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viernes, 20 de mayo de 2016

MARCOS 10, 1 MODELOS DE FAMILIA... YA CANSA

Marcos 10, 1 - 12: En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba. Se acercaron unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Le es licito a un hombre divorciarse de su mujer?» Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?» Contestaron: «Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.» Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.» En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»


Hoy me venían a la cabeza, leyendo el evangelio, las palabras que he leído esta mañana en El Periódico del arzobispo de Valencia Cañizares. Quizás porque ambos textos tienen algo relativo a la familia, o quizás porque sea un pretexto mío para referirme a este “tipejo” que haría bien en guardarse sus opiniones para la intimidad, allí donde no hará daño a todo un segmento de cristianos, o creyentes, o personas, que viven su realidad desde los ámbitos que este personaje menosprecia con absoluta claridad. Vergonzoso? Bueno, a estas alturas seguro que no, porque estamos ya muy acostumbrados a que la Iglesia y ciertos núcleos de creyentes vivan “su evangelio” desde una posición obtusa, conservadora y, permítanme, muy alejada de actitudes que propuso y vivió en mismo Jesús.

Que hay que salvaguardar a la familia, absolutamente de acuerdo. Pero la familia de nuestro tiempo viven enmarcada en otros límites, bajo otro paradigma, en otro orden de convivencia. No verlo es relativizar el mismo significado de unión, de solidaridad, de amor… que vivimos en el siglo XXI. Es un insulto y un atentado a la libertad del ser humano, a su condición, a su posibilidad de elección. Si quieren cuidar un modelo de familia, estimado arzobispo, comiencen cuidando la suya propia, dejen de barrer hacia dentro, sean más honestos con las tendencias sexuales que se viven en la propia Iglesia, castiguen con dureza a los que cometen robo, pederastia, abuso de poder… Consideren que su ejemplo, y se lo digo con mucho respeto, está más en tela de juicio que el modelo de familia.

Dejen de meter la mano en la realidad social, tratando de inflarnos la cabeza con mensajes de conservación y trabajen por los creyentes y para los creyentes, sean gays, sean divorciados, o sean pecadores, que ustedes también lo son (y mucho).


Ah! Pasarse la vida pidiendo cuentas a los fieles es como echar por tierra toda la predicación de Jesús, que se acercó a los pobres, a los enfermos, a quienes robaban, a… sí! Recuerden que, aunque fuera hace tiempo, también se acercó a ustedes.

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