Entre un año que acaba y un año que empieza se manifiesta un rápido
recorrido entre una muerte y un nacimiento. Vida y muerte juegan en cada cambio
de año un papel especial que nos invita según estemos en una u otra tesitura,
realidad. El año que muere me lleva a la introspección, al balance, a meditar
sobre los muchos momentos que viví o pude vivir, sobre lo bien o lo mal que lo
hice, sobre mi comportamiento respecto del otro (familia, pareja, amigos…). Veo
cómo en mi corazón algunas de estas fechas del año que acaba se resienten y me
conducen a llorar mientras que otras, aun muriendo, se erigen como una
enseñanza necesaria que puedo sumar a mi vida, a mi ser o que puedo implantar
como un plus cualitativo, deseable.
La muerte del año tiene, siempre, una connotación negativa respecto de lo
que no puedo cambiar y otra, positiva, respecto lo que me ha ayudado a crecer,
sobreponerme, aprender… Puede ser que el ejercicio sobre esta pequeña muerte
del tiempo sea aprender a sobrellevar y redirigir las que cada año suelen
situarse en esa connotación negativa. Alguien dijo una vez que aprendemos con
cada pequeña muerte de la vida y aprendemos también de cada pequeña muerte que
se sucede en el tiempo, un factor que siempre va hacia adelante. Cada hora
incluye numerosas pequeñas muertes de algún o algunos minutos, cada minuto
incluye también algún o algunos segundos. El tiempo pasa, se cuenta, se acaba y
nos recuerda siempre esta doble interpretación de un cambio de año.
Diría: vístanse de negro riguroso para la muerte, pero lleven debajo mil
colores para la vida. Durante unos momentos, mientras algunos se ahogan
comiendo uvas, el vestido funesto y de luto se destripa para dejar espacio al
color, a la ilusión, la esperanza, los sueños… Todo vuelve a ser esencialmente
un inicio.
El año de vida viene cargado de propósitos: respecto a lo físico tengo ya
el gimnasio, la piscina, las bambas del decathlon o la bici estática. Respecto
a lo económico cosí y reforcé mi cartera para que no se escape nada, para
tenerlo todo un poco más controlado, mesurado y para acotar la posible fuga de
caprichos anuales. Respecto a lo personal: ser más amigo, mejor amante, esposo,
padre, madre, hija o hijo, abuela… y respecto a lo profesional ser siempre
mejor compañero, persona, honesto…
Salvando los aspectos más triviales y aquellos que decimos fruto de la
emoción del momento. Este año de vida nos entrega una oportunidad para poder
resetarlo todo y me resulta del todo especial contemplar este nuevo año desde
una perspectiva cargada de ilusión, pensando que el ser humano realmente cada
trescientos sesenta y cinco días puede sentirse como ese capullo de oruga que
puede: o dar lugar a otro vil gusano o convertirse en la más hermosa y
extraordinaria mariposa.
A veces esta mariposa estalla entendiendo su posibilidad de hacerlo. Es
decir, en el fondo, hayas hecho lo que hayas hecho tu alrededor está deseando
ver la mariposa que llevas dentro y, efectivamente, cambiar lo mal que hicimos
siempre suele tener la complicidad sencilla de nuestro entorno amado y no
amado. El primero porque siempre quiere saborear tu ternura, tu amor, tu
compromiso, tu cariño y el segundo porque quiere dejar de ver gusanos
arrastrándose para aprender a gozar de una nueva forma de vida, tan novedosa
que conforma nuevos escenarios vivientes, desconocidos, pero deseables.
Otras veces esta mariposa no llega hasta al cabo de un tiempo, durante el
trascurso del año. Realmente no hay prisa para nadie, el tiempo es cierto que
muere pero, a veces, una misma muerte conduce a la vida, y dentro del bálano se
intuía una mariposa. Dejen a las personas poder cumplir este proceso tardío, no
frustren la llegada de ningún nuevo alado y aprendan a desear que cualquiera
pueda llegar a conseguir ese estado. Es especial acompañarnos en la esperanza de
muchos por el bienestar de otros. Sientan esa empatía hacia cualquier persona
porque quizás, algunos, a lo largo de este inicio de año algunos puedan sorprenderlos.
Y hay otras veces que la mariposa no llega. Tengan paciencia, en este mundo
loco que vivimos los sentidos de la naturaleza han sido alterados, y los
inviernos casi no existen, las primaveras tienden a desaparecer, y las lluvias
y los soles se alternan de forma desigual a lo largo y ancho de esta preciosa
Tierra. Hay lugares en los que un gusano no puede acabar de llegar a ser
mariposa porque naturalmente no hay condicionantes que se den para ello. Ayuden,
comprométanse en cada uno de estos micro espacios en los que la naturaleza está
más imposibilitada y en la que cuesta más llegar a ser precioso o preciosa.
Hay un trabajo sincero al que deberíamos atender todos este 2015 y es a
comprometernos con los espacios difíciles, con las personas complicadas, con
aquellas que pueden lograr otra realidad, con las que salir de ese espacio va a
costarles mucho o con aquellos que tan siquiera podrán hacerlo. Ya no hay un
año de buenos y malos, de justos e injustos, de ricos o pobres, sino que viene
un año de apoyo y consuelo.
Que Dios os bendiga a todos, amadas y amados.
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