Marcos 5, 21 – 35: Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se
aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. Llega uno de
los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le
suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón
tus manos sobre ella, para que se salve y viva.» Y se fue con él. Le seguía un
gran gentío que le oprimía. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre
desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había
gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo
oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su
manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.»
Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en
su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la
fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha
tocado los vestidos?» Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente
te oprime y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”» Pero él miraba a su alrededor
para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le
había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le
contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y
queda curada de tu enfermedad.» Mientras estaba hablando llegan de la casa del
jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al
Maestro?»
Jairo era un
principal del Sanedrín, los jefes de la Sinagoga. Doy de entrada este dato
porque hoy quisiera centrarme en esta aproximación que hace uno de los
poderosos al mensaje de Jesús o a la fe en Jesús. En Juan, de redacción mucho
más tardía, encontraremos también el caso de Nicodemo y el de Lázaro, del que
ya muchas fuentes llegan a afirmar que también fue uno de estos importantes que
resucitaron a la fe de Cristo; parece que cuando el evangelio se dirige a los
pobres, a los del poder poco les interesa si llega más o llega menos, si tiene
más seguidores o no… Si el evangelio es una opción por los pobres a los ricos y
poderosos tanto les da porque sus intereses están en otro lado. Al poder no le
preocupan los pobres, al que reina sólo le ocupa reinar: “tu hija ha muerto ¿a qué molestar al maestro?”.
En la fecha de
redacción de los evangelios sinópticos, anteriores al de Juan, se contaba que
entre los redactores existía un miedo, creciente, a las consecuencias que lo
que se escribía pudiera tener en el seno del Sanedrín. Nos encontramos en el
ambiente de una comunidad judeocristiana que convive con un judaísmo que no
reconocía a Jesús, incluso lo mató. Para superar este miedo a las consecuencias
del mensaje de Jesús en el poder sinagogal deberemos avanzar hacia final de
siglo y adentrarnos en la redacción joánica, capítulo 11: La resurrección de
Lázaro, el momento en que el Sanedrín decide matar a Jesús.
¿Qué ocurre entre
este pasaje y el relato de Juan? Que Jesús toca al poder y el poder se
tambalea, porque acercarse a la fe de Jesús es aproximarse a los pobres,
tocarlos, implicarse y procurarles aquellos medios que la sociedad gobernadora
les dificultaba, controlando por medio de la religión y la hambruna lo que
ahora ésta escapada de Jairo o Lázaro puede dejar de provocar. Mientras Jesús
ha estado trabajando con los pobres todo iba bien pero ahora que los ricos
quieren implicarse en la propuesta del evangelio al Sanedrín le entra el miedo
y la simpatía por Jesús desaparece, a partir de ahí buscarán cualquier momento
para entregarlo (para matarlo).
Esto ocurre en
nuestros días en la mayoría de las dictaduras, aunque también ocurre bajo el
escaparate de la democracia y es que a pesar de los siglos, de los cambios, de
los avances y de la cultura, el poder cuando se siente acorralado también “mata”
al que molesta. Mata, hace callar, miente, desacredita… Utiliza periódicos,
televisión, congresos y se vuelca a formar una opinión pública huérfana de
decisión. Tocar al poder, hoy en día, también cuesta caro y nos movemos en
terrenos que a poco que se remueven hacen subir ese olor a podrido, a dinero
sucio, a sangre.
Vale la pena
recuperar estos pasajes del evangelio para ver cómo en estos días de crisis
aterroriza a la Merkel el cambio de gobierno en Grecia, o cómo incomoda a los
demócratas de derechas e izquierdas Podemos aquí en España. Mientras se
desarrolló el movimiento del 15 M, no pasó nada, pero ahora que va adelante la
propuesta la cosa empieza a escocer. Mientras todo estaba a la altura de los
barrios, de asambleas vecinales y con poco aparato organizativo nadie se
preocupó, en el poder, de mirar qué se reivindicaba y ahora todos corren a
buscar amparo en las eléctricas para garantizarse estatus y posición.
Desde el 2011
hemos visto como se aprueba ahora la ridícula transformación del plan de
estudios universitarios hacia el Master. Hemos visto como se salva a los bancos
a costa de los particulares, como se prefiere pagar antes a Florentino Pérez
que comida a los que sufren. Hemos visto cómo saltan y saltan casos de
corrupción, de tarjetas black, de fundaciones… Hemos visto cómo mientras todo
esto ocurría y no había nada organizado al poder le importa un bledo quienes
somos, cómo somos, qué nos pasa o si tenemos para comer, vivir…
Jairo son muchas
cosas y de entre todas un toque que asusta al poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario