LUCAS
6, 1 – 5: Un sábado, al pasar Jesús por los sembrados, sus
discípulos se pusieron a arrancar unas espigas de trigo, y las desgranaban para
comérselas. Por eso algunos de los fariseos les dijeron: —¿Por qué hacen
ustedes lo que está prohibido hacer en sábado? Jesús les contestó: —¿Nunca han
leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron
hambre? Entró en la casa de Dios y, tomando los panes consagrados a Dios, comió
lo que sólo a los sacerdotes les es permitido comer. Y les dio también a sus
compañeros. Entonces añadió: —El Hijo del hombre es Señor del sábado.
La actualidad podría llevarnos a representar en esta parábola lo siguiente:
que los discípulos que arrancan espigas para comer son éstos inmigrantes que
desean acceder a un futuro y que los fariseos, por hacer una similitud, son
desde el trayecto a recorrer (entre pateras, naufragios y mafias organizadas) o
los países a donde llegan, o la misma Unión Europea. Pero no sólo debemos
quedarnos aquí sino que esos discípulos de Jesús que tienen hambre son todas
aquellas personas que en nuestro país, en nuestra ciudad, no tienen acceso al
trabajo o a la vivienda (ni a la comida) y que los fariseos, o los maestros de
la ley, son desde los gobiernos, los lobbys, o la banca que rápidamente quieren
lanzar la hipoteca, o ejecutarla… Así, mientras el mundo gime resulta que
tenemos a estos ortos implacables que quieren aparentar ser lobos con piel de
cordero.
Los campos de trigo son los recursos, la comida, el agua, la electricidad,
la vivienda, o el futuro y estos campos garantizan la supervivencia del ser
humano; los fariseos, estos poderes, recriminan a la humanidad su deseo de
acceder a los recursos, tienen capacidad para limitar, para quitar o para
recortar y así nos dejamos conducir año tras año, si el sábado es de alguien
será porque es de ellos. Jesús, y el evangelista, llevan más de dos mil años
recordándonos que no hay mayor poder que el de Dios, y que lo que Dios quiere es
la plenitud y la felicidad del ser humano por tanto, que el sábado se hizo para
el hombre y la mujer y no al ser humano para el sábado.
Pero no ocurre así, ¿cierto? Somos esclavos de muchas cosas, de muchos
poderes, y somos esclavos de nuestra falta de iniciativa, de reivindicación, de
pelea o de lucha: dejamos que nos roben la cartera. Que sube la luz, vale; que
sube el transporte público, venga; que recortan los salarios, de acuerdo; que
nos ahogan los impuestos, qué le vamos a hacer; que nos echan de nuestras
casas, haber pagado; que no se ayuda a los refugiados, no es mi problema… La
verdad es que podría seguir y seguir y seguir.
¿De quién es el sábado?
Amados y amadas hay que empezar a despertar, es el tercer propósito del
año: si el primero es enseñar y el segundo es curar, ahora hay que despertar
porque al ser humano le han robado el sábado. Se lo han robado!! Mientras en el
hemiciclo siguen reuniéndose con traje y corbata + menú de 30€ + coche +
escolta + pensión vitalicia + … el resto
de la humanidad se debate entre la vida y la muerte. ¿Acaso no es momento para
que nos regresen el sábado?¿Acaso necesitamos más para salir a la calle?
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