Venimos del episodio en el que se resuelve matar a Jesús y llegamos a este otro en el que se quiere dar muerte a Lázaro, aunque hoy quisiera recoger una frase de Rilke que nos propone un ejercicio encomiable y una clave de lectura para todo este suceso de mortandad: “Quizás todo lo terrible es, en su ser más profundo, algo que necesita nuestro amor”. Acostumbrados a poetizar el frasco de alabastro, el beso de los pies y los gestos de esta unción en Betania, nos olvidamos de la parte esencial de la misión de Jesús: amar al mundo y a lo terrible. Lo hizo con el gadareno, lo hizo con los leprosos y lo hará en la cruz con quienes lo crucifican. Lo hará incluso con Pedro que lo niega y no dudo que con Judas, todo lo que es terrible para Jesús es motivo de amor.
Porque todo lo terrible en su esencia es ser, dice Rilke, y todo ser tiene un inicio de amor. Quizás será en la ruptura de este estado inicial que se produce el desamor, y cuando llegamos allí nace la discordia, la desconfianza, el recelo, la enemistad… todo lo que es terrible del ser humano. La vida es un camino entre dos polos que son el amor y el desamor y desde estos límites hay una escalera de sentimientos que nos acercan y nos alejan. Todo lo que construye la humanidad parte de uno de estos dos bandos: la poesía y la violencia, la paz y la guerra, la libertad y la esclavitud…
El evangelista nos propone que incluso al quebrar el frasco del perfume, lo que es aroma en toda la escena entre María y el Señor, resulta motivo de repulsa en Judas. Y que aquella resurrección que tuvo una causa de amor entre Cristo y Betania, tuvo también un motivo de muerte. Es una extraña situación cuando aquello que sugiere amor se vuelve terrible. Nos adentramos en el misterio de la pasión y la muerte, una metamorfosis que a veces termina en mariposa y otras acaba en gusano. La vida nos permite entender qué llevó al cuerdo a su locura.
Parece todo tan bonito, tan santo, tan amable que vivimos muchas veces alienados de la realidad. Nos lavamos los pies, derramamos perfume, acogemos al enfermo, damos comida al hambriento y tendemos a lo hermoso, a lo bondadoso… Pero el poeta nos invita a salir de nuestra comunidad de amor para acoger al discordante, al problemático, al que nos mata… al terrible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario