LUCAS
21, 34 – 36: «Guardaos de que no se hagan
pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las
preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como
un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad
en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo
lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.»
Proseguimos por el camino de estos signos escatológicos que nos alientan a
estar vigilantes, a ser buenos administradores y a permanecer en la esperanza a
pesar de que la venida de Cristo pueda ser, aún, tardía. Esta claro que la
comunidad redactora del evangelio, como nosotros, era consciente de aquellas cosas
que estaban perjudicando a los cristianos y utilizan este discurso escatológico
para hacer una exhortación a la comunidad: para alentarlos a la fe que estaban
perdiendo y para que mantuviesen el corazón encendido por mantener aquellas
actitudes que provenían de la vida apostolar, como la invitación a la oración
que (en definitiva) es un llamado a ser íntimos con Dios, como lo fue Jesús.
Nosotros siempre podemos leer estos discursos en clave de actualidad,
aunque pienso que estamos sensiblemente mejor que aquellos, por lo menos en
cuanto al conocimiento de la tardanza de las últimas cosas o al fuego de la fe,
a pesar de que los tiempos que corren en Occidente no sean tan propicios, o tan
eclesiales, como lo fueron años anteriores. Aunque quizás es porque la sociedad
y la Iglesia también tienen que purificarse, como fuego, y es necesario que
muchas cosas sean consumidas para que finalmente quede algo genuino sobre lo
que volver a construir comunidad, ¿Quién sabe? Lo que tenemos por seguro es que
no debemos perder la esperanza, ni por temor a los terroristas, ni por las
políticas de turno que extorsionan la libertad (sea económica o militarmente
hablando).
Está claro que la embriaguez de nuestras vidas no viene a causa del
alcohol, ni por causa del dinero, sino que a través de la especulación, y de
los intereses de los poderes fácticos, ayer nos emborrachan con el Black Friday
mientras sigue la guerra en Siria, el miedo en París, las medidas de seguridad
en Nueva York, o mientras la población de los países productores de petróleo pasa
hambre. Bien, el Corte Inglés está de promoción y las calles se engalanan para
las navidades, y esta es nuestra embriaguez, que otro año está por caer y nada nuevo
en el horizonte político, o social, todo sigue estando hecho un traste. Entonces,
¿celebramos algún nacimiento?
No quisiera perderme en el frente de los despropósitos esta vez sino
lanzarme a disponer mi corazón para que con estas fechas venga alguna luz
nueva, que nos arranque de la comodidad, de las seguridades y de la percepción
que cada cual tiene de la realidad. Ya cambiemos, no sigamos al amparo de las
ideologías, de los discursos y de las promesas, sino demos un paso firme por la
libertad del ser humano, por la dignidad de la persona, por la causa del amor y
la comunión entre pueblos.
Que este tiempo que ya empezamos sea para nosotros un buen motivo de
reflexión profunda y existencial, pues las señales son de sobras conocidas y,
en muchos casos, ni velamos, ni somos administradores.
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