MATEO
11, 25 – 27: En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e
instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa
fue tu buena voluntad». Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce
al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el
Hijo quiera revelarlo.
Decir que el favor de Dios está con los pobres, es cierto. Decir que la
gracia de Dios no está con los sabios o con los entendidos, es falso. No hay
que tener clichés, porque si bien defendemos el Reino de los pobres, también
hay que ser conscientes que en aquel espacio de Dios hay parcelas para los
ricos, para los sabios, para los científicos, universitarios, banqueros… Estoy
con la mayoría que dice que es necesario reivindicar el derecho de los más
necesitados, pero estoy en contra cuando ese derecho pasa por quitarles a otros
el pan; Pablo dirá que en Cristo no hay ni rico, ni pobre, así que este pasaje
de hoy vamos a leerlo en clave paulina, atendiendo a su escritura en el
contexto determinado del evangelista.
La revelación de Dios es para todos, para todos los que la reciben según el
Espíritu, en Cristo. Pero aunque sólo los pobres la recibieran, la función de
estos (su comisionado) sería para hacer llegar el evangelio a los sabios y a
los entendidos. Así, mientras los más humildes acercan el mensaje del Padre,
los sabios y entendidos aproximan a los humildes a la ciencia, a las
matemáticas, a la astrología, a… Quid pro quo; de hecho, actualmente, muchos
sabios han llevado adelante proyectos de sostenibilidad para ayudar a los
humildes, pero han sido parados por los poderes ejecutores, aquellos que prohíben
a las personas llegar a los recursos necesarios.
Qué diferencia entre un Dios que revela, siendo Todopoderoso, y unos
poderes fácticos que no lo hacen, moviendo el mundo a su arbitrio. Los
intereses de Dios los conocemos y son hacer misericordia; los intereses de
aquellos no, pasan por agravar la crisis, por negar ayudas, por controlar el
tiempo, el dinero, el gobierno… Quizás
estos sean los que en nuestro tiempo les ha sido escondido el mensaje del
Reino, porque (estaremos de acuerdo) no son como niños.
Por encima de la humanidad viven varios poderes, hoy podríamos dibujar
nuestra propia representación del Olimpo griego, arriba de todo Dios, el Padre
de todos, y moviendo los hilos los otros poderes, pero ya no hay un Apolo, o
una Afrodita, ahora está el económico, el religioso, el petróleo… no son tan
carismáticos como los antiguos, pero tienen tanto poder o más del que
encontramos descritos en sus mitos. Hay un intermediario para llegar a Dios,
que es Cristo, pero hay muchos
intermediarios para llegar a la vida. Muchos peajes, muchas estaciones, muchas
demandas, muchos impuestos, mucha recesión, muy corrompidos.
¿Acaso también muchos evangelios?
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