, de transformación, en este mundo. 

jueves, 19 de octubre de 2017

LUCAS 11, 47. MAS SEPULCROS

 Lucas 11, 47 – 54: ¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido. Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.


Cuando la vida depende de los grupos de presión ocurre que se pierde de vista no ya la legalidad, ni la democracia, ni la libertad (que también), sino que se pierde la dignidad. Y cuando se pierde la dignidad se cae la humanidad de la persona y pasamos al estrato de los infrahumanos. ¿Creíamos que esto era patrimonio del tercer mundo? Para nada, pues gracias a la dictadura de los poderosos todos estamos en orden de esta infra-humanidad creciente, que asola la vida de la Tierra y que, como citan muchos autores, terminará desembocando en una guerra por lo que es básico, como el agua, el territorio… O comienza la vía profética, o emerge una voz crítica de verdad, o salimos de nuestras prisiones, o… no quiero imaginarlo.

Vivimos en un tiempo en que no somos nosotros los que sufreimos el acoso de los escribas y fariseos del tiempo moderno. Curiosamente son ellos quienes sufren el caso de ellos mismos y de los grupos que representan. Buscan cazarse y se enzarzan en discusiones, acusaciones, prisiones y sanciones. Nosotros sufrimos las consecuencias de sus disparates, de sus recesiones, de sus contingencias. Es que esto de la llave de la ciencia ni nos suena. Es que ni llegamos a la puerta. Es que ya no importa que no entremos ni que no nos dejen entrar, ya no podemos ni atravesar el camino.

Por un lado, participamos de la sangre que se derrama en medio mundo. Por otro lado vivimos acomplejados por la Economía. De una banda nos privan de derechos. Por otro lado nos llenan de temor. Si hay fútbol, todos contentos. Si hay corazón, todos de amarillo. Y si en todo esto alguien de la Iglesia habla como debe hablar… cuidado, que lo echan.

Bien, pues sigamos edificando sepulcros, que los vamos a necesitar.

miércoles, 18 de octubre de 2017

LUCAS 10, 1. DE OTRO MODO

 LUCAS 10, 1- 9: Después de esto, el Señor escogió a otros setenta y dos para enviarlos de dos en dos delante de él a todo pueblo y lugar adonde él pensaba ir. «Es abundante la cosecha —les dijo—, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que mande obreros a su campo. ¡Vayan ustedes! Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven monedero ni bolsa ni sandalias; ni se detengan a saludar a nadie por el camino. »Cuando entren en una casa, digan primero: “Paz a esta casa.” Si hay allí alguien digno de paz, gozará de ella; y si no, la bendición no se cumplirá. Quédense en esa casa, y coman y beban de lo que ellos tengan, porque el trabajador tiene derecho a su sueldo. No anden de casa en casa. »Cuando entren en un pueblo y los reciban, coman lo que les sirvan. Sanen a los enfermos que encuentren allí y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes.”


Volvamos a la situación política. Veamos a estos representantes del pueblo, elegidos por un sistema X por los ciudadanos para que representen, no sus intereses, sino las propuestas que como grupo político quieren llevar adelante y que, nosotros como corderitos, aceptamos porque, en definitiva, es lo que hay. A grandes rasgos, más empleo, dinero para sanidad, mejoras en el área social, actualización en infraestructuras, políticas de crecimiento… Todo ello al engroso porque no hay política a modo individual, ni tampoco a modo solidario, ni tampoco bajo una ética del cuidado… Como llevamos así un buen montón de años, será que nos gusta. ¿Quién va a discutir el derecho, adquirido como algo inalienable, al voto?

Avancemos ahora. ¿Qué ocurriría si estos representantes nuestros adoptaran las vías del pasaje de hoy? ¿Se imaginan? Que su líder, o su jefe, o su presidente, les dijera de ir a visitar casa por casa, en cada ciudad, sin dinero, ni bastón, ni sandalias?

Bien. Sin dinero se encontrarían en una disyuntiva, que cuando fueran acogidos por una familia rica comerían y beberían en lo abundante y que, en cambio, cuando los acogiera una familia pobre (porque ya no las hay medias, o son pocas) gustarían de la escasez. Comerían y bebería, claro, pero quizás si indagaran, aquella familia les explicaría que lo que toan en la mesa lo han recogido de caritas. En otros casos, con otras familias, este encuentro lo tendrían que hacer en un comedor social.

Sin sandalias estarían, como los ciudadanos, pisando la realidad. Fuera del congreso, del senado, de las cúpulas o de las sedes de cada partido las personas andamos sin sandalias, porque nuestros pies desnudos pisan el suelo que toca trabajar, sufrir, amar, atravesar… Y si no se comparte esta realidad humana, no nos extrañe luego que le pregunten a un presidente de gobierno cuánto cuesta un café y no tenga ni idea. Un café! Imaginen una barra de pan, una botella de leche, unos yogures…
Sin bolsa. Ay! Sin bolsa no habría corrupción, o sería menor porque no cabe lo mismo en los bolsillos que en las bolsas.

¿Acaso no es esto posible? ¿Queremos seguir alimentando el mecanismo político actual? ¿No hay un giro en Cristo?

martes, 17 de octubre de 2017

LUCAS 11, 37. INSOSTENIBLE

 LUCAS 11, 37 – 41: Cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer con él; así que entró en la casa y se sentó a la mesa. Pero el fariseo se sorprendió al ver que Jesús no había cumplido con el rito de lavarse antes de comer. —Resulta que ustedes los fariseos —les dijo el Señor—, limpian el vaso y el plato por fuera, pero por dentro están ustedes llenos de codicia y de maldad. ¡Necios! ¿Acaso el que hizo lo de afuera no hizo también lo de adentro? Den más bien a los pobres de lo que está dentro, y así todo quedará limpio para ustedes.


Un conflicto, sea un conflicto bélico o un conflicto político, o uno de parejas, o de ideas… es, en la mayoría de casos, como asistir al choque de dos mundos que no quieren encontrarse. No, ni se trata de legalidad, ni de terror, ni de opresión, ni de legítimas defensas. No hay voluntad de entendimiento, no quieren hablar y, en su camino de intransigencia, terminan minando a los pobres, a los necesitados y a todos los que no pertenecen al amparo del paraguas del poder que, en definitiva, es quien alienta las guerras y los conflictos. Llámenle Cía, Rusia, Arabia Saudita, Maduro, Isis, González, Aznar, Casado, Albiol… Todo un grupo de entidades, gobiernos, lobbys o personas que, como la crítica del evangelio, están por el rito (por su legalidad, sus intereses, sus economías…).

Necios, sí, lo son. Codiciosos, también, claro que sí. Llenos de maldad, en tanto perjudican a las personas, a las sociedades, a las instituciones, al ecosistema y a nuestra Gaia sufriente. Pretenden un mundo de plastilina en que nos exigen lavarnos las manos antes de comer pero en el que no se cuida la comida, que llega contaminada, alterada y tratada, llena de grasas saturadas, azúcares, y cualquier tipo de veneno que tengan a su alcance. Rescatan sus economías con el dinero del narcotráfico para luego mostrarnos cómo incautan, cómo persiguen, cómo se coordinan en la lucha contra la droga. Visten sus políticas de democracia, salvan a sus corruptos, pero condenan al que sufre paro, pobreza energética, o a quienes tienen que vivir con el sueldo que las multinacionales bajan, rebajan y, finalmente, dan como una limosna.

No me vengan con discursos, con verborrea, con promesas. No me vendan elecciones, ni demócratas, ni monarquías, ni repúblicas. No me presenten patriotas, ni gente dentro de la ley porque ustedes cabalgan fuera de ella. No me quieran mostrar ni la impunidad de sus jueces, ni de su policía, ni de sus repartos, ni de sus partidas económicas. No me hagan creer que limpian el vaso por dentro, porque no tienen corazón.

Pobres, necesitados, sufrientes. Sanidad, educación, cultura. Solidaridad, respeto, dignidad, libertad y cuidado. Sostenibilidad. ¿Para cuándo?

domingo, 15 de octubre de 2017

MATEO 22, 1. CELEBRANTES

 MATEO 22, 1 – 10: Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo: «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero éstos se negaron a asistir al banquete. Luego mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas.”


Si a uno lo invitan a una boda, normalmente acude presto y dispuesto a la celebración. Bien, a no ser que el cubierto valga un dineral o, puede pasar, que no haya demasiado buen feeling con los que celebran. Pero normalmente, cuando a uno lo invitan es porque hay, mínimo, una cierta relación de amistad, de amor, de afinidad… Y, qué caray, celebrar una comunidad de amor es algo que siempre apetece porque en este mundo del conflicto hay que empezar a saborear los momentos de triunfo del amor que, gracias a Dios, siguen siendo también muchos.

Es curioso ver el cuidado que pone el celebrante, que ha preparado todo lo necesario para que los invitados sólo tengan que acudir, sentarse, gozar y saborear la comida, la bebida… Además, no vienen a servir sino a ser servidos. Un Rey invita a sus amigos. Y esto, voy a zambullirme en política, no ocurre en la mayoría de monarquías europeas donde sólo caben el poder, la economía y, bueno, quizás algún sector de la cultura, el deporte… aunque no es habitual.

El banquete para el cristiano es la ocasión de celebrar, recordar, alabar, adorar, amar y dar gracias. No es poco, desde luego. Y en este sentido cada día hay un rey, o una reina, que nos invita a su boda, a su mesa, a su casa, a su iglesia… y lo hace como acto de amor. Lo hace esperando un sí. Lo hace con satisfacción. Y lo hace como señal de apertura y de hospitalidad. Quiere honrar a sus invitados. ¿Cómo podemos decirle que no?

Hoy no voy a entrar en la negativa sino que sólo quiero dejar patente esta voluntad de aprender a ir allí donde nos invitan, porque algo precioso esconde la invitación y no merece la negativa. Sintámonos pues afortunados de tanta oportunidad para el banquete y digamos sí a la celebración, que también es un signo de cristiandad.

sábado, 14 de octubre de 2017

LUCAS 11, 15. DOS REINOS

 Lucas 11, 15 – 20: Pero algunos dijeron: "Éste expulsa a los demonios por medio de Beelzebú,  príncipe de los demonios." Otros,  para ponerlo a prueba,  le pedían una señal del cielo. Como él conocía sus pensamientos,  les dijo: "Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado,  y una casa dividida contra sí misma se derrumbará.  Por tanto,  si Satanás está dividido contra sí mismo,  ¿cómo puede mantenerse en pie su reino?  Lo pregunto porque ustedes dicen que yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú. Ahora bien,  si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú,  ¿los seguidores de ustedes por medio de quién los expulsan?  Por eso ellos mismos los juzgarán a ustedes. Pero si expulso a los demonios con el poder de Dios,  eso significa que ha llegado a ustedes el reino de Dios.


Bíblicamente el Reino de Dios opera ya en la línea temporal histórica. Es decir, en nuestra propia vida y durante su vigencia. Los actos que Jesús va realizando, según la redacción de los evangelistas, especifica claramente el aquí y ahora de la realidad celeste dentro de la esfera temporal terrestre. Claramente el Reino ya se ha acercado porque las señales que el maestro de Nazaret hace atestiguan la vigencia del poder de Dios según ,además, estipulan las escrituras y los profetas. No hay, por tanto, duda de aquello que plenifica la opción de Cristo en Dios que son las mismas obras del Padre Eterno.

Muchas de estas obras han tenido, y tienen, una continuidad en el devenir del mundo cristiano y, por extensión, del mundo que vivimos. La mayor obra que habla del Reino ya instaurado es el amor, que jamás ha dejado de actuar y de mostrarse a la humanidad, incluso cuando las catástrofes han asolado el tiempo y el lugar del ser humano. ¿Alguien podría pedir alguna señal más grande que el amor? ¿Y si Dios es Amor… qué más prueba necesitamos para creerlo?

La solidaridad, el cuidado, la salida hacia el otro, la partícula espiritual que vive en nosotros, el anhelo de trascender, la paz… son los signos que acompañan al señorío de Dios, y de Cristo, entre nosotros. Es la total confirmación de la instauración del algo que se cumple en la humanidad y de lo que tenemos que aprender a saborear, a vivir, a gozar y a practicar. Siendo conscientes de que las promesas de Dios están entre nosotros y operan en nosotros y en los demás.

Pero este Reino de Dios sufre la violencia del Reino Económico globalizador, del neocolonialismo de las grandes potencias que acallan la obra divina en pos de la competitividad, del envenenamiento de la Tierra. Ellos hacen la política de la esclavitud y nos someten entre mecanismos que llaman democracias, bien común, ética de mínimos… Ellos también muestran sus señales, y tienen poder, y además gozan de cierta popularidad. Es el Reino del plástico, del petrodólar, de la desigualdad…

Y teniendo estas señales, qué haremos nosotros? Con quién o contra quién lucharemos? Seremos de los que procuran la paz o de los que fomentan el odio?

jueves, 12 de octubre de 2017

LUCAS 11, 27. ESCUCHAR Y OBEDECER

 LUCAS 11, 27 – 28: Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer de entre la multitud exclamó: —¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te amamantó! —Dichosos más bien —contestó Jesús—los que oyen la palabra de Dios y la obedecen.


La gran dicha de la escucha y obediencia a la Palabra de Dios no viene, estoy convencido, ni por guardar el precepto ni por darse a una piedad de rutina y piedra. De hecho, y podemos constatarlo, hay muchas personas piadosas que viven entre intrigas, desconfianzas y fachada una vida que, bajo el plumón, cumple con los preceptos de la obediencia y de la fe de biblioteca. Con todo, y aquí mi estupor, muchas de estas personas son las que, por desgracia, ocupan lugares de privilegio sea en el culto, en la formación, en la dirección… de la vida cristiana. Como aquellos a quienes el evangelista dice que ni entran, ni dejan entrar.

Que una vida cristiana se viva con rigor no presupone, en nada, que se viva auténticamente. De rigor es confesarse, asistir a las celebraciones de guardar, el ayuno, la caridad, el rezo de cualquiera de las tradiciones o del folklore religioso de allí donde viven… De rigor es repetir fórmulas, palabras, oraciones… De rigor es vestir adecuadamente, dar la paz, incluso participar de algún voluntariado. De rigor, también, es ocuparse de tareas de formación, catequesis, grupos de fe…

Dicho esto, tengo que decir que soy más de los que hacen la primera exclamación: viva la madre que te parió! Porque este viva, a pesar que pueda sonar a soez, conlleva la alegría de un corazón que descubre algo genuino en el otro. Es una exclamación en salida, que conlleva alegría, ganas de participar, y la dicha de salir de uno mismo al encuentro de aquello por lo que se exclama. Y eso, confío, también es obedecer la voz de Dios que nos llama obedeciendo al corazón y al ánimo, que nos mueve.

No seamos, pues, de entre tantos acartonados que piensan que hay clases de cristianos. No seamos, de ninguna manera, de los que se auto flagelan para demostrar dolor sino más bien de aquellos que viendo a alguien dolido le tendemos una mano de gratitud. Seamos más como el Jesús de los evangelios, capaz para transgredir, opinar, o hacer al margen de las religiones cuando en ello va el otro. Amemos, acojamos, escuchemos, vivamos en paz, confianza y amor.

miércoles, 11 de octubre de 2017

LUCAS 11, 1. HIMNOS Y ORACIONES

 LUCAS 11, 1 – 4Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: —Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos. Él les dijo: —Cuando oren, digan: »“Padre,  santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden.  Y no nos metas en tentación.”


Las fórmulas, las eulogías, las acciones de gracia, los himnos… han llenado la literatura cristiana de multitud de oraciones que podemos coger, usar, repetir o proclamar. Desde los salmos a los himnos paulinos, pasando por el Padrenuestro… las hay a Dios, a Cristo, a María, a los santos… incluso las hay a nuestros seres queridos a quienes hacemos allí, en los cielos nuevos. Sea como fuere, cada oración expresa un deseo de la persona de trascender más allá de su propio yo, de comunicarse con lo espiritual, de conseguir un ápice de Dios dialogando con Él (aunque generalmente nos responda en silencio). Pero, ¿hay alguna forma correcta?¿algún modo infalible de llegar a la comunicación divina?¿Un modo en que nuestras oraciones van a tener el sello necesario para que sean escuchadas?

Obviamente no, lógicamente no, aunque sí por la fe. Por esta fe que se traduce en el global de nuestra vida y desde la que podemos sentirnos agradecidos porque nos sentimos cuidados, amparados, protegidos y amados por un Dios que, aunque no dice mucho, actúa (y de qué manera) sobre esta vida nuestra que, aún con sus dificultades, termina siendo una auténtica gozada.

Claro, no quiero generalizar porque hay muchas personas que podrían decirme todo lo contrario. Personas que no tienen este consuelo de decir que, a pesar de todo, es posible ver la vida desde el amor de Dios. Y no puedo obviar que la realidad, muchas veces cruel, termina absorviendola multitud de personas que ven su vida, no como bendición, sino como un declive. ¿Y para ellos y ellas… les sirve el Padrenuestro?¿Hay eficacia en sus oraciones?¿Acaso son injustos?

DE ningún modo! Ojalá las oraciones de todo el mundo fueran contestadas en función de la bondad que pretenden porque si Dios quiere el bien de la persona, ¿cuál es la causa de tanto mal?


Me da por ello que tenemos que adecuar esta oración tan significativa a lo que vivimos en este tiempo. Renovarla, transformarla según la vida, las sensibilidades, las problemáticas que nos rodean y que nos configuran hacia un nuevo concepto de amor, de Dios, de dolor… de vida, en definitiva. Del Padrenuestro podemos pasar al Abba nuestro y desde este Dios, Padre y Madre, a otras concepciones, peticiones, acciones de gracia, bendiciones, himnos…

martes, 10 de octubre de 2017

LUCAS 10, 38. CONFIANDO EN DIOS

 Lucas 10, 38 – 42: Mientras iba de camino con sus discípulos,  Jesús entró en una aldea,  y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que,  sentada a los pies del Señor,  escuchaba lo que él decía. Marta,  por su parte,  se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer.  Así que se acercó a él y le dijo: --Señor,  ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola?  ¡Dile que me ayude!  --Marta,  Marta --le contestó Jesús--,  estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor,  y nadie se la quitará.


¿Cómo hallar el justo equilibrio entre acción y contemplación? ¿Es una vida únicamente contemplativa, o una vida únicamente activa, incompleta? Del pasaje de hoy del Evangelio se bifurca esta doble posibilidad de la vida cristiana, que unos se dediquen a la oración y otros, en cambio, a una vida de servicio. Dos posibilidades complementarias, pero a la vez que no dejan indiferentes ni a unos, ni a otros. Quejas, chismes, o menosprecio, por ejemplo suelen estar presentes cuando en la comunidad o apremia el trabajo, o se necesita más devoción. Ciertamente el sentido de las palabras que propone el evangelista venga a causa de una posible distracción de la comunidad lucana.

Si cogiéramos los hechos de los apóstoles veríamos el tránsito de una comunidad creyente, que expresa su máximo momento de devoción en el pasaje de Pentecostés, a una comunidad que no deja de hacer cosas, muy activa en la evangelización. Ello en contraste con las primeras comunidades paulinas que, como los tesalonicenses, se habían perdido en la espera escatológica con una actitud muy pasiva a causa de la larga espera. En este contexto, Lucas nos interpela al seguimiento y confianza en el Padre. A no desviar la atención, a no perder la esperanza…

Para el autor, los auténticos creyentes son definidos como aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. El cristiano, pues, tiene en la escucha de la Palabra un elemento esencial. Y por ello se insiste en la oración, cuyo ejemplo supremo es Jesús mismo. Una oración, además, que está unida a los momentos fundamentales de la vida de Cristo y a la comunión con el Padre.

lunes, 9 de octubre de 2017

MATEO 21, 33. NOS QUITAN LA VIÑA

 Mateo 21, 33 – 43: «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió a sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: “A mi hijo le respetarán.” Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: “Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia.” Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.» Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.»


El mundo de nuestro tiempo vive en una continua paradoja, cierto, y hoy las viñas que se plantan alrededor del mundo son del todo globales. Uno puede plantar su viña aquí o allí, o puede llevársela de un lugar a otro, o puede fiscalizarla allí donde crea que le es más favorable… La imagen agrícola, tan recurrente en la literatura bíblica, hay que re-transformarla ahora en tecnológica, atómica, o económica… Incluso la figura de la piedra angular, tan básica y cristificada, hay que comenzar a moverla en otro sentido porque los edificios, por más sólidos que sean, también hay que ir restaurándolos. Aunque sea a base de derramas que los vecinos de la comunidad cristiana llevamos pagando desde hace años a una realidad terrestre cada vez más alejada de la impronta celeste. Si seguimos relativizando la realidad del Reino de Dios nos olvidaremos que, desde tiempos antiguos, el Reino de Dios sufre violencia, avanza contra viento y marea y que sólo los que se esfuerzan logran aferrarse a él.

Hoy ya no hablamos de pueblos sino de comunidades, o de grupos, o de lugares muy locales que rinden frutos del Reino. Es absurdo generalizar, pero cada vez constatamos una pérdida alarmante del fundamento cristiano en nuestra sociedad en la que imperan otras piedras angulares que se han hecho más totalizadoras, fuertes y necesarias que la cristiana. No es que rindamos culto a Mammon, pero es cierto que estamos sometidos al yugo económico. No es que neguemos el señorío de Cristo, pero vivimos al arbitrio de los grupos de poder y de presión que gobiernan, legislan, informan y determinan los estándares de vida del ciudadano medio. No es que queramos acabar con nuestro planeta, pero es que cada vez terminamos con mayor rapidez con nuestros recursos naturales, quemando bosques, envenenando el medio ambiente y en una escalada nuclear que no termina, ni quiere hacerlo.

¿Y si Dios quitara el Reino… quién rendiría fruto?

sábado, 7 de octubre de 2017

LUCAS 10, 17. OJOS QUE VEN


 Lucas 10, 17 – 24: Regresaron los 72 alegres, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.» Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.» En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.» Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.»


Hay algo más importante que el poder, que la capacidad de sujetar al mundo, que ser una de esas manos que hacen decantar la balanza de la vida según sus intereses. Ante toda proclamación de poderío y de majestad Cristo atiende a otra dirección. Poner la mirada en el cielo, vivir como inscritos en el Reino. Esto es, funcionar como servidores. Como los últimos, los que viven desde una ética de la compasión y del cuidado. Como aquellos que buscan dar otro movimiento a nuestro mundo, incluso desde el mismo destino de muerte de Jesús. ¿Acaso es esto una utopía?¿No es por esto mismo que nos llamamos cristianos, que nos decimos transformados, convertidos, convencidos?

Cuando somos capaces de vivir según el Reino, de movernos en las coordenadas de la vida de Cristo, somos también capaces de cambiar el sentido del mundo. Regresamos a la conciencia de nuestra historia como historia de salvación y como lugar de actuación del Espíritu. Cuando no, nos vemos inmersos en la vorágine de consumismo e inhumanidad que nos lleva a participar de estos capítulos en los que el mundo actual ha decidido enclavar su huella. Y participamos, y vivimos, y hasta lo normalizamos. Qué vergüenza. Qué tristes los ojos que ven lo que vemos.

Hablamos siempre de hacer un nuevo llamado, pero debe ser un llamado que ahonde en el corazón de las personas, que decidan hacer opción por los contravalores del capital, del poder y de las ideologías. Lo que el cristiano tiene de comprometido es hacia el amor, que es absolutamente lo contrario de los cauces de un mundo actual que busca el conflicto y la destrucción.

Busquemos entrar en un tiempo de crisis; hagamos temblar las estructuras que nos gobiernan; seamos capaces de llenar de esperanza, de solidaridad, de amor y de Buena Noticia cada rincón de esta Tierra que gime con nosotros, que grita casi desesperada. No nos dejemos llevar por las voces de la política, de la economía… que no hacen sino daño a la vida, biológica y espiritual, de todos nosotros, peregrinos en el mundo. Tratemos de llamar, de clamar y de establecer las directrices del Reino, de la opción de Dios, del amor de Cristo.

jueves, 5 de octubre de 2017

MATEO 7, 7. A POR ELLOS

 MATEO 7, 7 – 11: »Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan! Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas.


Aun siendo cierto, no siempre ocurre que uno llame y le abran la puerta. Este pasado año hemos sido más testigos que nunca de cómo las personas que venían huyendo de guerras y hambre han llamado a la puerta de Europa y cómo ni se les ha dado, ni se les ha abierto. Dejando a muchas personas huérfanas de encontrar algo tan básico como el refugio.

Aun siendo cierto, no siempre ocurre que alguien busque y encuentre. Así leemos por ejemplo la situación laboral en muchos lugares del mundo. Un derecho tan básico como el del trabajo atropellado por los intereses económicos, por grandes factorías que pagan una miseria o por otras que, lejos de fomentar empleo, llevan su producción a lugares en los que se permite la explotación. ¿Querían pescado? pues tomen una serpiente.

Aun siendo cierto, por más que pidan no siempre les van a dar. Y si les dan algo, serán calabazas. Ahí tenemos la actual política mundial, que asedia al ciudadano, lo enfrenta, lo anula o lo destruye. En cambio ellos, los políticos, siempre pidiendo y con nuestro voto, a veces somos muy ilusos, siempre les estamos dando. ¿No es hora de parar?

Aquí los malos saben dar cosas buenas a sus hijos. Los buenos no pueden dar cosas a los suyos. No tiene algo de ilógica este mundo? Porque si esta semana, en Barcelona, nos manifestamos contra la violencia policial pidiendo que nos traten con dignidad y con respeto, acaso no debería ser esa la respuesta del gobierno? Ah, no… es verdad… a por ellos!

martes, 3 de octubre de 2017

MATEO 18 MAS DE SIETE

 MATEO 18, 23 – 35Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo.” El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad. »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré.” Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido. Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía. »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano.


No hay nada peor en este mundo que el temor al castigo. Hacer las cosas por temor a la represalia, a la condena, a cualquier dios no es más que una acción subyugada a un poder de reacción ante el que todos callan. No deja de sorprenderme encontrar este tipo de pasajes que hablan de señores que someten a siervos o de deudas que se contraen en las relaciones. Sin lugar a dudas es el peor ejemplo que alguien puede poner o escribir para hablar del perdón. Lo siento! Pero es así, aun existiendo una intención pedagógica del evangelista hay que decir que la redacción es muy desgraciada y para nada infunda gratuidad o libertad. Estoy de acuerdo en que la vida de uno debería reflejar perdón, pero en realidad esa actitud no puede convertirse en una obligación ya que los episodios de la vida no son sistematizables.

Cada persona para nosotros tiene una carga diferente: las hay que quiero más, las hay que me cuesta relacionarme, las hay que procuro esquivar, las hay que no quiero ver, las hay con quienes deseo convivir… Dentro de toda esa maraña de posibilidades existe una atención diferente para cada persona, una emoción absolutamente dispar y un corazón que a veces está dispuesto, pero otras veces no. Así funciona la vida: incontrolable, espontánea, diferente, asombrosa…

Dice el evangelista que Dios perdona una deuda infinita, no nos olvidemos, diría la teología, que si Dios perdona es porque Él es perdón, lo cual querer decir que en la esencia viva de Dios está el ser misericordioso como parte activa, propia y única de Dios. Conmutar una deuda tan grande sólo está en su mano, porque humanamente llegar a ese perdón tan incondicional supone no un acto de misericordia sino un terrible esfuerzo que no siempre se podrá contener. Más honesto es ser consciente de que no puedo perdonarlo todo de corazón que engañarme viviendo una misericordia de mantequilla.

En el proceso de amar también vivimos el odio, el rechazo, la oposición… No siempre hay un perdón instantáneo, perdonar a veces es un ejercicio que ocupa muchos años de transformación interior. No puedo, por tanto, intentar exigir de los demás algo que no puedo hacer ni yo.


Este pasaje de hoy me mueve a la humildad, a verme falto de esa capacidad tan generosa, tan excelsa, aunque también me invita a reflexionar y a hallar descanso, descanso en el Misericordioso, aquel que siempre vierte y nunca se olvida de perdonar.