Marcos 1, 29-39: En aquel tiempo,
al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y
Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se
acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a
servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos
y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos
enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo
conocían, no les permitía hablar.
Se levantó
de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron
y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Cafarnaum, en
tiempos de Jesús, era un lugar decididamente pequeño. La sinagoga, que aún hoy
se puede visitar junto a las ruinas de la ciudad, muestran un humilde pueblo,
podríamos decir, a orillas del gran lago, que para ellos era un mar. Gente
humilde, dedicación agraria y pesquera principalmente. Una zona sin mayores
sobresaltos, con un paisaje llano y limpio y una vida sosegada,
presumiblemente.
Haber visto el
paisaje te ofrece la perspectiva de los límites del recorrido de Jesús cuando
se apartaba a orar, por ejemplo. Es sumamente importante porque tendemos a
imaginar distancias que no existen cuando dibujamos a un Jesús apartado de todo
buscando al Padre en la solitud. Para los discípulos no fue tarea difícil encontrar
a Jesús poque en aquel paisaje tan llano era sencillo ver dónde oraba, donde
estaba. Siendo realistas, en aquel precioso lugar, Jesús podría haber estado en
cualquier parte: cerca del lago, bajo la perspectiva de la quietud, mirando las
montañas del otro lado, cercano a cualquier árbol, como ya vimos a Natanael...
Quién sabe. Conocemos, pero, que Jesús estaba cerca, en algún lugar accesible.
En este pasaje de
hoy hay gente que lo busca y otra gente que lo encuentra. En la intención del
evangelista se marca no pasar por alto este dato. Dentro de una misma
comunidad, de una ciudad, de nuestro Cafarnaum, hay personas que viven el
encuentro con Jesús y personas que están buscando. No sabemos qué están
buscando, sabemos por Simon que están buscando a Jesús, aunque no sabemos a
cual Jesús están buscando. Quizás a un Señor poderoso, quizás a un Mesías,
quizás a un saca penas, quién sabe sino a un taumaturgo... El dato del
evangelista es que no todos los que viven en una misma comunidad, en una misma
realidad, en una misma casa, pueden (o saben) encontrar a Jesús.
Lo vemos a diario, amigos
o amigas que viven debajo de un disfraz una realidad que les pesa o que les
entristece y la viven escondidos en el servilismo, la sonrisa u otras muchas
maneras que visten un traje que por dentro está vacío. En lo privado pueden
llegar a confesártelo, no soy feliz, como para que vayas tú a Jesús de su parte
y le digas: “todo el mundo te busca”. Mientras, ellos, siguen actuando igual,
vestidos de lo que no son (y pueden hacerlo por años). Llevan peluca, sombrero,
gafas de sol y narices postizas, bonitas máscaras de un carnaval que dejó de
bailar, que sólo funciona, como siempre, rutinas...
Jesús siempre está
accesible pero no todos lo encuentran. Es un gran misterio para mi y me
pregunto: por qué? Jesús no me responde, como a sus amigos y amigas me dice: “vámonos
a otra parte, a aldeas cercanas”.
Jesús va a todos
lados predicando el Evangelio, acercando salvación, sanando heridas, curando
enfermos, liberando cautivos, multiplicando panes y peces, devolviendo la vista
a los ciegos, haciendo andar a los cojos... El mensaje de Amor se extiende por
toda Galilea. Hoy quiero dirigirme a quienes buscan, sólo quiero decirles que
empiecen a ser ellos mismos, que sean capaces de vivir con sinceridad de
corazón, que dejen de ser lo que no son o como no son porque sean lo que sean
hay un Amor que se encuentra, que está cercano.
Miren hacia su
interior, Dios les ha dado unicidad, originalidad y vida. Si siempre decimos :
VIVAN!, ahora decimos:
SEAN!
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