Juan 8, 51 - 59: En aquel tiempo,
dijo Jesús a los judíos: - «En verdad, en verdad os digo: quien guarda
mi palabra no verá la muerte para siempre». Los judíos le dijeron:
- «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas
también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para
siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los
profetas murieron, ¿por quién te tienes?». Jesús contestó: - «Si
yo me glorificara a mi mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es
mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo
conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como
vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán,
vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de
alegría». Los judíos le dijeron: - «No tienes todavía cincuenta
años, ¿y has visto a Abrahán?» Jesús les dijo: - «En verdad, en
verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy». Entonces
cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.
William
Cowper dijo: "Dios se mueve de
manera misteriosa para llevar a cabo sus maravillas. Y la manera de hacer Dios
las cosas es un misterio para nosotros. Tenemos que reconocer que hay ocasiones
en las que no acertamos a comprender cómo se mueve Dios. No parecen tener
sentido y los instrumentos de los que se vale parecen tan fuera de lo normal.
Dios no es nada ortodoxo. Siempre está haciendo las cosas de manera equivocada,
escogiendo a las personas equivocadas y haciendo las cosas del modo más
sorprendente. Una de las cosas que aprendemos acerca de Dios al vivir con él
durante un tiempo es que siempre está haciendo lo inesperado y no es que lo
haga así porque le encante hacer que nos sintamos confusos, sino porque su
forma de obrar es infinita y nuestra mente humana no acierta a entenderla”.
Ciertamente, entre este pasaje y el primero del capítulo 8, la mujer
adúltera, hay todo un clima de incomprensión que conduce a la intransigencia de
estos “oponentes” de Jesús que no logran comprender, ni en la mujer adúltera la
Ley de Moisés, ni ahora en este pasaje la unión entre Jesús y la historia a
causa de su preexistencia (compartiendo el tiempo y la vida de Dios). La no
comprensión termina por radicalizar las actitudes de las turbas, que deciden
coger piedras para tirárselas a Cristo, en este pasaje, y a la mujer adúltera,
como leímos anteriormente.
Debemos entender la vida de Misterio, que no necesariamente tiene que
significar algo oculto, o algo ininteligible. Hay veces en que la palabra
Misterio expresa algo que nos supera a nivel óntico, existencial, que nos viene
dado por un conocimiento que todavía no llega en plenitud, pero que llegará.
Además, Misterio, es también una cualidad de Dios, que deja espacio al
desarrollo, al conocimiento, al descubrimiento… La vida, como también lo es el
ser humano, es un gran misterio.
El ser humano, no obstante, es muy dado a dudar de aquellas cosas que no
consigue comprender, de rechazar aquello que no es capaz de razonar, o de negar
por negar si algo se escapa a su credo.
El pasaje de hoy nos invita a despertar ante la profundidad y la anchura
tan grande, infinita, de Dios y a dejarnos sorprender por el testimonio de
Cristo, que habla a nuestro corazón de piedra para, con la adúltera, movernos a
misericordia y a humildad y como estos otros judíos a la experiencia de la Vida
en el Hijo.
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