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viernes, 30 de septiembre de 2016

LUCAS 10, 17 PEDACOS

Lucas 10, 17-24: En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron llenos de gozo y dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre". El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo". En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!". 

LA sociedad constituye el hermoso mundo, a veces también difícil e incomprensible, donde vivimos. A raíz de la entrevista al Padre Ángel me vino a la cabeza la pregunta: ¿Qué es el pecado? Y lo digo porque tras dialogar con distintas personas sobre la entrevista hubo muchos que terminaron ahí su razonamiento. Y no lo digo con desprecio sino como eco de una educación cristiana, vieja, que conduce irremediablemente a pensar más en el desorden, la falta y la incomprensión que acercar posturas y reflexión ante la vida que se desarrolla.

LA historia ciértamente es caprichosa, propia de su momento determinado en que vivió. Nos guste o no, lo que se vive en el siglo XXI ya no es lo mismo que se vivió a principios o mediados del XX (por citar el siglo más cercano). Esto es, en cosas de Dios, que remontarnos en nuestro tiempo a las definiciones de pecado de San Agustín o Santo Tomas es como tratar de de abrir una puerta a golpes. Así la reflexión moral anterior, si bien nos sirve como base histórica, tiene necesariamente que ir evolucionando conforme pasos da la sociedad. Cómo es posible que hoy en los círculos religiosos se siga hablando de modernidad, secularidad… términos de hace 50 años?!?! Oigan, vivimos ya en los tiempos modernos y no puede ser que mientras el ser humano se configura cada vez más deprisa, la moral cristiana no sepa todavía en su conjunto actualizar ese software que configura al creyente, a la Iglesia y a a Dios.

Hoy no pensamos lo mismo que ayer, mañana no pensaremos lo mismo que hoy. Hay, por tanto, nuevas sensibilidades que dejan atrás las anteriores, que las superan y que permiten llevar la reflexión a cotas inimaginables. Cómo se hubiera entendido hace años esta paternidad/maternidad de Dios? Bien, el caso es que todavía algunos siguen sin entenderla.

Por tanto, hay que darle una oportunidad a la capacidad tanto de reflexión como de acción de la Iglesia y de sus miembros para que se reconstituyan en el marco de la vida, dejando atrás los viejos demonios que acompañan su pensamiento. Basta de tener una Iglesia siempre a remolque de los cambios sociales. Basta a esta Iglesia retrógrada que hincha de declaraciones la prensa amarilla. Basta de esta Iglesia que guarda má relación con la moral del medievo que con la necesidad del presente. Y Viva! Viva esta Iglesia valiente, integrada, solidaria y que demuestra cómo es posible convivir con el mundo y con sus necesidades.


¿En qué lugar creen ustedes que se habría posicionado Cristo? Para mí no hay duda alguna.

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