MARCOS
8, 14 – 21: A los discípulos se les había olvidado llevar comida, y
sólo tenían un pan en la barca. Tengan cuidado —les advirtió Jesús—; ¡ojo con
la levadura de los fariseos y con la de Herodes! Ellos comentaban entre sí: «Lo
dice porque no tenemos pan.» Al darse cuenta de esto, Jesús les dijo: —¿Por qué
están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen la
mente embotada? ¿Es que tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen? ¿Acaso
no recuerdan? Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántas
canastas llenas de pedazos recogieron? —Doce —respondieron. —Y cuando partí los
siete panes para los cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogieron?
—Siete. Entonces concluyó: —¿Y todavía no entienden?
Tenemos muy a mal hablar de los fariseos para referirnos a aquellas
actitudes del corazón que son más tenebrosas. En este pasaje, sería lícito
llevar los ojos a la levadura de los fariseos y de Herodes para lanzar un
mensaje cualquiera, pero la verdad es que nos estaríamos equivocando y no
seríamos justos con la historia. Entre los fariseos había grupos más radicales
y grupos más liberales, expresión de la gran pluralidad de entre los miembros
pertenecientes a esa denominación. Hoy, por ejemplo, podemos presuponer que
aquellos miembros del “Camino”, que significa conducta, podían pertenecer a un
grupo dentro del fariseísmo. Más allá de toda suposición, podemos leer que los
fariseos no condenaron a muerte a Jesús, sino que fueron los sacerdotes y el
gobernador romano.
Los fariseos no pretenden separar a las gentes del Cristo, aunque ojo! Los
fariseos no aceptaban el mesianismo de Jesús y de esa banda venían algunas
disputas, las otras provenían del afán fariseo de que el grupo de Jesús viviera
más conforme a la Toráh y de ahí las discusiones referentes al sabbath. Era como enfrentar aquello que se espera del buen judío con aquello que Dios no
espera sino desea de nosotros en Jesús. Sea como fuere, en ningún modo debo
distorsionar las relaciones entre unos y otros. Jesús compartirá la cena con algunos
de ellos y compartir la cena es participar de las cofradías farisaicas y de las
discusiones de la Toráh.
¿Cuál es la levadura de los fariseos?
La Toráh abarcaba distintas dimensiones de la vida: así la laboral, la
familiar, la religiosa… era un modo de vivir, un estilo de vida. Pero esta
manera de enfrentar la realidad tenía más de 500 años de vida y, por tanto,
estaba obsoleta. Así surge el trabajo de los rabinos que adaptaban aquellos preceptos
a la vida de entonces, aunque ello provocaba que estos maestros de la ley
fueran a la vez los gestores de la forma en que había que vivir y casi todo lo
que se vivía necesitaba de su consentimiento.
Así fueron los encuentros con la doctrina de Jesús, quien dotando de
libertad al ser humano hacía de éste un ser autónomo. El sermón de la montaña
es uno de los ejemplos fundamentales, pero si recordáramos aquel: “dadles
vosotros de comer?” entenderemos este cuidado de la levadura de los fariseos. Es
la Verbo divino que da sentido a lo que ya estaba obsoleto: no vengo a abolir
la ley sino a darle verdadero cumplimiento.
¿Cuál es nuestra levadura?
Estamos ante el mismo episodio de estos discípulos y hoy somos nosotros
quienes desde la barca escuchamos las palabras de Jesús que nos alerta sobre
esta misma levadura. Levadura que ha fermentado desde el Concilio Vaticano II y
que ha acabado de ahogar las preciosas intenciones de regreso al evangelio para
vivir más conforme a las palabras de Jesús. Nuestra levadura responde a esta
Europa cerrada a cal y canto y de corte conservador que ha frenado la alegría
del evangelio, ha enfriado las expectativas y la ilusión. Sin que estuviera en
nuestra mano, los gestores de lo religioso, como aquellos rabinos, han
pretendido dictar el movimiento del vivir.
Ocurre aquí un paralelismo o una misma levadura, quizás porque en el fondo
no somos más que una evolución del partido fariseo, quizás porque la religión
se encuentra como entonces obsoleta. Pero a nuestro favor tenemos el agente
cristológico en la obra del Espíritu, quien promueve el movimiento de la gracia
en nuestro corazón para no vivir conforme a la ley sino conforme al Amor, un
amor que nunca envejece y que nunca caduca.
¿Todavía no entienden? Les decía Jesús que es la vida conforme al amor la
que da sentido a sus vidas, la que obra milagros, la que es capaz de partirse.
El amor nunca pasa, jamás está obsoleto, esa es la meta: fundarse en el Amor.
Hoy cobra sentido que podemos entender lo que aquellos no pudieron, que
Dios es amor y que cada vez que yo amo Él se manifiesta.
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