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jueves, 30 de agosto de 2018

MATEO 25, 14. INVERSORES

 MATEO 25, 14 - 19El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco mil monedas de oro, a otro dos mil y a otro sólo mil, a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje. El que había recibido las cinco mil fue en seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil. Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.



Muchas veces vemos las parábolas por su lado positivo, o por el negativo, aunque rara vez entramos en aquel sector al que no va dirigida la enseñanza. Por ejemplo, ¿Qué ocurre con todas las personas a las que no se da ningún talento? Porque las hay, hay gente que por su carácter, por sus problemas, porque nos incomodan, o porque han nacido en países obligados al hambre no tienen la opción ni de gastar el talento, ni de invertirlo para recibir a cambio. Hoy puedo verlo entre las riadas de personas que huyen de los escenarios de guerra casi sólo con la vida a cuestas. Vemos que se levantan campos de refugiados, mientras ellos sueñan con un futuro mejor, pero nuestra sociedad no es capaz de acogerlos y repartirles a cada uno algún talento.

Toma, este talento es tu opción por regresar en la vida, ahora si te apetece, si lo deseas, podemos invertirlo juntos. Qué linda es la oportunidad, es necesaria la confianza, es de ley entregarnos a cualquier persona que se halle en alguna situación de estas en las que no hay acceso al talento, porque con cada talento logramos volver a impulsar al ser humano, un poco, hacia la voluntad de Dios, que tanto quiere nuestra felicidad. Que nadie se quede sin la posibilidad de tener un talento, aunque lo malgaste, aunque lo pierda, aunque gane cien veces más, porque tener el talento supone haber recibido amor. Si lo malgastaron enseñémosles a usarlo, a invertirlo, volvamos a darles ese talento, esa oportunidad, esa confianza porque cualquier, cualquier, cualquier persona la perece.

Tener un talento es sentirse amado, es ser amado, porque te lo da el Señor, y el Señor sólo da cosas buenas, no piedras, ni serpientes como también nos dice el evangelista. Todo ser humano está destinado al talento y la tarea principal de los padres, educadores, compañeros, guías, sacerdotes… es que esa persona sea capaz de acceder a él, porque tras el talento siempre viene un fruto y darlo, al final, es estar realizados.

Que seamos capaces de volver la mirada, de buscar con la vista, de intuir, o descubrir a quienes les falta el talento. Y no tengamos miedo en acercarnos, en proponer, en confiar o en dedicarle el tiempo porque siempre hay un fruto de amor. Quizás tarde más, o quizás tarde menos pero que nadie se quede sin ese don, sin ser posible.

miércoles, 29 de agosto de 2018

MATEO 24, 42. LLEGA EL LADRON

 MATEO 24, 42 - 50»Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor. Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada. Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen. »¿Quién es el siervo fiel y prudente a quien su señor ha dejado encargado de los sirvientes para darles la comida a su debido tiempo? Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. Pero ¿qué tal si ese siervo malo se pone a pensar: “Mi señor se está demorando”, y luego comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y beber con los borrachos? El día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada el señor volverá.


El pasaje de hoy tiene mucho que ver con la vida, quizás incluso recordándonos aquella historia que solían contarnos de pequeños entre la cigarra y la hormiga, o la tortuga y a liebre, salvando las distancias claro. ¿A cuántas personas conocemos que, después de malgastar su juventud, se quejan por el tiempo desaprovechado? Por los estudios que no hicieron? Por los hijos que mal criaron…? Ocasiones, momentos, circunstancias que pasaron por delante de sus vidas, o de las nuestras mismas, sin que veláramos por ellas. Lo cierto es que, con la experiencia, hay que velar por la vida, hay que velar por la educación, hay que velar por el amor y, si eres creyente, tienes que velar a tu Señor.

El autor nos habla de un ladrón, nosotros conocemos muchos ladrones. Es inevitable que todos tengamos en nuestro pasado, más lejano o más próximo, la experiencia de esa borrachera: si te pasas toda la vida aferrado a tu botella de ginebra las cosas van a pasar de divertidas, a borrosas, a complicadas y a perdidas. El furor y la alegría del vino son momentáneas, después el más agraciado cae en sueño y el menos suertudo o sufre mareos, o termina llorando, suficiente castigo. Quizás el evangelista utilice un vocabulario más técnico, o bíblico, pero nosotros todos nos entendemos porque sabemos qué es eso. Además, si al Señor lo sustituyéramos por los padres, la juventud entendería perfectamente el simbolismo de su ebriedad.

¿Recuerdan a un maestro diciéndoles, sigiloso, a sus alumnos: aprovecha el momento, carpe diem? Algunos lo aprovechan para bien, para otros, en cambio, vivir el momento se convierte en una orgía de despropósitos que terminan: o con su fortuna, o con su salud.

Como si de un proverbio se tratara, hoy el evangelista nos pide prestar atención a la vida, tanto como si el mismísimo Dios estuviera presente entre nosotros como juez implacable. Se evoca la tarea de administradores que los redactores del Génesis pusieron en la humanidad; se nos cita al amor, al amor al mundo y a los enemigos; a la honestidad; a la felicidad y a tener una vida llena, llena de gracia, de misericordia, de bondad… Y si en aquellos tiempos fue necesaria la figura del juez, en el nuestro nos sirvan todos esos ejemplos de mayordomo infiel que tenemos, vemos, sabemos…

Vivan el momento como quien no castiga a su corazón, como quien no hace que se resienta el hígado, como aquellos que no tienen necesidad de golpear, mentir o incluso matar. No se dejen por respirar la fragancia de las rosas, de la lavanda, de la menta; velen por este mundo que tenemos por herencia y aseguren el futuro no ya de nuestros hijos sino de los de éstos. Si a un administrador se le exigen muchas cosas, cuánto más a otro que es cristiano?

martes, 28 de agosto de 2018

MATEO 23, 27. PUEBLO DE DIOS

  MATEO 23, 27 - 30»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad. »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los justos. Y dicen: “Si hubiéramos vivido nosotros en los días de nuestros antepasados, no habríamos sido cómplices de ellos para derramar la sangre de los profetas.”


Hoy el término Pueblo de Dios supone una reunión de gente bastante dispersa por razón de su procedencia social. Es una pluralidad difícil de encajar en un esquema ideológico. Y esta parece la razón por la que los sacramentos no han de ser un mundo demasiado especializado sino que ha de ser un mundo experto en humanidad. El liturgista Guy Lapointe nos señala que: “en estos últimos veinticinco años, el mundo ha cambiado mucho más rápidamente de lo que se preveía”.

No cabe duda que el hombre de la generación postconciliar tiene poca formación religiosa. Aunque continúa teniendo un sentimiento religioso. La iniciativa de los laicos, por eso, ha progresado en un crescendo visible durante estos años, se han mostrado como animadores decididos de la pastoral . Así, aunque la participación en la misa dominical ha decrecido y cada vez el hombre está menos inclinado a la sacramentalidad cristiana, vemos como aumentan las iniciativas de plegaria, experiencias de grupos…

Los ritmos de comprensión de los cambios no son los mismos para los pastores que para el pueblo fiel. Por ello, quizás, la crisis de la pastoral, el desencanto, cansancio, pérdida de entusiasmo... pueda llevar a ver negativamente el cometido de la Iglesia en el mundo de hoy. Pero tras el Concilio Vaticano II, si la pregunta de los inicios era: “Iglesia, ¿qué dices de ti misma?”, la pregunta hoy debería ser: “¿Iglesia, cómo vives lo que has dicho que eres?”

Por ello, debemos prepararnos para responder la pregunta con un esfuerzo espiritual de calidad. En estos términos, el Concilio Provincial Tarraconense de 1995, expresaba en el n66: “la voluntad de llevar a cabo en nuestras Iglesias una pastoral sacramental que expresara con más transparencia que los sacramentos son celebraciones de la Iglesia y acciones del Señor resucitado, que salva y santifica a los hombres por la fuerza del Espíritu”.

Pere Tena dijo que “Los sacramentos son celebraciones de la Iglesia. Mientras no se llega a Cristo el sacramento queda como un interrogante, ¿por qué es necesario el signo sacramental?". La madurez de los laicos conlleva una adecuada formación integral; que estén bien preparados al servicio de la Iglesia y del mundo.

Qué cabe plantearse? Te pongo algunas propuestas:

Transformar la parroquia en una misión: No podemos esperar que vengan a la parroquia a pedir los Sacramentos; hay que procurar volver a la idea de la Iglesia en salida.

Educar en la fe: la mejor forma de preparar a los sacramentos: la pastoral sacramental debe ser considerada como un capítulo importante de la educación en la fe.

En el marco de una pastoral juvenil parroquial: siendo evidente que se requiere una renovación de la pastoral juvenil “es necesario, además, dotarla de mayor organicidad y coherencia”. Iniciar y ayudar a progresar a los jóvenes en la experiencia profunda de Dios a través de la oración, la meditación de la Palabra y una vida interior robusta.

Una celebración de los sacramentos eficazmente evangelizadora: con la misma generosa solicitud e ingenio pastoral con que se celebra la liturgia en tierras de misión y no con una dinámica que entrañe “extraños y mudos espectadores. Aplicar, por tanto, los criterios pedagógicos de la gradualidad y la progresión ofreciendo experiencias de celebraciones especiales para los diferentes grupos humanos de la parroquia.

lunes, 27 de agosto de 2018

Mteo 23, 13. MENTA Y ANIS

 MATEO 23, 23 – 26: »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito pero se tragan el camello. »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera.



A quién no le viene a la cabeza, por ejemplo, leer hoy el evangelio como si estuviera leyendo la prensa y de repente, zas, que mientras el mundo asiste a un sinfín de tramas de corrupción y de manadas de camellos, la maquinaria política y económica sigue limpiando el vaso por fuera para presentarnos sus nuevas propuestas, sus caras nuevas, sus propósitos de enmienda, sus luchas contra la corrupción… nada, el vaso limpio por fuera pero sucio (y muy sucio) por dentro.

Guías ciegos, sin duda, pero también nosotros somos parte de los ciegos, del rebaño si quieren. Voces tenemos muchas que claman, que dicen, que promueven, que encienden, que traman… pero son voces que terminan en nuestra ceguera, porque después de la letra en nosotros no hay nada. Mis padres me dijeron hace poco, si todo esto hubiera salido años atrás los jóvenes, los universitarios, habrían salido a la calle cada día a manifestarse, a mostrar su disconformidad, a reclamar un futuro… ¿y dónde están los jóvenes hoy?¿quemando containers?¿dejándose rastas? Si los grupos anti sistema, o los movimientos juveniles, de hoy carecen de espíritu, de ideas, de compromiso. Escuchen, que lo que está en juego no sólo es el presente, ni el futuro a medio plazo, está en juego el suyo, su futuro, su sanidad, sus pensiones, su calidad de vida, su dignidad…

Y su libertad? O pasaremos por alto los escándalos contra la intimidad de las personas que reinan no sólo entre espionaje EEUU, Alemania, Francia, China… sino en el internet superfluo: cuentas de correo, facebook, el borrado de información… o la violencia que se respira hoy cada vez que suben, por ejemplo, un video de tres chavalitos matando a martillazos a un vagabundo en Ukrania. Ciegos, y su ceguera a nadie le importa porque ni ellos mismos son conscientes de su situación, de su posición, de lo que les están quitando y lo que les quitarán. ¿Acaso es que todo está bien?

Vemos el ejemplo en Venezuela, en Turquía… pero no en occidente, no sé si será por esto de la sociedad del bienestar, o porque simplemente estamos ciegos y acomodados. Supongo que cada respuesta es peor y sin embargo hoy les seguimos mandando un mismo mensaje: limpien su interior, despierten, peleen por defender lo que son, no se callen, salgan, salgan a la calle.

Cristo podría haberse quedado en Cafarnaúm, sin problemas, con comida, con gente amada, cada día en el lago Genesaret, cada día esperando la pesca o acompañando a sus amigos… pero escogió confrontar con el mundo, con su mundo del vaso limpio por fuera, y le costó, y sufrió, pero eligió amar, amarles incluso a ustedes (a todos nosotros) para que seamos capaces de mirar a nuestro corazón para encontrarlo dándonos fuerzas para salir a remar, para enfrentar montañas, para surcar las olas, por amor.

sábado, 25 de agosto de 2018

MATEO 23. HACED Y CUMPLID

 Mateo 23, 1 - 12: En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»


El amor es el mayor mandamiento. Jesús nos muestra la conexión indisoluble entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Se trata de un amor universal, sin límites ni fronteras. Jesús interpela no sólo a la tradición judaica, sino a esa ética de mínimos basada en una convivencia correcta entre los miembros de una misma comunidad. Este texto evangélico nos muestra otra novedad en la propuesta ética de Jesús,  que es precisamente, el alcance universal que da al término prójimo: mi prójimo son todas las personas, hombre y mujeres, cada una de las personas con las que me encuentro en el camino.

Aún más, esta propuesta ética alcanza también las relaciones con los que nos aborrecen o perjudican, propiamente los enemigos y no sólo a los que nos hacen el bien. Pablo mismo insiste en el hecho de que Jesús nos impulsa a hacer el bien incluso a aquellos que nos hacen el mal.

Para Jesús, el amor al prójimo estará en el centro mismo del vivir de sus discípulos, y supera incluso a la importancia que se le da a las responsabilidades cultuales. Perdón y reconciliación son signos de amor y Dios prefiere la misericordia a los sacrificios. Cada uno será juzgado según el amor manifestado. Presentar la otra mejilla, anticiparse con la amabilidad y generosidad, ser contrario a toda agresividad, ofrecerse a acompañar más de lo necesario, etc. no son mandamientos, sino que son propuestas de actuación.

Jesús invita a entrar en una nueva dinámica de comprensión de la ley. Si en el monte Sinaí, Dios ofreció un conjunto de leyes al pueblo para que este anduviera en sus caminos y cumpliese su voluntad, en la plenitud de los tiempos, el Hijo de Dios, desde la montaña, que vuelve a simbolizar el punto alto de encuentro entre Dios Padre y sus hijos, propone por medio de las bienaventuranzas la nueva y definitiva ley de Dios para los hombres: sólo quien mira al hermano con ojos de amor, es capaz de descubrir la presencia y el querer de Dios en la historia de la humanidad.

La propuesta ofrecida a Israel por medio de Moisés e inscrita en las tablas de la ley, adquiere carne y sentido, profundidad y plenitud en el proyecto que Jesús nos lanza desde el cerro de las bienaventuranzas y que se convierte en el recorrido ético que nos adentra en el conocimiento de Dios.

Jesús habla al hombre: es la irrupción y la novedad, y el escándalo de un Dios que se muestra como hombre entre los hombres. Ya no es el sacerdote que actuando y hablando desde el templo media entre los hombres y el Dios altísimo e invisible, sino que es Dios mismo irrumpiendo en la historia de la humanidad a través de Jesucristo y revelándose incluso a las gentes excluidas y que no contaban en la dinámica social ni religiosa. Jesús les dice: esto es para ustedes.

Ya no es el cumplimiento de la ley por la ley. La nueva ética inaugurada por Jesús mira siempre al ser humano en situación e invita a asumir que, si lo que intentamos vivir desde la fe, sea cual sea esa fe, no atraviesa por el terreno del amor, podrá tener cualquier nombre, y obedecer a cualquier código ético, pero es ajeno al querer de Jesús y a su proyecto de vida. “ No hay amor más grande que aquel que da la vida por los amigos”. Por tanto, el gran reto que tenemos los cristianos, es bajar del monte de las leyes y buscar desde las bienaventuranzas el lugar desde donde Jesús da a conocer esta nueva propuesta de Dios. Ya no es un hombre que tiene que subir para atisbar en lo alto la presencia de Dios, sino que  es Dios quien ha bajado al encuentro del hombre, y en ese encuentro con el hombre se revela como Padre misericordioso que quiere la vida y plenitud de sus hijos. 

viernes, 24 de agosto de 2018

JUAN 1, 45. ENCUENTROS

  JUAN 1:42-51  Al día siguiente,  Jesús decidió salir hacia Galilea.  Se encontró con Felipe,  y lo llamó:  --Sígueme. Felipe era del pueblo de Betsaida,  lo mismo que Andrés y Pedro. Felipe buscó a Natanael y le dijo: --Hemos encontrado a Jesús de Nazaret,  el hijo de José,  aquel de quien escribió Moisés en la ley,  y de quien escribieron los profetas. --¡De Nazaret!  ¿Acaso de allí puede salir algo bueno?  --replicó Natanael.  --Ven a ver --le contestó Felipe.  Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba,  comentó:  --Aquí tienen a un verdadero israelita,  en quien no hay falsedad. --¿De dónde me conoces?  --le preguntó Natanael.  --Antes que Felipe te llamara,  cuando aún estabas bajo la higuera,  ya te había visto. --Rabí,  ¡tú eres el Hijo de Dios!  ¡Tú eres el Rey de Israel!  --declaró Natanael. --¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera?  ¡Vas a ver aun cosas más grandes que éstas!  Y añadió: Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo,  y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.


Todos hemos vivido o vivimos la experiencia del encuentro y del reencuentro como una experiencia absolutamente maravillosa, capaz de desatar las lágrimas de los más toscos y de fundir en un abrazo a quienes, sea por las circunstancias que sean, han vivido alejados el uno del otro. Surge el deseo de compartir más tiempo, más vida, de estar más cerca, de volver a la fogosidad del amor primero… es como un reengancharse a la ilusión alegre del que habiendo perdido algo, vuelve a encontrarlo cuando, quizás, ya ni contaba. Así sucede también, en el caso de los cristianos, cuando hallamos a Cristo. Que supone para nosotros una inyección vital para que nuestro corazón palpite con nueva fuerza, con más pasión, con esperanza.

No obstante, y también nos pasa a todos, hay veces en que por más pasión que pongamos o más ilusión mostremos al llevar una noticia, sea cual sea, los que la reciben no muestran ningún interés. Y muchas veces ello nos decepciona pues pensamos, caramba, ¿qué puede dar mayor alegría que compartir la ilusión que traemos? Algo así pudo pasarle a Felipe cuando conoció al Cristo y marchó a contarle la noticia a Natanael, quien la recibe con más pena que gloria. ¿Quieres decir? ¿De Nazaret puede salir algo bueno? ¿Será para tanto? Pero Felipe sigue con su contagioso gozo e invita a Natanael a ver.

Qué buena actitud esta de no dejarse vencer por las dudas de los demás, por los miedos o las inseguridades, por la ignorancia o el desconocimiento. Lo que tengo que comunicar es tan, tan, importante y tan, tan, maravilloso que si hace falta no sólo te lo cuento sino que además te lo quiero mostrar. Esta actitud contagia, esto es Evangelio!!

No va a ocurrir algo parecido hoy? No volveremos a esta actitud mañana? Pensemos en los millones de niños y niñas que van a llevar a sus padres, hermanos, tíos, abuelos, una y otra vez a ver lo que les han traído, regalado o dado. O pensemos en los padres, tíos, abuelos, que hoy van a querer llevar a sus hijos e hijas a las cavalgatas de todos los lugares del mundo. Esto, también es Evangelio.

miércoles, 1 de agosto de 2018

MATEO 13, 44. DESCUBRIR TESOROS

 MATEO 13, 44 – 46El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo. También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.


En la Tierra hay muchos campos, los hay libres y esclavos, en paz y en guerra, democráticos y dictatoriales… Seguramente hay algunos que desecharíamos si fuéramos como este hombre que paga, pero el pasaje de hoy nos enseña a no rechazar ningún campo sino a descubrir en cada uno el tesoro que esconde. El Reino de los cielos puede hallarse en cualquier rincón del planeta, también en cada hombre y mujer, sólo hace falta descubrirlo. Aunque para vislumbrar el tesoro el evangelista nos hace una propuesta: debe hacerse con alegría. No es que descubrir el tesoro nos alegre, sino que nuestra alegría debe venir de la disposición para hallarlo. Para que exista toda aventura, primero tiene que despertarse en interés, la motivación y la alegría, porque gracias a ésta conseguiremos ir superando obstáculo tras obstáculo hasta llegar al corazón del preciado tesoro.

Cada uno de nosotros tiene siempre accesible algún tesoro: a veces lo encontramos en la pareja, o en un beso por la mañana; a veces lo hacemos en los hijos; otras cuando después de un período de dificultades se sale a flote; otras cuando al paso de los años se descubre que lo siguen amando… Cuando esto ocurre, somos felices. El drama de la humanidad no está en no encontrar tesoros sino en no permitir que se encuentren. Así actúa la justicia, por ejemplo, cuando dicta sentencias a favor de un desahucio, o cuando en la ejecución hipotecaria hay una segunda vivienda de unos abuelos que avalaron a sus hijos, o a sus nietos…
Así también cuando en la Iglesia decidimos quien puede, o quien no, entrar a servir al Señor.

No pongan tropiezo en ningún buscador, no sean como esa muralla que impide el paso, como ese campo de minas que separa dos regiones, como ese pariente que mata a otro por lo que cree. Antes caminen con ellos, cojan una pala y alégrense, y juntos recorran ese emocionante momento de descubrimiento; ayuden a descubrir a las personas, participen de cualquier hallazgo, colaboren con su dinero, con su esfuerzo, compartan la felicidad… Así ustedes, casi sin quererlo, también hallaran un tesoro.