El texto podríamos decir que arranca desde el momento de la transfiguración, que para Pedro y Jacobo fue aquel momento esplendoroso de vestiduras blancas y en el que Jesús se mostraba poderoso. Desde ese instante, el evangelista nos muestra a un Jesús que hace una especie de descenso en caída libre hasta llegar, nuevamente, al plano de siervo. Aquella visión de Cristo con Elías y Moisés lleva a los discípulos a preguntarse ¿Quién es mayor en el Reino de los cielos? Recordando esta escena, podremos entender el pasaje conforme a los hechos de la última cena, cuando Jesús lava los pies a sus discípulos.
Lavar los pies tiene el mismo significado que acercar a los niños, porque en la antigüedad era el niño el que ejercía de servidor, de aprendiz… y no era considerado de valor. Lo que menos vale, diría Jesús, lo pongo delante de vosotros. El pastor D. Bonhoeffer nos deja una imagen más visceral, pero a la vez definitiva, de la enseñanza con la que Jesús quiso sobresaltar a sus amigos desde el campo de Flossenbürg. Allí, mientras los nazis asesinan a los niños, el teólogo alemán atisba la presencia viva de Dios, presente en aquellos que no valen nada.
Pienso ahora en un catalán, Pere Casaldáliga, que rehusó varias veces trasladarse a Roma para la famosa visita ad limina, prefiriendo dedicar el dinero de su viaje a los necesitados de su iglesia. El trabajo y la dedicación de Casaldáliga con los campesinos y los indios de Brasil, pese a las dificultades que tuvo con la jerarquía episcopal, nos abre también los ojos al entendimiento de quiénes se vuelven como niños.
Ellos nos acercan la experiencia del amor a Dios a través, o por medio, o traspasando lo que nosotros muchas veces infravaloramos. No hay nada peor que unos padres que hacen sentir a un hijo que no vale nada, que su vida no tiene valía, o que sus sueños no sirven, o que no conseguirá, no podrá, no será…
Ayuden a los que son como niños a llevar adelante sus vidas, sus deseos, sus intuiciones, su vida misma. Sean para ellos como un padre o una madre amorosa capaz de hacer crecer de forma entrañable a esa criatura. Participen de sus colores, entren en sus dibujos, cenen con ellos en sus castillos, presérvenlos, guárdenlos, no tomen a nadie por valor.
El evangelio da una bofetada a esta sociedad en la que todo tiene un precio. Cuando parece que el sol y la luna han quedado relegados ante la Bolsa, que presenta y oculta el día; o cuando nos referimos a los seres humanos como individuos de primera, de segunda, o de tercera; o cuando las grandes empresas marcharon a trabajar donde se permite la explotación y allí donde se paga menos; o cuando es precaria la educación… traigan a los niños delante, pongan a los niños delante.
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