Marcos 14, 36: Y decía: «¡Abbá, Padre!
La verdad es que tengo mucho por lo que agradecer a Dios la oportunidad de
volver a vivir. Aunque de la experiencia del Abba de Cristo que llega a mi vida
hoy quiero agradecer, en la fiesta del Cristo Rey, a quienes aquí en la Tierra
puedo llamarles: Papá! Porque la experiencia del Padre en los cielos pasa
también por la experiencia del Padre en la tierra, sea por paternidad, siendo
mi Padre, Pedro, que siempre ha estado allí (a veces aunque no lograra verlo),
o sea porque la vida me los ha dado en adopción en momentos determinados e
importantes de mi vida: Manolo, Alberto y Jordi. Los cuatro son las columnas
paternas que mueven mi vida, como ejemplo, por lo que me aportan, por intimidad
o por amor, y cada uno aporta su personalidad, su experiencia, su temperamento,
su honestidad, su cariño… Desde quienes puedo ver atisbos del Dios que nos
trasciende pero que se muestra tan próximo y cercano a nosotros. Ni el tiempo,
ni las circunstancias, ni las malas experiencias, ni la distancia, ni nuestras
carencias, no hay nada que pueda separarnos del amor de Dios.
Son cuatro caminos distintos, pero son cuatro mejores caminos. Si voy por
uno encuentro paz, si me dirijo al otro hallo voluntad y trabajo, si por otro
encuentro carisma y bondad, y si elijo el cuarto me encuentro con un ejemplo de
perseverancia e incondicionalidad. Qué importante para mi vida teneros, porque
no quisiera encontrarme faltándome el amor de alguno.
Ayer tuve el reencuentro con Manolo, hacía ya tres años que no lográbamos encontrarnos.
Sí, llamadas, pero las llamadas ciertamente con el tiempo terminan por disipar
esa necesidad del encuentro, ¡y cómo echaba de menos poder tocarlo! Porque, en
esta vida, para saborear las cosas, también hay que tocarlas (o quizás es que
yo no sea muy espiritual). Puedo escucharte, puedo intuirte, puedo sentirte…
pero necesito tocarte, y si no te abrazo, y si no te beso, y si no te veo a mi
lado… la vida no es en abstracto, como Dios, que si bien trascendente se hace
presente en vosotros, y también así logro tocarlo.
Deseo que cada cual encuentre a su Padre, a su Abbá, y que de su encuentro
en la tierra se dibuje otro encuentro en el cielo del que poder hacer
experiencia, amor. Si ustedes pueden, sean padres, sean madres, no importa la
sangre sino que importa el corazón, no importa si lo dice el registro civil,
deseen la vida, quieran convertirse en padres y madres del mundo necesitado,
lugares de familia para aquellos que no pueden hacer experiencia de ella, para
los que están desestructurados, dolidos, o decepcionados. Toquen su realidad,
rescaten a sus hijos e hijas repartidos por el mundo, por las calles, en su
escuela, en su trabajo… ámenlos, quiéranlos, abrácenlos, dense en confianza,
sean lugares de confort para ellos, vivan deseando ser parte del Abbá del cielo
que se dona en la tierra, sean obra de Dios, y vivan felices y dando felicidad.
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