Translate

miércoles, 4 de noviembre de 2015

LUCAS 14, 25 SI SE CAE MI CASA

LUCAS  14, 25 – 30: Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar.”



Este pasaje ha venido a mi vida en más de una ocasión porque en mi hay una rutina que me espanta, que me persigue porque realmente me provoca temor de Dios y es el fallarle, el empezar a edificar y no poder terminar, o el abandonar, el decir hasta aquí. Esto me angustia, y mucho, porque creo en el valor de mi SI a Dios pero soy consciente de mi ser humano que tantas veces quiere empujarme, someterme, o apartarme. La primera vez que fui invitado a una convención de estudios bíblicos al finalizar el acto los ponentes, todos pastores, llamaron a quienes quisieran a ir delante de ellos para hacer oración. Íbamos avanzando en cola de uno, que al llegar delante del escenario se ponía delante del pastor que le tocaba y pedía por algo en concreto, cuando me tocó a mí sólo tenía por decirle una oración: que Dios me diera fuerza para no dejarlo jamás, pues conociéndome… hay peligro.

Claro, de un modo pienso que todos tendríamos que empezar aquello que es bueno, que es un bien, que genera amor, que supone ayuda… y que para ello tenemos que poner todo de nuestra parte, fuerzas, mente y corazón, y me atrevería a decir que aunque todo falle, y aunque nos quedemos sin fuerzas, y aunque parezca que fracasamos y que no podemos terminar… en el amor y por amor, nunca hay derrotas. Jamás. Si tienen que correr algún riesgo, si tienen que atreverse a, o si tienen que dejarlo todo… que sea por amor. Eso querrá decir que estoy edificando una casa más grande, aunque quizás haya caído una pared.

Mi compromiso es con la vida, y aunque temo de flojera quiero renovar cada día esa decisión, qué viva! Porque el compromiso que adoptamos está muy por encima de las obligaciones terrenales, y trabajamos en una obra que no es de nosotros acabar sino que le corresponde a Dios, quien la terminará en el día que quiera, o sea. Supongo que de Jesús pensarían algo parecido sus contemporáneos: miren éste, crucificado… comenzó a edificar y no pudo terminar! Pero… wow! Qué grande construcción tenía que venir.

Quiero decir, que cuando se pongan a calcular los gastos, lo que cuesta, las dificultades, los presupuestos… que el dinero no sea un impedimento, que tampoco lo sean los años de construcción, ni los problemas con el ayuntamiento o la Ley de costas… Que nada en este mundo les detenga cuando quieran contar qué cuesta seguir a Cristo, o qué cuesta amar, o cuánto vale la vida, PORQUE LO VALE TODO.


Que sea por gastar que muramos, que sea por haber derrochado todas nuestras fuerzas, toda nuestra salud y todo lo que tenemos. Que sea por la vida, por la humanidad, por la luz y que si entonces se rompe mi corazón, que sea porque encontró a Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario