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sábado, 28 de julio de 2018

JUAN 6. HACIA CAFARNAUM

 Juan 6, 16 - 21: Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafárnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis.» Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.


Una de las cosas más importantes del cristianismo, del mensaje cristiano, es esta afirmación de no temor que, de alguna manera, parece inaugurar una nueva era que aunque guarda una cierta continuidad con el Antiguo Testamento, nos adentra en otro tipo de misterio que es, en definitiva, un Misterio de Amor. Si la clave de la relación entre Dios y su pueblo, en el Antiguo, estaba en el temor de Dios vemos con en el Nuevo Pacto la tenemos en el no temer. Claro, cómo vamos a temer, ahora, a un Dios que ha entregado a su Hijo por amor!? Quizás estemos ante la más grande paradoja entre Antiguo y Nuevo Testamento, pero seguro que estamos ante la declaración más limpia de amor y cercanía de aquel que antes era TodoSuficiente y ahora es Todo desprendido.

Por tanto, el mensaje, la forma en que vivimos, nos mostramos, actuamos... lo que queremos que se desprenda de la imagen de la Iglesia y lo que podamos acercar de Dios o de Cristo a las personas ha de revestirse de este “no temer”, porque al amor, a la caridad, a la solidaridad... no se puede acudir temiendo sino que se acude con buen ánimo, deseosos de recibir, de formar parte, de ser entre esta relación de familiaridad, de comunidad y de vida.

Hoy seré muy breve, porque si venimos de la Resurrección, si queremos hacernos eco de este Señor resucitado, del Viviente, tenemos que ser testigos sólo, sólo, de tan grande amor. Tan, tan grande que lejos de provocar miedo genera atracción.

Que tengamos en nuestro corazón ese deseo de dejar atrás los inviernos de la historia para adentrarnos en la primavera, en lo que debe florecer, en la vida que quiere brotar, salir, descubrirse.

jueves, 26 de julio de 2018

MATEO 13, 16. OJOS Y OIDOS FELICES

 Mateo 13, 16 - 17: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.»


¿Qué debe ser esto que los profetas y justos desearon ver y oír? ¿Qué sería esto hoy? Bien, de entre todas las cosas que podríamos decir, hablar, reflexionar o cuestionar, querría afirmar que aquello que nos hace dichosos, hoy, por ver y oír tiene que ver con nuestro prójimo, con nuestra hermana, con nuestro hermano, con nuestra madre, con nuestro padre, con el amigo e incluso con el enemigo… porque lo que vemos y oímos es vida y todo lo que conforma la vida tiene su origen en Dios. ¿Hace falta ser más trascendental para entender qué es el don de la vida?

Si afináramos nuestra vista, ni nos pusiéramos las lentes de Dios, podríamos ver a la humanidad como un gran regalo, el compartir nuestra vida, nuestro suelo y nuestro tiempo como parte de algo único, irrepetible, original y precioso. Qué bien poder estar aquí y hoy contigo y contigo para compartir esta experiencia que se nos ha dado y que es la vida.

Si afináramos el oído podríamos, también, darnos cuenta de dos cosas: la primera es el gemido de todas las personas que sufren, que están enfermas, que viven desamparadas, que tienen problemas y escuchándo este dolor nos daríamos cuenta de que somos dichosos porque podemos, con nuestra vida, ofrecer ayuda a quienes lo necesitan.

Podríamos también, segunda cosa, escuchar el pálpito del corazón de las personas que conviven con nosotros, aquí o allí, más cerca o más lejos, porque el palpitar del corazón nos hace a todos iguales. Todos reimos y todos lloramos, todos sentimos, todos amamos, todos tenemos defectos… Si yo afinara mi oído más de vez en cuando me daría cuenta de que comparto una misma naturaleza y una misma voluntad de ser feliz, de ser amado… ¿Entonces, por qué hacer daño a los demás?

Entonces, para buscar la dicha hay que tener un gusto primordial por la felicidad, por ser y por hacer feliz. Está claro que en este mund hay ocasiones para todo y que lamentablemente, a veces, parece que haya más ocasión para el mal que para el bien. No se dejen confundir, ni se dejen amedrentar porque si afinan sus sentidos, si escuchan el corazón, si dejan de endurecerse y si vamos a lo esencial… ¿no hay más bien que mal?¿No hay más deseo de amar que de rechazar?

martes, 24 de julio de 2018

MATEO 20, 20. GOBERNANTES

 MATEO 20, 25 – 28Jesús los llamó y les dijo: —Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.



De todo el pasaje que hoy se lee he rescatado los últimos versículos que reflejan un texto de condición presente de la mano de quienes gobiernan. Religión y poder (o gobierno) han ido desde tiempos remotos siempre cogidas de la mano, aunque es cierto que en los primeros siglos el poder era de la religión, del culto a los dioses, y con el paso del tiempo el poder ha ido invirtiendo su influencia hasta pasar de las religiones al poder político, al gobierno. Siempre ha habido un consentimiento del uno y el otro sobre muchos temas, entre ellos la desigualdad social o económica, las sentencias y su ejecución… Nada hay gratuito en una relación de poder, ni de místico o espiritual.

Tanto se quiere el poder como se quiere estar con el poderoso, sea un bloque político, sea una persona física, sea un dios. Estar con la fuerza dominante es para mucha gente una prioridad en el orden de su felicidad, son el coro angelical que vemos en numerosos actos, movimientos, celebraciones… Arropados por el brazo embriagador del poder gritan, se conmueven, cantan e incluso se contagian de esa sed, son implacables con todo aquello que represente una amenaza. Así, desde un poder central se reparten en estrategia puntos de un poder menor que a su vez se subdividen y así sucesivamente hasta llegar al plano del individuo, que es el último en el escalafón.

El pensamiento de Jesús va desde recuperar a la persona, a aquella que vive en aquel último lugar, hasta colocarla allí donde siempre ha estado para Dios, al frente de todo lo creado, importante y amada. Este Dios que es Creador no debe salir del asombro que produce el que dotando al hombre para crear, éste impulsor quede sometido por su creatura. El orden natural ha quedado invertido y la condición del hombre y de mujer yace deshumanizadora. Lo que es viviente sometido por lo que es inerte, no hay otro camino, otro resultado, que el fracaso del ser humano que vive condicionado, sin libertad, con una imagen diluida de lo que en un principio era para la creación. Y viendo Dios así al ser humano, los hombres y las mujeres no son capaces de mirarse como una maravilla, como una potencia de originalidad única.

Este pasaje va mucho más allá de lo que se representa desde la humildad porque toda la reivindicación de Jesús en el pasaje se redirige hacia la libertad del ser humano, que no tiene otro Señor que Dios. Ser siervos, servidor, es devolver al ser humano la condición ofrecida por Dios, el Señor.

Ahora viene lo inexplicable, que si nosotros conocemos de base esa voluntad de no sujetarnos a la injusticia ni a la desigualdad, todavía sigamos permitiendo que todo ello ocurra. Mantenemos una política obsoleta y que se enriquece con nuestro voto y las arcas de los avispados que recaudan impuestos, que niegan becas, que permiten desahucios, que controlan la luz y el agua y que cauterizan el modo de pensar, formando ideologías de bolsillo con chaquetas de doble uso. ¿Dónde cabe que mi vida permita todo este abuso? ¿Acaso no tenemos nada más que decir?

lunes, 23 de julio de 2018

MATEO 12, 46 MI MADRE Y MIS HERMANOS

 Mateo 12, 46 - 50: En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.  Uno se lo avisó: «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.» Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.» 


Hay líneas diferentes en la interpretación de este pasaje entre Mateo y Marcos y Lucas. Mateo y Marcos nos lanzan un mensaje: lo importante no es la familia de sangre sino que ahora se presenta una nueva forma de familia mesiánica, quienes cumplen la voluntad del Padre. Esa es la verdadera familia. En cambio, Lucas aprovecha el pasaje para exponernos un modelo de creyente en María, la madre, quien inaugura esta nueva familia unida por lazos mesiánicos. Para Marcos y Mateo la figura de María no es tan importante como para Lucas, que quiere darle un papel principal en esta nueva configuración familiar. Pero, interpretaciones a parte, hoy podríamos decir que de un modo u otro provenimos de esta herencia familiar inaugurada por las palabras del Cristo y que abren la posibilidad de pertenencia, no ya por el vínculo de la consanguinidad sino por el vínculo de la fe.

El evangelio nos suscita muchas ocasiones para la fe, los milagros por ejemplo son situaciones que quieren  suscitar la fe, los relatos de vocación también quieren llevarnos a esta comprensión del fenómeno del Reino y también, el establecimiento de una herencia que supera los límites humanos hacia Dios, por la fe. Por tanto, estamos en un momento del evangelio que quiere dejarnos constancia de esta comprensión de las cosas de Dios no ya por elemento humano sino por medio de lo que es más tocante al espíritu.

¿Y cuál es la voluntad del Padre? Bien, pues seguramente aún estemos por explorarla. Lo que es cierto es que esta familia mesiánica que se abre desde el evangelio hoy es mucho más grande de lo que algunos quieren transmitirnos. Hay múltiples, variadas y nuevas formas de cumplir la voluntad del Padre que cada día abrenmás y más esta gran familia. Una familia que ya trasciende incluso la denominación cristiana como tal porque la fe es algo tan grande, tan sobervio, que no podemos encerrarla en una secta, una parroquia, un grupo de creyentes…

Pues, que viva la fe! Pero que viva esta fe que nos aceca a las personas, que nos abre el corazón, que nos permite portar bondad, solidaridad… que aporta trabajo, dedicación… y que no conoce de razas, ni de posiciones, ni de política…

domingo, 22 de julio de 2018

JUAN 15. PERMANECER EN ÉL

  JUAN 15, 1 – 8: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado. Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.


No es casualidad, para el cristiano, que el evangelista hable en su visión de la vid de la adhesión, vital, al Cristo. Si el capítulo diez nos invitaba con la parábola del pastor bueno a compartir esa misión de muerte con el maestro, ahora el autor sigue invitándonos a participar del acontecimiento pascual que, tras el suceso de Lázaro, cobra un nuevo sentido. Compartir la vida de Jesús nos lleva a comprender el trasfondo humani y divino de su misión y su relación con el Padre, de quien depende en todo momento. Así, por tanto, esta invitación a permanecer en Jesús se nos va a hacer una máxima tanto en la vida, como en la oración, como en la entrega, como en amar.

Todo cuanto hacemos lo hacemos en tanto nos adherimos a la persona de Cristo, con toda su connotación vital. Unirse a Cristo es vivir su vida en nosotros, pero manteniendo la singularidad de cada persona y su libertad… aunque parezca una paradoja. Cristo se erige mediador y es que por Él accedemos a las profundidades de la vida y del espíritu y por medio de esta acción integral a Dios, a quien sólo a través de Jesús podremos comprender.

La invitación del pasaje es clara, nos conduce a la obra de contemplación más honda. Profundizar en Cristo, para ahondar en el Misterio del Padre. Y como si de la tarea del asceta o del místico se tratara, la oración del creyente desde la vid se torna un ejercicio único de unión espiritual en Dios, desde el que comprender el sentido de esta vida nueva que se nos ofrece en Cristo, por medio del cual todo va a ser hecho nuevo.

Más allá de la belleza de la construcción, del lenguaje, de la parábola… nos hallamos en una situación de desnudez delante del Creador, que nos ofrece una vida en comunión, de la que todos podemos participar, de la que todos nos podemos beneficiar, que todos podemos acoger. Es un acto de alabanza, de acción de gracias, de suma de intenciones, de proclamación de libertad… La vid es la vida, la savia es Cristo, cada sarmiento una obra espiritual encarnada.

sábado, 21 de julio de 2018

MARCOS 6, 30. EN TORNO A JESUS

 MARCOS  6, 30 – 34Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho y enseñado. Y como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo: —Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco. Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario. Pero muchos que los vieron salir los reconocieron y, desde todos los poblados, corrieron por tierra hasta allá y llegaron antes que ellos. Cuando Jesús desembarcó y vio tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así que comenzó a enseñarles muchas cosas.



Quizás podríamos alegar muchas razones o intereses por los que las gentes buscaban a Jesús, pero al fin y al cabo lo que debe importarnos es que, como leemos, la gente corría, y cuando uno corre hacia Cristo, lo hace con esperanza, con ilusión, con deseo. Incluso se anticipan, como aquel novio que espera en el altar desde hace dos horas que llegue el coche que porta a su amada, y juntos puedan celebrar su sí a la vida. O como otros muchos ejemplos que todos sabemos, es parte de lo emocionante del ser humano, aunque también pueda provocar lágrimas, eso es que estamos exultantes.

Y si uno no está de esa manera, cuando Jesús se pone a enseñar no habría recepción alguna, pues sólo cuando el corazón se agita, cuando el latido se escucha desde afuera, Jesús puede enseñarnos muchas cosas, porque al ser humano inquieto, lúcido, emocionado y feliz, Cristo quiere enseñarle muchas cosas, muchos colores, incluso aquellas cosas que antes estaban escondidas, porque hay hambre y hay sed. Como el padre, o la madre, que ansía que su recién nacido pueda ya hablar y comprender para enseñárselo todo.

Así son las cosas del cielo, los tesoros escondidos, cuando los sabemos vamos y vendemos todo lo nuestro por comprar aquel campo. Y Cuán grandes riesgos ha podido comportar la venta, pero volveríamos y volveríamos a darlo todo por cuanto en aquel campo vivimos.

Un toque de atención a la política, que cuando llega la época de votación nadie corre a ejercer su voto, salvo los propios políticos, que son los que primero llegan. Será que son los más felices porque prolongaremos sus intereses, su ritmo de vida, sus chanchullos; otro toque de atención a las rebajas, con la famosa estampa de la gente corriendo en la puerta del Corte Inglés, golpes, empujones… ¿Cómo permiten que la gente nos regale cada año esa misma foto?, rebajas al 50%, claro… si venden al 150%, o al 200% muchos de ellos, ajústense a la vida, valoren la prenda por lo que es.

Miren, si ustedes corren, o quieren correr, o hay algo que les hace entrar en carrera, que sea por la vida, por la felicidad, por el amor, o por la libertad. No se metan en competiciones que deshumanicen, que coarten, que opriman. No corran para conseguir un préstamo con intereses de usura, antes corran a denunciarlos. No corran por lo que no vale, porque correr puede cansar, y cansados la vida no es la misma.

viernes, 20 de julio de 2018

MATEO 12 BUSCARSE LA VIDA

 Mateo 12, 1-8: Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.»  Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»


Venezuela, Barcelona y el Mediterráneo son las tres realidades que me vienen a la cabeza cuando leo este Evangelio. Trataré de explicarme brevemente porque el tema es complicado y, seguro, merecería poder sentarnos alrededor para hablar de ello detenidamente. Con todo, en estos tres focos resuena la misma frase: "¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?". Claro está que enncada realidad tiene una connotación diferente.

Desde Barcelona arranco un grito que debe hacerse suyo el Pueblo de Dios, los laicos principalmente. Basta de retroceso pastoral. Si en muchas de las parroquias estamos viviendo bajo el imperio del altar, vamos a pelear por una pastoral más abierta, joven, dinámica, amorosa y solidaria. Una ciuda cosmopolita como Barcelona reclama ya mayor implicación de los laicos en las parroquias. No digo participación, porque ya la hay. Pero reclamo notoriedad y reconocimiento, posibilidades de gestión y celebración. No es posible que quienes sustentan las comunidades deban verse sometidos al pecado y a la sotana.

Desde Venezuela otro grito a toda la Comunidad Internacional ante una realidad devastadora que parece no tener fin y que habla de dos tiranías: la política y la económica. Si proclamamos un Evangelio de libertades hay que comenzar a actuar contra esos grandes poderes que hacen de César de nuestro tiempo. En estos términos habrá que recordar aquello que dijo el cardenal Suerens con tanto acierto:"¿Iglesi, qué dices de ti misma?".

Desde el Mediterráneo el ultimo grito, o gemido, o chillido, o... Quiero misericordia, no sacrificio. Si a alguien no le resuena esto en el corazón y se le revuelve todo el ser ante nuestro Mare Mortum ciertamente se ha dessensibilizado. No hablo ya de acoger sino de misericordia, que es un mínimo muy mínimo. Somos corresponsables de cada muerte, de cada pérdida, de cada nueva patera que sale al mar. Nomvale ni mirar hacia otro lado, ni ampararse en la acción de los gobiernos. Tampoco basta con llorar con los reportajes y las acciones de las ONG. Hay que actuar, hay que ser fuentes de misericordia. Más que nunca pescadores de hombres.

jueves, 19 de julio de 2018

MATEO 11, 28. CARGAS LIGERAS

 MATEO 11, 28 – 30«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»



A veces puede resultar diluido un mensaje que se repite y se repite, más cuando lo cierto es que la vida cristiana, si bien es reconfortante, a veces no atiende a la máxima del descargo propuesto por este pasaje. Así, el evangelio nos pone a veces en una tesitura de ligereza, felicidad y paz y otras, en cambio, en situación de persecución o de coste. El que quiera ganar debe perder, pero el que coge mi yugo hallará descanso.

No podemos engañar a nadie, la vida no es un camino de rosas y hay situaciones que nos llevan al extremo. Es cierto, pero, que quienes confiamos en Jesús tenemos a alguien en quien sujetar todas las situaciones de la vida. De ese modo el descanso que hallamos está en la seguridad de que todo lo que ocurre es por alguna razón, aunque en el momento presente no la veamos. Somos una comunidad en esperanza y por la fe adquirimos conciencia de que Cristo carga con nuestras dolencias, o de otro modo… que Jesús nos ayuda a soportar las cargas de la vida, que no son pocas.

Podemos, nosotros, hacernos con el mensaje de hoy, llevarlo a nuestra vida no como aquellos que dejan en Cristo su mochila sino como aquellos que, siguiendo el ejemplo de Jesús, quieren ofrecer su ayuda a los demás, como si fuéramos “cireneos”, dispuestos a ayudar a cargar con la cruz de otros, solidarizándonos, volcándonos en el compromiso, buscando la manera de compartir suelo y vida. Esta sería una buena opción para llevar el evangelio en nuestro tiempo, convertirnos en consoladores de la sociedad, en aquellos que quieren dar pasos al frente en cualquier situación.

Por tanto deseo que el llamado de Jesús, que su ofrecimiento, sea también nuestra opción en la vida, ser personas con capacidad para descargar de sus problemas a los demás, por amor, en esperanza, transmitiendo la variable de la fe como aquello que fundamenta nuestra vida en la felicidad, en la libertad… No, no somos mochileros pero sí somos un hombro en el que los demás se pueden apoyar.

miércoles, 18 de julio de 2018

MATEO 11, 25. ESCONDER LAS COSAS

 Mateo 11, 25 - 30: En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»



Tenemos un Dios bastante irónico. Diría que con un cierto humor inglés a veces. Escoder las cosas del Reino a los sabios y entendidos para revelarlo a los pobres es una buena prueba de ello. Qué Dios! ¿o no es también irónico que calle ante las muchas situaciones que vivimos, o que conteste con un silencio a nuestras oraciones? ¿No lo es que, primero, pensemos en Él como Padre paternalísimo y, ahora, como Madre y Padre? ¿No es acaso la libertad una gran paradoja que, en el cristianismo, encuentra sus mayores limites? Qué Dios!

Cuando el evangelista nos habla de un yugo suave y una carga ligera podría bien decirnos que por más deducciones, reflexiones, estudios, intuiciones, actos, grupos, celebraciones... que hagamos, en Dios las cosas son tan fáciles que, si nos fijamos, terminan por dar un giro hacia la explicación más simple. Así, mientras con la arqueología, la historiografía, la hermenéutica o la exegis, por ejemplo, tratamos de ahondar en el estudio y en la consecución de trazos de nuestra historia aquello que hoy negamos, aquello de lo que hoy dudamos siempre está sujeto a la ironía de Dios, que tantas veces deshace lo que el ser humano trata de coser. Esta es la grandeza de nuestro Dios, que desde su trono (y cuidado que no sea una silla!) en más de una ocasión debe reir y llorar con lo que ocurre en su preciado mundo, con sus amados y amadas.

Nos llaman a dejarnos transformar por el evangelio, a dejarnos moldear por Cristo y directamente pensamos en una conversión de amor, de virtudes, e3n un cambio de vida... bien, hay que pensar también en que dejarse transformar por el evangelio tiene que ver con dejarse atrapar y convencer por la ironía, que nunca es buen plato para llevarse a la boca. Porque ésto implica una capacidad de entender que lo que nos sustenta puede, o no puede ser y que, además, hay que aprender a reirse y a reirse incluso de uno mismo.

Termino, a la figura del Rey, del Juez, del Soberano, del Creador, del Dador de Vida, del Altísimo, del Todopoderoso... hoy podemos añadir la del Irónico, una cara de Dios de la que buena cuenta puede darnos aquel que entierra en un pañuelo su talento.

viernes, 13 de julio de 2018

MATEO 10, 16. NI CASO

 Mateo 10, 16-23: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»


Podríamos tratar de trascender el mensaje que nos propone el Evangelio. Cierto, el Evangelio lleva implícito que el discípulo comparte el destino de muerte de Jesús. Cierto, también, que prosigue la persecución religiosa y en muchos lugares hay mártires que lloramos. Pero cierto también que los perseguidos son perseguidores y que, obviamente, los juzgados los que hoy juzgan (y realmente mal en muchas ocasiones). Me hubiera gustado leer al final de este pasaje algo así como: "pero no obstante todas estas cosas, amen. Sean misericordiosos. Promuevan la paz...". También me hubiera gustado una palabra profética: "y cuando lleguen a las cimas del poder o se pongan la toga y les toque juzgar y gobernar a los demás... no olviden que dejé a los niños acercarse a mi y que no los llamé siervos sino amigos".

No seria muy descabellado plantearnos este mensaje en boca de Jesús, si? Quizás es que hemos perdido la orientación y el Espíritu, perdido entre ideologias , desigualdades, desprecios... Cómo vive el Evangelio una sociedad de mayoría cristiana? Qué es de la profecía cuando apenas hay un montón de profetas y a quienes mandan callar? Para que besar el libro, inciensar el templo, bendecir las especies o dar la paz? Son ritos, encuentros, celebraciones, momentos... Sí... Pero no son de Cristo.

Doce el texto que "todos los odiaran por mi nombre". Pues vaya, hemos debido pasar del odio al no me hacen ni puñetero caso! Pasan de mí.

miércoles, 11 de julio de 2018

MATEO 19, 27. QUE NOS VA A TOCAR?

 Mateo 19, 27-29: En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?» Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.»


Cuando escucho el Evangelio de los privilegios no puedo dejar de pensar en todas aquellas realidades en las que el Evangelio supone una utopía. Lo es si en Occidente pensamos que la piedad nos santifica. Lo es si pretendemos asegurar la certeza de la vida eterna. Lo es si queremos trasladar el texto a contextos de exclusión. Lo es cuando detrás de él escondemos realidades sociales. Y Lo es cuando, entre otras cosas, lo vestimos de única verdad. Cuando privilegiamos los el texto en favor de los creyentes hacemos muchos actos de injusticia.  Cuando esperamos, en consecuencia, un premio a nuestra carrera no hacemos más que empequeñecer el relato evangélico en un mito.

A la pregunta ¿que nos va a tocar? Hay que responder con actualidad. Nos toca, por ejemplo, ser mas servidores, procurar por la defensa de las injusticias, caminar junto a los desfavorecidos, defender los derechos de los excluidos y de los marginados, ser más integradores, más abiertos, más generosos... Nos toca dejar un mundo mejor, cuidar de la Tierra, buscar espacios de salvación con diálogo y humildad, promover conciencias críticas y, también, terminar con procesos de corrupción, enriquecimiento ilícito y acumulación de poder. Bien, hasta ahí hay ya bastante trabajo.

Esta pregunta, no obstante, creo que hay que lanzarla a los sacerdotes, pastores, obispos... Porque vivimos en un tiempo de retroceso servicial y que beneficia el primado de lo litúrgico. Con ello asistimos a un regreso a instancias de poder y menosprecio del laicado. En lugar de aglutinar hay quienes desean volver a separar. En vez de celebrar a quienes se desean voltear. Ya no hay pastoreo, ni consuelo, sino que ahora vive el imperio del altar. Sí, vivir para ver! Qué malos los privilegios. Pero cómo nos gustan!

martes, 10 de julio de 2018

MATEO 9, 35. POCOS OBREROS

 MATEO 9, 35 – 38Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.»


Mateo nos presenta hoy ante lo que debería ser el llamado universal a darse al prójimo, a la mutua ayuda, al hacer camino o al ampliar familia, por ejemplo. Y puede que llegue a ser para algunos incluso sorprendente que en ningún momento Jesús pide que busquen algún tipo de perfil sino que la puerta se abre para cualquier persona que lo desee. Ya fueran judíos, o samaritanos, o griegos, o esclavos, o publicanos… de toda índole o de toda tribu urbana, sea gay, sea mujer, sea hombre, casado o divorciado, adúltero o incluso traidor, porque si le pedimos a Dios que nos envía a las más guapas, a los más ricos y a los poderosos mejor cambiamos de tercio hacia posiciones ultraconservadoras, que las hay y mucho, no importa quién venga sino que vengan (ese debería ser el llamado).

Claro, somos lo que somos y ocurre que como comunidad hay de todo y lamentablemente a mucha gente la invitas a vivir el evangelio y te dicen que NO, y NO porque llevamos un lastre de gente amargada, cotilla, quejosa y malhumorada que además quieren hacer creer que viven en libertad, según la voluntad de Dios o… Vamos, que con semejante cartel es normal que más de uno se  vaya corriendo cuando pasa por delante de una iglesia.

Qué hacer? O qué no hacer? Porque aquí está el dilema, o por un lado ponemos las cosas claras con esta gente que vive chafando al prójimo, o nos aferramos a la libertad con la que creemos que Dios nos ha llamado y hacemos como la vista gorda. Pues miren, a mí personalmente me gusta la primera opción, porque no puede ser que uno vaya a celebrar la vida y se encuentre lo que se encuentra, aunque también hay muchas, muchas personas que viven una alegría y un darse a los demás que merecen un bien grande OLE!

El pasaje de hoy llama a todos éstos que hacen de estorbo, de espanta pájaros, que NO, que no es así como dijo Jesús, que lo que hay que procurar es que los obreros y los que vengan se encuentren fenomenal, participativos, llenos, felices y vivos. Y si no logramos este objetivo es que indudablemente estamos haciendo algo mal y es NECESARIO ponerse a trabajar para poder volver a llamar a la mies a los que hoy huyen de ella. Claro, leer la Palabra está muy bien, llevarla al corazón mucho mejor.

lunes, 9 de julio de 2018

MATEO 9, 18. PADRES E HIJOS

 MATEO 9, 18 – 26Mientras él les decía esto, un dirigente judío llegó, se arrodilló delante de él y le dijo: —Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Jesús se levantó y fue con él, acompañado de sus discípulos. En esto, una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto. Pensaba: «Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana.» Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: —¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento. Cuando Jesús entró en la casa del dirigente y vio a los flautistas y el alboroto de la gente, les dijo: —Váyanse. La niña no está muerta sino dormida. Entonces empezaron a burlarse de él. Pero cuando se les hizo salir, entró él, tomó de la mano a la niña, y ésta se levantó. La noticia se divulgó por toda aquella región.


El ser humano es un gran especialista en declarar muerte, cuando alguien fracasa, cuando alguien nos miente, cuando nos dañan, o incluso cuando hay partes de nosotros mismos que queremos dejar escondidas, todo ello lo declaramos muerto. Es lo más fácil, o debe serlo, porque si declaramos que algo ha muerto en cierta medida dejamos de padecer. Pero es un riesgo, porque nosotros no tenemos ninguna garantía de muerte cuando ponemos tierra sobre algo; la vida, que no siempre es fácil, de un modo u otro va a seguir presente en nosotros. Quizás un poco podamos ver en este hombre las ganas de afrontar la vida a pesar de que otros puedan decirnos que está muerte, aún si a nosotros mismos nos lo pareciera.

Cierto, un padre o una madre no van a rendirse jamás aun en las peores situaciones que pueda encontrarse una hija; lo vemos más desde los años 60 cuando las drogas entraron en la vida pública cómo aquel elemento que desgarraba a las familias, a los padres, a las hijas, a las madres, desde EEUU hasta Tailandia y generación tras generación hemos podido observar cómo hay lucha aun cuando nuestro ser amado parece estar muerto. Hay que luchar, luchas por la vida, por el amor, por la amada, por el esposo, por el hijo, por todo aquello que nos importa y que no queremos dejar resignado en el mundo de los muertos.

A algunos nos hace falta un empujón o una situación insólita para darnos cuenta que somos muertos en vida y a otras no, porque son capaces de ver que en su vida no hay pulso y aferrarse a la vida en capítulos de superación personal.

No necesariamente tenemos que ir a lo más radical, porque en la sociedad declaramos muerto a un sector de población que ha quedado marginado y en riesgo, personas que además tienen muy difícil poder salir de aquella situación a no ser de los muchos y muchas JAIRO que como su fueran su hija corren en busca del Señor de la vida para devolver al ser humano su condición de viviente, su identidad, su ser. De un modo u otro todos estamos llamados a ejercer de Jairo alguna vez en nuestra vida, es la gran reivindicación ante la exclusión, ante todo aquello que parece oler a podrido y de lo que la gente huye.

Levanten a los muertos, o a aquellos que se considera que han muerto y regrésenles la vida, la ilusión, la felicidad, entréguenles la ficha del amor. Necesitamos Jairos, y con urgencia.

miércoles, 4 de julio de 2018

MATEO 8, 28. EXCLUIDOS

  MATEO 8, 28 – 34Cuando Jesús llegó al otro lado, a la región de los gadarenos, dos endemoniados le salieron al encuentro de entre los sepulcros. Eran tan violentos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. De pronto le gritaron: —¿Por qué te entrometes, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes del tiempo señalado? A cierta distancia de ellos estaba paciendo una gran manada de cerdos. Los demonios le rogaron a Jesús: —Si nos expulsas, mándanos a la manada de cerdos. —Vayan —les dijo. Así que salieron de los hombres y entraron en los cerdos, y toda la manada se precipitó al lago por el despeñadero y murió en el agua. Los que cuidaban los cerdos salieron corriendo al pueblo y dieron aviso de todo, incluso de lo que les había sucedido a los endemoniados. Entonces todos los del pueblo fueron al encuentro de Jesús. Y cuando lo vieron, le suplicaron que se alejara de esa región.



Qué extraño es este pasaje que el pueblo reacciona pidiendo a Jesús que se marche después de sanar a los endemoniados. A veces, quienes están en desventaja, quienes viven oprimidos, algunos de los que ahora llamamos excluidos, no quieren salir de cómo están, es más, rechazan cualquier tipo de ayuda que sea para sacarlos de ese tipo de vida. También, en los casos en que el enfermo reporta algún tipo de beneficio a sus parientes, a su pareja, o a sí mismo mediante las pagas que recibe por su condición de X hay un rechazo sistemático a cualquier tipo de ayuda que sea para devolverle la cordura, la salud, la vida.

Podemos extrapolar esa situación a lo que vivimos hoy y proponer ese paralelismo. Cuántas personas conocemos que incluso provocan los síntomas para que el psiquiatra le prescriba más medicación, más sedanes, más morfina, más diazepam… y todo ello para no perder la paga que mes a mes es el sustento o de algunos, o de él mismo, así ya sea para comer o para gastárselo en droga hay muchos condicionantes para no desear que nadie recupere al endemoniado de la actualidad.

Hay muchos intereses para no querer que Jesús ayude, hay muchas potencias que no desean que el ser humano viva, lamentablemente a veces es peor recuperar a alguien que dejarlo en su estado mental, y todo ello porque de un modo u otro la persona es rentable, al fin y al cabo es como sobornar a la vida. Que se marche, no sea que nos quedemos sin la ayuda de la asistente social, sin la mensualidad…

Por supuesto, no todo el mundo ama lo que Jesús ofrece. Cristo nos llama a la vida, pero también acepta que nosotros elijamos la muerte, es el eterno dilema espiritual que incluso en las situaciones más opuestas a la vida Dios debe respetar. A mí me cuesta, trato de luchar, además creo que lo hago por el bien de la persona y finalmente veo como se rechaza la ayuda, como no quieren que se les socorra, cómo me cuesta! Pero ahora tengo que añadir a mi vida el dejar hacer de Dios con nosotros, tengo que agarrarme a la libertad humana y tengo que aceptar que después de hacer el bien, alguien me diga que por favor me vaya, me largue de allí.

martes, 3 de julio de 2018

JUAN 20, 24. LA FE DE TOMAS

 Juan 20, 24-29: Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»


Ciertamente podemos recurrir a los pasajes de las apariciones para fundamentar la correlación entre la experiencia de la muerte y la Resurrección de Cristo.
Lógicamente, también, podemos suponer la imposibilidad tangible de esa misma experiencia de Tomas en nuestros días. Bien, quizás alguna experiencia mística nos acerca pero aquí adquiere una relevancia especial la corporal. Para los apóstoles no se trató solo de una experiencia espiritual sino que fue corporal. Lo tocaron, comieron con Él... Pero igual que es licito creer, también lo es no hacerlo.

Nuestra fe es heredada. El groso de nuestras experiencias también. Podemos, claro, tirar de originalidad pero qué hay de genuino en una experiencia de fe? Pienso. A decir verdad hay que empezar a tomar muy en cuenta que nuestra experiencia no sea más que la sugestión de quien desea un encuentro. O que no deje de ser algo tan subjetivo que no pueda sino albergar siempre duda. En modo alguna es algo de lo que podamos presumir ciertamente aunque en verdad podamos testificar.

La fe e muchas cosas pero también es dudar. Cuanto menos dudar de tal forma que nos permita acercarnos a otras experiencias espirituales en apertura y aceptación, alejados de los límites de la verdad. La verdad y su posesión contaminan, separan, ahogan... Y siglo tras siglo buscamos tender a ella como si no viéramos la trampa que es. La fe es, en definitiva de cada uno y cada cual conoce en ella que hay, o no, de verdad. Pero tendidos a ser consecuentes manifestamos el gozo y la alegría, el amor y la solidaridad, pero no el dogma y la norma o es que olvidamos lo que haybde Misterio?

domingo, 1 de julio de 2018

MARCOS 5, 21. APRETUJADO

 Marcos 5, 21 – 24: Después de que Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se reunió alrededor de él una gran multitud, por lo que él se quedó en la orilla. Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies, suplicándole con insistencia: —Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.  Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, la cual lo apretujaba.


La experiencia del dolor puede llevarnos a creer en cualquier cosa. Son momentos extremos en los que el ser humano necesita una respuesta que de algo de luz al problema del trauma. Y aunque algunos puedan iluminar ese momento con su optimismo y entereza, lo cierto es que todos sucumbimos ante la desolación, la muerte, la enfermedad o la pena. No hay vuelta de hoja.

La Biblia esta llena de paradojas, aunque ésta de encontrar la esperanza en el dolor es una de las más recurrentes. Pero, ¿es necesario hacer experiencia de dolor para necesitar a Dios? Sin duda que no.  Y a pesar de que abundan los ejemplos no debemos dejarnos llevar por la tendencia de la cruz, si es que puedo llamarla así. La cruz es de Cristo y en Cristo la nuestra misma. El mensaje de liberación de Jesús traspasa la experiencia del madero y por este motivo celebramos la resurrección. Suficientes problemas lleva la vida como para reducir el conocimiento de Dios al dolor humano.

Esta claro que Dios nos ayuda a vencer las dificultades, a romper nuestras prisiones, a reponernos en el gozo y a hacer experiencia de la salvación. Para quienes creemos, toda acción nos lleva al Trascendente. Pero no reduzcamos nuestra fe a un Dios salvavidas, porque muchas veces podemos sumar al dolor la decepción. Mas bien atendamos a lo que nos depara la vida, de bueno y de malo, para habilitar lugar al agradecimiento. Si vivimos, lo hacemos según las reglas de la vida.

Quien tenga necesidad de recurrir a Dios en tiempos difíciles que lo haga, pero que no olvide que va a tener que pasar por lo inevitable, por la experiencia del dolor.