MATEO
8, 5 – 13: Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión
pidiendo ayuda. Señor, mi siervo está postrado en casa con parálisis, y sufre
terriblemente. —Iré a sanarlo —respondió Jesús. —Señor, no merezco que entres
bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará
sano. Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores, y además tengo
soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y
viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace. Al oír esto, Jesús se
asombró y dijo a quienes lo seguían: —Les aseguro que no he encontrado en
Israel a nadie que tenga tanta fe. Les digo que muchos vendrán del oriente y
del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el
reino de los cielos. Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la
oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes. Luego Jesús le dijo al
centurión: —¡Ve! Todo se hará tal como creíste. Y en esa misma hora aquel
siervo quedó sanó.
Atrás dejamos el marco más teórico del Sermón de la montaña y Jesús,
convertido en taumaturgo, nos enseña que de nada vale la letra sí queda en
simples discusiones; aquello que hemos aprendido es lo que tenemos que hacer,
dando acción a la doctrina que se posa en nuestro corazón y sin negarla a
nadie; bien, quizás a mi me sea imposible ayudarte, pero encontraré a otro que
sí pueda hacerlo.
Pero, de la prontitud de la actuación de Jesús hemos pasado a la época de
los grandes concilios, de las mega reuniones, de las discusiones, de las
cámaras de representantes, de las escolásticas medievales, y más hasta llegar a
la actualidad que sigue con sus sínodos, con sus debates electorales, con sus
mítines… Se tarda muchísimo, o nunca, en que alguien pueda beneficiarse de la
mayoría de los consensos, estamos ante lo que parecen grandes reuniones, incluso
grandes decisiones, y cuya respuesta activa no existe, no es eficaz. Así
perpetuamos un modelo de funcionamiento que no garantiza, que se gasta con
saliva.
Hay personas que actúan tan rápido como les es posible, sin dilaciones. En
mi parroquia, el servicio del Banco del Tiempo es extra rápido, y lo es porque
quien lo lleva es una persona que sabe que lo más importante de todo acuerdo es
acercarlo a las personas. Y fíjense, porque la mayoría de entidades que se
conducen por esta máxima son aquellas que no han perdido ni el contacto con la
realidad, ni la empatía con las personas. Si miráramos hacia el gobierno, hacia
la ONU o hacia cualquier otra, veríamos como la separación entre vivientes y
los que mandan gráficamente la encontramos en los palacios que son sus sedes.
Aquí en España está el caso del PSOE, con su secretario general Pedro Sánchez,
su discurso más sonado a lo largo de las pasadas autonómicas fue, YO VOY A
LIDERAR EL CAMBIO EN ESPAÑA. No dijo, yo voy a ayudar a los parados, a los
hambrientos, a las parejas que no tienen cómo criar a sus hijos/hijas, No! Su
mensaje es: NECESITAIS UN LIDER, Y YO (QUE SUERTE PARA VOSOTROS) OS GOBERNARE.
Quién necesita otro tirano, quién otro opresor, quién un líder? Lo que
necesitamos es otro grado de madurez en las instituciones y en el propio pueblo
que pueda girar hacia una perspectiva más humanitaria, más igualitaria, menos
altiva, incluso más preparada para poder dar respuesta a las exigencias de la
vida en el siglo XXI. Necesitamos que viva algunos como Cristo, que después de
enseñar su doctrina, la practica entregándose a los demás, como un sirviente,
con amor hacia la humanidad, con calor, dándonos fe, esperanza…
Jesús no es el único que se acerca a los que sufren terriblemente, en
nuestras comunidades hombres y mujeres también se solidarizan con esta opción
ante el sufrimiento humano. Cuánto queda por aprender, y cuánta necesidad de
prescindir de tanto programa, de tanto líder, de tantas nóminas…
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