Marcos
3, 1 – 5: En otra ocasión entró en la sinagoga, y había
allí un hombre que tenía la mano paralizada. Algunos que buscaban un motivo
para acusar a Jesús no le quitaban la vista de encima para ver si sanaba al
enfermo en sábado. Entonces Jesús le dijo al hombre de la mano paralizada:
—Ponte de pie frente a todos. Luego dijo a los otros: —¿Qué está permitido en
sábado: hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matar? Pero ellos
permanecieron calados. Jesús se les quedó mirando, enojado y entristecido por
la dureza de su corazón, y le dijo al hombre: —Extiende la mano. La extendió, y
la mano le quedó restablecida.
El evangelio de Jesús podría ser perfectamente el
evangelio de las manos extendidas o el evangelio que nos enseña a extender la
mano, incluso el evangelio que nos llama a extender la mano. Si recordáis ya
vimos hace pocos días su significado y esa doble vertiente que en vertical
estrecha los lazos de vida entre Dios y sus hijos e hijas. Hoy, si permitís,
podríamos hablar de permanecer callados.
El evangelio es no sólo una bella historia de
salvación, o una hermosa propuesta ética a favor de la vida… Es una obra que
nos interpela y esta es una gran novedad para el lector, que se siente movido
por las palabras del evangelista a ver qué ocurre con su actitud, con mi
actitud, ante la vida. La vida, que es el gran regalo de Dios al ser humano se propone
como un bien fundamental que hay que proteger ante cualquier circunstancia.
Aunque esa convicción siempre ha variado en función de cada uno. Así, en las
primeras comunidades fue una actitud de fe determinante ante la masacre de la
que fueron víctima o así, también, lo es para los muchos mártires que a fecha de hoy, véase este anterior agosto, siguen muriendo por causa del evangelio,
por causa de Cristo o podríamos decir, perfectamente, por causa de la vida y de
la vida del ser humano.
Una actitud verdaderamente diferente a esta otra
de callarse. En este pasaje callar es la imposibilidad de responder a la vida.
El fracaso más absoluto del ser humano que calla ante el homicidio. ¿Es mejor
callar o salvar una vida? Es la gran pregunta que nos lanza hoy el evangelista,
porque hoy sigue retumbando esta cuestión con la misma fuerza que entonces y es
que este mundo sigue mostrándonos que el ser humano prefiere callar, en su
mayoría. Quizás sólo en determinados momentos, puntualmente, el grito a favor de
la vida se escuche como respuesta a un atentado terrorista. Y no está mal,
prefiero un mundo movido en un acto determinado que la indiferencia más
absoluta, porque ello quiere decir que el ser humano todavía puede ser
interpelado, aunque necesite de la barbarie para salir a la calle y para
protestar.
Callarse es hoy un hecho que no cuesta dinero,
hablar en España puede costarte la friolera de 40000 euros, más si lo haces en
Madrid delante de su ayuntamiento. Que estos santos y católicos políticos
promuevan el silencio es porque no toleran la vida. La vida, amigo Rajoy, es la
libre expresión del ser humano, la reclamación más honda de mi autenticidad y
de mi autonomía como persona. Que ustedes me hagan callar es un atentado
fragrante no sólo contra mi derecho de expresión sino contra mi libertad,
contra mi vida. A ustedes podría lanzarles la misma pregunta que Jesús a los
escribas y fariseos: —¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el
mal, salvar una vida o matar?
Parece que en sábado está permitido cobrar, para
esto siempre hay un momento adecuado. El ser humano lleva años y años luchando a
favor de la libertad. Así empieza a contar más allá de la liberación de Egipto.
La libertad del ser humano debe ser conquistada una y otra vez, año a año.
Siempre interpelados por la vida misma y paradójicamente siempre, al final,
vencidos por el callarnos.
¿Puede ser que no aprendamos?, ¿Qué tanto nos
cueste?, ¿Es más caro una multa de 40000 € o la vida de una persona?, ¿Qué
consecuencias tiene mi silencio?
Siempre hay un momento en el que debo callar,
llevar las cosas hacia mi intimidad y meditarlas (ponerlas en oración). Pero después
no tendría sentido si no fuera para trasladar mi intimidad a la vida práctica,
social, relacional y finalmente a Amar. No perdamos jamás el derecho a reclamar
justicia, a proclamar la Vida, a expresar Amor. Uno debería declararse
insolvente ante la injusticia y no tener miedo a las multas, a las torpezas del
poder que temeroso intenta impedir la libertad del ser humano. Siéntete
interpelado por Jesús, interpelado por la vida… ojalá no callemos, ojalá seamos
una comunidad que desee hacerse oir.
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