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miércoles, 24 de enero de 2018

MARCOS 4. ALCANZAR LO BELLO

 MARCOS 4, 11 – 13«A ustedes se les ha revelado el secreto del reino de Dios —les contestó—; pero a los de afuera todo les llega por medio de parábolas, para que »“por mucho que vean, no perciban; y por mucho que oigan, no entiendan; no sea que se conviertan y sean perdonados. »¿No entienden esta parábola? — continuó Jesús—. ¿Cómo podrán, entonces, entender las demás?



El apóstol Pablo escribió en su carta a los romanos sobre la evidencia de la presencia y la obra de Dios en la creación. Miren la naturaleza, la salida y puesta del sol, las abejas, los campos florecidos con miles de almendros en primavera… en todo se percibe a Dios, se huele podríamos decir, se contempla. Observando la maravilla de la creación, sus colores, sus sabores, sus olores, somos testigos de cómo se dibuja ante nuestros ojos la vida, cómo se desarrolla, incluso cómo algo muere para que surja otro. Espectadores de lujo de un escenario enorme que es impulsado por Dios; bien, no todos piensan así y algunos suponen una energía o procesos determinados en este impulso. Sea como fuere coincidimos todos en que hay algo que mueve la naturaleza porque no podemos permanecer pasivos a este devenir de transformaciones.

No todos, aun así, nos damos cuenta. Hay personas que caminan sin ver lo que hay a su alrededor, nada les interpela y viven centrados en su autogestión, ensimismados, cerrados a los estímulos. Hay otras personas que viven desde la enfermedad, capados por la medicación, adormecidos y sin poder gozar de la maravilla que sucede ante sus cansados ojos. También hay personas cuyo rencor y resentimiento les hace ver lo contrario, no pueden contemplar la creación porque ante ella se muestran violentos, todo les molesta, todo les enfada, nada está a su gusto. Las hay mezquinas, malintencionadas, para ellas el mundo no es un lugar extraordinario sino un escenario del que aprovechan elementos para hacer el mal, incluso las hay que la destruyen y así tenemos, por ejemplo, la deforestación… extirpando el pulmón de la Tierra. Podría seguir y seguir y seguir…

Todos estos son aquellos que por mucho que ven no perciben. ¿Podríamos llamarlos insensibles? Quizás sí, quizás errados, quizás sólo desorientados… El hecho es que existen, que viven y la vida no les aporta absolutamente nada que merezca un cambio de orientación. Mi experiencia personal es que de esta situación de enemistad con la vida se desprende una necesidad interior, como si pidieras auxilio en una voz tan baja que nadie te escucha, pero estás diciendo: socorro!! Deseas salir de donde estás pero no eres capaz de romper ese círculo vicioso que se llama comportamiento y que te lleva una y otra vez, te conduce, te inhabilita, pero tú deseas pararlo. Es este el gran misterio que el apóstol Pablo también en romanos dijo: queriendo hacer el bien no lo hago, hago el mal. Es el gran misterio y una enorme paradoja frente a la creación que quiere destruirla.

Es punible todo aquello que constituye delito, sí. Es motivo de ofensa todo aquello que supone un atentado contra la persona, también. Pero todo es susceptible de perdón y de amor. Aquellos a los que se les ha revelado el Reino pueden ofrecer una actitud de cariño, generosidad, entrega y atención a aquellos cuyos ojos no logran ver maravillas. Es una propuesta, pero intenten adoptar estas actitudes en su entorno más cercano, más íntimo. Abrir los ojos de los míos porque hoy quiero compartir esta puesta de sol junto a ti, y también mañana y al otro y al otro…

Ayuden a contemplar la belleza que nos rodea, la belleza natural y también la belleza del ser humano. No lo hagan pretendiendo que se crea en Dios, simplemente háganlo como gesto de Amor porque en el amor, en la sonrisa, en el afecto, en la ayuda, en la contemplación… se halla Dios. Liberar no es sujetar a una creencia, liberar es devolver la dignidad al ser humano.

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