Mateo 12, 46 - 50: En aquel tiempo,
estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron
fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: «Oye, tu madre y tus hermanos están
fuera y quieren hablar contigo.» Pero
él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, señalando con la mano a los
discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad
de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»
Hay líneas diferentes en la interpretación de este pasaje entre Mateo y Marcos
y Lucas. Mateo y Marcos nos lanzan un mensaje: lo importante no es la familia
de sangre sino que ahora se presenta una nueva forma de familia mesiánica,
quienes cumplen la voluntad del Padre. Esa es la verdadera familia. En cambio,
Lucas aprovecha el pasaje para exponernos un modelo de creyente en María, la
madre, quien inaugura esta nueva familia unida por lazos mesiánicos. Para Marcos
y Mateo la figura de María no es tan importante como para Lucas, que quiere
darle un papel principal en esta nueva configuración familiar. Pero,
interpretaciones a parte, hoy podríamos decir que de un modo u otro provenimos
de esta herencia familiar inaugurada por las palabras del Cristo y que abren la
posibilidad de pertenencia, no ya por el vínculo de la consanguinidad sino por
el vínculo de la fe.
El evangelio nos suscita muchas ocasiones para la fe, los milagros por
ejemplo son situaciones que quieren
suscitar la fe, los relatos de vocación también quieren llevarnos a esta
comprensión del fenómeno del Reino y también, el establecimiento de una herencia
que supera los límites humanos hacia Dios, por la fe. Por tanto, estamos en un
momento del evangelio que quiere dejarnos constancia de esta comprensión de las
cosas de Dios no ya por elemento humano sino por medio de lo que es más tocante
al espíritu.
¿Y cuál es la voluntad del Padre? Bien, pues seguramente aún estemos por
explorarla. Lo que es cierto es que esta familia mesiánica que se abre desde el
evangelio hoy es mucho más grande de lo que algunos quieren transmitirnos. Hay
múltiples, variadas y nuevas formas de cumplir la voluntad del Padre que cada
día abrenmás y más esta gran familia. Una familia que ya trasciende incluso la
denominación cristiana como tal porque la fe es algo tan grande, tan sobervio,
que no podemos encerrarla en una secta, una parroquia, un grupo de creyentes…
Pues, que viva la fe! Pero que viva esta fe que nos aceca a las personas,
que nos abre el corazón, que nos permite portar bondad, solidaridad… que aporta
trabajo, dedicación… y que no conoce de razas, ni de posiciones, ni de política…
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