Mateo (11,16-19): En aquel tiempo,
dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los
niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y
no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado."
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio."
Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un
comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan
razón a la sabiduría de Dios.»
El ser humano se
muestra muchas veces insatisfecho con la vida, con el trabajo, con el dinero,
con lo que crea... Y es curioso que sea así porque tenemos el privilegio de
participar de una especial forma de Dios, la de creadores, o hacedores. El ser
humano puede crear, y ser creador, es como poder participar del mismo poder
original de Dios. A imagen y semejanza, participamos de la naturaleza de Dios,
y en este signo podemos comprobar que somos hijos suyos, porque de Él heredamos
esta capacidad de crear.
Y digo curioso,
porque cuando Dios creó, en el relato del Génesis, podemos leer que la
consecuencia de la creación fue buena, y como Dios vió que era bueno, descansó.
Por lógica el ser humano, que tiene esa capacidad creadora, habiendo visto
nacer algo de su propia mano también debería demostrar esa capacidad de
descanso porque lo que ha hecho es bueno.
Lógicamente, pero,
el hombre no descansa porque no todo lo que crea es bueno, ni tiene buen fin,
ni tampoco buenas intenciones, formas... De la potestad creadora, bella y
especial con la que Dios nos concede “poder hacer”, el hombre convierte esa
posibilidad de sus manos en explotación infantil, trabajos forzados, castigos,
opresión... dominio.
La herencia
creadora de Dios se transforma en poder, y cuando algo deviene en poder surgen
los poderosos, y con ellos otro tipo de nacimientos, que acaban por someter. El
poder crea para asegurarse continuidad, posición, estatus, riqueza... Pero ésta
es la antítesis de la creación, que debiendo ser buena, se vuelve
insatisfactoria, y el hombre no puede realizarse porques u creación no está
bien.
Así, en este clima
insatisfactoria, el ser humano pierde la perspectiva de la realidad, se insensibiliza,
de deshumaniza, cae en redondo. Y no puede disfrutar, ni percibir, ni tan
siquiera darse cuenta, actuar, o volver en sí. Está incapacitado. Y fruto de
esa vida no saciada, surge la parsimonia y el conformismo, y todo es llano,
normal, asumido y no hay nada que llene el corazón.
Vino Juan el
Bautista que no comía ni bebía y luego vino Jesús y lo acusamos de comedor y
bebedor. Y ni me gusta uno ni me gusta el otro, ni fú ni fá. Esta humanidad se
ha vuelto demasiado hipócrita, tanto que siempre tiene una excusa para no
participar de nada. Ni del asceta, ni
del otro que siempre está de celebración.
Antiguamente la
plaza era el lugar de reunión, donde se encontraba el pueblo, donde se comerciaba...
Pero en el corazón del pueblo ocurre que se ha instaurado la insensibilidad, y
ya ni escuchan la melodía de la flauta que invita al baile, ni se conmueven con
el llanto que provoca la injusticia social.
Como hoy, que estan
echando a miles de familias de sus viviendas y no ocurre nada de nada. Y se
está actuando inconstitucionalmente, contra los derechos fundamentales de las
personas, y se está favoreciendo a los bancos, y la sociedad no llora, aquí muy
pocos son los que lamentan de verdad que se esté ajusticiando la vida de las
personas. Se está matando al pueblo, a niños, a familias enteras... se está
atentando contra el ser humano, y cantamos lamentaciones, pero no se llora.
Y aún
surgen otras opciones en política, y los poderosos las critican, y les dicen:
demonio tienen! Y los acusan de comedores y de bebedores, y de buscar el
beneficio de los pecadores, de los publicanos, de las prostitutas, de la gente…
A
ustedes, poderosos, grandes capitales y
partidos políticos, podridos, engordados de poder, corruptos, malhechores,
sinvergüenzas, que están dejando a la gente en la calle, sin empleo, sin
dinero, y con deudas, usureros! ¿A qué les
compararé? ¿A qué compararé a esta generación?
Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan
a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado
lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni
bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come
y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos
y pecadores”.
Pero no olviden que los hechos dan la razón a la
sabiduría de Dios. Y otro día ya tocaremos esta parte.
Dejen de matar al ser humano, dejen de echar a la gente
de sus casas, empiecen a tener un mínimo de vergüena!
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