MATEO
23, 23 – 26: »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos,
hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino.
Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la
justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin
descuidar aquello. ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito pero se tragan el camello.
»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior
del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo
ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio
también por fuera.
Alguien se atreve? A quién no le viene a la cabeza, por ejemplo, leer hoy
el evangelio como si estuviera leyendo la prensa y de repente, zas, la trama
púnica: desde Madrid a Valencia, pasando por Murcia, con treinta y cinco
detenidos y aún unos quince imputados. Sí, podríamos pensar que el caso
Bárcenas sólo era el mosquito, mientras que no un camello, sino una manada es
lo que se traga el gobierno, los grupos de la oposición y todos nosotros (claro). Es decir, que
mientras el mundo asiste a un sinfín de tramas de corrupción y de manadas de
camellos, la maquinaria política y económica sigue limpiando el vaso por fuera
para presentarnos sus nuevas propuestas, sus caras nuevas, sus propósitos de
enmienda, sus luchas contra la corrupción… nada, el vaso limpio por fuera pero
sucio (y muy sucio) por dentro.
Guías ciegos, sin duda, pero también nosotros somos parte de los ciegos,
del rebaño si quieren. Voces tenemos muchas que claman, que dicen, que
promueven, que encienden, que traman… pero son voces que terminan en nuestra
ceguera, porque después de la letra en nosotros no hay nada. Mis padres me
dijeron hace poco, si todo esto hubiera salido años atrás los jóvenes, los
universitarios, habrían salido a la calle cada día a manifestarse, a mostrar su
disconformidad, a reclamar un futuro… ¿y dónde están los jóvenes hoy?¿quemando
containers?¿dejándose rastas? Si los grupos anti sistema, o los movimientos
juveniles, de hoy carecen de espíritu, de ideas, de compromiso. Escuchen, que
lo que está en juego no sólo es el presente, ni el futuro a medio plazo, está
en juego el suyo, su futuro, su sanidad, sus pensiones, su calidad de vida, su
dignidad…
Y su libertad? O pasaremos por alto los escándalos contra la intimidad de
las personas que reinan no sólo entre espionaje EEUU, Alemania, Francia, China…
sino en el internet superfluo: cuentas de correo, facebook, el borrado de
información… o la violencia que se respira hoy cada vez que suben, por ejemplo,
un video de tres chavalitos matando a martillazos a un vagabundo en Ukrania.
Ciegos, y su ceguera a nadie le importa porque ni ellos mismos son conscientes
de su situación, de su posición, de lo que les están quitando y lo que les
quitarán. ¿Acaso es que todo está bien?
Vemos el ejemplo en Venezuela, en Turquía, en México… pero no en occidente,
no sé si será por esto de la sociedad del bienestar, o porque simplemente estamos
ciegos y acomodados. Supongo que cada respuesta es peor y sin embargo hoy les
seguimos mandando un mismo mensaje: limpien su interior, despierten, peleen por
defender lo que son, no se callen, salgan, salgan a la calle.
Cristo podría haberse quedado en Cafarnaúm, sin problemas, con comida, con
gente amada, cada día en el lago Genesaret, cada día esperando la pesca o
acompañando a sus amigos… pero escogió confrontar con el mundo, con su mundo
del vaso limpio por fuera, y le costó, y sufrió, pero eligió amar, amarles
incluso a ustedes (a todos nosotros) para que seamos capaces de mirar a nuestro
corazón para encontrarlo dándonos fuerzas para salir a remar, para enfrentar
montañas, para surcar las olas, por amor.
Amar al mundo no es darle color de rosa, ni ponerle azúcar… ahí, allí, aquí…
tienen su cruz.
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