LUCAS
12, 1 – 4: Mientras tanto, se habían reunido millares de
personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar,
dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los
fariseos, o sea, de la hipocresía. No hay nada encubierto que no llegue a
revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. Así que todo lo que
ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han
susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas. »A ustedes, mis
amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden
hacer más.
Este curso estoy, desde verano, trabajando con un chico al que no hay manera
de resituar en la vida. Ciertamente no porque sea alguien con una problemática
espectacular sino más bien porque sigue empeñado en esconder aquello que, para
nosotros, es de sobras conocido. En un primer momento parecía de lo más
colaborador, preocupado con su futuro, mirando por su madre, con la intención
de darle un vuelco definitivo a las cosas y se le propuso terminar los estudios
primarios para acceder a unos estudios superiores, que era lo que él pedía.
Pero la vida, que es muy sabia, rápidamente le hizo llegar la posibilidad de
cubrir esa etapa de estudio en un instituto de la ciudad en horario de tarde.
Lo que ocurrió, o lo que está ocurriendo, es que la oportunidad que nos estaba
pidiendo se le ha convertido en un instrumento de presión ya que, en todo momento,
sus intenciones permanecieron encubiertas. Sí, quizás parecía que la luz había
llegado a su vida, pero la luz, cuando llega, deja al descubierto nuestras
oscuridades y cuando eso ocurre, aunque quieras ponerte debajo de la cama,
aunque quieras esconderte, has quedado
expuesto.
Hubiera sido más sencillo decir que de momento no quería hacer nada, que
agradecía la posibilidad, que seguramente sería una ocasión única, pero que no
quería. Cuando uno decide salir a la luz, y ocurre siempre, debe saber que va a
tener que afrontar sus tinieblas, porque precisamente cuando alguien se quiere
iluminar va a dejar expuestas sus carencias. Pero eso no es nada malo cuando
está en mí el deseo de que esas insuficiencias se vayan resolviendo, porque lo
que estoy pidiendo es ayuda en mis enfermedades. Pero si en lugar de mostrarme
como soy, aún desnudo, lo que quiero es jugar con la mentira, escurrirme en las
oportunidades, o en la bonanza de las personas, o en el aliento del tiempo, me
estoy equivocando por completo porque a la luz mis planes se desbaratan en
cuestión de segundos. Lo malo, amigos, no perdura ante la luz.
Nadie va a molestarse, a enfadarse, porque digas NO a las oportunidades, o
a lo que nosotros o quienes nos aman creen que son oportunidades, trenes en la
vida, porque si hay algún beneficio, será para ti. Entonces, si quieres
permanecer en las sombras es mejor que te quedes en la oscuridad, en la
complicidad de la noche, porque si te atreves a dar el paso, tú que duermes,
hacia la luz( y la luz verdadera) no vas a encontrar artimaña, ni excusa, ni
posibilidad, ni astucia que te pueda servir para evitar que te traspase tanta
iluminación.
Es mejor correr hacia la verdad sabiendo que lo que soy quedará descubierto
que tratar de hacerme de la luz engañándome a mí mismo. Lo que es bueno, al
final, es bueno para ti y nosotros nos alegraremos, pero no es bueno para
nosotros sino hay felicidad en ti. Haz lo que debes, vive como quieras, haz lo
que te parezca pero cuando quieras venir a la luz, que sepas que vienes
desnudo.
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