Marcos: 3, 31 - 35: En aquel tiempo, llegaron donde
estaba Jesús, su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar.
En torno a Él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: "Ahí afuera
están tu madre y tus hermanos, que te buscan". Él les respondió:
"¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Luego, mirando a los
que estaban sentados a su alrededor, dijo: 'Éstos son mi madre y mis hermanos.
Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi
madre".
Desde lo que hallamos
en el Nuevo Testamento, María aparece con una tarea única en la historia de la
salvación. Situándonos en el punto de vista vital, o sea de la respuesta del
hombre al plan salvífico, observamos en el mensaje neo-testamentario un
reconocimiento de la función materna y ejemplar de María en la historia de la
salvación, una actitud de alabanza a su persona y una acogida en la fe de su
función maternal; estos elementos constituyen el fundamento bíblico de la
presencia de María en la vida cristiana.
El kerigma primitivo,
transmitido por los discursos de los Hechos (Confer. Hechos 2,22-26; 3,12-26; 4,9-12; 5,28-32; 10,34-43; 13, 16-41), se centra en la
muerte y resurrección de Cristo sin ninguna referencia directa a María. Pablo,
por ejemplo, alude una sola vez a la madre del Mesías, pero de forma anónima,
sin preocuparse de la personalidad espiritual de la "mujer" que
introdujo a Cristo en la raza humana (Confer. Gálatas 4,4) en una condición de kénosis, debilidad e impotencia.
La catequesis
evangélica de Marcos está dominada por la polémica anti-judaica, en la
que era preciso subrayar la insuficiencia de los vínculos carnales para heredar
el reino de Dios. En este contexto habría sido imposible y contraproducente una
exaltación de la madre de Jesús; por eso María aparece confundida en el ámbito
del clan familiar hostil a Jesús.
Lucas, en cambio,
supera la concepción biológico-natural de la maternidad de María, insuficiente
para hacer entrar en el reino de Dios, proponiéndola como vocación y función
salvífica acogida en la fe. El anuncio del evangelio (Confer. Lucas 1,26-38) es el relato de una
vocación, de una elección por parte de Dios para una misión de salvación en
favor del pueblo; lo mismo que Abraham (Confer. Génesis 17-18), María es llamada a un ministerio salvífico. Las frases
"llena de gracia, el Señor es contigo" y "deja de temer, porque
has encontrado gracia ante Dios" indican realmente la complacencia divina
en María, escogida para una tarea de liberación, y la asistencia necesaria para
llevarla a cabo. La elección de María afecta a su cualidad de madre del Mesías
davídico. La maternidad de María hará posible ese reino.
Nosotros podemos
acogernos a la interpretación más lucana, aunque de un modo u otro somos
también herederos, o parte, de la familia mesiánica proclamada por Marcos. No
obstante, al darle nosotros un papel más preponderante a la figura de María –
Madre y Madre de todos los creyentes, nuestra humanidad nos hace más cercanos a
situarnos en la vía del abrazo que en la del “desprecio” (por la sangre). Sea
como fuere, hoy estamos ante lo fundamental de cualquier discípulo: Escuchar y
poner por obra.
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