MARCOS
12, 38 – 40: Decía también en su instrucción: «Guardaos de los
escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar
los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes;
y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos
tendrán una sentencia más rigurosa.
Vivir no es tarea fácil, aunque es algo maravilloso. Podríamos decir, no
obstante, que esta maravilla del vivir tiene una parte, una cara, que es de
vida y otra cara, la B, que es de cruz y que nos conlleva cosas que no son fáciles,
por tanto puedo entender la vida según la cara en la que me encuentre: o un
don, o una cruz. Hay personas que entienden la vida como una cruz y piensan que
tienen que sufrir, incluso sufrir para ganar otra vida, como si este valle de
lágrimas que nos hace perder casi todo fuera recompensado en otra vida. Es
indudable que la vida tiene momentos complicados, y también que todos cargamos
con algo en esta vida: unos muebles, otros almas… Añado, y para poder llevar la
cruz te necesito, porque yo no puedo con todo.
En este pasaje Jesús nos dice que no carguemos una cruz al otro, a nadie.
¿Se han dado cuenta que hay personas a las que les molesta la felicidad de
otros? Y les cargan con una cruz, como si no pudieran ser felices. Que si un
enfado, que si una envidia, que si una carga… Qué tremendo es esto que pueda
molestarnos la felicidad de los demás y que hagamos todo lo posible por
borrarles la sonrisa. O qué increíble, aunque de lo más normal, que podamos
aprovecharnos del dolor de otros, de un momento de bajón, de la pérdida de un
ser querido para añadir dolor sobre dolor, hasta desnudar a la víctima.
Sería correcto que si llevamos una vida en plenitud seremos más solidarios
con la felicidad del otro, e incluso con su dolor. En esta vida ya tenemos
demasiadas cosas que nos pesan y lo que necesitamos, si cabe, es alguien que
nos ayude, no que nos pise, o que nos hunda, o que nos dinamite el camino.
¿Quiénes son los escribas de nuestro tiempo? Quizás sólo tengamos que mirar
dónde están las víctimas para poder responder, porque los escribas de hoy son
más numerosos y tienen mucho poder, controlan el poder mediático y el fáctico,
controlan el tiempo y la energía e incluso tienen la facultad de crear
confusión, tiempos de crisis o de terminar con nuestra economía. Son escribas
que actúan a lo descarado, con impunidad, incluso con el beneplácito de las
urnas. Han cambiado las filacterias y su ropaje por democracia, por consenso,
por Constitución… y siguen devorando nuestras haciendas con largas oraciones,
con promesas, con intenciones…
Hay muchas viudas, tantas como escribas, ¿y dónde estamos los cristianos?
Quizás tenemos que pedirle a Dios que nos ilumine para aprender a consolar el
tiempo que vivimos, porque más que nunca hoy debemos ser como ese hospital de
campaña. Que el que tenga lona la traiga, que el que camas las lleve, que el
que medicinas que las suministre…
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