Juan 1:17-21: pues la ley fue dada por medio de
Moisés, mientras que la gracia y la
verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto
nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el
Padre, nos lo ha dado a conocer.
Este es el último post del año que cursa,
2014, y he reducido la lectura del día drásticamente a los versículos finales
porque recogen perfectamente dos ítems fundamentales en la vida creyente o en
la vida de aquellos que han puesto su confianza en Jesús.
La primera parte del texto nos resalta la
superación de la Ley en Cristo. La ley, que fuera el gran valor jurídico de la
peregrinación judía por el desierto del Éxodo, creciente luego bajo preceptos y
normas a fin de que un pueblo rebelde y pecador pudiera hallar la forma del
perdón del Señor. Insuficiente porque en la naturaleza del hombre está inscrita
esa forma de recelo hacia lo desconocido y esa manera de errar en las
situaciones más diversas: sea por mentira, sea por violencia, sea por el sexo o
sea por lo que sea el ser humano no es un ser fácil de reglar y esa lección no
supo comprenderla la tradición mosáica del Antiguo Testamento aún con sus
mejores intenciones.
No será justo decir que bien es cierto que
la misma tradición judía ha ido luego reelaborando la regulación de esa
tradición en busca de un significado mayor y mejor para el ser humano. Tarea
que las diferentes escuelas rabínicas buscan como fin de la gran virtud, la
gran sabiduría, que es Dios mismo. El mismo Dios que estableció una de amistad
con Abraham sin el imperio del poder, de la norma, de la jurisprudencia de las
tablas.
Cristo es, para nosotros, esa misma
aspiración de libertad para el ser humano. El evangelista nos habla de la
llegada de la gracia y la verdad a través de este Jesús, y el maestro nos dirá
en el sermón del monte que no ha venido para abolir la Ley sino a darle
verdadero sentido. Ese mismo sentido que es el regreso radical a la relación
íntima del ser humano con Dios.
Es la segunda parte de este pasaje, así como
Cristo es el único que ha visto a Dios, lo hace por el hecho de vivir en
estrecha relación, comunión o intimidad con Él. Es por tanto asumible que el
mensaje de Cristo es tan potente que traspasa la legalidad que había para el
hombre a fin de llevarlo a una posición nueva y superior. Con Dios no nos
relacionamos ya a través del Sinaí sino que nos relacionamos en base a una
íntima amistad y el que es amigo no necesita cumplir con ningún formalismo
porque es aceptado como es. Cuando un amigo o amiga es invitada a participar
conmigo de una relación, las normas del compromiso, del quedar bien o del querer
gustar van desapareciendo conforme entra en juego la intimidad, porque a fin de
cuentas uno no puede acabar de esconder nunca lo que es y lo que es, dice
Jesús, es precioso porque es único, es imagen verdadera y fundamental de Dios,
que también es único.
Así como se muestra Dios con Cristo se
muestra Dios con el ser humano y así lo presenta Jesús, quien nos enseña a
acercarnos sin temores delante de un Señor expectante y feliz de recuperar esa
relación directa con la persona. Se establecen nuevos lazos de amor y de
familiaridad con aquel que habita en las alturas y que es invisible.
Aprendemos, por medio de Jesús, a mirar esa invisibilidad traspasada ahora por
la carne del maestro y Jesús nos muestra cómo encontrar esa intimidad, ese
vínculo fraterno, con el prójimo, con el otro ser humano. Así, el encuentro de
la gracia y la verdad pasa por la unión de los seres humanos, independientemente
de quienes son, de cómo son, de a qué credo o religión pertenece o a cómo
buscan ellos esa intimidad con el Señor.
Este 2015 nos viene próximo y abre las puertas a un nuevo calendario
aún por escribir, por trabajar, por vivir… Es la última verdad de Cristo esta
que nos narra el evangelista del deseo intrínseco de acercar al ser humano a
Dios y de acercarlo por medio del corazón. Ahí convive otro calendario, el de
los sentimientos, el del ser, cuiden de ese otro gestor del día a día más que
de aquel que usamos para recordar citas, fechas, exámenes, entrevistas, días de
cobro…
Deseo que esta noche encuentren el bolígrafo que hace falta para
escribir en la agenda del corazón y que no tarden en empezar a escribir.
FELIZ NOCHE, FELIZ 2015