MATEO
18, 23 - 29: Por eso el reino de los
cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al
comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de
oro. Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su
esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. El siervo
se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré
todo.” El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en
libertad. Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le
debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo.
“¡Págame lo que me debes!”, le exigió. Su compañero se postró delante de él.
“Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré.”
Si pudiéramos poner nombres concretos a estas parábolas del dinero, hoy nos
referiríamos al conflicto entre la Unión Europea y Grecia, por ejemplo, y sus
múltiples disputas y posiciones entre el FMI, Francia, Alemania o Mariano Rajoy,
siempre en el candelero. Aunque en el saco también podríamos poner al
Barcklays, a Lemman Brothers, a las renegociaciones de deuda, a los bancos, a
los fondos buitre, a los ayuntamientos y al ministerio de Hacienda, entre
otros. Ejemplos de aquellos que no dudan en estrangular al deudor, pues como
fieras se agarran al cuello, implacables. Tanto les da que la gente pierda su
casa, que la gente no coma, que los comerciantes quiebren, que los autónomos
sean castigados… En nuestro mundo, Goliat viste de traje y corbata.
Si soy muy sincero, echo en falta a más de algún David que tenga preparada
la honda y la piedra para acertar entre ceja y ceja a este gigante económico
que nos grava, nos afrenta, nos ahoga, y nos lo quita todo. ¿Dónde estás, David?
No puedo creerme que haya un solo cristiano en alguna de esas entidades que
no conozca este pasaje, que no conozca a Jesús, porque su alguno piensa en
declararse cristiano, por favor, que se lo piense y repiense porque esta clase
de cristianismo que vive de la opresión, del gravamen, del desahucio, o de los
embargos parece que se ha pasado todo el tema de la cruz por la tangente. Así
que hagan el favor de no llamarse seguidores de Cristo, llámense como quieran,
pero no se relacionen con esto de entregar la vida a los demás.
Claro, a uno le pueden tomar el pelo y seguir haciendo misericordia, seguir
compadeciendo al que nos debe, seguir siendo paciente. Pero a uno no pueden
dejarlo sin casa, sin agua o luz, o sin comida y encima pidiendo que se les
rescate, cuando cada inyección de dinero primero cubre sus sueldos, sus primas,
sus objetivos…
Jesús dijo mansos, no mensos; buenos, no tontos; así que vamos a ver si de
una vez nuestros pastores, nuestros sacerdotes, nuestros obispos… o en cada
audiencia en el Vaticano, hacen el favor de evangelizar a tanta personalidad, a
tanto político, a tanto director general que si hubieran vivido en tiempos de
Cristo lo hubieran, primero hipotecado, y después reventado a intereses.
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