Marcos (1,1-8): Comienza el
Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo
envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita
en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos."» Juan bautizaba
en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les
perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus
pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello,
con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel
silvestre. Y proclamaba: «Detrás
de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle
las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu
Santo.»
Preparad el camino del Señor.
A nosotros nos separa una gran cantidad de años y
experiencias de la tradición en la que el mensaje del Bautista fue proclamado
en Judea. Los siglos, como las gentes, han ido cambiando a medida que avanzaban
los tiempos, la ciencia, la industria... la vida. Llevar la mirada atrás, y
recordar las palabras del profeta no es gratuito, y tampoco debe equivocarnos. El
mensaje de Juan, entonces, no significaba lo mismo que ahora.
Imagino que en aquel tiempo, esta palabra del asceta
vendría proclamada con cierto poder, en voz alta, segura, impositiva, profunda
y con esperanza. El mensajero de Dios ejerce su faceta profética para divulgar
la noticia de que la salvación de Dios está cerca, y hay que preparase. El
mensaje, por tanto, tiene dentro de sí la autoridad que las grandes voces de
Israel han levantado a lo largo de la historia.
Se dice que Juan proclamaba hacia la persona. Y que
desde esa forma de predicar, se creaba un nexo solidario entre necesidad y
mensaje, que se manifestaría después cambiando la forma de actuar, de hacer, o
de vivir. Judíos piadosos se acercaban para obtener el perdón de sus pecados en
un clima de proclamación propicio para recordar anteriores sucesos de
salvación. Isael, que fue sacada de la esclavitud de Egipto, ahora sería
rescatada de otra clase de esclavitud, la de Roma. O por lo menos esa era la
creencia popular del mensaje mesiánico, viene el Rey, descendiente de David,
que acabará con el poder del opresor.
Era un clima de expectación, un momento deseado, y la
voz del Bautista grita, se oye, traspasa.
Hay que releer el pasaje,y adentrarnos en la óptica
judía del entonces. No puedo leerlo desde el sillón, y tengo que levantarme y
gritar, gritar fuerte ante el espasmo de mis vecinos que, en pleno siglo XXI,
no imaginan que en la habitación del lado me preparo para proclamar la noticia:
PREPARAD UN CAMINO AL SEÑOR!
Hoy en día, mucho del trasfondo bíblico lo hemos
trasladado al corazón. No digo que sea un lugar equivocado, porque la
espiritualidad y la forma de entender a Dios a cambiado mucho en todo este
tiempo. Ahora hay nuevas sensibilidades que nos guían en una u otra dirección,
y mientras parece que en el antiguo ayer bíblico todo era alboroto y griterío,
ahora, en este tierno tiempo de hoy lo hemos convertido en silencio.
Pero yo creo que
hoy día también necesitamos que se vuelva a levantar al voz, porque en esta sociedad
del XXI estamos un poco apagados, un poco mustios. Parece que esto del alboroto
quedó al desuso de las grandes revoluciones, y hoy día casi no se escucha
ninguna voz, porque todas las voces rinden a uno u otro bando, la globalización,
los grandes capitales, los bipartidismos... Y dónde está la pasión del pueblo?
Dónde han quedado aquellas voces de la contra cultura? Quién quiere
transgredir? Arriesgar? Provocar?
A Dios, perdonadme, también le gustan los grandes
provocadores y provocadoras. Porque el Bautista lo era, y Elías, y Pablo, y
Jesús...
Y ahora por qué tenemos que estar siempre inmersos en el siglo del
silencio? De la soledad?
Algunos dicen que hay que encontrar ese espacio
interior que permite llegar al ser en la quietud, lejos del loco movimiento
social, de los ruidos ambientales, de las crisis, de las fobias, de las locuras
del trabajo. Pero yo digo:
PREPARAD UN CAMINO AL SEÑOR!
El mundo, este loco y ruidoso mundo de ladrillos,
monedas, casinos, discotecas, parlamentos, asambleas, conciertos,
manifestaciones, independencias y quejas, está hablando al ser humano, y
precisamente lo que quiere es sacarlo del silencio. Y quiere devolverlo a la
esencia de la proclamación, de la vivencia, de la expectación, de la esperanza:
NO TE CALLES, HAY QUE CAMBIAR, PREPARAD UN CAMINO AL SEÑOR!
Que en este camino de adviento, cada día que nos
acerque a Jesús, recordemos llamarlo a gritos: VEN, VEN SEÑOR JESUS!
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