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martes, 23 de enero de 2018

MARCOS 3, 31. MADRE Y HERMANOS

 Marcos 3, 31-35: En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.» Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»


De las declaraciones de ayer del Papa, en las que pedía perdón respecto de su petición de pruebas en el tema de los abusos, nos viene al dedillo preguntar ¿quiénes son nuestra madre, hermanas, hermanos? Porque lejos de la intención del evangelista, hoy en muchas realidades la respuesta es obvia: mi madre es esa que esconde, rehúye, o niega, lo que hacen sus hijas y sus hijos. Y mis hermanas y hermanos todos aquellos que hacen corporación, que callan ante lo injusto, que otorgan o aceptan la comisión de delitos… Visto este Evangelio de hoy, más que hablar de la familia mesiánica hay que hablar de la Cosa Nostra.

Si voy un poco más atrás en el tiempo, en declaraciones de hace una o dos semanas) también del Papa), leo que se pide a los sacerdotes y demás que no se refugien en el clericalismo, que no actúen como funcionarios. Pero lo cierto es que estamos viviendo una oleada de clericalismo alarmante, sin ir más lejos en la ciudad de Barcelona. Sacerdotes que quieren reconocimiento, que dicen ser más porque tienen la potestad del altar… Grupos cada vez más prolíferos que entremezclan política y religión, que se mueven desde el tradicionalismo y que, además, favorecen la divinización del presbítero. Cómo van a hacer caso a las palabras de Francisco éstos que viven, entre la plebe, como pequeños dioses?

Y aunque podríamos seguir, y seguir, y seguir, ahora habrá que preguntarle, también a Francisco, quiénes son su Madre, sus hermanas y sus hermanos? Porque si se los pone a mirar, habrá que volver a pedir perdón, y mucho perdón.

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