Lucas 17, 5 – 10: En aquel tiempo,
los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor
contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
"Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería. Suponed
que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del
campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la
mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras
como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar
agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando
hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos
hecho lo que teníamos que hacer."»
Realmente necesitamos fe, quizás más que nunca y no precisamente en materia
religiosa o espiritual pues a tenor de los acontecimientos que riegan nuestra
Tierra cada vez puede costar más creer y confiar, por ejemplo, en el sistema
político democrático que quiere dirigirnos sea como país, sea vía Europa, o sea
lo que sea. Sin ir más lejos ayer vivíamos en España un nuevo capítulo, casposo,
de la historia reciente de nuestro dañado sistema democrático. Sean las siglas
que sean, la inclinación que quieran, si ya costaba esto de creerse a los
políticos, que vierten su vida entre los márgenes de la corrupción, ahora
todavía cuesta un poco más después de la representación en el PSOE de que lo
único que les importa es el poder.
Quizás es que yo sea ingenuo, quizás sea demasiado joven, pero cada vez es
más evidente que el actual sistema democrático español no funciona. Ir a
elecciones no tiene sentido cuando la dirección de un país queda al arbitrio de
las cacicadas de unos y de otros. Y por supuesto, ya no vale escudarse en el
derecho a voto, o en que no hace tanto en España había una dictadura… hoy
volvemos a vivir un proceso dictatorial que, además, va encontra (de un modo
evidente) del bienestar de las personas, del empleo, del bien común… para
favorecer intereses, fortunas, tramas bancarias y demás.
¿Dónde queda la capacidad del individuo?¿Dónde reside la búsqueda del bien
social? Porque aunque a pequeña escala y desde la base siempre se trabaje en
pro de los derechos, dignidades y bien de la persona, cuando todo este trabajo
encomiable colisiona con el poder, con la curia, con la bóveda del gobierno
ocurren episodios de desencanto, de fustración, de violaciones sistemáticas… y
quedamos sujetos al robo, al imperio de los gravámenes y al capricho de una
casta (tan de moda) que impide al ser humano desarrollarse en plenitud. ¿Y eso
es cristiano? Desde luego que no! Aunque algunos pueden que digan que sí.
Vivimos en la ley del embudo, aquí el que más o el que menos tiene que
pasar por el aro. La sociedad queda sistemáticamente desprotegida y engañada,
fastidiada y anulada. Ya ven, amados, que si se manifiestan los persiguen, que
si tratan de llevar adelante leyes para el desarrollo social las rechazan, que
si se lleva a los defraudadores a juicio se pone en marcha la maquinaria
judicial que nunca llega a nada… Hoy se perdona a los estafadores, a los
malversadores y se sigue condenando al ciudadano. Con una multa las grandes
fortunas siguen su curso mientras que por una deuda menor, por una multa, o por
el impago justificado de un recibo a los mortales nos cortan la vida, nos
embargan las cuentas, nos colocan en listas de morosos e, incluso, nos llevan a
la cárcel.
¿Qué necesitamos? Fe, sin duda. Mucha fe para afrontar este tiempo.
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