Juan 1, 19 - 28: Éste fue el
testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y
levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?» Él confesó sin reservas: «Yo no
soy el Mesías.» Le
preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy.» «¿Eres tú
el Profeta?» Respondió:
«No.» Y le dijeron:
«¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado,
¿qué dices de ti mismo?» Él
contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del
Señor", como dijo el profeta Isaías.» Entre
los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si
tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo
con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de
mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.» Esto pasaba en Betania, en la
otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando
Todos los días escuchamos voces, y hay voces de todo
tipo. Por ejemplo, a diario escuchamos las voces de los políticos, dirigentes, gobernantes,
entrenadores, o iluminados, que quieren decirnos cómo está el mundo según sus
propios intereses. Con éstos colabora, en uno u otro sentido,la prensa, las
noticias, la televisión, internet... La voz de éstos suena fuerte, se hace oír,
pero su intención no es otra que la de preparar su propio camino, aquel que
favorezca sus egoísmos, sus intereses, aquel que les permita acceder al trono,
al parlamento, a la pensión de por vida, a un nivel adquisitivo determinado.
Son voces que se suceden en el desierto de la sociedad, en aquel lugar
inabitado y sin corazón, en el que se premia a los tiburones, a los
depredadores y en el que no hay amistad que no se compre, o encuentro que no se
mida.
Tenemos también las voces del terror, aquellas que hoy
se suceden entre atentados, entre fanatismos, entre prohibiciones, restricciones,
o el odio. Y las tenemos los cristianos, los musulmanes, los comunistas, los
capitalistas, los independentistas, Euskadi, Irlanda, Rusia, Tejas, México...
Son las voces del narcotráfico, del narcoterrorismo, de las bandas armadasa...
y de la intransigencia, de aquellos que no quieren un mundo en el que
cohabitar, en el que convivir, en el que aceptarnos. Quizás sean las voces más
impactantes, las que crean más revuelo y las que nos quitan, realmente, el
sueño. Aunque en esto del terror también hay voces que son inaudibles, que no
se escuchan, como las desigualdades, la hambruna, la explotación infantil, la
explotación sexual de menores, los grandes vertederos de los países del
norte...
En nuestra
comunidad, en la Iglesia, estan las voces de la herencia social, de la
corrección, de la moral, de la tradición. Voces que no aceptan el paso del
tiempo, las necesidades de cada época, que marcan un territorio obsoleto y cuyo
mensaje cansa, separa, y termina disipándose en estructuras tan arcáicas, como
inmovilistas. Son las voces que hoy han separado a las personas de las
Iglesias, a los jóvenes de la celebración...
Tantas voces como
desiertos, o tantos desiertos como voces.
Pero hay una voz
que también se escucha, que es la voz de Dios, la Palabra, y que nos invita a
la necesidad de mayor amor, solidaridad, entrega, servicio, proximidad,
atención, ayuda... y esta voz resuena en el corazón del ser humano, no en una
institución, ni en un edificio, ni en una ideología, ni en una religión. Y esta
voz no se confunde con las demás, porque es una voz que quema, que trae calor,
que hace vibrar, que consuela, y que nos alienta. Que seamos capaces de oir
esta voz, este principio de año, para que las voces del mundo no puedan
callarla.
Hay voces incomodas. Voces que denuncian la indolencia, la falta de espiritu crítico, la perdida de oportunidades, el conformismo, el miedo al cambio, las estructuras arcaicas y les formas periclitadas. Voces que no se escuchan, que susurran, que son prudentes. Y voces que cansadas dicen adios, nos vemos.
ResponderEliminarEscuchar es un don. Que pocos lo poseen. Genralmente es más importnte el que habla, tienen cosas que decir, però en el Reino de Dios, el que escucha es el que está en el Padre. La crisi tiene muchas voces que la describen. explican, razonan, dan luz. Pero hay muchos que no escuchan. Ya estan bien como estan y no van a mover un dedo. Jesús nos llama a cambiar. Escuchar la palabra de Dios, la palabra crítica que no gusta, la profeta o el profeta que no está a gusto en esta religión de los mediocres y actuar en consciencia. He venido a traer fuego y no querre que arda....