Mateo 16, 24 - 28: En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la
perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un
hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para
recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria
de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que
algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo
del hombre con majestad.»
Dos apuntes que nos sitúan en la realidad política española. El primero: el
que quiera venirse conmigo niéguese a sí mismo. No puede venir más al caso
viendo los vaivenes de la curia política, o de la casta (aunque tampoco es que
las alternativas hagan alguna cosas que las aparte del patrón). Lo principal,
ahora mismo, es que los grupos que han sido elegidos democráticamente entiendan
que todo acuerdo pasa por el rasero de la negación. No de la negativa, claro.
Negación entendida como capacidad para dejar a un lado las líneas rojas y
tratar de llegar al entendimiento. Y deben llegar al entendimiento porque para
eso se los ha votado, para ello se les ha dado confianza, para ello se les paga
(además).
¿Quién debe negarse más?¿Quién debe negarse menos? En todo caso demasiados
egos juntos tanto en el congreso como en el senado y demasiados intereses en las
cámaras. Si algún entendimiento ha sido para recuperar labanca con dinero
público, o para quitar de las arcas públicas el dinero de las pensiones, o para
recortar la sanidad… pero esto de negarse a uno mismo lo tienen crudo.
El segundo: de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si arruina su
vida? Aunque podríamos añadir también: si arruina la vida de los demás? Y podemos
ir de un lado al otro, de España a EEUU, pasando por Turquía… para ver que el
poder tiene una dirección abslutamente contraria al evangelio. Para ellos lo
importante es ganar el mundo aunque sea a costa de arruinar la vida de las
personas. Se encarece todo, se sube el iva de los bienes necesarios, se nos
obliga a vivir en función del ibex, del nasdtat o del brexit y además se nos
sumerge en una apariencia de democracia que pide a gritos su finalización.
No hay grupo político que no quiera ganar el mundo, no hay presidente, ni
ministro, ni portavoz, ni ministro que no lo quiera. Que por el camino hay que
arruinar, pues se arruina. Estamos llenos de ejemplos de malversación, de
corrupción, de falsas concesiones, de proyectos mafiosos, de alta velocidad, de
amigos y familiares y de privatización. ¿Hace falta más?
Ahora, ¿nuestra cruz es cargar con ellos y tratar de vivir o de sobrevivir
en una tierra desolada por el homo politicus? O nuestra cruz debe ser más bien
la de proponer cambio, justicia, solidaridad…?
Quisiera que llegáramos a un punto en donde el ser humano tuviera más
capacidad de reflexión y más astucia para, de una vez, plantar cara a la
situación de este mundo que cada día se retuerce más en el ego.
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