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viernes, 28 de diciembre de 2018

MATEO 2, 13 MAQUINARIA DE PODER

 MATEO 213 – 18: Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen.


Hoy recordamos un pasaje bastante oscuro del evangelio, que tiene su eco a diario (y su repercusión) a pesar de tener ya más de 21 siglos de entendimiento para cesar de una vez tanta violencia, tanto sufrimiento. ¿Dónde está el límite? ¿Cuándo será que reaccionaremos los seres humanos contra los dirigentes, contra el terrorismo, o contra los intereses de estos lobbies…? A qué tenemos que esperar si es evidente que cada día hay más desigualdad, menor crecimiento, peor educación, insuficiente sanidad, menos recursos y casi una promesa de extinción de las pensiones? Los que no son ya inocentes del siglo XXI que sepan que son los próximos, porque a este ritmo hay que ser conscientes de que todos, de un modo u otro, vamos a ser como inocentes a quienes la espada del poder cortará en algún momento.

Alguien dijo que los relatos del evangelio los tenemos para nuestro crecimiento, y para aprender a no repetir lo que sucede, a no llevar a nadie otra vez a una cruz, a no volver a tirar piedras a nadie con juicios livianos, a no herir al hermano… El evangelio es una llamada al amor, y al amar a todos y a todas, y a través del amor un camino hacia Dios, quien anhela que lleguemos a Él. ¿Y no basta?

Que terminen estos episodios de hambre, de codicia, de destrucción, de soberbia, de separación, y que se unan las personas de todo el mundo que buscan la paz, la solidaridad, la igualdad, la fraternidad… Este año ya termina, y no estamos a tiempo de frenar la maquinaria del poder. 

sábado, 22 de diciembre de 2018

LUCAS 1, 46. BIENAVENTURADA

 LUCAS 1, 46 – 56: Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.» María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.


El canto del Magnificat es precioso, un himno del que destaca la fe y la pobreza de una creyente que, para nosotros, también es Madre, esperanza y, para algunos, un espejo para el dinamismo cristiano (fe, esperanza y caridad). He de confesar que para mí siempre había pasado desapercibido este canto, no por su contenido, sino por lo que implica de devoción mariana (a veces tan exagerada). Pero al tiempo, y llevando el pasaje al corazón, uno no puede pasarlo por alto sin meditar, profundamente, en el sentido de estas palabras que el evangelista coloca en boca de María y que, hoy, son para mí un motivo de aliento en la búsqueda de esta singular kénosis que, como Cristo, también nos pertoca a los cristianos,

Todo lo que es bello tiene un encuentro ineludible con este misterio de la kénosis, y es allí donde pobreza y gloria se completan de un modo como nunca, jamás, se ha visto y es que a partir de lo precioso podemos llegar a la pobreza más extrema para, finalmente, y ya en manos de Dios recuperar el esplendor. Bueno, esto es lo bonito del cristianismo, que la gloria y la pobreza van muchas veces de la mano, tanto que de un modo singular son quienes mejor dibujan la historia del ser humano, quien finalmente logrará en el amor de Dios la plenificación perfecta.

María recorre toda la historia del Antiguo Israel, haciéndose de algún modo la continuadora de la historia profética del pueblo. Así como Abraham se sitúa en el principio de la Antigua Alianza, ahora será esta mujer palestina quien se sitúa al principio de la Nueva, y así como por medio de una mujer, Eva, vino al mundo la desconfianza por el pecado, por esta otra mujer, María, llega la fe y la esperanza.

Hoy más que en palabras uno puede aprender a sumergirse en la lectura, en la reflexión… para verse formando parte de esta humanidad inaugurada por la Nueva Alianza, que viene en forma de ayuda, en forma de socorro, o a través de la misericordia, diciéndonos aquello de que siempre, en todo caso, y a pesar de las caídas y las dificultades, es posible volverse a levantar, y seguir caminando.