I Juan 4, 7 - 10: Amémonos unos a
otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce
a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se
manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo
único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación para nuestros pecados.
Esta mañana me levanté viendo el video en el que el
Papa Francisco hacía un llamado a la oración y a la comprensión de que, seamos
de la religión que seamos, todos somos nacidos, hijos o hijas, de Dios. Y si
algo tenemos todos en común siendo de Dios es el amor, que todos creemos en el
amor, porque Dios y amor, como dice Juan, van inseparablemente juntos, como en
una unión irrompible que tiene su zénit en Cristo, para nosotros los
cristianos. Pero sea como sea, y buscando puntos de unión entre personas, pueblos,
religiones, civilizaciones, culturas... ¿Quién no ama?
Quizás exista alguien que no sea capaz de amar en toda
la Tierra? No creo, pues incluso en la persona más mala, más perversa, existen
resquicios de amor. Y esto es una herencia que no es nuestra porque ya nos
viene dada desde que se nos otorga el don de la vida. Ser viviente es por amor así
como nacemos para amar y ser amados. Aunque, por supuesto, en este mundo
existen condiciones de desamor, de ruptura, de llanto, de dolor... pero que no
vienen dados sino que se presentan como añadidos según el modo de vida, las
personas que nos encontramos, la sociedad en que vivimos, la necesidad, las
guerras... Y a pesar de ellas, siguen habiendo pruebas de amor.
Hoy en día nos sensibilizamos a través de la violencia,
porque el conflicto a pasado a acompañar nuestras vidas como algo cotidiano,
normal, y ante lo que no se puede hacer mucho. Asistimos atónitos a las
circunstancias que abarrotan este nuevo siglo, incluso llegamos a sentirnos
desengañados porque aquellas asociaciones que empezaron por ayudar, hoy son
multinacionales con empresarios y ejecutivos que cobran sueldos verdaderamente
impactantes. Murieron algunos fundadores y sus continuadores arrojaron la
semilla del amor para rendirse al dinero y al bienestar, y no podemos seguir
viviendo con esta asociación a las cosas que no perduran porque tenemos una
huella mejor, una fragancia más intensa, en el amor.
Entonces, de todo
lo malo podemos sacar lo mejor, porque esto mejor ya existía antes de que se
nos añadiera dolor. De lo que nos separa, nos provoca, nos irrita o nos hace
codiciar tenemos una razón mejor capaz de arrancar cualquier costra u
oposición, rencor, envidia... y esto nos es dado, como la vida, porque el Padre
nos ama, porque somos engendrados de amor.
No es fácil
encontrar ese camino de regreso a lo que somos en esencia, pero la distancia no
es tan larga. Todos tenemos dificultades, más grandes o más pequeñas, pero
todos somos sabemos amar. Aprendamos de esta clave con la que Dios nos hace, de
este don que nos coloca, de esta herramienta que sirve para forjar vida y
oremos, como nos piden, y que venza el amor.
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