LUCAS
16, 1 – 8: Decía también a sus discípulos: «Era un hombre
rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su
hacienda; le llamó y le dijo: “¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu
administración, porque ya no podrás seguir administrando.” Se dijo a sí mismo
el administrador: “¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar,
no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando
sea removido de la administración me reciban en sus casas.” «Y convocando uno
por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi
señor?” Respondió: “Cien medidas de aceite.” El le dijo: “Toma tu recibo,
siéntate en seguida y escribe cincuenta.” Después dijo a otro: “Tú, ¿cuánto
debes?” Contestó: “Cien cargas de trigo.” Dícele: “Toma tu recibo y escribe
ochenta.” «El señor alabó al administrador injusto porque había obrado
astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su
generación que los hijos de la luz.
El evangelio colisiona, cada día, irremediablemente con la realidad que
toca cada contexto social, civil, político… que se sucede alrededor del mundo.
Obviamente que el evangelista, en su tiempo, quiso reflejar la situación del
contexto histórico en que vivía, pero lo cierto es que hoy cada uno de estos
pasajes se renuevo bajo nuestra perspectiva temporal. Así, sorprende (y de qué
manera!) que a la luz de pasajes como el de hoy, o como el del joven rico, o el
rico insensato… parezca que el evangelio no se capta de la misma manera según
la posición social de cada uno. Es decir, que sin remedio uno no puede leer
este pasaje, por ejemplo, y no pensar de qué manera deben interpretar la
solidaridad, la opción preferencial por los pobres o el desapego de las
riquezas personas, cristianas (o eso dicen), desde Fernandez Díaz a Merkel
pasando por otros tantos y tantas.
Leemos acerca de esta jugada del administrador astuto y no vemos hoy una
actitud hacia el Reino. Administradores astutos y pillos los sigue habiendo,
pero quizás leyeron e interpretaron mal, rematadamente mal, el evangelio.
Bárcenas, Rita Barberá, los Borbón, Fabra, Chavez, Lulla, Rato, Cameron…
podríamos hacer un listón de nombres, empresas, tramas y demás. Pero,
resumiendo, qie pillos y pillas tenemos por doquier. Ocurre que muchos de estos
se declaran cristianos, cristianas o pertenecen a partidos demócrata-cristianos…
y dicen que su bandera es Cristo y que creen en Dios y que bla, bla, bla… A su
favor habrá que decir, si es que es posible, que a misa (a precepto) van.
Quizás, entonces, habrá que pedir al clero que desde el púlpito les enseñen
mejor a concilar su vida los valores de la caridad, fraternidad, amistad,
solidaridad, ultimidad…
O, siendo más drásticos, si algunos niegan la comunión a los divorciados, o
el matrimonio a los homosexuales… por qué otros no niegan esto mismo a éstos
que practican injusticia, que son malversadores, que sólo buscan su beneficio o
que, con su dedo ejecutor, echan a familias a la calle? Acaso faltan valientes?
Es posible que el Imprerio de la riqueza venza al de la fe? O es que hay dos
evangelios, dos raseros, dos fes y dos Señores?
La mejilla, amados, siempre la ponemos. La ponemos en época de bonanza y en
época de crisis, haga frío o calor, gobiernen unos o lo hagan otros… Y la tenemos
roja de bofetadas y bofetadas y más bofetadas. Pero como el evangelio no dice
nada de las orejas… pues oigan! Por lo menos vamos a empezar a tirarles de
ellas a toda esta casta de canallas, ladrones…
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