Mateo 5, 43 - 48: En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu
prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a
vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de
vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos,
y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué
premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo
a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también
los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es
perfecto.»
A quién no le resuena el pasaje de hoy cuando ayer se produjo el debate
entre los diversos candidatos a las elecciones españolas? O a quién, viendo los
disturbios provocados entre rusos e ingleses en la Eurocopa? O tras el atentado
de Orlando? O después de escuchar las declaraciones de Donald TRump? O…
podríamos seguir y llenar toda mi reflexión sobre acontecimientos, palabras,
acciones y situaciones que claman al desamor, que aprovechan cada resquicio de
nuestro tiempo para sembrar, como una bandera pirata, la imagen de la calavera.
Veo con estupor como en los tiempos de hoy el diálogo que más une es el más
xenófobo, el más derechista. Sea en la política, sea en la religión, sea en la
economía… el desamor nos lleva a posiciones ultraconservadoras, antiguas,
intransigentes, racistas… Y todo parece tener una excusa válida bajo el imperio
de la negación, de la prohibición, de la deportación, de las grandes murallas,
límites y fronteras que se olvidan de aunar pueblos y quieren separar, romper,
como salvaguardándose de la humanidad, sea por miedo (aunque más por interés).
Vivimos un tiempo que necesita oración, oración como un ejercicio profundo
de deseo de abrazar la vida, a los demás, a los iguales y a los diferentes, a quienes
comparten nuestras ideas y a quienes no… Me parece pasmoso ver a cuatro
personas que pretenden gobernar y que no sólo no logran ponerse de acuerdo,
defendiendo cada cual su ego más que los intereses de un país, sino porque
después de tanta parafernalia, finalmente, pactarán los inmovilistas, volverán a
enfrentarse las izquierdas y, mientras tanto, las personas seguirán
importándoles un cuerno.
Todo ello es desamor, cuando los intereses están por encima de las
personas, cuando se premian las corporaciones, la explotación, la precariedad
laboral, el paro, la corrupción, o cuando se somete al poder judicial, se
recorta la sanidad y se deja de banda la educación, a pesar de que hoy aún
muchos jóvenes tengan que enfrentarse a la selectividad, creyendo poder labrar
su futuro.
Quizás, algún día, logre ver en el programa de algún partido el primado del
amor, la búsqueda del bien común, del desarrollo, sostenibilidad… con garantías
para aquellos que necesitan prestaciones, con un deseo de fomentar el trabajo,
la inversión… Quizás algún día logre ver una nueva sensibilidad hacia el ser
humano más que hacia los poderes, hacia el encuentro más que hacia la distancia…
quizás algún día deje de ser una utopía, quizás algún día venzamos al desamor.
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