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lunes, 2 de mayo de 2016

JUAN 15, 26 DAR TESTIMONIO

Juan 15, 26 –16,4a: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.»


Hay quienes han querido ver en este pasaje del evangelio de Juan una predicción de todas estas muertes que ha habido en nombre de Dios a manos de la Iglesia. De hecho, para ser justos, no es que sólo la Iglesia haya ido equivocada en muchos aspectos sino que en la mayoría de religiones, de opciones políticas, de estados hemos encontrado ese mismo destino de muerte a lo largo de los siglos, mucho antes de que el evangelista pusiera esta sentencia en labios de Jesús.

Pero no es este el sentido con que quería tratar el texto, sino en la importancia del testimonio y no, precisamente, sólo del testimonio cristiano. Me explico, porque a nivel humano cada vez considero más necesario que los unos sustenten a los otros y que los otros también consuelen a los unos. Quizás le podamos llamar solidaridad universal, o caridad personal, o llamémoslo amor que me compromete con los demás. Cada cual puede elegir, pero lo más importante es que cada uno debe escoger y comprometerse. ¿Cómo podemos vivir en plenitud ante el dolor de la amiga, del amigo, de la hermana o del hermano?¿Cómo podemos caminar sin llevar en nuestros brazos a los enfermos, necesitados, abatidos…?¿Cómo pretendemos mirar hacia adelante sin recoger, enseñar y hacer todo lo posible por la felicidad de los pequeños, de los jóvenes?

Desde el principio, dice, todos estáis conmigo. Desde el principio la humanidad lleva siendo testigo del Amor de Dios, que se dona, que se recibe, que se experimenta, que se conoce. Desde el principio tenemos una sentencia no de castigo sino de perdón. Desde el principio todo lo creado fue hermoso, es bello. Desde el principio… esto no nos es desconocido.

El principio actor de Dios, del Cristo o del Espíritu creo firmemente que se mueve reflejándose en muchísimas personas, en muchísimas, y en ese testimonio veo una cadena humana e histórica que hace iguales a todas las mujeres y hombres desde el primer milenio hasta la actualidad. Hay un reflejo, unos mismos ojos en la alegría y en el dolor. La vida, desde el principio, nos hace un mismo llamado.


Que seamos personas conscientes de la necesidad de ir al otro, de ayudarlo, de acompañarlo, de comprenderlo. Que seamos personas que puedan hacer crecer a otras personas. Que seamos, como Dios quiere que seamos, siendo testigos del mismo Amor.

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