Mateo 17, 22 - 27: En aquel tiempo,
mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al
Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero
resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes. Cuando
llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se
acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.» Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?» Contestó: «A los extraños.» Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
Contestó: «Sí.» Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?» Contestó: «A los extraños.» Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
Ciertamente la situación de los impuestos viene como anillo al dedo para
repasar la actualidad económica mundial. Bien, quizás sólo la española por
proximidad. Hoy, que asistimos estupefactos a una especie de caza de brujas
desde el ministerio de Economía y Hacienda, vemos como mientras las grandes
riquezas prosiguen en su quehacer de esconder y evadir, el resto de los
mortales somos sometidos, de un modo u otro, al imperio del deber. Ya no sólo
se nos pregunta si no pagamos las dos dracmas sino que se intenta cobrarnos la
tercera y la cuarta sea directa o indirectamente. Claro, si la fórmula no
funciona directamente ni se pregunta y se estira del cajón de la reserva para
las pensiones… Es decir, que hoy en día ya no basta sólo con pagar sino que,
aún pagando, resulta que nuestra posibilidad económica es cada vez menor y
menos sostenible.
Económicamente ya vemos que no se respeta, ni se busca, el bien común, que
ha pasado a ser una quimera. Ahora nos ahogan los bancos, las eléctricas, el
gobierno, Europa… la lista va in crescendo. Multa por aquí, multa por allí…
subida de impuestos por un lado y por el otro… Intereses de demora, pagar por
tener dinero en la cuenta… En fin, todo tipo de impuestos legítimos, ilegítimos
y revolucionarios que hay que pagar bajo pena de seguir sumando nombres en las
listas de morosos, de cortes energéticos, de embargos… Si todos los peces del
océnao tuvieran dos dracmas en su boca no nos llegaría para saciar el hambre
del poder quenos dirige.
No obstante digo yo que algo nos quedará, que podremos ir sumando los
esfuerzos de las múltiples plataformas que tratan de devolverle al ser humano
su dignidad. Pienso que si la sociedad civil está en “guerra” contra el abuso
al que nos someten, la Iglesia debe tomar ya la determinación de apoyar al ser
humano de un modo visible y eficaz. Bien, ya les han dicho a los obispos y
cardenales que dejen de viajar en primera clase, pero también habrá que
decirles que tengan mayor contribución.
Sí, es impagable el trabajo de CARITAS, por ejemplo, pero con caritas sólo
no se logra acceder a la demanda, cada vez mayor, de una sociedad que malvive.
¿O ya hemos hecho todo con esta asociación?
Las comunidades de base, personas individuales, grupos parroquiales,
comunidades evangélicas… cada día hay más personas involucradas con el ser
humano pero, a nivel institucional, creo que es tiempo de pedir mayor
implicación, mejor discurso, más decisión. Si no… pues sólo nos queda ir
abriendo peces y a ver lo que encontramos.
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