Juan 14, 1 - 6: En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y
creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera
así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare
sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también
vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» Tomás le dice: «Señor,
no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le
responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino
por mí.»
Jesús se
nos presenta a lo largo del evangelio de Juan de muchas maneras, según los
diversos YO SOY, Jesús se auto-manifiesta de un modo u otro. En este caso
primero se nos presenta como camino. Jesús es un sendero, una ruta, pero es más
que eso verdad? Por ello asevera el evangelista que también es verdad y Vida. Jesús,
de ese modo, abre para el ser humano una vía por la cual se puede acceder a la
vida de comunión que Dios comunica, a través de la verdad. Es un complejo juego
de palabras, de significados y de realidades que transfiguran el interior de la
persona y nos acercan a la profundidad óntica del ser humano y de Dios mismo.
Resulta curioso
que mientras que Jesús se presenta como camino, el ser humano parece
desencaminado. A lo largo de la vida aparecen muchas referencias, muchos
iconos, fitas, que nos dirigen hacia un lado u otro, hacia lo bueno o hacia lo
malo, hacia la izquierda o la derecha… Hay toda una pirámide de decisiones que
nos llevan a diversos caminos, que nos enmarañan en cosas que no son tan
trascendentales como verdad y Vida.
Quizás
deberíamos simplificar el paso, detenernos a la contemplación de la hoja de
ruta. Reflexionar y llevar al interior del ser la necesidad de clarividencia.
Quizás deberíamos comenzar a ser más conscientes de nuestra necesidad primera,
que es al final de todo encontrarnos con la Vida.
El
evangelista nos invita, pues, a dejar a un lado los condicionantes externos,
las prisas, los problemas económicos, las inquietudes futboleras, el dolor de
la enfermedad… para descubrir la verdadera meta de nuestro peregrinaje, Cristo.
Y accediendo a Cristo encontrar el camino a Dios, a la Vida. Cada cual luego
tendrá su forma, algunos caminarán más rápido, otros más lentos, algunos
necesitarán reposo, otros correrán con mayor optimismo, incluso algunos se
cansarán. Pero al final, en el extremo del camino, hallamos el premio supremo
en Dios.
Caminos hay muchos, la vida es
un compendio de elecciones. Que cada cual logre hallar el suyo propio y que
hallándonos a nosotros mismos también hallemos a Dios.
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