MARCOS 16, 15-20: En aquel tiempo, Jesús se apareció a los
once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre
expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus
manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y se pondrán bien». Con
esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a
la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el
Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
En algunos pasajes del evangelio,
la historia va de un polo al otro cuando pasamos del sufrimiento a los signos,
o de los milagros a la austeridad. Así, sorprende leer el anuncio de este
pasaje con el Jesús que se retiraba a lugares apartados cuando las multitudes
le pedían signos. Pero podemos leer hoy cómo las funciones del creyente son
amplificadas con toda una serie de señales que se parecen, y mucho, a las que
todavía utilizan los telepredicadores en aquellas macro prédicas americanas en
las que hasta se puede ver descender sobre la feligresía polvo dorado y angélico.
No nos engañemos, porque asociar al cristiano con el poder puede acabar siendo
engañoso, peligroso e incluso una fantasía.
La Palabra de Dios es poderosa,
nadie puede negar en esta capacidad de afianzarse y constituirse en la vida del
creyente como opción de vida. Le damos a la Palabra el poder de transformar el
corazón, y a través de esta metamorfosis un cambio en las actitudes externas de
la persona a causa del amor. ¿Puede el amor sernos útil ante la mordedura de
una serpiente?¿Nos permite el amor hablar en lenguas nuevas?¿O el amor puede
expulsar demonios? Depende de cómo lo creamos, podríamos decir que sí en
sentido metafórico, porque si entendemos a estos demonios como los celos, la
mentira, el abatimiento, la codicia, el rencor… sí existe capacidad de victoria
frente a estos demonios de la existencia; o si por serpientes nos referimos a
los problemas del diario, a los enfrentamientos, a los despropósitos… también,
sí, agarraremos a esas serpientes con la mano; y si esta lengua nueva se
refiriera al lenguaje del amor, a la solidaridad, a la entrega, a la
disponibilidad… también hablaremos de glosolalia.
Ante la pregunta siguiente, cómo
debemos entender este pasaje, la respuesta quizás atienda a la vida. Podemos
atestiguar su poder cuando somos capaces de percibir la fuerza armónica e
intensa del amor, y no podremos atestiguar estas obras poderosas cuando en
nuestro mundo reine el desazón, o la desesperanza.
Es verdad que existen hechos
insólitos de personas bajo la tutela de Dios, existen milagros, visiones,
fuerzas sobre humanas, o fuerzas espirituales de todo tipo que viven con
nosotros. Las hay que son más intensas y las hay con menos intensidad, las hay
conocidas y que no llegamos a conocer. Cohabitan, y por tanto son verídicas,
todos conocemos algún caso en el que hemos visto cómo traspasa el poder de Dios
y se hace presente, incluso cuando podemos notar su presencia en una oración…
Que nadie rechace estas obras, porque el creyente ya no vive de imposibles,
sino que siempre está abierto a descubrir la presencia del Dios sorprendente,
aquel que nos sobresalta y que nos anima.
Cada cual puede ver en su vida
dónde se manifiestan estos milagros, y quizás descubra esa capacidad de
soportar venenos, y de coger serpientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario