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lunes, 21 de septiembre de 2015

MATEO 9, 9 PUBLICANOS Y MISERICORDIAS

MATEO 9, 9 – 13: Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme», le dijo. Mateo se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos. Cuando los fariseos vieron esto, les preguntaron a sus discípulos: —¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores? Al oír esto, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. Pero vayan y aprendan lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios.” Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores.


Hoy podemos ver muy visibles los hechos que acompañan al Papa Francisco como modelos, muy coherentes, para llevar este pasaje a las instituciones, gobiernos, economías y poderes con los que habla, comparte y come. Este conglomerado de poderío bien podrían ser Mateo, primero por su función: hoy podríamos asemejar a los publicanos perfectamente con los bancos, las eléctricas, las petroleras…; segundo porque como entonces, siguen estando mal vistos por la sociedad de su tiempo, que los mira con recelo (siguen sin caer bien); y tercero porque al igual que a Leví, Jesús también llama a todos estos gobernantes, presidentes, directivos… a la conversión.

En segunda instancia, ese mensaje que es llevado, esa salvación que se les acerca, debería tener un fruto inmediato: la misericordia. Porque toda esta cúpula no necesita de un médico: no sufren ahogo económico, tienen a su disposición la mejor medicina, el recibo de la energías no les supone un problema, siempre tienen comida (y si no van al restaurant), acceden a una buena educación… y hasta se pueden procurar el mejor oxígeno, el mejor tono de piel, el mejor cuidado de cabello y todo tipo de ventajas bancarias y fiscales (porque para sufrir ya están los demás). Por tanto, la potencia del mensaje del evangelio de hoy se dirige hacia la sensibilización hacia los pobres, que hoy en día son todo el resto de personas que no se incluyen entre la población rica.

Pero ocurre todo lo contrario, que aquellos que también necesitan de un médico están ayudando o trabajando para otros cuya situación es peor. Hoy en día estamos en un tiempo de “viudas pobres” que dan hasta lo que tienen para su sustento, hasta lo que tienen para comer, pues toda la población está sufriendo, de un modo u otro, las malas praxis de la economía, de la especulación… Primero nos dicen: vamos a rescatar a los bancos; después nos dicen. Subamos los impuestos; luego aseguran: ha bajado el número de parados y finalmente prometen: estamos en plena recuperación. Mientras tanto, el mundo sigue funcionando gracias a estas “viudas pobres”, que ya sea en comedores sociales, en fundaciones privadas, o a voto personal se han solidarizado con el mundo y con los seres humanos.

Volviendo al principio, está muy bien que el señor Francisco se acerque a los poderosos, que haga señales, pero lo que de verdad necesitamos es que además de los signos, toda la Iglesia en su conjunto procure esa misericordia de aquellos que no necesitan médico. Y si la Iglesia, como institución, no quiere, no queda más remedio que lo hagamos cada uno de nosotros, como grupo, organizándonos, levantándonos, reclamando, solicitando y si llega el caso luchando para restituir la medicina a los necesitados.


Ardo de vergüenza cuando veo a los bancos, rescatados con nuestro dinero, ahora presionando a las familias, o a Catalunya, o cobrando la doble comisión… Con estos, las palabras ya han caducado. ¿Salvación?¿misericordia?¿médicos?

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