MATEO
14, 13 – 21: Cuando Jesús recibió la
noticia, se retiró él solo en una barca a un lugar solitario. Las multitudes se
enteraron y lo siguieron a pie desde los poblados. Cuando Jesús desembarcó y
vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Al
atardecer se le acercaron sus discípulos y le dijeron: —Éste es un lugar
apartado y ya se hace tarde. Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y
se compren algo de comer. —No tienen que irse —contestó Jesús—. Denles ustedes
mismos de comer. Ellos objetaron: —No tenemos aquí más que cinco panes y dos
pescados. —Tráiganmelos acá —les dijo Jesús. Y mandó a la gente que se sentara
sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo,
los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos, quienes los
repartieron a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y los
discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos que sobraron.
Si alguno se planteara lanzarse a la carrera electoral, a ésta próxima, con
una realidad parecida, no sólo arrasaría en las urnas, sino que además
alcanzaría una quimera… y destruiría aquellos ríos de fantasía que hablan de un
mundo mejor como una hipótesis esperanzadora, quizás algún día llegará. Pero
no! Seamos conscientes de que al ser humano no se le puede alimentar ni con
promesas, ni con sólo esperanza, porque el crédito de la política, de la
gobernabilidad, de la economía y de los gravámenes (entre otras) se ha
terminado. Ni más carencia, ni más amabilidad, ni más discurso, ni más
corrupción. Basta de tener que hablar de libertad y de dignidad como
propiedades de la utopía del ser humano; se terminó el tiempo de los debates
televisivos, de cortes generales, de plenos… mientras al mismo tiempo y en la
misma ciudad alguien muere de hambre, sea un niño o un abuelo.
Que hay partidos nuevos, que vienen nuevos aires, que todo cambiará… no.
Estén seguros de que no. O lanzamos un órdago a las instituciones y
replanteamos la constitución, las políticas sociales, la mediación de los
agentes… o seguiremos en la mano de los grupos que, de un modo u otro, sólo
velan por sus intereses. Son estos que dicen: ¿Cómo vamos nosotros a darles de
comer?
Claro, el viernes viendo a Mariano Rajoy y escuchándole decir que claro que
tiene conocimiento de la pobreza… está clarísimo que es de estos que no creen,
ni pueden, ni saben darnos de comer; ¿acaso hay algo peor que aquel a quien se
ha elegido para gobernar no sepa dar respuesta a las necesidades del ser
humano? ¿O acaso pedimos imposibles: una vivienda, un plato de comida caliente,
educación y sanidad? Comer no sabrán, oiga, pero hacer que Castor, o los
bancos, o las petroleras… recuperen Y RAPIDO su dinero, eso sí saben.
Ni tiempo para pensar, ni otra legislatura para cambiar, ni nada de nada.
Al tiempo que yo escribo alguien muere en este mundo, alguien siente el hambre,
o alguien no es correctamente atendido de su enfermedad, o dolencia… El tiempo,
por tanto, se nos escapa mientras divagamos en alternativas, en opciones, en
inversiones, o en nuevas candidaturas… Basta de frivolidad señores del poder.
Yo no puedo quejarme de la vida, para nada, pero no quiero quedarme callado
ante la necesidad y el quebranto de mis hermanos, de mi familia, de mi gente, o
de cualquiera. Que alguien vaya hoy y coja a Mariano del pescuezo y muy
suavemente le diga: DADLES VOSOTROS DE COMER.
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