Mateo 5, 20 - 26: En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos,
no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos:
"No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que
esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano
"imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama
"renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a
poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene
quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a
reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el
que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de
camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último
cuarto.»
Para ser mejor que un escriba o un fariseo de entonces, que eran personas
entregadas a la Torah, a la voluntad de Dios en la vida del creyente, era
necesario un cambio de mentalidad evidente pues, en Israel, qué podía haber
mejor que la obediencia a Dios?
Nuestro caso no es muy desigual, pues en muchos lugares todavía hay una
devoción superlativa a la ley, a la costumbre, a situaciones y actitudes que
parece que nos ponen en la buena relación con Dios pero que, de verdad, no se
fundamentan en el mensaje de amor del Cristo. Sí, qué duda cabe, que nuestra
vida espiritual va muy ligada a lo religioso, o a lo piadoso, y parece que
cuanto más nos movemos en esta tesitura más cerca de Dios tengamos que estar. Que
si oraciones por aquí, que si laudes, que si reuniones, que si misas, que si
cultos… Todavía existe el precepto, la obligación, la necesidad de acudir y de
hacer por temor, por si acaso…
Creo firmemente que uno vive más cerca de Dios cuando más realidad del
Reino vive en él, o en ella. Es decir, cuanto más ama, más perdona, más tolera,
más entiende los errores de los demás… Cuanto más realidad se hace el deseo de
Cristo de que las personas vivieran unidas entre ellos. Cuántas más barreras se
vencen entre pueblos, cuánto más se pacifica… Como dice el evangelista: misericordia
quiero, no sacrificios.
No obstante, la convivencia entre las dos maneras de entender el acceso a
Dios, o las tres, o cuatro, o cinco… están servidas a convivir y ello debe
llevarnos a respetar unas formas u otras. Cuál es mejor, cuál es peor, cuál nos
lleva a Dios o cuál nos separa de Él?
Qué misterio verdad?! Quiero pensar que toda barrera se vence desde el
amor, no desde la Ley, pero quizás este equivocado, quizás no sea el camino
seguro, quizás haya otra dirección.
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