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jueves, 25 de enero de 2018

MARCOS 4, 15. SERAN SALVADOS

 Marcos 16, 15-18: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben...


Es tiempo, creo, de mirar la misión evangélica de los cristianos de un modo diferente a la que nos presenta hoy el Evangelio. Que hay que llevar adelante la instauración del Reino de Dios en cuanto Amor, Reconciliación, Paz y Solidaridad, estoy de acuerdo. Que tengamos que seguir hablando de salvación y de condenación me parece, cuanto menos, digno de revisión. Y aunque posiblemente esta discusión nos lleve a salir del Testamento, no veo infidelidad a la Palabra sino más bien una hermenéutica necesaria en este inicio de siglo.

¿Podemos atestiguar que el que se bautice será salvo? Podemos si nos referimos al canon, al catecismo y a los sacramentos. Pero ante toda la dogmática me plantean dos cuestiones: ¿qué seguridad tenemos de que tenga que ser así, de que no haya otros accesos? Y dos: ¿la salvación pende de un acto, de una ceremonia, de unos signos, o del amor incondicional de Dios?

En sentido estricto, cuando mantenemos que la salvación “proviene de” parece que alargamos, que hacemos perdurar, aquel axioma “extra ecclesia nulla salus”. Un referente histórico de la Iglesia que no marca tiempos antiguos sino que se prolonga hasta la actualidad. Una actualidad que sigue hablando en términos de clericalismo en una Madre que, de nuevo, huele a antigua, en su peor sentido.

No me gusta  ver personas que son sometidas en sus creencias o en sus esperanzas mediante la práctica en situaciones que suponen o habilitan para la salvación.
¿Dónde queda el Misterio? Tampoco me gusta que aún se defienda que es por la Iglesia el don salvífico, porque por ninguna Iglesia. Ni que se haga un uso instrumental de Cristo. Ni soporto ver como la Eucaristía queda reservada para una elite que excluye, excluye y excluye. ¿Son estos los signos de la salvación?

Qué es la salvación sino el sacramento del encuentro entre Dios y el ser humano.

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