El poder tiene algo curioso, innato y a la vez mortal: cuando se ve perseguido, acorralado o cuando cree que su situación de privilegio está por cambiar, por extinguirse, utiliza cualquier medio para prolongar su tiempo, su posición, su espacio. Así lo vemos hoy en los políticos, que perduran y perduran no sólo en las instancias de gobierno, sino que también luego en las compañías eléctricas. Lo vemos en el futbol, cuando un presidente trata de manejar los estatutos a su antojo para mantenerse unos años más. Lo vemos en la casa real española, una institución que perdura en el sinsentido de los sueldazos, de la herencia monàstica y que, ahora, repleta de escádalos, ha buscado la forma de hacer de serpiente para encontrar la solución en la abdicación y el traspaso.
Lo vemos también en Herodes, quien sigilosamente esconde, bajo palabras de bondad, la intención de acabar con aquel niño, niño, a quien los magos de oriente querían visitar para mostrarle respeto.
Herodes en sí era una persona que vivía en constante psicosis. Cruel y sanguinario que mataba a quien fuera cuando veía peligrar su posición de poder. No nos extraña que un homre capaz de matar a su propia familia qiera,también, acabar con la vida de un niñ. Y un niño que presúntamente iba a ser Rey de los judíos. Qué diría Roma, dónde quedarían los privilegios...
Mirad, debemos poder aprender a renunciar al poder, al poder sobre la economía, al poder sobre el progreso, sobre los avances técnicos, ecológicos, médicos, sociales, debemos aprender a reuninciar al poder sobre el ser humano. Qué hay en el poder que seduce? Qué en su orden que cautiva, enloquece y finalmente corrompe? Lobos con piel de cordero, algunos más que otros, gente que sabe vestir, hablar... muñecotes de un plan de dominio mayor que sólo perpetúa la posición de unos pocos.
Ahora que desaparece la clase media lo vemos perfectamente, pero lo que me preocupa es que esta disposición provenga del ser humano y salga del corazón. Qué mezquinos podemos llegar a ser cuando nos alejamos de toda ética, de todo compromiso, de toda gratuidad, dela vida en sí misma. Cuánto sufrimiento gratuito, cuánta desproporción, cuánta hambre y miseria, cuánta guerra. ¿Toda esta fustración por el poder?
Podríamos haber mirado hoy este pasaje desde el punto de vista de Oriente, feliz, deseoso de compartir la vida con el pequeño Rey, capaz de llevar regalos, presentes de Amor. Comunidades que se acercan, momentos que conmueven y acercan al ser humano. Diferentes culturas con los mismos deseos, el encuentro. Pero no, hoy que es día de regalos e ilusión quiero hacer ya mi carta a los Reyes Magos y sólo pedirles una cosa: que,por favor, toquen el corazón de los desalmados, de los carroñeros, de los poderosos.
Queridos Reyes Magos: este año quisiera que el poder se volviera solidaridad, quelas gentes acercaran posturas, que la justicia que no llega se convirtiera en Amor, que aprendamos a perdonar y que podamos mirar hacia nuestro interior, hacia nuestra intimidad para ofrecer un regalo de Amor.
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