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viernes, 29 de junio de 2018

MATEO 16, 13. QUIEN SOY

  Mateo 16, 13-19: En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»


Nuestra experiencia de fe es por heredad. Es cierto que podemos vestirla de tal modo que proclamamos un encuentro personal pero, de cierto, no deja de ser por analogía que nos acercamos al mismo Cristo que encontraron los apóstoles. Todo lo demás, aun pudiendo ser, no deja de ser subjetivo y, por lo tanto, sujeto a interpretación. Ciertamente pudiera no ser tal experiencia, o quizás sí. Quién sabe? Pero lejos de desanimarnos, ésto debe llevarnos hacia el diálogo y la apertura porque, finalmente, aquello que nos trasciende es muy, muy, grande.

Qué importa quién digamos que es? Si de un modo u otro, sea en Oriente o en Occidente, en Europa o en América. Al final todos nos dirigimos a ese Misterio que nos llama, aun en lo profundo del corazón. Tan necesario es que sea, precisamente, como nosotros decimos que es? Qué tremendo ejercicio intelectual por tratar de poseer la fe de otro cuando ni tan siquiera podemos llegar a definir qué es Dios. O quizás necesitamos que nuestro Dios venza al Otro? Demasiadas guerras abiertas a causa de la fe, demasiadas pérdidas, demasiada venganza, demasiada ortodoxia... Tan lejos del amor.

El Misterio que nos alberga trasciende todo texto, lengua y religión. Quizás se llame así, o quizás asa, quién sabe. Ni lo principal es saber quién es, ni tampoco que sepan quiénes somos. Creo que es crucial que seamos nosotros quienes conozcamos, tanto a nosotros mismos como a los demás. Y conocernos pasa por el filtro del amarnos, que es comprendernos, ayudarnos, aceptarnos...

Responder quién en el Cristo es como dar respuesta a qué es la Verdad... Se la pueden apropiar, cierto, pero nadie la puede resolver.

jueves, 28 de junio de 2018

MATEO 7, 21. EDIFICADORES

  MATEO 7, 24 – 27«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»



La clave del discípulo de Jesús, para Mateo, será edificar sobre la roca. Esto querrá decir que el discípulo ha comprendido perfectamente sus enseñanzas y que, no sólo eso, sino que además las pone por obra, con justicia y de un modo radical y espiritual. Para nosotros, edificar sobre la roca va a resultar una actitud sobre la que podremos fundamentar esa libertad con la que somos llamados a pertenecer a la familia de Dios como hijos, o hijas. Estamos llamados a edificar nuestra vida desde el fundamento sólido de quiénes somos y de lo qué somos, no desde lo que otros esperan, o quieren, o intentan que seamos, porque edificar en esa arena de las ilusiones, de las apariencias, terminará por echar por el suelo nuestra vida, nuestra luz y la obra de Dios en nosotros.

Ojo, que construir en la roca no quiere decir que los padres, o las madres, tengan que estar velando para que sus hijos edifiquen sobre aquello que conforma su propia red de seguridades, sino al contrario: para poder, finalmente, edificar en la roca, quizás haya primero que dejar que se edifique en la arena y que de esa experiencia de vida se alcance finalmente la roca, que es Jesús, no las seguridades de nadie, ni el comportamiento de nadie, ni el patrimonio, o el trabajo… aunque seguro que todo ello ayuda un poco.

Nuestra vida es un continuo construir, que a veces sucede en el terreno más inestable y otras allí donde uno se puede fundamentar. De la experiencia de la inestabilidad podemos aprender mucho, porque sea en la arena o sea en la roca, vendrán vientos y tempestades que serán ineludibles porque así ocurre en la vida. Y no pasa nada si alguien edificó en la arena, o si aún estando fundamentados en la roca hay alguna ampliación de nuestra finca vital en la arena, porque la vida es aprendizaje, y también es equivocarse, errar, no hacer caso… Cuando ocurra, recuerden dónde está la roca, porque su roca les sigue esperando y allí tienen su castillo, esperanza mía (dirá el salmista).

Como edificadores, o como arquitectos, o como constructores de cualquier índole, sean empresarios o trabajadores, con más o menos experiencia, todos estamos llamados a fundamentar la vida en Cristo, y no hay mejor lugar. Mateo dirá que esta roca tiene que ver con la voluntad de Dios, que es que nuestra vida no caiga sujeta a estas inclemencias que tienen capacidad de destruirla, de someterla, de maniatarla. La invitación es para acudir a la roca, y desde la roca que cada cual levante su propia casa, su edificio, su local… porque como ciudad, en esta roca habrá de todo, y así edificios más grandes y pequeños, casas unifamiliares, hospitales, museos… y por la luz no se preocupen, que en esta roca no entran las eléctricas.

lunes, 25 de junio de 2018

MATEO 7,1 AMARILLO

  MATEO 7, 1 – 5No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.


Si Mateo viviera en nuestro tiempo y repasara un día la parrilla de programas de Tele 5, se llevaría las manos a la cabeza diciendo: no puede ser! No puede ser! Y aunque nosotros ya estemos acostumbrados a escuchas los insultos, las cóleras, a ver ebrios a los tertulianos… no deja de ser una fantochada que ha calado, y mucho, en todos lados. Desde gran hermano, la isla, el hotel, sálvame, corazón/corazón, mujeres y hombres… Aunque a mí no me gusten y no los vea, tengo presente que son los más vistos desde hace tiempo, porque a muchas personas les gusta ver cómo se arrancan los ojos, o se ponen a caldo, o publican sus trapos sucios… y no es que sólo los vean sino que además se paga, y bien pagada, la torta. Muchos jóvenes ya no quieren parecerse a otro tipo de celebridades más sobrias, sino que lo que se lleva es o intentar participar de estos programas, o sumarse a la fiesta del juicio y la cogorza sea desde casa, o en el plató, o vayan a saber. 

¿Quién quiere ver cómo alguien se estrella?¿o cómo alguien destroza a otro?¿o cómo se utiliza a las personas, dándoles de beber, de fumar, de…? Esta es la vida que trasciende más allá de los evangelios, el servicio a las riquezas, el ojo por ojo, el juzgar al otro, el homicidio, espacios en los que la persona está orbitando en una especie de lugar sin gravedad, como un objeto,  es una rueda que termina al ser humano, que lo destroza, lo ningunea, se machaca. No hay clemencia, ni hay perdón verdadero, nada de lo que cuentan es cierto y lo pintan de color amarillo, y aunque es nuestra realidad del diario, y muy cercana, qué pena!

No juzgar, no hacer daño, no crear infelicidad, a veces pienso: ¿tanto cuesta?, me alegro de vivir en mi comunidad, con mis amigos y amigas, con mi familia, que son lugares amables, confidentes, amados, de respeto y que promueven a la persona, la quieren, la cuidan… y pienso que tenemos mucho trabajo que hacer, más aún del que ya se hace, porque esta otra realidad es terrible, terrible y no la puedo dejar de juzgar. Qué gran dilema! No estamos tan distantes de Shakespeare, o de Heidegger. El existencialista alemán nos decía que el ser humano para no ocuparse o preocuparse se refugia en la masa, y pierde su autenticidad (no soy yo mismo).

Vivir en lo impersonal es dejarse llevar por toda clase de caminos, y muchos serán malos. Es lo más costoso de la libertad, que uno no sabe qué hacer ante estas cosas.

miércoles, 20 de junio de 2018

MATEO 6, 16. NUESTRA PAGA

 Mateo 6, 16-18:  Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»


El que espere algún tipo de recompensa por sus buenas acciones, su disposición, su solidaridad, su entrega… se ha equivocado de tercio porque nuestra fe no es una fe de recompensas (quizás sí de gratificación) y no debe (ni puede) medirse en lo económico, tampoco con palmaditas en la espalda. El tesoro de nuestra fe, de nuestro comportamiento, nace y termina en el corazón, pidiéndonos el mismo Jesús que aquello que hace nuestra mano derecha no lo sepa nuestra mano izquierda. Por tanto, el que quiera ver recompensado su trabajo que sepa que en muchísimas ocasiones no va a ser así.

Lo digo porque conozco muchos casos de personas que comienzan aventuradas a la gratuidad, a la donación, a fregar platos, a barrer escaleras, a llevar comida… y que cuando ven la falta de recompensa terminan por agriar su carácter, por enfadarse con aquellos a quienes estaba haciendo bien, por generar conflicto… Esta personas, lamentablemente, no se ha enterado de nada.

No es que sea un colectivo minoritario éste, al contrario. Muchos y muchas buscan que su vida les genere agradecimiento, reconocimiento, valor… pero miren, el verdadero valor ya se lo da el mismo Padre, quien conoce las intenciones de su corazón y les entrega este deseo de ayudar. Qué mejor y mayor reconocimiento que trabajar para el Reino, que ser como una prolongación del amor de Cristo. No hay nada más, no hay nada que se pueda igualar. ¿Y todavía quieren más?¿Siguen enfrascados en buscar el reconocimiento de los otros? Sin duda, hay que lavarse la cara, alegrar el semblante, qué preciosa encomienda que nos concede el Señor que, de entre toda la humanidad, nos hace hijos e hijas que le ayudan.

Por último, miren que este Padre celestial conoce en lo secreto lo que hay en sus corazones, su predisposición y su resultado, entonces… si van a terminar por enfadarse, por maldecir, por quejarse… no creen que eso es conocido por Dios?¿No les valdría la pena comenzar siendo más honestos?¿Quizás no haciendo esa obra que les cuesta un sacrificio tan grande?


lunes, 18 de junio de 2018

MATEO 5, 38. BOFETADAS

 MATEO 5, 38 – 42: Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente.” Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.


Resistir el mal no es una cuestión fácil en nuestros  días, cuando proliferan todo tipo de atentados y de situaciones que van en contra de la vida humana. La degeneración del planeta, los abusos repetitivos de las cúpulas del poder, el fracaso de la inversión, la desaparición del dinero y los servicios públicos, la mala educación, la precariedad del trabajo, la explotación… Tenemos una larga lista de asuntos que se van agravando cada día y a los que, lamentablemente, es más fácil pagar con el ojo con ojo que con la otra mejilla, pues (seguramente) nos estamos cansando de ser tontitos.

LA argumentación cristiana está bien, es válida, seguramente es una de las mejores propuestas para consegir hacer del planeta un lugar de igualdad, de solidaridad… Pero es una propuesta estéril en un mundo donde el fenómeno del Cristo se queda sólo o en un argumento moral, o en una vía de sostenimiento institucional. Quizás ahora las misiones, los gestos de algunos o los servicios sociales sean el único y mejor testimonio de una religión que tiene abandonadas a las comunidades de base y parroquias, que viven en precariedad. Claro, suficiente tenemos con volver la mejilla a nuestra vida cristiana como para poder atender a quehaceres mayores o universales.

No digo quehaya que dejar de poner mejillas, ni tampoco que no haya que prestar capas. Pero más que capas hay que empezar a prestar otra serie de servicios para determinar qué queremos, a dónde nos dirigimos y cómo ayudamos a mejorar la vida, el planeta o la economía. Necesitamos la implicación de todos para darle un vuelco a la política, a las situaciones de pobreza, a la desfachatez de los bancos, a… Y para ello sí, pondré la otra mejilla… pero de vez en cuando quizás también tenga que dar alguna bofetada.

domingo, 17 de junio de 2018

MARCOS 4, 26. SEMILLA EN LA TIERRA

 Marcos 4, 26 – 30Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que éste sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga. Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»



Dicen que el Reino de Dios crece sin que sepamos cómo, que prosigue, que se extiende, y también que Dios actúa a pesar nuestro. Miren, qué tal si leyéramos este pasaje a la luz de los hijos/hijas? Hay algo en todo crecimiento que tiene que ver con procesos biológicos en algún momento paralelos: la siembra es el acto sexual de los padres, la semilla es el tiempo de gestación, la espiga la etapa de nacimiento – primeros años, y el grano lleno ya entre la pubertad y la juventud, finalmente el tiempo de la cosecha podría ser el final de la formación del muchacho o la muchacha, que se emancipan. Como en esta parábola, los agricultores o los padres ya sea que duerman o estén despiertos, o sin saber cómo, viven la experiencia del ser viviente.

Claro, como el autor, podemos asemejar muchas experiencias a este crecimiento del Reino, pero siempre estaremos hablando según el entendimiento humano, jamás desde la experiencia divina. Por tanto, cuando explicamos, leemos, o hacemos catequesis del Reino de Dios, seamos conscientes de que toda explicación parte de la experiencia terrestre como intento de dar sentido a las cosas celestes. De hecho, la humanidad es experta en esto de dar vueltas y vueltas sobre un mismo intento de acercar el misterio de Dios al mundo. Es algo que desde la antigüedad anterior a Cristo los oráculos, profetas, sacerdotes… intentaron y que para nosotros toma un giro inesperado desde la experiencia de Jesús.

La experiencia de Cristo nos permite salir de la abstracción para tocar lo que no vemos de Dios. El conocimiento divino ya no está en el espíritu de adivinación, en la interpretación de las profecías, los cielos, las estrellas… el misterio de Dios ha traspasado la humanidad en Jesús, y Jesús nos ha acercado lo más elevado de Dios desde lo más cercano a la persona: su entorno, su propia vida, su relación con los demás… Pero si observan, en nuestro tiempo podríamos decir que aquellas categorías agrícolas no han podido dar el salto a las categorías urbanas, tecnológicas, o energéticas actuales. Por tanto, estamos todavía esperando una actualización de lenguaje y comportamiento que ha quedado roto entre generaciones.

Si la experiencia cristiana pasa por el ser humano, si el amor de Dios ha traspasado necesariamente la humanidad de Cristo, cuánto más debe traspasarse el lenguaje, el vocabulario, la formalidad, el rito o el culto. Claro, se trata de llevar esta experiencia agrícola a las grandes urbes y a los laboratorios, talleres o espacios de investigación, y esto hay que hacerlo ya tan rápido como sea posible porque hoy en el mundo más que recoger, lo que se hace es perder cosecha tras cosecha a pesar del esfuerzo y del trabajo, de las horas y el cuidado, incluso del amor con el que se acerca uno a la tierra.

sábado, 16 de junio de 2018

MATEO 5, 33. CUMPLE LAS PROMESAS

 MATEO 5, 33 – 37También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor.” Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno.



Leyendo este pasaje me viene a la cabeza la película EL CLUB DE LA LUCHA, porque de modo muy drástico y radical el protagonista lleva su SI hasta las últimas consecuencias, a pesar de los muchos NO que surgen en su camino. La última escena, cuando explotan las bombas, se dirige hacia un cambio global en el que todo empezaría desde el caos. Para nosotros no debe ser así, pero como el protagonista debemos llevar nuestro SI y nuestro No hasta el final. Concreto, lo que nosotros declaramos SI es a favor de la VIDA y lo que decimos NO es a la esclavitud. No necesitamos provocar un caos para que el mundo renazca, sino que esperamos que el mundo sepa nacer del anuncio del evangelio (quizás como Nicodemo – Juan 3).

Por supuesto, llevar el SI a la vida hasta las últimas consecuencias nos implica en mayor grado a hacer todo lo posible para que el mundo sea un lugar mejor, y en el que el ser humano encuentre un espacio de paz, de amor… No como una utopía sino como una labor que puede realizarse con el compromiso de todos los cristianos y de todo aquel (o aquella) que lo desee, porque ayudar no es exclusivo de los cristianos, sino algo inherente a la persona en tanto reflejamos el bien de Dios. Por tanto, el primer estadio es en el que nos encontramos tratando de persuadir a la otra parte del mundo de sus políticas de energía nuclear, armamento, explotación infantil, sanidad, programas de prevención, reparto de la riqueza… algunas entre las muchas, muchísimas, que destruyen al ser humano.

Es un estadio difícil, y lo es porque en nuestros 2000 años después de Cristo todavía nos retiene. Pensar que el ser humano ha evolucionado es quedarnos en el escaparate. Claro, tenemos los avances propios de cada época y damos gracias, pero si tecnológicamente vivimos un auge que cada vez nos lleva más lejos, humanamente nos declaramos con las mismas faltas de Caín: “y a mí qué dónde está mi hermano?!”. Y a nuestro mundo del Norte qué lo que les pase a nuestros hermanos del Sud?! A los ricos qué con los pobres?! A los que están preparados qué quienes no lo están?!

Y qué es el NO de nuestro tiempo? Enseñar a las generaciones que vienen que en la vida triunfan los tiburones, que la vida es una competición, que en la vida hay que ser algo aun a costa de los demás, que primero yo y después yo y después yo, que con mi cuerpo puedo hacer lo que me da la gana… Y cada cultura tiene sus propios NO desde los que se educa a los hijos o a las hijas, a los jóvenes, a los que van a heredar este mundo partido.

Y qué es el SI: bueno, leyendo lo que he dicho indudablemente es una lucha, una pelea que quiere liberar al ser humano de todas esas cadenas de opresión en las que vive y ofrecerle solamente ser libre, para que viéndose liberado sea capaz de retomar su vida. 

jueves, 14 de junio de 2018

MATEO 5, 20. PEDAGOGIA DEL PERDON

 MATEO 5, 20 – 26: Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal.” Pero yo les digo que todo el que se enoje  con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Pero cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al juicio del infierno. »Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda. »Si tu adversario te va a denunciar, llega a un acuerdo con él lo más pronto posible. Hazlo mientras vayan de camino al juzgado, no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te echen en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.


La acción de Jesús era esencialmente pastoral. Por tanto, la tarea de la Iglesia, como continuadora de Cristo, tiene una tarea esencialmente pastoral. Esto exige a la Iglesia vivir en permanente fidelidad al evangelio y ello sólo es posible mediante la fuerza del Espíritu y a través de una vuelta a los orígenes de la predicación del Reino que pasa por el amor en el servicio y el trato a los marginados. En este sentido, como diría el Papa Francisco, hay que oler a vida, hay que implicarse con la humanidad, hay que sensibilizarse con el dolor y con las marginalidades que nos afloran bajo el paradigma del Cristo que es amor, imagen de un Padre amoroso que también lo es.

La idea de volver a Cristo, de volver a la evangelización, del amor a través del testimonio, de la solidaridad entre personas son temas que, hoy en día, están presentes en la conciencia de unos fieles que se sienten identificados con esta Iglesia más humana, cercana, entregada, que sirve y está en misión. El corazón de la comunidad, que se celebra en la eucaristía, parte de la vida compartida en lo cotidiano, a través del testimonio (sea Caritas, sean Radares…), por medio de la pedagogía (catequesis, grupos de lecturas bíblicas, grupos de encuentro…)… Vivimos en un tiempo en que las acciones y gestos han recobrado importancia y que, de ese modo, terminan por acercarnos a lo que debió ser la vida de Jesús tal como la narran los evangelistas.

A pesar de poder citar el secularismo, la decepción, la falta de un posicionamiento más determinado por el Vaticano II… quisiera centrarme en dos temas claves que, a mi entender, sigue dificultando la relación entre la Iglesia y el mundo.

El primero es la necesidad de que los referentes de la Iglesia tengan mayor incidencia y actualidad en la vida de la sociedad. Esta bien remitirnos a un hecho fantástico de hace 50 años, pero estaría mejor tener a mano referentes vivos del día de hoy. Por supuesto que tenemos al Papa Francisco, el testimonio de sacerdotes y religiosos, misioneros, mártires y creyentes que se desviven, pero… no ha habido, por ejemplo, apenas repercusión en los muchos creyentes que han estado ayudando a los refugiados en Idomeni; ni de los muchos que cada semana ayudan a Caritas en el sostenimiento de las familias; ni en que allí donde hay pobreza, miseria y necesidad nunca falta el trabajo de la Iglesia. Por el contrario, nuestra sociedad prefiere otros referentes socio-políticos con que nos inundan las noticias, televisión, internet… Falta redescubrir a esta Iglesia como un referente que nunca ha dejado de estar, aún siendo conservadora, anticuada u olvidada.

El segundo, a ritmo del primero, es que si la Iglesia quiere adecuarse a la vida, a las nuevas sensibilidades, a lo que el ser humano necesita, debe romper con esta percepción que me quda de que a pesar de decir que se ama, que se sirve… se hace con reservas. Me remito a las situaciones de los homosexuales, divorciados, no creyentes u otro tipo de creyentes… El amor no es exigencia, ni pasa por el decir acepto aunque no comparto. De una vez hay que dejar de ser, como dice el obispo de Evreux Jacques Gaillot, “una Iglesia que pone grifos allí donde hay fuentes”.

viernes, 8 de junio de 2018

MARCOS 3, 20. DE REMATE

 Marcos 3, 20 - 21: En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discipulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.



Marcos nos va a situar muchas veces en una especie de distancia entre la familia carnal de Jesús y la verdadera familia del Cristo, que tiene un sentido más mesiánico. Marcos deja patente la incomprensión de los suyos, aquí lo tratan como a un loco, y más adelante veremos como Jesús replica aquello de que mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra. Hay, en los evangelios, una diferencia sustancial entre lo que escribe Lucas y lo que presenta Marcos: en Lucas hay una defensa de la familia del Cristo a pesar de narrar los mismos acontecimientos (viendo incluso el papel preponderante de María), mientras que en Marcos esta familia de la sangre sufre una connotación más despectiva por parte del evangelista.

En la vida hay locos, benditos locos y locos de remate. A los cristianos se nos llama locos porque creemos en el evangelio de un Dios hecho hombre que muere y resucita, pero es que en realidad somos un pueblo que vive en esperanza, en esperanza de otra locura, que es la segunda venida. Esta espera esperanzada nos lanza a una segunda locura, que es una locura bendita: el Amor, el amar a los demás como Dios nos ama a nosotros, y esto no nos viene como impuesto por una doctrina, o como sugerido por alguna norma, pues ¿acaso el amor puede ser un mandamiento? No, por supuesto! El amor es algo que nace del corazón, del interior, y podríamos decir que nuestro interior es el lugar de encuentro entre nuestro ser y la presencia del Espíritu Santo, bendita locura!

Después están los locos de remate, que para este mundo nuestro son todos aquellos que son demasiado buenos, que han prescindido de las inquietudes materiales del momento, que ejercen su vida como en donación, que viven desde la gratuidad, que son parte de una comunidad de vida y que, por encima de todo, viven una singular realidad de encuentro entre lo que podríamos llamar como plenitud de los tiempos y la propia historia de la humanidad, la de los hombres y las mujeres. A estos locos de remate les han llamado de todo, los han excomulgado, perseguido, ninguneado, atribulado... y aún cuando quedaron al amparo de Dios, su locura, su tremenda locura, termino en una experiencia preciosa.

¿Si prefiero que vengan a buscarme mis padres, o mis hermanas, o mis parientes para llevarme a la fuerza porque lo dedico todo al ser humano? Que vengan! Que me lleven! O que me pongan una camisa de fuerza, me ingresen en un psiquiátrico y traten de atiborrarme a pastillas que uno, cuando es un loco en Cristo, siempre es loco.

jueves, 7 de junio de 2018

MARCOS 12, 28. EL SEÑOR, UNO ES

 Marcos 12, 28b - 34: En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.» El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


Cuando hablamos del primado del amor quizás deberíamos también hablar primero de que para nada podemos tomarlo como un mandamiento. Sería lo más inefectivo, incluso frívolo, que nos mandaran amar porque... ¿acaso funciona un amor forzado, interesado, dirigido? Bueno, quizás hay veces en las que sí, pero ya sabemos lo que ocurre en los contextos donde amar se ha convertido en eso, en un mandamiento.

Amar es algo que a todos nos nace, que es inherente a los seres humanos, que nos define por encima de muchas otras cualidades y que permite, llegado el momento, anteponerlo a los intereses particulares, los egoísmos de cada cual o a nuestro propio bien. Amar nos lanza a la solidaridad, a la preocupación por el otro, a buscar su bienestar, a procurar medios a la hostpitalidad, al voluntariado, a la creación de espacios de encuentro entre culturas, civilizaciones, religiones. Amar, también, nos conduce a la victoria cuando atravesamos por momentos de guerra.

Amar nos hace mejores, nos quita tristezas, nos permite llegar a metas que creíamos inalcanzables. Para amar hay que apostar por el corazón, por la sinceridad, por la verdad, por la gratuidad y por el don. Amar es hacer Reino, construir una vida conforme a la voluntad de Dios. Amar es proseguir la obra de Cristo, vivificar el Espíritu, cuidar el alma. Bueno, vamos a decirlo, amar no es ninguna fórmula màgica que nos evite problemas, malestares, situaciones, caídas o llanto, amar es el instrumento del que disponemos para poder salir de estas etapas y reconvertir cada lágrima en una sonrisa.

Amar nos une, es un estado especial que nos viene incorporado por el hecho de ser personas, de ser humanos. Amar es un derecho y un deber. Amar nos protege, nos educa, nos desarrolla, nos nutre. Nunca, nunca, nunca hay que dejar de amar porque en nuestro caminar debe estar el deseo de prolongarlo, de transmitirlo, de enseñarlo y de practicarlo para que perdure, para que nadie olvide que no es un primer mandamiento sino que es el primer impulso del corazón... porque todos merecemos ser amados.

Dios es amor, un amor entregado en Cristo y un amor extendido en cada uno de ustedes. Somos fruto de la herencia, de la genética, de la historia, de una relación sexual... pero por encima de todo somos fruto del amor, hijos e hijas de ese mismo amor con lo que todo empieza y que separa la luz de las tinieblas.

martes, 5 de junio de 2018

MARCOS 12, 38. DEVORAN LA HACIENDA

 MARCOS 12, 38 – 40:  Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa.



Vivir no es tarea fácil, aunque es algo maravilloso. Podríamos decir, no obstante, que esta maravilla del vivir tiene una parte, una cara, que es de vida y otra cara, la B, que es de cruz y que nos conlleva cosas que no son fáciles, por tanto puedo entender la vida según la cara en la que me encuentre: o un don, o una cruz. Hay personas que entienden la vida como una cruz y piensan que tienen que sufrir, incluso sufrir para ganar otra vida, como si este valle de lágrimas que nos hace perder casi todo fuera recompensado en otra vida. Es indudable que la vida tiene momentos complicados, y también que todos cargamos con algo en esta vida: unos muebles, otros almas… Añado, y para poder llevar la cruz te necesito, porque yo no puedo con todo.

En este pasaje Jesús nos dice que no carguemos una cruz al otro, a nadie. ¿Se han dado cuenta que hay personas a las que les molesta la felicidad de otros? Y les cargan con una cruz, como si no pudieran ser felices. Que si un enfado, que si una envidia, que si una carga… Qué tremendo es esto que pueda molestarnos la felicidad de los demás y que hagamos todo lo posible por borrarles la sonrisa. O qué increíble, aunque de lo más normal, que podamos aprovecharnos del dolor de otros, de un momento de bajón, de la pérdida de un ser querido para añadir dolor sobre dolor, hasta desnudar a la víctima.

Sería correcto que si llevamos una vida en plenitud seremos más solidarios con la felicidad del otro, e incluso con su dolor. En esta vida ya tenemos demasiadas cosas que nos pesan y lo que necesitamos, si cabe, es alguien que nos ayude, no que nos pise, o que nos hunda, o que nos dinamite el camino.

¿Quiénes son los escribas de nuestro tiempo? Quizás sólo tengamos que mirar dónde están las víctimas para poder responder, porque los escribas de hoy son más numerosos y tienen mucho poder, controlan el poder mediático y el fáctico, controlan el tiempo y la energía e incluso tienen la facultad de crear confusión, tiempos de crisis o de terminar con nuestra economía. Son escribas que actúan a lo descarado, con impunidad, incluso con el beneplácito de las urnas. Han cambiado las filacterias y su ropaje por democracia, por consenso, por Constitución… y siguen devorando nuestras haciendas con largas oraciones, con promesas, con intenciones…

Hay muchas viudas, tantas como escribas, ¿y dónde estamos los cristianos? Quizás tenemos que pedirle a Dios que nos ilumine para aprender a consolar el tiempo que vivimos, porque más que nunca hoy debemos ser como ese hospital de campaña. Que el que tenga lona la traiga, que el que camas las lleve, que el que medicinas que las suministre…

lunes, 4 de junio de 2018

MARCOS 12, 13 INTEGROS

 Marcos 12, 13 – 17Luego enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos para tenderle una trampa con sus mismas palabras. Al llegar le dijeron: —Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios. ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no? ¿Debemos pagar o no? Pero Jesús, sabiendo que fingían, les replicó: —¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda romana  para verla. Le llevaron la moneda, y él les preguntó: —¿De quién son esta imagen y esta inscripción? —Del césar —contestaron. —Denle, pues, al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios. Y se quedaron admirados de él.


El evangelio de hoy nos sitúa cerca de aquellas situaciones donde la influencia de algunos acaba tomando forma en la decisión de otros. En este caso intentan que Jesús se posicione políticamente contra el César, y así declararse enemigo de Roma, revolucionario, pero Cristo no cae en la trampa, es un hombre de muchos recursos y termina por responderles dejando claro que el camino de Dios, no va contra nadie. Personalmente estoy muy a favor de un evangelio que trabaje por los pobres, los enfermos, los oprimidos y los necesitados, aunque también comprendo que el evangelio de ninguna manera se cierra a los ricos, a los poderosos y a los políticos. Todos somos hijos o hijas independientemente de la posición que ocupemos en este mundo, porque desde allá donde estemos todos luchamos contra la hostilidad del planeta, contra las desigualdades, contra la guerra, y en favor de la vida.

A lo largo de los años hemos visto cómo fue la suerte de personas que no contestaron como Jesús, y que de distinto modo no pagaron el tributo al César, porque pensaron que el tributo no le correspondía. Así sucedió con muchos de los que participaron en la teología de la liberación, acusada de marxista; a Edward Schillebeekx que se negó a rectificar sobre su cristología para algunos ambigua; o a Hans Küng, a quien se prohíbe enseñar; o a Sor Agnes Mary por su activismo en pro del aborto; o a Leonardo Boff; o a Fernando Cardenal, por participar del gobierno nicaragüense como ministro de educación; o a Gyorgi Bulany que se posicionó a favor de la objeción de conciencia… A todos ellos les pesó de un modo u otro dejar de pagar tributo al César (y su César era la Iglesia).

¿Vale la pena dejar de pagar tributo? Creo que sí, vale la pena negarnos a pagar cuando pagando vamos en contra de la vida, en contra del prójimo, en contra de la libertad, en contra de la autenticidad, cuando supone explotación laboral, cuando hay malos tratos, cuando se desfavorece al hombre o a la mujer, cuando la familia está en peligro… No acabaríamos de citar posturas en las que podría negarme muchas veces a pagar tributo al César.

Dejar de pagar nos posiciona en contra del César, y estaremos en la trinchera de los revolucionarios, viviendo como proscritos, y echados fuera. Pero vale la pena saltar a la zanja de los señalados si con ello estamos siendo fieles a Dios, y la opción por Dios pide de nosotros estas cosas, que sepamos estar a favor del amor al prójimo y que tengamos en cuenta que no por nuestra posición debemos dejar de amar a los enemigos (si es que puedo llamarlos así).

Pagar o no pagar, siempre es un dilema, aunque hay otras situaciones en las que hay que pagarlo. Quizás sea cuestión de mirar qué clase de tributo y quién (y por qué) lo reclama. 

domingo, 3 de junio de 2018

MARCOS 12. NUESTRA HERENCIA

 MARCOS 12, 6 – 12: »Le quedaba todavía uno, su hijo amado. Por último, lo mandó a él, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!” Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el heredero. Matémoslo, y la herencia será nuestra.” Así que le echaron mano y lo mataron, y lo arrojaron fuera del viñedo. »¿Qué hará el dueño? Volverá, acabará con los labradores, y dará el viñedo a otros. ¿No han leído ustedes esta Escritura: »“La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular; esto es obra del Señor, y nos deja maravillados”?»


Ciertamente hay que adentarse en la cosmovisión judía para entender el contexto del pasaje. No obstante, mi pregunta hoy es la siguiente: todavía queda espacio para la acción, o la actuación de Dios? Algo que tenían tremendamente claro los redactores de la Biblia era la acción del Señor. Primero sobre los justos e injustos, segundo sobre la última intervención al final de los tiempos, tercero… podríamos ir desgranando cada intención del redactor, pero demos el salto al Nuevo Testamento que recoge también parte de esa expectativa. El evangelista se sitúa en el ámbito de la propia historia, la del pueblo escogido, pero dejando reminiscencias a la acción escatológica del Señor, en este caso. Ello, lo hemos heredado los crisitanos, que también esperamos esa intervención de Dios en forma de juicio. Pero, cómo leer el pasaje, o entender la acción de Dios, en nuestro tiempo? Sigue vigente? Podemos esperarla?

A tenor de lo que sucede bajo el azote de los radicales que atentan en el mundo, de los intereses del poder que nos subyuga, de la creciente sensación de parálisis… ante la injusticia social, ante la explotación infantil, según los casos de violencia de género… o siendo también tanta la intransigencia de unos y otros, o de unos sobre otros. ¿Quién no es, en parte, viñador malvado hoy en día?¿Quién no es acusador, inquisidor, o amo?

La transmodernidad que toca vivir nos ha dejado ante el espectro de la rutina, del contentamiento, de la mediocridad… Hoy nos corresponde si queremos vivir la experiencia del don de la vida desde posiciones estandarizadas o desde la radicalidad de la opción de Dios. Una radicalidad que escandaliza y que provoca, algo de lo que carecemos en el siglo presente. ¿Dónde pues queda la acción de Dios en este mundo nuestro? Acaso Dios no puede escandalizar? Ciertamente, y sigue escandalizando. Aunque quizás no llegamos a ver lo que propone, lo que nos muestra, lo que nos habla…

sábado, 2 de junio de 2018

MARCOS 11, 27. VUELA A JERUSALEN

 Marcos 11, 27-33: En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: «Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»Jesús les respondió: «Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.»Se pusieron a deliberar: «Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres...» (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.)Y respondieron a Jesús: «No sabemos.»Jesús les replicó: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»


Quién no se ha encontrado en la vida cuestionado por lo que hace, o por lo que piensa, o por como viste, o por como ama. Estamos en un mundo en el que a la mayoría de las personas les gusta hurgar en la vida de los demás, sólo hace falta ver hasta dónde ha llegado el periodismo, por ejemplo, que asedia la intimidad de cualquier persona y casi olvida ya la objetividad profesional. Pero más allá del cotilleo, vivimos en un tiempo en que todo se cuestiona, los padres a los hijos y las hijas a las madres: por un vestido, por un piercing, por los estudios, por la administración de la casa, por las horas, por las tareas… parece que todo el día tengamos un deseo de confrontación, o que nada nos guste. Pero nuestra forma de vivir no tiene por qué sujetarse a lo que los demás quieren y es que hace un tiempo que vengo pensando que quizás estamos perdiendo autenticidad.

Fíjense, es que incluso moverse en lo impersonal y dejarse llevar por la masa no excluye que también lleven tu vida, o tus actos, o tus pensamientos a juicio. Si me dices que quieres vivir toda tu vida sujeto a ir adaptándote a las demandas de los demás, creo que está por demás decirte que, amigo/amiga, no serás feliz y qué pena tirar así el regalo de la vida. El derecho a la felicidad viene a través del derecho a la autenticidad, aunque sabemos que la mayoría de reclamos se esfuerzan por decirte que no, que seas como todos, que lo diferente está en formar parte de la masa… Y todos por todo, somos absorbidos por la globalización, y nos quedan pocas identidades. ¿Quién te da la autoridad para ser feliz?¿para dar amor?¿para ser tú mismo? Hoy, a los fantasmas de siempre se les une el temor a la originalidad, y poco a poco, pregunta a pregunta, nos amedrentamos y estamos algo atemorizados.

Lo más precioso de cada persona está en algo que es diferente al otro, y al otro, y al otro. Cada cual tiene algo que lo hace único y especial, como abrir un regalo, hay sensaciones únicas, colores únicos, expresiones únicas… hay vida que también es única. Nuestra existencia responde a una única posibilidad de ser en todo el cosmos y en esta forma nuestra, no hay otra (probablemente ni la habrá así). Por tanto, hay que recuperar al ser humano para devolverle su autenticidad, porque no pueden terminar más vidas abandonadas en la masa, ni más lápidas sin historia. Por ello tenemos autoridad, autoridad a la felicidad y a la vida, autoridad para ser nosotros mismos, autoridad para no ceder ante el poder del impersonal, autoridad para mostrarnos originales…

No sigan cediendo terreno, no dejen que les sometan, no rompan su identidad. Siempre es buen momento para recapacitar y no dejarse amedrentar por la pregunta, por la cuestión, por el qué dirán, por el qué ocurrirá, o por lo que puedo perder… no den a torcer su hermosura ni vendan su esencia, sean! Y siendo, vivan

viernes, 1 de junio de 2018

MARCOS 11, 11. NO ERA TIEMPO


Marcos 11, 11-21: Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: «¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz.  Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: «Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.»



De un modo lógico, y para empezar a comentar este pasaje tan extraño, podríamos decir que obviamente, Jesús (que no es tonto) no va a buscar lo que sabe que no va a encontrar. Como bien apunta Marcos, no es tiempo de higos. Por tanto, seguramente nos encontremos ante una especie de parábola que utiliza el simbolismo de la higuera para referirse a Israel, que ante la llegada del Mesías, sólo tenía hojas de apariencia. Esta nación, que es tan religiosa, que ha sido elegida por Dios, que vive tan segura de cumplir su voluntad y que cada día ofrece sacrificios en el Templo, será “secada” (desechada), porque su fundamento está no en Dios, sino en los intereses de sus jefes (sacerdotes, grupos de presión, ricos, cobradores de impuestos…).

Esta misma parábola, aunque tiempo más tarde, se vuelve a repetir con Lutero y su reforma, que pretende acabar con todos los abusos que se practican en la iglesia y que también se alejan de la voluntad de Dios y de la gratuidad de la salvación ofrecida por el Cristo. Y esta misma realidad vuelve a salir a la luz años más tarde con la aparición del Vaticano II, o tiempo después con la Teología de la Liberación, o incluso podríamos decir que hoy mismo se seca la higuera de la política en nuestro país. Y en cada momento los motivos de hacerla secar han cambiado, y aquellas hojas que enfurecieron a Cristo, siguen siendo simplemente de apariencia para las épocas posteriores. Así prosiguen los abusos de los que tienen el poder, el dinero derrochado de quienes están a cargo del rebaño de Dios, los lujos de los pastores, la corrupción de los decisores, y esta terrible trama que nos arropa y a la que también podemos hacerla secar.

Lo que parecería una parábola extraña y un Cristo enojado, nos sirve a los cristianos de hoy para reflejar en la situación de la vida, ese mismo deseo de dejar sin agua a la higuera de las instituciones. Cuando escuchamos palabras de cambio, cuando en el corazón se hace una decisión para sublevarse a la injusticia, recordemos que para nosotros tiene un sentido evangélico desear terminar con aquello que se quiere esconder en la piel de lo piadoso pero que desde la apariencia de cordero ejerce su tiranía en el ser humano.

He escuchado a muchos preguntarse por qué Jesús hizo secar la higuera, o cómo es que un Jesús tan bueno desea algo tan malo, o si será verdad o mentira que lanzara una maldición… Lo cierto es que necesitamos secar higueras, y no sólo una. Y además hay que hacerlo con una fe capaz de mover montañas, y si podemos mover montañas, cuánto más no podremos secar higueras.